jueves, 4 de octubre de 2012

Un Matrimonio Diferente... Capitulo 7







Rocío recobró la conciencia en la limusina. Gastón estaba inclinado sobre ella como cuando ella se había desmayado. En un movimiento brusco del coche, Rocío se apartó hacia el lado opuesto del asiento.
- ¡Aléjate de mí! – le gritó presa del pánico.
- ¿Eres una criatura muy delicada, no te parece?-
- De pronto te has vuelto un manojo de nervios – Gastón la miraba con satisfacción perversa; parecía haber recuperado el control -. ¿Dónde está el certificado?
Rocío se clavó las uñas. Necesitaba alguna sensación que le dijera que estaba despierta, que no se trataba de una pesadilla.
- Te he dicho que no sé de qué hablas.
- Bueno, si antes no lo sabías, ahora ya lo sabes, y quiero que me lo digas.
- No puedo creer que mi padre te hiciera chantaje...
- ¿Un asunto sucio, no? – Gastón la trataba sin la más mínima compasión -. Pero él era un profesional, de alto vuelo. A él le interesaban los ricos y famosos. Le gustaban los personajes a los que pudiera sacarles el jugo. Era muy bueno en su trabajo. Nunca dejaba a sus víctimas totalmente secas, ni los llevaba al extremo de que quisieran matarlo. Los hacía pagar durante mucho tiempo y luego los dejaba en paz, pero siempre se quedaba con la prueba de sus delitos y trapos sucios para protegerse. Hizo una fortuna...
- ¡No me lo creo!
- ¿Crees que guardaba esas fotos pornográficas sólo por diversión? Si se quedó con la prueba de los trapos sucios de mi familia... -La voz de Gastón se hizo más dura aún -. También tenía el certificado original, y como he intentado recuperarlo buscando por todas partes, es evidente que tú lo tienes.
- ¡Él no me dio nada! – gritó histéricamente.
- A mí no me vas a engañar. Inténtalo y te romperé...
- ¡Estás loco! – sollozó.
- Hasta ahora he sido paciente. He estado en la cuerda floja durante cinco años. La única forma de mantenerme a salvo era seguir casado contigo. Pensé que ibas a irte con papá. Pero no lo hiciste. Y hay una cosa que me ha quedado clara. Estás enamorada de mí...
- ¿Qué? – Rocío lo interrumpió.
- Estás obsesionada conmigo. ¿Crees que no los sé? – Gastón la miró con desprecio -. Cualquier mujer normal ya se hubiese desengañado y hubiera dejado de esperar que su amor fuera correspondido... ¡Pero tú no! Te has quedado hasta el final, fiel hasta el fin, ¡sin darme la posibilidad de que pueda quejarme del maldito trato que hice!
- ¿Fiel? – no podía creer todo lo que oía. Era increíble, pero Gastón se creía lo que decía. Estaba convencido de que se había quedado a su lado por una cuestión de amor. El nombre de Santiago quería abrirse paso entre sus labios, pero era mejor que no.
- No estoy enamorada de ti – dijo dignamente.
- ¡Escucha, estás hablando con el chico que fue tu regalo de cumpleaños cuando cumpliste diecisiete!
- ¿Cómo?
- ¿Me elegiste en alguna revista de sociedad? ¿O me viste personalmente antes? ¿Me echaste un vistazo y saliste corriendo a decírselo a papá? “Papá: éste es el que me gusta”.
Gastón hablaba en serio. Realmente hablaba en serio.
- ¡Tú tienes que estar mal de la cabeza!
- Hablaremos. Llevo cinco años esperando esta conversación. Todo lo que sé es que el querido Max hizo el trabajo sucio por ti. Me cazasteis como a un animal...
- ¡Tú eres un animal, un auténtico insulto a la especie humana! – estalló Rocío -. ¡Y encima te lo tienes creído!
- ¡Dios! Mi joven dama sabe alzar la voz – dijo cínicamente Gastón -. No parece gustarle la verdad. Hiere tu orgullo. Pero sé que he sido atrapado intencionalmente. Yo no sabía siquiera quién era tu padre la primera vez que fui a la casa. Me hizo una proposición de negocios una tercera persona, y fui citado allí. Y ocurrió justamente que tu padre no se encontraba en casa cuando llegué. Pero, ¡Oh, sorpresa! ¡Estabas tú! Llevabas algo blanco y romántico, y adornabas con flores el recinto, es decir estabas armada hasta los dientes con tus encantos virginales. Lo recuerdo perfectamente.
- ¡No fue así!
- Cualquier griego con sangre en las venas se hubiese rendido a tus encantos con mirarte dos veces – le dijo Gastón con resentimiento -. ¡Y tú ahí, todo sonrisas tímidas y con rubor en las mejillas, comiéndome con esos ojos miel como si llevases una semana de ayuno!
- ¡Basta ya! – la voz de Rocío casi se rompió.
- Entonces me invitaron a cenar y tú tocaste el piano, y cantaste como un ángel. Todas tus virtudes puestas en juego para mí. Y no sé cómo fue, pero finalmente el negocio pasó a un segundo plano, y se me olvidó. Para que sepas, había sólo dos preguntas que me interesaba hacer, pero no era pertinente hacerlas esa noche.
- ¿Sí? – Rocío trataba de borrar los recuerdos penosos de ese día.
- ¿Tenías suficiente edad para obtener el consentimiento de tu padre? ¿Intentaba tu padre protegerte del mundo y de los depredadores como yo? El matrimonio no estaba entonces en mi cabeza, y nunca había estado.
Rocío sintió nauseas. Gastón siguió hablando:
- ¿Y de quién fue la idea de que me quedara a cenar? Tuya. Tu le dijiste a él que me querías y eso fue todo. Luego él escarbó y escarbó, hasta sacar a la luz cosas que sólo dos personas vivas sabían, y que ninguna de los dos iba a contar jamás.
- ¿Qué averiguó? – preguntó ella ansiosa.

2 comentarios:

  1. noo lo dejes ahí no me podes hacer eso jaja
    me encanto el cap no me gusta como la trata Gas a Rochi

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  2. espero que gas cambie pronto esa actitud, no me gusta nada!! espero mas cap!

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