lunes, 8 de octubre de 2012

Hermoso desastre capitulo 19


Cara de Póker
Dos mesas más atrás, una mesa del fondo. Lali y Peter apenas eran visibles desde mi asiento, y yo encorvada, miraba fijamente hacia Gaston quien miraba la silla vacía que yo solía ocupar antes de sentarse en el extremo de la mesa. Me sentía ridícula por esconderme, pero no estaba preparada para sentarme frente a él por una hora entera. Cuando terminé mi comida, tomé una respiración profunda y salí afuera donde Gaston estaba terminando su cigarrillo.
Me había pasado toda la noche tratando de formar un plan para volver a comenzar donde estábamos antes. Si yo trataba nuestro encuentro de la manera que él consideraba el sexo en general, podría tener una buena oportunidad. En el plan corría el riesgo de perderlo, pero esperaba que su enorme ego masculino lo obligara a jugar de la misma manera.
—Hey —le sonreí.
Hizo una mueca. —Hey. Pensé que estabas en el almuerzo.
—Tuve que entrar y salir rápido, tengo que estudiar. —me encogí de hombros, haciendo mi mejor esfuerzo por parecer casual.
—¿Necesitas ayuda?
—Es Cálculo. Creo que puedo manejarlo.
—Puedo simplemente ofrecerte apoyo moral —sonrió, hundiendo su mano en el bolsillo. Los músculos sólidos en su brazo se tensaron con el movimiento, y el recuerdo cuando se impulsaba en mi interior se repitió con gran detalle en mi cabeza.
—Er... ¿Qué? —Pregunté, desorientada por el repentino pensamiento erótico que había brillado en mi mente.
—¿Se supone que debemos pretender que la otra noche nunca sucedió?
—No, ¿Por qué? —Fingí confusión y él suspiró, frustrado por mi comportamiento.
—No sé... ¿Por qué tomé tu virginidad? —Se inclinó hacia mí, diciendo las palabras en voz baja.
Rodé los ojos. —Estoy segura de que no es la primera vez que desfloras una virgen, Gas.
Tal como me temía, mi conducta despreocupada lo hizo enojar. —De hecho, lo fue.
—Vamos... Te dije que no quería ningún tipo de rareza entre nosotros.
Gaston tomó una última calada de su cigarrillo y lo arrojó al suelo. —Bueno, si he aprendido algo en los últimos días, es que no siempre se consigue lo que se quiere.
—Hey, rochita —dijo Pablo, besando mi mejilla.
Gaston fulminó a Pablo con una mirada asesina.
—¿Paso por ti a las seis? —dijo Pablo.
Asentí con la cabeza. —A las seis.
—Nos vemos en un rato —dijo, continuando hacia la clase. Lo vi alejarse, con miedo a sufrir las consecuencias de los últimos diez segundos.
—¿Vas a salir con él esta noche? —Demandó Gaston, su mandíbula notoriamente apretada bajo la piel.
—Te dije que me iba a invitar a salir después de mi regreso. Me llamó ayer.
—Las cosas han cambiado un poco desde esa conversación, ¿no crees?
—¿Por qué?
Se alejó de mí, y tragué pesado tratando de contener las lágrimas en su lugar. Gaston se detuvo y se volvió hacia mí, leyendo mi cara. — ¡Es por eso que dijiste que no te echaría de menos más tarde! Sabías que iba a averiguar sobre Pablo y tú, y pensaste que... ¿qué? ¿Qué me olvidaría de ti? ¿No confías en mí, o no soy lo suficientemente bueno? Dime, ¡maldita sea! ¡Dime qué carajo te hice para que hicieras esto!
Me mantuve firme, mirándolo fijamente a los ojos. —No hiciste nada. ¿Desde cuándo el sexo es de vida o muerte para ti?
—¡Desde que es contigo!
Miré a mi alrededor, al ver que estábamos haciendo una escena.
La gente caminaba lentamente, mirando y murmurando entre sí. Sentí que mis orejas ardían, y se extendía por todo mi rostro, haciendo de mis ojos agua. Él cerró los ojos, tratando de recobrar la compostura antes de hablar otra vez. —¿Es eso? ¿No crees que significó algo para mí?
—Tú eres Gaston Dalmau.
Negó con su cabeza, disgustado. —Si no supiera mejor, pensaría que me estás echando mi pasado en cara.
—No creo que cuatro semanas constituyan el pasado. —Su rostro se desfiguró y yo me reí—. ¡Estoy bromeando! Gaston, está bien. Estoy bien, estás bien. No hay necesidad de hacer una gran cosa de esto.
Toda la emoción desapareció de su rostro y respiró hondo por la nariz. —Sé lo que estás tratando de hacer. —Sus ojos se desenfocaron por un momento, perdido en sus pensamientos—. Voy a tener que probártelo, entonces. —Sus ojos se entrecerraron mientras miraba los míos, decidido como estaba antes de una de sus peleas—. Si piensas que voy a volver a joder a quién se ponga en frente, estás equivocada. No quiero a nadie más. ¿Quieres que seamos amigos? Bien, seamos amigos. Pero tú y yo sabemos que lo que pasó no fue sólo sexo.
Pasó delante de mí y yo cerré los ojos, exhalando el aliento que no sabía que había retenido. Gaston me lanzó una mirada, y luego continuó a su próxima clase. Una lágrima se escapó por mi mejilla y rápidamente la sequé. Tenía las miradas curiosas de mis compañeros de clase sobre mi espalda mientras avanzaba hacia la clase.
Pablo estaba en la segunda fila, y me deslicé al puesto junto a él. Una sonrisa se extendió por su cara. —Estoy deseando que llegue esta noche.
Tomé aire y sonreí, tratando de cambiar el ánimo que quedó por mi conversación con Gaston.
—¿Cuál es el plan?
—Bueno, ya estoy instalado en mi apartamento. Pensé que podríamos cenar allí.
—También estoy deseando que llegue esta noche. —dije, tratando de convencerme a mí misma.
Con la negativa de Lali para ayudarme, Mery fue la renuente elegida a ayudarme a escoger un vestido para mi cita con Pablo. Tan pronto como lo puse sobre mi cabeza, me lo arranqué, poniéndome un par de vaqueros en su lugar. Después de pensar en mi fallido plan toda la tarde, no tenía cabeza para vestirme. Teniendo el clima fresco en mente, me puse un delgado suéter cachemira de color marfil sobre una camiseta marrón, y esperé en la puerta. Cuando el brillante Porsche de Pablo se detuvo delante, me abrí paso hacia afuera antes de que tuviera tiempo para entrar.
—Iba a ir a buscarte. —dijo, decepcionado mientras abría la puerta.
—Entonces, te ahorré un viaje. —le dije, abrochándome el cinturón de seguridad.
Se deslizó a mi lado y se inclinó, tocando cada lado de mi cara, dándome un suave beso en los labios. —Whoa —respiró—. He echado de menos tu boca.
Su aliento sabía a menta, su perfume olía increíble, sus manos eran cálidas y suaves, y se veía fantástico en sus pantalones vaqueros y una camisa verde, pero no podía evitar la sensación de que algo faltaba. Esa emoción que había en un principio estaba notablemente ausente, y en silencio maldije a Gaston por quitarme esa sensación.
Forcé una sonrisa. —Voy a tomar eso como un cumplido.
Su apartamento era exactamente como lo había imaginado: Inmaculado, con costosos artículos electrónicos en todos los rincones, y muy probablemente decorado por su madre.
—¿Y? ¿Qué piensas? —dijo, sonriendo como un niño presumiendo un juguete nuevo.
—Es fantástico. —asentí con la cabeza.
Su expresión cambió de lúdica a profunda, y me tomó en sus brazos, besando mi cuello. Cada músculo de mi cuerpo se tensó. Quería estar en cualquier otro lugar menos en ese apartamento.
Mi celular sonó, y le ofrecí una sonrisa de disculpa antes de contestar.
—¿Cómo va todo, Pajarita?
Le di la espalda a Pablo y susurré en el teléfono. —¿Qué es lo que quieres, Gaston? —Traté de hacer mi tono severo, pero fue suavizado por mi alivio al escuchar su voz.
—Quiero ir a los bolos mañana. Necesito mi pareja.
—¿Bolos? ¿No me podrías haber llamado más tarde? —Me sentí como una hipócrita por decir esas palabras, sabiendo que yo había esperado una excusa para mantener los labios de Pablo lejos de mí.
—¿Cómo voy a adivinar cuándo hayas terminado? Oh. Eso no salió bien... —su voz se fue apagando, junto a su diversión.
—Te llamo mañana y podemos hablar de ello, ¿De acuerdo?
—No, no está bien. Has dicho que quieres que seamos amigos, pero ¿no podemos pasar el rato? —Rodé mis ojos, y Gaston resopló.
—No ruedes los ojos. ¿Vendrás o no?
—¿Cómo sabes que rodé los ojos? ¿Me estás acechando? —pregunté, notando las cortinas cerradas.
—Siempre ruedas los ojos. ¿Sí? ¿No? Estás perdiendo tiempo precioso de tu cita.
Me conocía tan bien. Luché contra el impulso de pedirle que me recogiera en ese momento. No pude evitar sonreír ante la idea.
—¡Sí! —dije en voz baja, tratando de no reírme—. Voy a ir.
—Te recogeré a las siete.
Me volví hacia Pablo, sonriendo como el gato Cheshire.
—¿Gaston? —preguntó con una expresión de certeza.
—Sí —fruncí el ceño, atrapada.
—¿Siguen siendo sólo amigos?
—Seguimos siendo sólo amigos. —asentí con la cabeza una vez.
Nos sentamos en la mesa, comiendo comida china para llevar. Me relajé al estar con él después de un rato, y me recordó lo encantador que era. Me sentí más ligera, casi risueña, un marcado cambio con respecto al inicio. Por más que intentaba empujar el pensamiento de mi cabeza, no podía negar que mi plan con Gaston había iluminado mi estado de ánimo.
Después de la cena, nos sentamos en el sofá a ver una película, pero antes de terminar los créditos del principio, Pablo me tenía sobre mi espalda. Me alegré de haber elegido usar los vaqueros, no habría sido capaz de defenderme con la misma facilidad en un vestido. Sus labios viajaron a mi clavícula, y su mano se detuvo en mi cinturón. Torpemente trabajó para abrirlo, y una vez que lo logró, me deslicé por debajo de él para ponerme de pie.
—¡Está bien! Creo que es todo lo que pasará esta noche, —le dije, abrochándome el cinturón.
—¿Qué?
—Primera base.... ¿Segunda base? No importa. Es tarde, es mejor que me vaya.
Se sentó y se apoderó de mis piernas. —No te vayas,. No quiero que pienses que por eso te traje aquí.
—¿No es así?
—Por supuesto que no —dijo, tirando de mí hacia su regazo—. Eres todo en lo que he pensado durante dos semanas. Me disculpo por ser impaciente.
Me besó en la mejilla, y me incliné a él, sonriendo cuando su aliento me hizo cosquillas en el cuello. Me volví hacia él y apreté los labios contra los suyos, intentando con todas mis fuerzas sentir algo, pero no lo hice. Me aparté de él y suspiré.
Pablo frunció el ceño. —Dije que lo siento.
—Te dije que era tarde.
Nos dirigimos a mi departamento, Pablo me apretó la mano después de que me dio un beso de buenas noches. —Vamos a intentarlo de nuevo. ¿ mañana?
Apreté los labios. —Iré a los bolos con Gaston mañana.
—El miércoles, ¿entonces?
—El miércoles es genial. —le dije, ofreciéndole una sonrisa artificial.
Pablo se removió en su asiento. Él estaba pensando en algo. — ¿Rochi? Hay una fiesta de parejas en un par de fin de semana en la Casa...
Mi interior se estremeció, temiendo la discusión que inevitablemente tendría.
—¿Qué? —Preguntó, riendo nerviosamente.
—No puedo ir contigo. —le dije, saliendo fuera del coche.
Él me siguió, encontrándome en la entrada. —¿Tienes planes?
Hice una mueca. —Tengo planes... Gaston ya me lo preguntó.
—¿Gaston te preguntó qué?
—Para la fiesta de parejas. —le expliqué, un poco frustrada.
La cara de Pablo se sonrojó, y cambió su peso. —¿Irás a la fiesta con Gaston? Él no va a esas cosas. Y ustedes son sólo amigos. No tiene sentido que vayas con él.
—Lali no irá con Pet a menos que yo vaya.
Se relajó. —Entonces puedes ir conmigo. —sonrió, entrelazando sus dedos con los míos.
Hice una mueca ante su solución. —No puedo cancelarle a Gaston, y luego ir contigo.
—No veo el problema —se encogió de hombros—. Puedes estar ahí por Lali, y Gaston no tendrá que asistir. Él es un firme defensor de no ir a las fiestas de citas. Piensa que son una plataforma para que nuestras parejas nos obliguen a declarar una relación.
—Era yo la que no quería ir. Él me convenció.
—Ahora tienes una excusa. —se encogió de hombros. Era desesperante su confianza de que me haría cambiar de opinión.
—Yo no quería ir en absoluto.
La paciencia de Pablo se había agotado. —Sólo para ser claro, no quieres ir a la fiesta de citas. Gaston quiere ir, él te lo pidió, y ¿no lo cancelarás a él para ir conmigo, a pesar de que no querías ir en primer lugar?
Me costó enfrentarme a su fulgor. —No le puedo hacer eso, Pablo, lo siento.
—¿Entiendes lo que es una fiesta de parejas? Es algo para que vayas con tu novio.
Su tono condescendiente hizo que cualquier empatía que sintiese por él desapareciera. —Bueno, yo no tengo novio, así que técnicamente no debería ir en absoluto.
—Pensé que íbamos a intentarlo de nuevo. Pensé que había algo.
Estoy tratando.
—¿Qué esperas que haga? ¿Qué me siente solo en casa mientras tú estás en la fiesta de mi fraternidad con otra persona? ¿Debería preguntarle a otra chica?
—Puedes hacer lo que quieras. —le dije, irritada con su amenaza.
Levantó la mirada y meneó la cabeza. —Yo no quiero pedírselo a otra chica.
—No espero que no vayas a tu propia fiesta. Nos veremos allí.
—¿Quieres que se lo pida a otra persona? Y tú vas con Gaston. ¿No ves cuán completamente absurdo es?
Me crucé de brazos, lista para una pelea. —Le dije que iría con él antes de que tú y yo comenzáramos a salir, Pablo. No puedo cancelarlo.
—No puedes, ¿o no quieres?
—Da lo mismo. Lamento que no lo entiendas.
Abrí la puerta, y Pablo puso su mano sobre la mía.
—Muy bien —suspiró con resignación—. Esto es obviamente un asunto con el que voy a tener que lidiar. Gaston es uno de tus mejores amigos, yo lo entiendo. No quiero que esto afecte nuestra relación. ¿De acuerdo?
—Bien —dije, asintiendo con la cabeza.
Abrió la puerta y me indicó que caminara, besando mi mejilla antes de que entrara. —¿Nos vemos el miércoles a seis?
—A las seis. —sonreí, despidiéndome mientras caminaba por las escaleras.
Lali estaba saliendo de la ducha cuando doblé la esquina, y sus ojos se iluminaron cuando me reconoció. — ¡Hey, pollita! ¿Cómo te fue?
—No muy bien. —dije, desanimada.
—Uh, oh.
—No le digas a Gaston, ¿De acuerdo?
Ella resopló. —No lo haré. ¿Qué pasó?
—Pablo me pidió que fuera a la fiesta de parejas.
Lali apretó la toalla. —No le cancelarás a Gas, ¿verdad?
—No y Pablo no está feliz con eso.
—Comprensible —dijo, asintiendo con la cabeza—. También es terriblemente malo.
Lali reunió las hebras de su cabello largo y húmedo sobre un hombro, y las gotas de agua corrieron por su piel desnuda. Ella era una contradicción andante. Se inscribió en la misma universidad para que ambas estuviéramos juntas. Era mi conciencia autoproclamada, intentando intervenir cuando me daban mis pretensiones de volar fuera de pista. Iba en contra de todo lo que hablamos el hecho de que yo me involucrara con Gaston y ella se había convertido en su más entusiasta animadora.
Me apoyé en la pared. —¿Estaría loca si no fuera con ninguno?
—No, yo estaría increíble e irrevocablemente cabreada. Eso sería motivo para una pelea de gatos, Rochi.
—Entonces creo que iré —le dije, metiendo la llave en la cerradura. Mi celular sonó y una imagen de Gaston haciendo una mueca apareció en la pantalla—. ¿Hola?
—¿Estás tu casa, ya?
—Sí, él me dejó hace cinco minutos.
—Voy a estar allí en cinco más.
—¡Espera! ¿Gaston? —dije después de que él había colgado.
Lali se echó a reír. —Acabas de tener una decepcionante cita con Pablo, y sonríes cuando Gaston te llama. ¿Está realmente así de denso?
—Yo no sonreí —protesté—. Viene para acá. ¿Te reunirás con él afuera y le dirás que me fui a la cama?
—Tú lo harás, y no yo... ve a decírselo tú misma.
—Sí, La, que salga yo misma a decirle que ya estoy en la cama funcionará muy bien. —Ella me dio la espalda, caminando a su habitación. Levanté las manos, dejándolas caer sobre mis muslos—. ¡La! ¿Por favor?
—Que se diviertan, Rochi —sonrió y desapareció en su habitación.                        adap Jmcguire


8 comentarios:

  1. HERMOSO!!! Quedo perfecto.. espero el proximo! Besos Lucia Dalmau!!

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  2. ME ENCANTO ESPERO QUE PASE ALGO CON GAS Y QUE ROCHI DEJE A PABLO PORQUE NO ME LO BANCO
    ME ENCANTA TU NOVE SUBI MAS SEGUIDO

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  3. MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS =)
    Y SI PUEDES SUBE UN POCO MAS SEGUIDOO

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  4. ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO SUBIIIIII MAS RAPIDO PORFA QUE NO ME AGUANTOOO LA ANSIEDAD

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  5. me encanto pero subi mas rapido me encanta la novela esta muy linda y que rochi le diga a gaston que le gusta porque se nota que lo re ama :)

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  6. Escribis increible,muy buena la historia me encantaria saber como sigue :)

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  7. Que grosa Lali carajo, la aplaudo. Menos mal que Gaston se dio cuenta de todo, tonta Rochi, no se da cuenta que lo de Pablo no va? oh, quiero saber como va esto, quiero ver esa conversacion!!!!!!! Gaston la ama y eso nos dimos cuenta todos, Ro esta loca.

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