No supo ver los
pequeños
cambios que se sucedían con un encuentro tras otro, unas caricias tras
otras. Unos besos tras otros.
Poco a poco
fueron desapareciendo las veces en las que la poseía como un animal herido y se iba casi sin
despedirse. Lo que comenzó siendo para él un desahogo rápido, se fue transformando en noches
enteras de caricias que no siempre buscaban la finalidad del sexo. Ni el
desapego de él en
cuanto desaparecía el
orgasmo, ni la preocupación de ella en no dar ni pedir más de lo que él quisiera, impedían que durante el sueño sus brazos y piernas se enredaran y sus
cuerpos descansaran el uno en el otro.
Pero el tiempo y
la repetición
convierten en cotidianas las cosas más extrañas.
Gaston, que se
fue impregnando de ella como esperaba, no llegó a saciarse como pretendía. Su cuerpo y su alma fueron necesitando
cada vez un poco más de ese
alivio que solo ella les daba. Y terminó disfrutando de las noches para
arrepentirse y martirizarse durante los largos días, mientras no la tenía cerca.
—¿Quieres
manzanilla, melisa, jazmín, té verde? —preguntó Rocio, una de esas noches, después de casi dos semanas de ardientes
encuentros, mientras miraba en el cajón de las infusiones.
—¿No es
peligroso? —preguntó Gaston. Ella volteó el rostro para mirarle con curiosidad—. Mezclar relajantes con un poderoso
excitante, ¿no es
peligroso? —aclaró pegándose a su espalda y pasándole los brazos por la cintura.
Rocio sonrió con disimulo y tomó dos bolsitas de melisa. Le gustaban esos
ratos en los que hablaban de cualquier cosa, como una pareja normal y no como
adultos que se encontraran solo para acostarse. Además, tenía la esperanza de que, al fin, él permitiera que una de esas charlas
terminara en la explicación que ella necesitaba darle.
—No
tenemos por qué
mezclarlos. —Le siguió el juego, deseosa de alargar la conversación—. Primero nos tomamos la infusión y un rato después... —Se detuvo con un incontrolado gemido. Él
le mordisqueaba el cuello al tiempo que sus dedos recogían pequeños pliegues de tela que le iban alzando
el borde del vestido. Cuando las manos le alcanzaron las caderas desnudas, ella
emitió un
ronco sonido de complacencia.
Gaston gruñó excitado y se la llevó consigo hasta el centro de la cocina. La
giró para tenerla frente a sí y la hizo retroceder hasta tropezar con
la mesa.
Levantó el tejido hasta la cintura sin perder el
contacto con sus ojos y le rozó las ingles con las yemas de los dedos. Ella se estremeció y él sintió la garganta repentinamente seca. Se
humedeció los
labios y tragó.
Rocio trató de hablar, temblorosa y excitada, pero él la interrumpió atrapando su boca como hacía siempre que la quería en silencio. Le comió los labios derritiéndola mientras él mismo se quedaba sin voluntad.
La soltó el tiempo justo para mirar hacia la mesa
y asegurarse de que estaba vacía.
—Entiendo
que quieres algo más fuerte
que una infusión —bromeó ella, sin aliento, mientras se le escurrían de los dedos los preparados de
hierbas.
La tendió sobre la pulcra madera y se colocó entre sus piernas. Volvió a besarla de forma arrebatada. Terminó de enrollarle el tejido hasta pegarlo a
su cuello y le mordisqueó los pechos a través del encaje blanco del sujetador a la
vez que sus dedos se abalanzaban directamente hacia su sexo. La sintió estremecer, la escuchó gemir y apartó la boca para dejarla respirar y mirarla
a los ojos.
—Quiero
dibujarte así —susurró al verla con los párpados entrecerrados y las pestañas aleteando de excitación—. No sé qué me pasa, pero te dibujo a todas horas;
con lápiz, sin
él... —confesó casi de modo inconsciente. Rocio sonrió con dulzura y él perdió el poco aliento que le quedaba—. Creo que me estoy volviendo loco —susurró, sorprendido por su propia revelación, y escondió la cara en la suave curvatura entre su
hombro y su cuello—. Abrázame —pidió con voz ronca—. Abrázame muy fuerte. Abrázame todo lo fuerte que puedas.
Inspiró al sentir sus brazos rozándole la espalda y notó cómo su delicado olor a azahar le penetraba
y recorría su
cuerpo hasta encontrarle el alma. Escuchó los agitados latidos de su corazón y besó con ternura la suavidad de su piel.
Nada era
comparable a eso. Ni siquiera entrar en ella y estallar en el placer más absoluto. Nada se podía comparar con la paz que sentía cuando ella lo encerraba en el cálido refugio de sus brazos.
Había tardes en las que a Gaston le costaba
esperar a que llegara la noche para encontrarse con Rocio. Cuando eso ocurría se acercaba a la tienda sabiendo que,
apenas asomara, ella se apresuraría a salir a su encuentro dejando a Mery a cargo de
todo.
Ese fue uno de
esos días en
los que llegó a
buscarla ansioso por recorrer con ella las calles, cruzar el puente, descender
por la escalera de caracol y subir en el ascensor gastándola a besos.
Pero esa tarde,
con mery ausente del comercio, esperó pacientemente a que llegara la hora de cierre. Husmeó entre papeles pintados y telas mientras Rocio
atendía a los
clientes, pero sin dejar de mirarla más allá de unos segundos. Tan pendiente estuvo
de ella que no advirtió que, desde la calle, unos ojos les acechaban con
excesivo interés. Ni
reparó en ello
un rato después,
cuando salieron y él bajó la persiana y la afianzó a la cerradura encajada en el suelo.
Menos aún se
percató de que
estaban siendo acechados cuando la ayudó a enrollarse la bufanda, tiró de los extremos para acercarla y la besó sin prisa en la boca. Y es que ella le
hacía olvidarlo todo, incluso su necesidad de
mantenerse vigilante para seguir con vida.
La tomó por la cintura y la arrimó a su costado. Deseaba recorrer con ella
las calles más largas
y desiertas que les condujeran a Deusto. No era consciente del peligro que
suponía
alejarse del gentío.
Al detenerse en
el segundo semáforo se
inclinó para
susurrarle al oído. Por
entre su cabello, unos pocos metros más atrás, creyó distinguir dos rostros inquietamente
conocidos. Rígido,
volvió su
mirada al frente sin tiempo a comprobar si la visión era real o simple producto de su
imaginación. Su
primer pensamiento fue para Rocio. Debía mantenerla a salvo de esos hombres. Le
pasó el brazo por el cuello y la llevó contra sí para evitar que vieran su rostro. Ahora su
urgencia consistía en
escapar de allí. En ese
momento no era solo su vida la que estaba en juego.
—¿Qué pasa? —preguntó ella al sentirlo tenso y percibir que su
respiración se
aceleraba.
Se ladeó para besarla en los labios. El corazón le retumbaba con fuerza y sus sentidos
estaban en completa alerta. Pudo ver que los tipos mantenían la distancia para no ser descubiertos.
Y él se preparó para el instante en que el semáforo cambiara a verde. Entonces los
peatones de uno y otro lado de la calle se cruzarían formando un pequeño tumulto.
—¡Corre
conmigo! —susurró en el último instante.
La sujetó con fuerza por la cintura y salió abriéndose paso entre la gente. Llevaba la
cabeza baja para no sobresalir y ser localizado. Rocio iba sin aliento,
sobre todo cuando la alzaba y ella sentía que sus pies no tocaban el suelo.
La hizo girar
bruscamente hacia la izquierda y no se detuvo hasta alcanzar la parte trasera
del kiosco de prensa.
—¿Qué pasa? —volvió a preguntar ella, con la espalda apoyada
en el cristal y respirando jadeante.
—Necesitaba
besarte a solas —susurró. Y lo hizo a la vez que temblaba por
dentro.
El corazón de Rocio se aceleró hasta acompasarse a los feroces latidos
que golpeaban el agitado pecho de Gaston. Correspondió a sus besos con descuido mientras se
preguntaba de qué se
estaban escondiendo, hasta dónde alcanzaba la gravedad de lo que le estaba
ocultando esta vez.

Ay ay ay que lindos son..! Me encanta que anden por las calles y que tengan una vida casi de novios! La confesiòn de Gaston fue lo mejor! Que emociòn, quiero màs capituloooos! Quiero que le diga de una vez lo que siente, quiero màs ternura en ellos! son tan lindooos ♥ aw aw aw me enamore de este cap jajaa Ah y q desaparezcan estos tipos que arruinan el romance jajaja :))
ResponderEliminarSe zarpan eh, son divinos. Aca lo malo es Gaston, y Rochi que piensa que el es 'malo', bah asi lo veo yo. Pero son muy tiernos, y esta buenisimo estod e que se den cuente que estan enamorados, más por él, que se este comportando de esa manera es aklsajkshajsj, son muy lindos y quiero más, me asusto al final, pense que los iban a encontrar.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con vicky... Que desaparescan estos tipos que estan arruinando todo
ResponderEliminarEspero el proximo... No tardes en subir porfa!!!!!
Besos