Corta estancia en el pecado
Gaston dejó nuestras
maletas y miró alrededor de la habitación. —Esto es lindo, ¿verdad?
Lo fulminé con la
mirada y él enarcó su ceja. — ¿Qué?
Empecé a desempacar
mi maleta y sacudí mi cabeza. Diferentes estrategias y la falta de tiempo
llenaron mi cabeza. —Estas no son vacaciones, Gaston. No deberías estar aquí.
Al momento siguiente
él estaba detrás de mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura. —Yo voy
a donde tú vayas.
Ladeé mi cabeza en
contra de su pecho y suspiré. —Tengo que ir a la planta baja. Tú puedes
quedarte aquí si quieres o echarle un vistazo al show. Te veré más tarde ¿De
acuerdo?
—Iré contigo.
—No te quiero allí, Gas.
—Una expresión de dolor cruzó su rostro, toqué su brazo—. Si voy a ganar
catorce mil dólares en un fin de semana necesito estar concentrada al máximo.
No me gusta quién voy a ser en esas mesas, y no quiero que tú lo veas, ¿Vale?
Él retiró mi cabello
fuera de mis ojos y besó mi mejilla. —De acuerdo, Pajarita.
Gaston saludó a Lali
mientras dejaba la habitación. Ella se acercó a mí en el mismo vestido que usó
en la fiesta. Me cambié por una falda corta dorada y un par de tacones,
estudiándome en el espejo. Lali llevó mi cabello hacia atrás y me pasó un tubo
negro.
—Necesitas al menos
cinco capas más de rímel, y ellos van a pedir tu identificación antes de que te
des cuenta si no usas un poco más de rubor, ¿Acaso has olvidado cómo se juega
este juego?
Arranqué el rímel de
las manos de Lali y pasé al menos otros diez minutos en mi maquillaje, cuando
terminé, mis ojos se empezaron a llenarse de lágrimas. —Maldita sea Rochi, no
llores —me dije mirando hacia arriba mientras secaba la parte inferior de mis
ojos con un pañuelo desechable.
—No tienes que hacer
esto Rochi, tú no le debes nada. —dijo ahuecando mis hombros mientras me
miraba al espejo una última vez
—Él le debe dinero a
Benny, La, si no lo hago, lo matarán.
Su expresión era de lástima, ya la había visto mirarme de esa
manera muchas veces antes, pero esta vez ella estaba desesperada. Lo había
visto arruinar mi vida más veces de las que ninguna de las dos podríamos
contar.
— ¿Qué pasa con la
siguiente vez que lo haga? ¿Y la siguiente? No puedes seguir haciendo
esto.
—Él estuvo de
acuerdo con mantenerse lejos, Mick Igarzabal es muchas cosas, más no un
estúpido.
Caminamos por el
pasillo e ingresamos a un ascensor vacío. — ¿Tienes todo lo que necesitas?
—Pregunté, manteniendo las cámaras en mente.
Lali chocó su uñas
con la licencia de conducir falsa y sonrió. —El nombre es Candy, Candy. —dijo
en un falso acento sureño.
Extendí mi mano.
—Jessica. Gusto en conocerte, Candy.
Ambas nos pusimos
nuestras gafas de sol y permanecimos con cara de póker mientras el ascensor se
abría, revelando las luces de neón y el bullicioso casino. La gente se movía en
todas las direcciones. Las Vegas era el infierno celestial, el único lugar en
donde podías encontrar bailarinas en ostentosos trajes y montones de
maquillaje. Prostitutas con una indumentaria aceptable, hombres de negocios en
lujosos trajes y familias enormes en la misma edificación.
Desfilamos a lo
largo de un pasillo alineado con cuerdas rojas y le entregamos nuestras
identificaciones a un hombre que tenía una chaqueta roja. Me observó por un
momento y me quité las gafas.
—Cualquier momento
de hoy sería genial. —dije con tono aburrido.
Nos devolvió
nuestras identificaciones y se hizo a un lado, dejándonos pasar, aGasesamos los
pasillos en donde estaban las máquinas tragamonedas, las mesas de Black Jack20. Escaneé la habitación, observando las diferentes mesas de
póquer, asintiendo hacia una con viejos caballeros sentados en ella.
20 Black Jack; cada jugador recibe dos
cartas con la opción de pedir más para así llegar a un valor de 21 o menos sin
superarlo, el concesionario perderá por tener menos que el jugador o más del
valor de 21.
—Ésa. —dije,
contoneándome por el camino.
—Empieza agresiva
Rochi, ellos no sabrán lo que se les viene encima.
—No. Ellos son de
las Vegas a la antigua, tengo que jugar inteligente esta vez.
Me acerqué a la
mesa, usando mi más encantadora sonrisa. Los locales podían oler a los
estafadores a millas de distancia, pero yo tenía dos cosas a mi favor que
cubrían el olor de cualquier cosas que pudiera levantar sospechas: juventud… y
tetas.
—Buenas noches, caballeros. ¿Les importa si me uno a ustedes?
Ellos no miraron en
mi dirección. —Seguro, pequeña. Toma asiento y procura verte bonita. Sólo no
hables.
—Quiero entrar.
—dije pasándole mis gafas a Lali—. No hay suficiente acción en las mesas de
Black Jack.
Uno de los hombres
masticó su cigarrillo. —Esto es una mesa de póquer princesa, cinco cartas.
Prueba tu suerte en las máquinas de ranura.
Me senté en la única
silla vacía, haciendo una demostración al cruzar mis piernas. —Siempre he
querido jugar póquer en las Vegas. Y tengo todas estas fichas… —dije, poniendo
mi montón de fichas en la mesa—, Y soy muy buena jugando en línea.
Los cinco hombres
miraron mis fichas y luego a mí.
—Hay una apuesta
mínima, cariño. —dijo el concesionario.
— ¿Cuánto?
—Cinco mil, dulzura.
Escucha… no quiero hacerte llorar. Hazte un favor y juega en las máquinas de
ranura.
Empujé hacia
adelante mis fichas, encogiéndome de hombros en el modo en que una chica
temeraria y excesivamente segura de sí misma haría antes de darse cuenta que
acababa de perder sus fondos para la universidad. Los hombres se miraron entre
ellos. El concesionario se encogió de hombros y tiró sus fichas.
—Jimmy. —dijo
ofreciendo su mano. Cuando la tomé él señaló a los otros—. Mel, Pauly, Joe y él
es Winks. —Miré hacia un hombre flaco que masticaba un palillo, y como había
predicho, me guiñó un ojo.
Asentí y esperé con
falsa anticipación mientras Jimmy repartía la primera mano. Perdí a propósito
las dos primeras, pero para la cuarta mano yo estaba arriba. No le tomaba tanto
tiempo a los veteranos de las Vegas descifrarme como había tomado Thomas.
— ¿Dijiste que
jugabas en línea? —Preguntó Pau.
—Con mi papá
— ¿Eres de aquí?
—Preguntó Jimmy
—no. —Respondí
sonriendo.
—Ella no juega en
línea, se los dije. —dijo Mel, quejándose.
Una hora después,
había tomado veintisiete mil dólares de mis oponentes, y ellos estaban
empezando a sudar.
—Me retiro. —dijo Jimmy,
bajando sus cartas frunciendo el ceño.
—Si no lo estuviera viendo con mis propios ojos, nunca lo
habría creído. —Escuché detrás de mí.
Lali y yo nos dimos
la vuelta al mismo tiempo, mis labios estirándose a través de mi cara formando
una amplia sonrisa. —vicco. —Sacudí mi cabeza—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Es mi lugar
el que estás ocupando,. ¿Qué estás haciendo tú aquí?
Rodé mis ojos y me
volví hacia mis suspicaces nuevos amigos.
—Sabes que odio eso,
vicco.
—Discúlpenos. —dijo cande,
tirando de mí por el brazo para ponerme de pie. Lali me miró con cautela
mientras me estaba llevando unos cuantos pies lejos de la mesa
El padre de vicco
manejaba el casino, estaba más que sorprendida que él se hubiera unido al
negocio de la familia. Solíamos perseguirnos entre nosotros por los pasillos y
escaleras del hotel y siempre lo vencía cuando alcanzábamos los ascensores. Él
había crecido desde la última vez lo que lo había visto. Lo recordaba como un
desgarbado adolescente, pero el hombre que tenía al frente era sin duda un bien
vestido jefe de sala, para nada desgarbado y ciertamente apuesto. Seguía
teniendo su sedosa piel marrón y ojos claros que recordaba, pero el resto de él
era una agradable sorpresa.
Su iris del color de
las esmeraldas resplandecía en las brillantes luces del casino. —Esto es
surrealista, pensé que eras tú cuando estaba caminando por tu mesa, pero no
podía convencerme a mí mismo que volverías aquí. Cuando vi a esa Campanita limpiando
la mesa, supe que eras tú.
—Lo soy. —Sonreí.
—Te ves… diferente.
—También tú, ¿Cómo
está tu padre?
—Retirado. —Sonrió—.
¿Cuánto tiempo te quedarás?
—Sólo hasta el
domingo. Tengo que volver a la escuela.
—Hola, vicco. —dijo Lali,
tomando mi brazo.
—Lali. —Se rió entre
dientes—. Debí haberlo sabido, ustedes son como la sombra de la otra.
—Si sus padres
supieran que la traje aquí, todo eso habría terminado hace mucho tiempo.
—Es bueno verte,
Rochi. ¿Por qué no me dejas comprarte la cena? — Preguntó, escaneando mi
vestido.
—Me encantaría, vicco,
pero no estoy aquí por diversión.
Él tendió sus manos y sonrió. —Tampoco yo. Muéstrame tu
identificación.
Mi cara decayó,
sabiendo que tenía una pelea en mis manos. vicco no caería en mis encantos tan
fácilmente, sabía que tenía que decirle la verdad.
—Estoy aquí por
Mick. Está en problemas.
Vicco asintió. —
¿Qué tipo de problema?
—Los usuales.
—Me encantaría
ayudar, sabes que respeto a tu papá, pero sabes que no puedo permitirte
quedarte.
Alcancé su brazo y
lo presioné. —Le debe dinero a Benny.
vicco cerró sus ojos
y sacudió su cabeza. —Jesús.
—Tengo hasta mañana,
vicco, déjame quedarme hasta entonces.
Él puso la palma de
su mano en mi mejilla. —Te lo diré… si cenas conmigo mañana. Te daré hasta la
medianoche.
Miré a Lali y luego
a vicco. —Estoy aquí con alguien.
Se encogió de
hombros. —Tómalo o déjalo, Rochi. Tú sabes cómo se hacen las cosas por aquí, no
puedes obtener algo sin nada a cambio.
Suspiré derrotada.
—Está bien. Te veré mañana en la noche si me das hasta la medianoche.
Bajó su cabeza y besó
mi mejilla. —Fue bueno verte. Te veré mañana… cinco en punto, ¿de acuerdo?
Estoy en el piso a las ocho.
Sonreí mientras él
se alejaba, pero mi sonrisa pronto cayó cuando vi a Gaston estudiando desde la
mesa de la ruleta.
—Oh, mierda. —dijo Lali,
tirando de mi brazo.
Gaston fulminó a vicco
con la mirada mientras él pasaba y luego vino hacia mí, metiendo las manos en
sus bolsillos y miró a Jesse, quien nos estudiaba desde la esquina de su ojo.
— ¿Quién era él?
Asentí en la
dirección de vicco. —Él es vicco, lo he conocido por un largo tiempo.
— ¿Cuánto tiempo?
Miré en dirección de
la mesa de póquer.
—Gaston, no tengo
tiempo para esto.
—Supongo que tiraron
la idea del ministro de la juventud. —dijo Lali, mirando coquetamente en la
dirección de vicco.
— ¿Ése es tu ex novio? —dijo Gaston, de repente muy enojado—.
Pensé que habías dicho que él era de Kansas.
Le disparé a Lali
una impaciente mirada y luego tomé el mentón de Gaston y lo miré, acaparando
toda su atención.
—Él sabe que no soy
lo suficientemente mayor para estar aquí, Gas. Me dio hasta la medianoche, te
lo explicaré luego, pero por ahora tengo que regresar al juego, ¿de acuerdo?
La mandíbula de
Gaston se tensó debajo de su piel, cerró sus ojos, tomando un profundo respiro.
—Muy bien, te veré a
la medianoche.
Bajó su cabeza para
besarme, pero sus labios fueron fríos y distantes.
—Buena suerte.
Sonreí mientras él
se mezclaba con la multitud, y luego volví mi atención a los hombres.
— ¿Caballeros?
—Toma asiento,
Shirley Temple. —dijo Jimmy—. Haremos que nuestro dinero regrese, justo ahora,
no apreciamos el ser estafados.
—Hagan lo peor.
—dije sonriendo, barajé las cartas y las repartí con precisión a cada jugador.
—Tienes diez
minutos. —Susurró Lali
—Lo sé. —dije
Traté de bloquear el
tiempo y la rodilla de Lali golpeando nerviosamente debajo de la mesa.
—Nunca he visto nada
como tu niña, has tenido casi un juego perfecto, y no tienes ningún consejero.
—dijo.
Winks asintió, su
alegría se había evaporado. —Lo noté, ninguna sonrisa, incluso sus ojos
permanecen iguales, no es natural, todo el mundo tiene un consejero.
—No todos. —dijo Lali.
Sentí un par de
manos muy familiares en mis hombros, sabía que era Gaston, pero no me di la
vuelta, no con tres mil dólares en medio de la mesa.
—Me retiro. —dijo
Jimmy.
Aquellos que se
habían reunido alrededor de nosotros aplaudieron cuando bajé mi mano. Jimmy era
el único que estaba lo suficientemente cerca para tocarme con una pizca de
amabilidad. Nada que no pudiera manejar.
— ¡Increíble! —dijo Pau.
—Estoy fuera. —Joe se quejó, levantándose y alejándose de la
mesa.
Jimmy era un poco
más gracioso.
—Podría morir hoy y
sentir que he jugado con un oponente que de verdad vale la pena. Ha sido un
placer, Rochi.
Me congelé. — ¿Lo
sabías?
Jimmy sonrió, los
años de humo de cigarrillo y café manchando su gran sonrisa. —He jugado contigo
antes, hace 6 años, he querido una revancha por un largo tiempo. —Jimmy
extendió su mano—. Cuídate niña. Dile a tu papá que Jimmy dice hola.
Lali me ayudó a
recoger mis ganancias, me volví hacia Gaston, mirando mi reloj. —Necesito más
tiempo.
— ¿Quieres intentar
en las mesas de Black Jack?
—No puedo perder
dinero, Gas.
Sonrió. —No puedes
perder, Pajarita.
Lali negó con la
cabeza. —El Black Jack no es su juego.
Gaston asintió.
—Gané un poco. Estoy arriba de los seiscientos. Los puedes tener.
Peter me pasó sus
fichas. —Sólo hice tres. Son tuyas.
Suspiré. —Gracias
chicos, pero aún me hacen falta cinco de los grandes.
Miré mire reloj y
luego alcé la vista para ver a vicco acercándose.
— ¿Cómo te fue?
—dijo sonriendo.
—Aún me faltan cinco
mil, vicco, necesito más tiempo.
—Ya he hecho todo lo
que puedo, Rochi.
Asentí, sabiendo que
ya había exigido mucho.
—Gracias por dejarme
quedar.
—Tal vez le puedo
decir a mi padre que hable con Benny por ti.
—Es el desastre de
Mick, voy a pedirle que él se encargue del resto.
vicco negó con su
cabeza. —Tú sabes que eso no pasará, , no importa cuánto tengas, si hace falta
algo de lo que él debe, Benny enviará a alguien. Tú mantente tan lejos de él
como puedas.
Sentí que mis ojos
quemaban. —Tengo que tratar.
vicco se acercó, y
habló en voz baja: —Consigue un avión, Rochi. ¿Me escuchaste?
—Te escuché. —dije
toscamente.
Vicco suspiró, y sus ojos se llenaron de compasión. Me envolvió
en sus brazos y besó mi cabello. —Lo siento. Si mi trabajo no estuviese en
juego, tú sabes que trataría de hacer algo.
Asentí, alejándome
de él. —Lo sé. Hiciste lo que pudiste.
Elevó mi mentón con
su dedo. —Te veré mañana a las cinco. —Bajó su cabeza y depositó un beso en la
esquina de mi boca, y luego se fue sin decir una palabra.
Miré a Lali, quien
estaba observando a Gaston. No me atreví a encontrarme con sus ojos; no podía
imaginar que tan enojada era la expresión en su rostro.
— ¿Qué es a las
cinco? —dijo Gaston, su voz teñida con enojo mal disimulado.
—Ella estuvo de
acuerdo en cenar con vicco si él la dejaba quedarse. No tenía opción Gas. —dijo
Lali.
Podía deducir por el
tono de precaución de su voz que Gaston estaba más que enojado, lo miré y él me
fulminó con la mirada con la misma expresión de traición que Mick tenía en su
rostro la noche en que se dio cuenta que yo había tomado su suerte.
—Tenías una opción.
— ¿Alguna vez has
tratado con la mafia, Gaston? Lo siento si tus sentimientos están heridos, pero
una comida gratis con un viejo amigo no es un precio alto que pagar para
mantener a Mick vivo.
Podía ver que Gaston
quería arremeter contra mí, pero no había nada que él pudiera decir.
—Vamos chicos,
tenemos que encontrar a Benny. —dijo Lali, tirando de mi brazo.
Gaston y Peter nos
siguieron en silencio mientras caminábamos hacia al edificio de Benny. El
tráfico—de personas y carros—en la vía estaba empezando a concentrarse. Con
cada paso que daba, me sentía enferma, sentía un vacío en mi estómago, mi mente
corriendo, pensando en un argumento lo suficientemente convincente para hacer
entrar a Benny en razón. Para cuando tocamos la gran puerta verde que había
visto tantas veces, no tenía nada en mente.
No era una sorpresa
ver al enorme guardián, negro, atemorizante, y tan ancho como era de alto, pero
yo estaba aturdida de ver a Benny detrás de él.

Cuantos viejos conocidos encontro Rochi, no quiero que se venga mas problemas para la pareja de Gas y Ro
ResponderEliminarMuy bueno el capitulo espero el próximo muy pronto
me encanta la novela pero me parece k va a ver pelra entre gas y ro por culpa de vico seguro espero k no xfavor k no pase nadaaaa
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEstan en problemas. No entiendo porque Rochi lo ayuda, el viejo no le importa su hija. Pobre Gaston que se esta aguantando todo esto.
ResponderEliminarPobre Gas.. mi vida, se aguanta todoo! quiero màs :))
ResponderEliminarMe da una pena Gaston!! Y Rochi es tan buena, su viejo es una porqueria nose porque lo ayuda!
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