miércoles, 17 de abril de 2013

Jugando al amor, capitulo 19


Los siguientes meses fueron un torbellino de Gaston. Después de la noche
en Fire, él todavía estaba bastante hosco sobre todo lo de Nicolas, pero hice
todo lo posible para convencerlo de que el tipo merecía ser golpeado, pero
lo más importante, que perder los estribos en ese momento no le hacía un
mal tipo. Descubrí más sobre Nicolas por Peter. Al parecer, todos habían
sido amigos desde la primaria, pero mientras habían conseguido hacerse
mayores Nicolas se había vuelto un poco idiota. Era astuto, a veces
cáustico, horrible para las mujeres, un agitador de mierda como Peter la
llamaba, y un mentiroso. Gaston había tenido esta sensación persistente
de lealtad hacia él porque habían sido amigos durante mucho tiempo. Eso
fue hasta que el chico se había follado a su esposa. Mientras le reiteraba
todas estas cosas a Gaston, creo que finalmente lo conseguí gracias a eso,
y unas semanas más tarde vi la sombría contemplación desaparecer
gradualmente de él.
Por supuesto, cancelé mi membresía del gimnasio y Gaston me convenció
para unirme a su gimnasio
De alguna manera, más a
menudo que no, terminé trabajando con él y teniendo que nadar también.
De alguna manera, de hecho, invadimos la vida del otro casi por completo.
Nos turnamos para permanecer en el apartamento del otro durante la
semana siempre que podíamos, ambos éramos bastante contenido para
pasar el rato viendo la televisión, escuchando música, pero también nos
divertimos lanzándonos en restaurantes y yendo al cine, o tomando unas
copas con amigos. Por lo menos, dos veces al mes tuvimos algún tipo de
evento que incluyó el trabajo de Gaston. Incluso había terminado
mencionada en un artículo de entretenimiento para el periódico local como
la más regular y última “mujer” de Gaston. Traté de no dejar que me
afectara.
Gaston intentaba llegar al Club 39, los viernes y sábados, y eso significaba
que Lali y Peter y cualquier otro que estaba con ellos esa noche, se
encontraban allí también. Gaston me dijo que le gustaba verme trabajar,
que era sexi, pero Lali pronunció que marcaba su territorio frente a mis
colegas y clientes.
Todo lo que sabía era que él estaba conmigo todo lo que podía estar y eso
significaba que se aseguraba que estaba allí mucho. Y no me molestaba.
De hecho, lo extrañaba cuando se había ido. Nuestro acuerdo no había
salido como yo esperaba en absoluto, el acuerdo en realidad se vino abajo.
Y en algún lugar a lo largo del camino, dejé de preocuparme todo el tiempo
de que eso significaba que podía estar con él sin miedo a cualquier
pregunta sobre el futuro.
Estábamos en mi habitación, Gaston revisaba los dibujos de Peter para
un nuevo desarrollo y ellos se hallaban extendidos por toda la cama. Yo
estaba en mi máquina de escribir trabajando en el capítulo quince de la
novela, y me sentía contenta con él hasta ahora. Con toda honestidad, yo
estaba muy emocionada acerca de hacia dónde se dirigía. Los personajes
se sentían más reales que cualquier otra que yo había escrito antes, y
sabía que era porque estaban basadas en mis padres. Miraba mis notas,
tratando de averiguar si la línea de diálogo que había escrito en esta
escena era apropiada para mi personaje principal. Cuanto más pensaba en
ello, no se sentía fiel a ella y yo trataba de pensar cómo cambiarlo sin
cambiar el punto de que ella trataba de hacer. Estaba tan pérdida en mis
pensamientos que no me di cuenta que Gaston me observaba, así que
salté, sorprendida cuando habló, mi corazón se alojó en mi garganta al oír
sus palabras:
—La boda de Eugenia es la próxima semana, y el final de los términos
de nuestro acuerdo.
Me quedé helada.
Yo ya lo sabía. Había estado temiendo que el trajera el tema.
–——–
—¿Por qué no lo has traído? —La Dra. Pritchard tomó un sorbo de agua—.
Los tres meses casi han acabado. ¿No crees que deberías hablar de ello?
Incliné mi cabeza hacia un lado.
—¿No cree que he recorrido un largo camino en cinco meses?
—Definitivamente te has abierto, Rocio. Pero sigo pensando que no has
atendido plenamente la muerte de tu familia. Todavía no quieres hablar de
ellos.
—Sé qué piensa eso. Pero lo que estoy diciendo es que hace cinco meses
tuve una mejor amiga de la que no sabía nada y quien no sabía nada de
mí. No me gustaba involucrarme profundamente en la vida de la gente, y
yo estaba decidida a rodearme con conocidos casuales. —Sonreí con
incrédulo alivio—. Lali y Gaston cambiaron todo eso. Especialmente
Gaston. Él es... —Sacudí mi cabeza, todavía no podía creer realmente que
era verdad—, es mi mejor amigo. Hace tres meses yo estaba decidida a
tener sólo sexo y poner fin a esta cosa. Pero él es una parte de mí ahora.
Es más profundo que nadie más, y no tengo ni idea de qué esperar de esto
o del futuro. Realmente no quiero pensar en ello. Sin embargo, sé que no
estoy dispuesta a perder a mi mejor amigo.
—Debes discutir esto con él, Rochi. Tiene que saber esto.
Fruncí el ceño, ansiedad agarrándome ante el pensamiento.
—No. No, no voy a hacer eso. Si él quiere que esto termine, entonces está
bien, pero si termina, va a ser más fácil si sólo yo sé la verdad.
La Dra. Pritchard suspiró.
—¿Por qué? ¿Así puedes enterrar la verdad, junto con todo los demás?
Eres una aguafiestas. —Es un aguafiestas.
Se echó a reír. —Sólo porque no entierro la verdad.
—Siempre tiene que tener la última palabra, ¿eh?
–——–
Me volví lentamente hacia él.
—Sí, lo es.
Gaston empujó el papel de su regazo y me dio su entera atención.
—¿Cómo te sientes al respecto?
—¿Cómo te sientes tú al respecto?
Sus ojos se estrecharon.
—Yo te pregunté primero.
Suspiré, hormiguitas de incertidumbre pululando en mis entrañas. —¿Qué
tenemos, cinco?
—¿Bueno lo tenemos?
Miré dentro de sus obstinados ojos.
—Gaston. —Ni siquiera significaba un ruego, pero lo hizo.
Su expresión obstinada parecía reforzarse.
—Yo podría responder a esto con facilidad, Rocio. Sabemos quién de
nosotros dos está más abierto aquí. Pero no voy a hacerlo. Quiero, por una
vez, saber cómo te sientes.
—¿Qué quieres decir con por una vez? —espeté—. Obtienes más de mí de
lo que la mayoría de la gente, amigo.
Me lanzó una rápida, arrogante, y muy atractiva también, sonrisa.
—Lo sé, nena. Esta noche quiero más.
No creo que se diera cuenta, pero en ese momento él había hecho su
primera jugada. Él quería más. Así que con un poco de confianza, me
encogí casualmente de hombros y me volví hacia mi máquina de escribir.
—No me importa si rompemos el acuerdo.
Se quedó en silencio detrás de mí y esperé. Finalmente: —¿Qué pasa sí
sugiero que dejemos de fingir que somos amigos con beneficios también?
Una lenta sonrisa se extendió por mis labios y yo estaba agradecida de que
no pudiera verla.
—Sí —respondí con una buena cantidad de aburrimiento—. Yo podría
trabajar con eso.
¿He mencionado que Gaston podía moverse rápido?
Papeles salieron volando mientras se abalanzaba sobre la cama para
agarrarme por la cintura y lanzarme de mi silla sobre el colchón.
Sobresaltada, me reí hacia él mientras apretaba su cuerpo contra el mío.
—¿Cuándo vas a dejar de tirarme alrededor como una muñeca de trapo?
Su sonrisa era impenitente.
—Nunca. Eres tan pequeña que lo hago sin realmente querer la mitad del
tiempo.
—No soy pequeña —le respondí con indignación. Hay
personas más pequeñas, créeme.
—Nena, Eres muy pequeña. —
Inclinó la cabeza para cepillar mis labios con los suyos—. Pero me gusta.
—¿Qué le pasó a tu amor por las tontas de piernas largas?
—Fue reemplazado por mi amor por buen sexo y una
boca inteligente. —Me dio un beso profundo, su lengua enredándose con la
mía deliciosamente. Envolviendo mis brazos alrededor de su cuello me
hundí en el beso como siempre, pero por una vez mi mente no estaba sólo
en el beso...
De una manera indirecta... ¿había sido que una especie de declaración de
amor?
Di un grito ahogado ante la idea, pero por suerte cronometré jadear al
mismo tiempo que Gaston metió la mano en mis pantalones, por lo que
nunca se dio cuenta de que estaba enloqueciendo.
–——–
Me dije que no era en absoluto lo que había querido decir, y me encogí de
hombros, disfrutando cada día con él como llegaran. Unos días más tarde
estaba en la cocina, tomando un descanso de la novela para tomar café,
cuando Lali se dejó caer. Ella se encontraba en casa hoy, clasificando
papeles.
Me sonrió con picardía mientras se deslizaba en el asiento frente a mí.
Arqueé una ceja en sospecha.
—¿Qué?
—Acabo de hablar por teléfono con mi hermano mayor.
—¿Y?
Lali hizo una mueca.
—Me dijo que irán a la boda juntos.
—¿Y?
—Rochi. —Me tiró una galleta té y la esquivé—. ¿Cuándo ibas a decirme?
Eché un vistazo a la violenta galleta ahora ensuciando nuestro piso.
—¿Decirte qué, exactamente?
—¿Que el acuerdo entre tú y Gaston ha terminado? ¿Es correcto? ¿Están
saliendo ahora?
¿Saliendo? Esa palabra era un poco “etiquetante”. Me negué a etiquetar.
—Estamos viéndonos el uno al otro.
Lali gritó y se estremeció de nuevo.
—¡Oh, esto es fantástico! ¡Lo sabía, lo sabía!
—Me gustaría saber que sabías —le respondí con los ojos muy abiertos con
desconcierto.
—Oh, despréndete de ello. Yo sabía desde el principio que Gaston actuaba
de manera diferente acerca de ti. —Suspiró con satisfacción absoluta—. La
vida es buena. Será aún mejor con una taza de té.
—Hay que volver a llenar la tetera de agua. —Asintió con la cabeza y se
dirigió a ella y mientras la miraba pensaba en Peter—. Peter tiene una
cita. ¿Estará llevando a alguien?
Sus hombros se tensaron un poco cuando ella llevó la tetera del fregadero.
—LLevaré a benjamin.
—Oh eso será divertido —murmuré, pensando en el posible drama una vez
que Peter lo descubriera.
Un accidente trajo de vuelta mi cabeza mientras Lali maldecía, su cara
arrugada. Corrí a ver que había dejado caer la tetera en el fregadero y se
aferraba a su brazo derecho.
—¿Estás bien? —le pregunté, confundida en cuanto a lo que sucedió, pero
su rostro se veía pálido.
Asintió con la cabeza, con los labios apretados.
—Sólo un calambre en la mano de marcar todos esos papeles.
—¿Se te cayó la tetera? —No era la primera vez que había estado
trabajando tan malditamente duro que había forzado su mano derecha—.
Hay que ir fácil y tomar más descansos. Trabajas demasiado. —Lali se
veía tan preocupada que sentí a mi corazón dar vueltas—. lali, ¿estás
bien?
Me dio una sonrisa temblorosa. —Estresada.
—Toma una siesta. —Le froté el hombro con dulzura—. Te sentirás mejor.
–——–
—Hola hermosa.
Me di la vuelta sobre mis talones y le sonreí a Gaston de pie todo sexy en
un traje negro contemporáneo. Él y Peter habían decidido renunciar a
llevar una falda escocesa tradicional desde que noviembre era
“báltico”, como dijeron.
—Hola guapo.
—¿Te he dicho lo mucho que me gusta este vestido? —Caminó
casualmente, con las manos alcanzando mis caderas para tirar de mí más
cerca—. Es un buen vestido.
Era raso amatista, abrazando mi figura y mostraba un escote pequeño y
un poco las piernas. Era un vestido que se burlaba y Gaston disfrutaba
siendo tomado del pelo. Presioné un familiar beso justo debajo de su
mandíbula, mi lugar preferido para mordisquear.
—Mejor nos vamos antes de que llegamos tarde. ¿Está lista Lali?
—No. Y no puedo sentarme por ahí solo con benjamin. —Gaston hizo una
mueca.
Arrugué la nariz.
—Ese pobre tipo es tan aburrido.
Gaston gimió y enterró su cara en mi cuello.
—Mi hermana necesita que le revisen la cabeza —murmuró en mi piel y
me reí en silencio, acariciando su cabello.
—Lali va a estar bien.
Gaston se tiró hacia atrás, de repente todo erizado y gruñón.
—No es lo suficientemente bueno para ella.
Me encogí de hombros, recogiendo mi bolso y abrigo.
—No soy lo suficientemente buena para ti, pero eso no te ha detenido.
Me agarró la mano con fuerza, con el ceño fruncido hacía mí.
—¿Qué?
—¡Estoy lista! —Lali rebotó dentro de mi habitación en vestido blanco,
amarillo pálido, chocolate y la impresión de verde azulado de diseñador de
estilo de los años cincuenta. Llevaba una falda de seda debajo y un abrigo
de lana blanca que le costó más que todo mi vestuario. Sonreí. Se veía tan
bonita—. Rochi, te ves muy bien. El taxi está esperando. —Ella tomó mi
mano y arrastró a Gaston y salimos al pasillo donde desafortunnadamente
el monótono benjamin esperaba por nosotros.
Me alegraba que no tuviera que responder por eso increíblemente estúpido
o caeríamos de nuevo en el dormitorio.
–——–
Toda la boda, la ceremonia y la recepción, se celebraron en
un lugar de eventos que organizaba todo, desde bodas
hasta conciertos de rock.
Gaston se había alejado para hablar con Peter, que había pasado la
mayor parte de la boda hasta el momento ignorando a su muy bonita cita
y mirando a benjamin. Por qué él miraba a benjamin cuando Lali había
dejado al pobre a su suerte para revolotear alrededor de todo el mundo
como la mariposa social que era, no tenía ni idea. Pero si las miradas
mataran...
Negué con la cabeza. Tenía que conseguir una pista ya.
—Rochi.
Miré hacia arriba sorbiendo champán para encontrar a Silvia de pie junto
a mí. Ella y Pedro se encontraban en la mesa de al lado, y miré más allá de
ella para ver a Pedro en una profunda conversación con un hombre mayor
que no conocía. ¿A quién engañaba? Yo apenas conocía a nadie aquí.
Sonreí a Silvia que se veía hermosa en azul zafiro.
—Oye, ¿cómo estás?
Me dio una sonrisa de “tú sabes cómo es esto” y se deslizó en el asiento
vacío a mi lado. Por ahora, por supuesto sobre algodones acerca del hecho
de que Gaston y yo salíamos juntos, sobre todo porque él no fue sutil al
respecto y Cristobal nos había atrapado besándonos en la cocina en una
cena de domingo semanas atrás y el niño había dicho: “¡Uf, qué asco” y
procedido a iluminar a toda la familia.
—Gaston parece muy feliz. —Silvia sonrió hacia él a través de la
habitación. Noté que una rubia bonita y muy alta se le había unido y a
Peter, y traté de no entrecerrar mis ojos como un tigre celoso—. No creo
que jamás le haya visto tan feliz.
Sentí una dolorosa onda de calor en mi pecho, pero no sabía qué decir.
Me miró, con los ojos amables pero serios.
—Creo que eres una chica encantadora, Rochi. Lo hago. Pero también
pienso que eres increíblemente difícil de llegar a conocer. No sé por qué,
pero tienes la guardia en alto, cariño. Es alta y casi impenetrable.
Sentí el color drenarse de mi cara.
—Pienso en Gaston como un hijo. Un hijo al que quiero mucho. Lo que
Analise le hizo me rompió el corazón. No debería tener que pasar por eso
otra vez. O peor. —Miró de nuevo hacía él y luego a mí—. Contigo, creo que
va a ser peor.
—Silvia... —Las palabras me fallaron.
—Si no sientes por él de la manera en que se siente sobre ti, termínalo
ahora, Rochi. Por su bien. —Y entonces se levantó, me dio unas palmaditas
en el hombro a su manera de maternidad, y se dirigió de nuevo hacia el
marido que ella adoraba.
—Nena, ¿estás bien?
Levanté la vista, mi corazón todavía golpeaba en el pecho, al encontrar
Gaston de pie junto a mí, con las cejas arrugadas por la preocupación.
Asentí con la cabeza, todavía sin habla.
No parecía muy convencido.
—Vamos. —Tomó mi mano y me puso de pie—. Ven a bailar conmigo.
Non-Believer de La Rocca estaba tocando. Era una de mis favoritas.
—¿Bailas?
—Esta noche lo hago. —Dejé que me llevara a la pista de baile y me
enterré en él mientras me abrazaba más cerca—. Tu corazón está
acelerado. ¿Silvia te dijo algo?
Sólo la verdad. Ella tenía razón. Debería irme. Respiré su aroma, incapaz
de imaginar un momento sin él en mi vida.
Y por eso era egoísta. Me acurruqué más cerca. No podía alejarme. ¿Pero y
si lo hería? Oh Dios, la idea de hacerle daño me destrozaba. Rasgándome
demasiado totalmente, sin que yo supiera, me preocupaba más por él de lo
que lo hacía por mí misma.
Yo estaba en lo profundo.
Sentí mi aliento engancharse. Leyendo el cambio en mí, Gaston me apretó
más cerca y murmuró:
—Respira, nena. —En mi oído. Yo no estaba teniendo un ataque de pánico,
sólo enloquecía, pero no le dije nada, disfrutando de la calma mientras me
acariciaba la espalda con dulzura.
—¿Qué te dijo? —Su tono era duro. Se enojó con Silvia.
Negué con la cabeza tranquilizándolo.
—Acaba de mencionar lo importante que es la familia. No fue su culpa.
—Nena —susurró, acariciando mi mejilla.
—¿Quieres emborracharme? —le pregunté, tratando de aligerar el
ambiente.
Gaston resopló, deslizando sus manos por mi espalda sensualmente a la
curva en las caderas.
—No necesito emborracharte para hacerlo a mi manera contigo.
—Oh, eres tan afortunado de que me guste todo lo cavernícola, Gaston
Dalmau.                                                                                   adaptacion

No hay comentarios:

Publicar un comentario