Cara de
Póker
Dos mesas más atrás,
una mesa del fondo. Lali y Peter apenas eran visibles desde mi asiento, y yo
encorvada, miraba fijamente hacia Gaston quien miraba la silla vacía que yo
solía ocupar antes de sentarse en el extremo de la mesa. Me sentía ridícula por
esconderme, pero no estaba preparada para sentarme frente a él por una hora
entera. Cuando terminé mi comida, tomé una respiración profunda y salí afuera
donde Gaston estaba terminando su cigarrillo.
Me había pasado toda
la noche tratando de formar un plan para volver a comenzar donde estábamos
antes. Si yo trataba nuestro encuentro de la manera que él consideraba el sexo
en general, podría tener una buena oportunidad. En el plan corría el riesgo de
perderlo, pero esperaba que su enorme ego masculino lo obligara a jugar de la
misma manera.
—Hey —le sonreí.
Hizo una mueca.
—Hey. Pensé que estabas en el almuerzo.
—Tuve que entrar y
salir rápido, tengo que estudiar. —me encogí de hombros, haciendo mi mejor
esfuerzo por parecer casual.
—¿Necesitas ayuda?
—Es Cálculo. Creo
que puedo manejarlo.
—Puedo simplemente
ofrecerte apoyo moral —sonrió, hundiendo su mano en el bolsillo. Los músculos
sólidos en su brazo se tensaron con el movimiento, y el recuerdo cuando se
impulsaba en mi interior se repitió con gran detalle en mi cabeza.
—Er... ¿Qué?
—Pregunté, desorientada por el repentino pensamiento erótico que había brillado
en mi mente.
—¿Se supone que
debemos pretender que la otra noche nunca sucedió?
—No, ¿Por qué?
—Fingí confusión y él suspiró, frustrado por mi comportamiento.
—No sé... ¿Por qué
tomé tu virginidad? —Se inclinó hacia mí, diciendo las palabras en voz baja.
Rodé los ojos.
—Estoy segura de que no es la primera vez que desfloras una virgen, Gas.
Tal como me temía, mi conducta despreocupada lo hizo enojar.
—De hecho, lo fue.
—Vamos... Te dije
que no quería ningún tipo de rareza entre nosotros.
Gaston tomó una
última calada de su cigarrillo y lo arrojó al suelo. —Bueno, si he aprendido
algo en los últimos días, es que no siempre se consigue lo que se quiere.
—Hey, rochita —dijo Pablo,
besando mi mejilla.
Gaston fulminó a Pablo
con una mirada asesina.
—¿Paso por ti a las
seis? —dijo Pablo.
Asentí con la
cabeza. —A las seis.
—Nos vemos en un
rato —dijo, continuando hacia la clase. Lo vi alejarse, con miedo a sufrir las
consecuencias de los últimos diez segundos.
—¿Vas a salir con él
esta noche? —Demandó Gaston, su mandíbula notoriamente apretada bajo la piel.
—Te dije que me iba
a invitar a salir después de mi regreso. Me llamó ayer.
—Las cosas han
cambiado un poco desde esa conversación, ¿no crees?
—¿Por qué?
Se alejó de mí, y
tragué pesado tratando de contener las lágrimas en su lugar. Gaston se detuvo y
se volvió hacia mí, leyendo mi cara. — ¡Es por eso que dijiste que no te
echaría de menos más tarde! Sabías que iba a averiguar sobre Pablo y tú, y
pensaste que... ¿qué? ¿Qué me olvidaría de ti? ¿No confías en mí, o no soy lo
suficientemente bueno? Dime, ¡maldita sea! ¡Dime qué carajo te hice para
que hicieras esto!
Me mantuve firme,
mirándolo fijamente a los ojos. —No hiciste nada. ¿Desde cuándo el sexo
es de vida o muerte para ti?
—¡Desde que es
contigo!
Miré a mi alrededor,
al ver que estábamos haciendo una escena.
La gente caminaba
lentamente, mirando y murmurando entre sí. Sentí que mis orejas ardían, y se
extendía por todo mi rostro, haciendo de mis ojos agua. Él cerró los ojos,
tratando de recobrar la compostura antes de hablar otra vez. —¿Es eso? ¿No
crees que significó algo para mí?
—Tú eres Gaston
Dalmau.
Negó con su cabeza,
disgustado. —Si no supiera mejor, pensaría que me estás echando mi pasado en
cara.
—No creo que cuatro semanas constituyan el pasado. —Su
rostro se desfiguró y yo me reí—. ¡Estoy bromeando! Gaston, está bien. Estoy
bien, estás bien. No hay necesidad de hacer una gran cosa de esto.
Toda la emoción
desapareció de su rostro y respiró hondo por la nariz. —Sé lo que estás
tratando de hacer. —Sus ojos se desenfocaron por un momento, perdido en sus
pensamientos—. Voy a tener que probártelo, entonces. —Sus ojos se entrecerraron
mientras miraba los míos, decidido como estaba antes de una de sus peleas—. Si
piensas que voy a volver a joder a quién se ponga en frente, estás equivocada. No
quiero a nadie más. ¿Quieres que seamos amigos? Bien, seamos amigos. Pero tú y
yo sabemos que lo que pasó no fue sólo sexo.
Pasó delante de mí y
yo cerré los ojos, exhalando el aliento que no sabía que había retenido. Gaston
me lanzó una mirada, y luego continuó a su próxima clase. Una lágrima se escapó
por mi mejilla y rápidamente la sequé. Tenía las miradas curiosas de mis
compañeros de clase sobre mi espalda mientras avanzaba hacia la clase.
Pablo estaba en la
segunda fila, y me deslicé al puesto junto a él. Una sonrisa se extendió por su
cara. —Estoy deseando que llegue esta noche.
Tomé aire y sonreí,
tratando de cambiar el ánimo que quedó por mi conversación con Gaston.
—¿Cuál es el plan?
—Bueno, ya estoy
instalado en mi apartamento. Pensé que podríamos cenar allí.
—También estoy
deseando que llegue esta noche. —dije, tratando de convencerme a mí misma.
Con la negativa de Lali
para ayudarme, Mery fue la renuente elegida a ayudarme a escoger un vestido
para mi cita con Pablo. Tan pronto como lo puse sobre mi cabeza, me lo
arranqué, poniéndome un par de vaqueros en su lugar. Después de pensar en mi
fallido plan toda la tarde, no tenía cabeza para vestirme. Teniendo el clima
fresco en mente, me puse un delgado suéter cachemira de color marfil sobre una
camiseta marrón, y esperé en la puerta. Cuando el brillante Porsche de Pablo se
detuvo delante, me abrí paso hacia afuera antes de que tuviera tiempo para
entrar.
—Iba a ir a
buscarte. —dijo, decepcionado mientras abría la puerta.
—Entonces, te ahorré un viaje. —le dije, abrochándome el
cinturón de seguridad.
Se deslizó a mi lado
y se inclinó, tocando cada lado de mi cara, dándome un suave beso en los
labios. —Whoa —respiró—. He echado de menos tu boca.
Su aliento sabía a
menta, su perfume olía increíble, sus manos eran cálidas y suaves, y se veía
fantástico en sus pantalones vaqueros y una camisa verde, pero no podía evitar
la sensación de que algo faltaba. Esa emoción que había en un principio estaba
notablemente ausente, y en silencio maldije a Gaston por quitarme esa
sensación.
Forcé una sonrisa.
—Voy a tomar eso como un cumplido.
Su apartamento era
exactamente como lo había imaginado: Inmaculado, con costosos artículos
electrónicos en todos los rincones, y muy probablemente decorado por su madre.
—¿Y? ¿Qué piensas?
—dijo, sonriendo como un niño presumiendo un juguete nuevo.
—Es fantástico.
—asentí con la cabeza.
Su expresión cambió
de lúdica a profunda, y me tomó en sus brazos, besando mi cuello. Cada músculo
de mi cuerpo se tensó. Quería estar en cualquier otro lugar menos en ese
apartamento.
Mi celular sonó, y
le ofrecí una sonrisa de disculpa antes de contestar.
—¿Cómo va todo, Pajarita?
Le di la espalda a Pablo
y susurré en el teléfono. —¿Qué es lo que quieres, Gaston? —Traté de hacer mi
tono severo, pero fue suavizado por mi alivio al escuchar su voz.
—Quiero ir a los
bolos mañana. Necesito mi pareja.
—¿Bolos? ¿No
me podrías haber llamado más tarde? —Me sentí como una hipócrita por decir esas
palabras, sabiendo que yo había esperado una excusa para mantener los labios de
Pablo lejos de mí.
—¿Cómo voy a
adivinar cuándo hayas terminado? Oh. Eso no salió bien... —su voz se fue
apagando, junto a su diversión.
—Te llamo mañana y
podemos hablar de ello, ¿De acuerdo?
—No, no está bien.
Has dicho que quieres que seamos amigos, pero ¿no podemos pasar el rato? —Rodé
mis ojos, y Gaston resopló.
—No ruedes los ojos. ¿Vendrás o no?
—¿Cómo sabes que
rodé los ojos? ¿Me estás acechando? —pregunté, notando las cortinas cerradas.
—Siempre ruedas los
ojos. ¿Sí? ¿No? Estás perdiendo tiempo precioso de tu cita.
Me conocía tan bien.
Luché contra el impulso de pedirle que me recogiera en ese momento. No pude
evitar sonreír ante la idea.
—¡Sí! —dije en voz
baja, tratando de no reírme—. Voy a ir.
—Te recogeré a las
siete.
Me volví hacia Pablo,
sonriendo como el gato Cheshire.
—¿Gaston? —preguntó
con una expresión de certeza.
—Sí —fruncí el ceño,
atrapada.
—¿Siguen siendo sólo
amigos?
—Seguimos siendo
sólo amigos. —asentí con la cabeza una vez.
Nos sentamos en la
mesa, comiendo comida china para llevar. Me relajé al estar con él después de
un rato, y me recordó lo encantador que era. Me sentí más ligera, casi risueña,
un marcado cambio con respecto al inicio. Por más que intentaba empujar el
pensamiento de mi cabeza, no podía negar que mi plan con Gaston había iluminado
mi estado de ánimo.
Después de la cena,
nos sentamos en el sofá a ver una película, pero antes de terminar los créditos
del principio, Pablo me tenía sobre mi espalda. Me alegré de haber elegido usar
los vaqueros, no habría sido capaz de defenderme con la misma facilidad en un
vestido. Sus labios viajaron a mi clavícula, y su mano se detuvo en mi
cinturón. Torpemente trabajó para abrirlo, y una vez que lo logró, me deslicé
por debajo de él para ponerme de pie.
—¡Está bien! Creo
que es todo lo que pasará esta noche, —le dije, abrochándome el cinturón.
—¿Qué?
—Primera base....
¿Segunda base? No importa. Es tarde, es mejor que me vaya.
Se sentó y se
apoderó de mis piernas. —No te vayas,. No quiero que pienses que por eso te
traje aquí.
—¿No es así?
—Por supuesto que no
—dijo, tirando de mí hacia su regazo—. Eres todo en lo que he pensado durante
dos semanas. Me disculpo por ser impaciente.
Me besó en la mejilla, y me incliné a él, sonriendo cuando su
aliento me hizo cosquillas en el cuello. Me volví hacia él y apreté los labios
contra los suyos, intentando con todas mis fuerzas sentir algo, pero no lo
hice. Me aparté de él y suspiré.
Pablo frunció el
ceño. —Dije que lo siento.
—Te dije que era
tarde.
Nos dirigimos a mi
departamento, Pablo me apretó la mano después de que me dio un beso de buenas
noches. —Vamos a intentarlo de nuevo. ¿ mañana?
Apreté los labios.
—Iré a los bolos con Gaston mañana.
—El miércoles,
¿entonces?
—El miércoles es
genial. —le dije, ofreciéndole una sonrisa artificial.
Pablo se removió en
su asiento. Él estaba pensando en algo. — ¿Rochi? Hay una fiesta de parejas en
un par de fin de semana en la Casa...
Mi interior se
estremeció, temiendo la discusión que inevitablemente tendría.
—¿Qué? —Preguntó,
riendo nerviosamente.
—No puedo ir
contigo. —le dije, saliendo fuera del coche.
Él me siguió,
encontrándome en la entrada. —¿Tienes planes?
Hice una mueca.
—Tengo planes... Gaston ya me lo preguntó.
—¿Gaston te preguntó
qué?
—Para la fiesta de
parejas. —le expliqué, un poco frustrada.
La cara de Pablo se
sonrojó, y cambió su peso. —¿Irás a la fiesta con Gaston? Él no va a
esas cosas. Y ustedes son sólo amigos. No tiene sentido que vayas con él.
—Lali no irá con Pet
a menos que yo vaya.
Se relajó. —Entonces
puedes ir conmigo. —sonrió, entrelazando sus dedos con los míos.
Hice una mueca ante
su solución. —No puedo cancelarle a Gaston, y luego ir contigo.
—No veo el problema
—se encogió de hombros—. Puedes estar ahí por Lali, y Gaston no tendrá que
asistir. Él es un firme defensor de no ir a las fiestas de citas. Piensa que
son una plataforma para que nuestras parejas nos obliguen a declarar una
relación.
—Era yo la que no
quería ir. Él me convenció.
—Ahora tienes una excusa. —se encogió de hombros. Era
desesperante su confianza de que me haría cambiar de opinión.
—Yo no quería ir en
absoluto.
La paciencia de Pablo
se había agotado. —Sólo para ser claro, no quieres ir a la fiesta de
citas. Gaston quiere ir, él te lo pidió, y ¿no lo cancelarás a él para
ir conmigo, a pesar de que no querías ir en primer lugar?
Me costó enfrentarme
a su fulgor. —No le puedo hacer eso, Pablo, lo siento.
—¿Entiendes lo que
es una fiesta de parejas? Es algo para que vayas con tu novio.
Su tono
condescendiente hizo que cualquier empatía que sintiese por él desapareciera.
—Bueno, yo no tengo novio, así que técnicamente no debería ir en absoluto.
—Pensé que íbamos a
intentarlo de nuevo. Pensé que había algo.
—Estoy tratando.
—¿Qué esperas que
haga? ¿Qué me siente solo en casa mientras tú estás en la fiesta de mi
fraternidad con otra persona? ¿Debería preguntarle a otra chica?
—Puedes hacer lo que
quieras. —le dije, irritada con su amenaza.
Levantó la mirada y
meneó la cabeza. —Yo no quiero pedírselo a otra chica.
—No espero que no
vayas a tu propia fiesta. Nos veremos allí.
—¿Quieres que
se lo pida a otra persona? Y tú vas con Gaston. ¿No ves cuán
completamente absurdo es?
Me crucé de brazos,
lista para una pelea. —Le dije que iría con él antes de que tú y yo
comenzáramos a salir, Pablo. No puedo cancelarlo.
—No puedes, ¿o no
quieres?
—Da lo mismo.
Lamento que no lo entiendas.
Abrí la puerta, y Pablo
puso su mano sobre la mía.
—Muy bien —suspiró
con resignación—. Esto es obviamente un asunto con el que voy a tener que
lidiar. Gaston es uno de tus mejores amigos, yo lo entiendo. No quiero que esto
afecte nuestra relación. ¿De acuerdo?
—Bien —dije,
asintiendo con la cabeza.
Abrió la puerta y me
indicó que caminara, besando mi mejilla antes de que entrara. —¿Nos vemos el
miércoles a seis?
—A las seis. —sonreí, despidiéndome mientras caminaba por las
escaleras.
Lali estaba saliendo
de la ducha cuando doblé la esquina, y sus ojos se iluminaron cuando me
reconoció. — ¡Hey, pollita! ¿Cómo te fue?
—No muy bien. —dije,
desanimada.
—Uh, oh.
—No le digas a
Gaston, ¿De acuerdo?
Ella resopló. —No lo
haré. ¿Qué pasó?
—Pablo me pidió que
fuera a la fiesta de parejas.
Lali apretó la
toalla. —No le cancelarás a Gas, ¿verdad?
—No y Pablo no está
feliz con eso.
—Comprensible —dijo,
asintiendo con la cabeza—. También es terriblemente malo.
Lali reunió las
hebras de su cabello largo y húmedo sobre un hombro, y las gotas de agua
corrieron por su piel desnuda. Ella era una contradicción andante. Se inscribió
en la misma universidad para que ambas estuviéramos juntas. Era mi conciencia
autoproclamada, intentando intervenir cuando me daban mis pretensiones de volar
fuera de pista. Iba en contra de todo lo que hablamos el hecho de que yo me
involucrara con Gaston y ella se había convertido en su más entusiasta
animadora.
Me apoyé en la
pared. —¿Estaría loca si no fuera con ninguno?
—No, yo estaría
increíble e irrevocablemente cabreada. Eso sería motivo para una pelea de
gatos, Rochi.
—Entonces creo que
iré —le dije, metiendo la llave en la cerradura. Mi celular sonó y una imagen
de Gaston haciendo una mueca apareció en la pantalla—. ¿Hola?
—¿Estás tu casa, ya?
—Sí, él me dejó hace
cinco minutos.
—Voy a estar allí en
cinco más.
—¡Espera! ¿Gaston?
—dije después de que él había colgado.
Lali se echó a reír.
—Acabas de tener una decepcionante cita con Pablo, y sonríes cuando Gaston te
llama. ¿Está realmente así de denso?
—Yo no sonreí
—protesté—. Viene para acá. ¿Te reunirás con él afuera y le dirás que me fui a
la cama?
—Tú lo harás, y no
yo... ve a decírselo tú misma.
—Sí, La, que salga yo misma a decirle que ya estoy en la cama
funcionará muy bien. —Ella me dio la espalda, caminando a su habitación.
Levanté las manos, dejándolas caer sobre mis muslos—. ¡La! ¿Por favor?
—Que se diviertan,
Rochi —sonrió y desapareció en su habitación. adap Jmcguire

HERMOSO!!! Quedo perfecto.. espero el proximo! Besos Lucia Dalmau!!
ResponderEliminarME ENCANTO ESPERO QUE PASE ALGO CON GAS Y QUE ROCHI DEJE A PABLO PORQUE NO ME LO BANCO
ResponderEliminarME ENCANTA TU NOVE SUBI MAS SEGUIDO
MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS =)
ResponderEliminarY SI PUEDES SUBE UN POCO MAS SEGUIDOO
ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO SUBIIIIII MAS RAPIDO PORFA QUE NO ME AGUANTOOO LA ANSIEDAD
ResponderEliminarme encanto pero subi mas rapido me encanta la novela esta muy linda y que rochi le diga a gaston que le gusta porque se nota que lo re ama :)
ResponderEliminarEscribis increible,muy buena la historia me encantaria saber como sigue :)
ResponderEliminares una adaptacion ;)
EliminarQue grosa Lali carajo, la aplaudo. Menos mal que Gaston se dio cuenta de todo, tonta Rochi, no se da cuenta que lo de Pablo no va? oh, quiero saber como va esto, quiero ver esa conversacion!!!!!!! Gaston la ama y eso nos dimos cuenta todos, Ro esta loca.
ResponderEliminar