martes, 21 de mayo de 2013

"Casi..." capitulo 3


Capítulo 3
::Rochi::
toda mi bravuconería imaginada de princesa guerrera se
desvanece cuando soy derribada por la puerta gigantesca de
Geekstuff.com. Mientras paso por ella me golpea hacia
adelante como una muñeca de papel. Es todo lo que puedo hacer para
salvarme de caer sobre mi cara en el oscuro vestíbulo. Los contenidos de
mi bolso crean una cascada de basura y papel. Me las arreglo para
mantener mi máscara de compostura manteniendo mis ojos calificados en
el disperso desastre.
Envases de maquillaje y mi preciado iPhone han sido disparados
como balas. Viajan lo más lejos, viniendo a parar en la base del mesón con
forma de gota, y por suerte, vacío.
No escapa de mí en este campo de batalla con aire acondicionado
que mi respiración suena embarazosamente irregular junto a las muy
calmadas y adecuadas inspiraciones estables de Gaston.
Está en algún lugar a mi derecha.
Miro a través de mis pestañas y encuentro sus Converse azul marino
moviéndose al epicentro de mi desastre. Me muevo en dirección contraria.
Mientras se agacha para recoger algunas de mis cosas, estoy
completamente consciente de que el tipo tiene acceso directo a mis
secretos de entrevista.
Esto me hace sentir enferma, y enojada conmigo misma por perder
el control de mis cosas.
Y de mí misma. Nunca pierdo control de eso.
Tengo pánico por un momento y miro dentro de mi bolso,
relajándome un poco cuando me doy cuenta de que es sólo mi maquillaje y
muestras de productos (como veinte pegatinas de parachoques) las que se
han caído. Los currículum y la lista ridícula de «Cómo Ser Normal» que mi
siempre útil hermana me pasó esta mañana todavía debe estar al fondo de
mi bolso.
A salvo.
Estoy orgullosa de las pegatinas de parachoques así que… dejémoslo
mirar. Tal vez lo intimidarán.
Porque no estoy preparada para tener cualquier tipo de sesión de
confrontación comprensible: una sesión que debe pasar pronto, voy detrás
de mis otras cosas.
Recojo mi teléfono y el polvo sunshine glow mineral primero. Este
elemento ha estallado en bolitas de polvo beige algunas veces en mi bolso.
Estoy feliz de encontrar que está intacto y no sobre toda la alfombra color
berenjena. Odio la basura, pero es el único producto que puede borrar los
círculos oscuros permanentes que tengo bajo mis ojos por no dormir en la
noche.
Recojo el envase de rubor después. Es necesario porque tiene el
espejo y los refrescantes tonos rosa que mis mejillas de color gris ansían.
Mi brillo labial, luego las gotas para los ojos que disminuyen el
enrojecimiento son lo último. Meto los objetos en los bolsillos de mi falda
y me siento levemente consolada por su presencia. No que sea vanidosa o
algo; es sólo que sin estos productos luzco como el muerto caminante.
Una vez que estoy segura que mi expresión es sólida y calmada, me
obligo a girarme y ver a mi oponente.
Gaston ha recogido casi todas mis pegatinas de parachoque. En lugar
de lucir impresionado y derribado por mis muestras de productos
geniales, tiene el valor de tener una expresión confusa. También está
sacudiendo su cabeza.
Con una mirada rápida de rayo hacia mí primero, lee una pegatina
de parachoques: —¿Miembro: CLM. Los Chicos en los Libros son
Mejores? —Sacude su cabeza de nuevo—. No sabía que tú hacías estas
pegatinas de parachoques. Este ha estado en tu auto desde el mes pasado.
Jadeo antes de que pueda detenerme. —¿Cómo sabes eso?
—Me gustan los autos y amo los Jeeps.
Sus ojos revolotean a mi rostro de nuevo y sus mejillas se ponen
todas rojas. Esta vez está intentando mantener mi mirada así que yo me
mantengo en la suya en un cruce de miradas y no respondo. El silencio
siempre enloquece a las personas.
Se encoje de hombros como si no lo hubiera notado y continúa: —Tu Jeep es el vehículo más adornado de la escuela entera. —Mueve mi
pegatina en el aire—. Pegaste este mismo tipo de tontería de cinta
adhesiva justo en la pintura. Se llaman pegatinas de parachoques por una
razón. Van en el parachoques. A pesar de que con tu paquete cromado ni
siquiera haría eso.
No tengo idea de lo que está hablando. ¿Qué es un paquete
cromado? Sorprendentemente, el tipo no rompe mi mirada a pesar de las
balas de hielo que le he lanzado. Tal vez no está usando sus lentes, o está
demasiado oscuro aquí para que sea apropiadamente efectiva. Es todo lo
que puedo hacer para mantener un rostro plano y las chispas saliendo.
Estoy perdiendo el control de nuevo. Esto es porque he registrado dos
cosas por sobre y más allá de sus hipnóticos ojos verdes y voz ardiente de
estrella de rock.
1. Su perfectamente cuadrada barbilla tiene uno de esos pequeños
espacios limpios al medio.
2. Es más alto, y ancho por los hombros de lo que había pensado.
Mi corazón se eleva en un tipo de privado granizo.
Mi lista no va a parar.
3. Su cabello todavía está húmedo de la ducha. Está hecho de
pequeños rizos—una sorprendente cantidad de ellos.
4. Los mudos ojos no son simplemente verdes. Son como un estallido
de arcoíris de verdes y dorados y marrones. En una inspección más
cercana, él… él es simple y completamente alucinante y… sólo lo diré
de nuevo: SANTO. SANTO. GUAU.
—Así que… Rochi Igarzabal… ¿el gato se comió tu lengua? ¿Realmente le
crees a esa pegatina de parachoques? ¿Es por eso que lo pusiste en tu Jeep?
¿Que los chicos en los libros son realmente… mejores? —Me dispara una
pequeña sonrisa.
Tengo que esconder un segundo jadeo de sorpresa. No puedo creer
que este chico de aspecto perfecto conozca mi nombre tan bien como mi
Jeep, ¡y qué pegatina le he puesto! ¿Quééé DOBLE-M?
Me encojo de hombros. —Sip. Lo creo. Estoy sorprendida de que
puedas leer esos. Tienen grandes palabras, Gaston Dalmau —disimulo,
lanzándole su nombre completo de vuelta y ocultándome en el sarcasmo
mientras trabajo para controlar el temblor amenazante en mi voz.
Siento como si estuviera a punto de ir dentro del modo flaqueo y
temblores. No puedo creer que he alcanzado este estado —no de una
pesadilla— ¿sino que porque encuentro a un tipo despampanante? ¿O es
porque un chico dijo mi nombre? Necesito recomponerme lo suficiente
para asegurarme de que Gaston entienda que no estoy aquí para charlar o
para hacer amigos —¡sin importar cuán lindo es! No tengo suficiente
energía en mí hoy para conversaciones como esta.
—¿Te importaría devolverme mis cosas? —le digo en mi más
malvada voz. Bajando mis cejas en un modo de ataque. Me acerco,
intentando muy duro en no pestañear. También trabajo en mantener mis
hombros bajos y mi expresión aburrida. Muy aburrida, y llena de
completo disgusto y desdén.
Una vez más, el tipo no hace lo que espero.
En su lugar me encuentra en el medio de la habitación y sostiene
arriba dos pegatinas de parachoques más. —¿Preferiría estar en Forks?
¿Compro en la HOB? ¡¿Qué siquiera significan estas?!
Tiempo para terminar esto, justo ahora. Todo está de pronto muy
cerca.
Eso, o él está demasiado cerca de mí. Nunca dejo que nadie entre a
mi burbuja, pero este chico casi la ha reventado. Destruido.
Está tocando todas mis cosas y huele a limas… o algo como champú o
jabón. Levanto una ceja, trabajando para alcanzar el correcto tono de
superioridad intelectual. —Si nunca has leído los libros de Crepúsculo o
la serie de Los Juegos del Hambre no entenderías. Ni. Siquiera. Un. Poco.
Son historias complejas. Grandes palabras. Probablemente más allá de ti.
—Oye, ningún tipo con respeto propio leería esos libros, o admitiría
leerlos. —Él ríe. No respondo. En su lugar, me agacho para crear algún
tipo de distancia mientras recojo el resto del montón de pegatinas de
parachoques todavía en el suelo. Estoy horrorizada de notar que uno de
mis curriculum se ha escapado. Levanto la mirada para ver si tiene algún
papel impreso en sus manos. No lo hace, gracias a Dios.
—Así que… ¿no me vas a decir qué significan? Vamos. ¿Qué es la
Hob? ¿Por qué Forks?
Cuando me paro, cambio a mi descaradamente grosero tono de eres
un idiota. Este es el que siempre molesta a mi mamá. Para estar segura de
que no está perdiéndose mi insulto esta vez, además cruzo mis brazos y
hablo muy lento como si estuviera hablándole a un niño. —La Hob es de
los libros de Los Juegos del Hambre. Es el mercado bajo tierra donde los
personajes intercambian comida e información. Forks sería el pueblo en
Crepúsculo. La locación. En habla de chico, Forks equivale al planeta
Tatooine de Star Wars. Tú sabes, ¿la casa de la niñez de Anakin
Skywalker? ¿O no te suenan ninguno de los grandes éxitos globales de
taquilla? Supongo que puedo usar Plaza Sésamo o Pokémon de referencia…
¿Si eso te ayudara a entender mejor?
Bam. Eso debería sellarlo. No podría haber sonado más como una
completa perra.
Él asiente. —No, lo tengo. Mi habitación fue Tatooine por todo el
tercero y cuarto grado. Habla de chico… eso es gracioso. —Se ríe de nuevo,
y suena tan cálido y… y… ¡no del todo ofendido!
Peor, la risa me ha desorientado de nuevo. —¿Oh? —Se convierte en
mi tonta respuesta incontrolada. De pronto tengo cientos de preguntas
sobre cómo su habitación debe haberse visto.
—Sí —continúa como si pudiera leer mi mente—. Cubrí mis
paredes con estas horribles sábanas color canela para hacer que las tierras
de desierto continúen para siempre. Era más un riesgo de fuego más que
nada bueno. —Su mirada ahora se pegó de nuevo en mi rostro como si
estuviera buscando algo, esperando que haga algo.
Pero, ¿qué?
Bajé la mirada y jugué con el cierre de mi bolso, esperando que no
haya descifrado que estoy en territorio absolutamente desconocido aquí.
Para hora, aún los más duros chicos estarían corriendo en la otra
dirección. Por último estarían dándome tratamientos silenciosos. Tal vez
tendría que hacer esto directamente. Podía intentarlo: No había razón por
la que tuviéramos que hablarnos. Así que sólo detengámonos. Sólo así.
Para siempre. No me hables, yo no te hablo. ¿Trato?
Se aclara la garganta como señalando mi turno, pero cuando me
niego a comprometerme continúa: —De cualquier modo… Crepúsculo, Los
Juegos del Hambre. Esos libros fueron leídos por treinta millones de niñas
y sus mamás. Los chicos que admiten estar dentro de la basura romántica
están mintiendo o alardeando. ¿Cómo está eso para habla de chico? ¿Y esas
películas? Tienes que admitir que eran extrañas.
Cometí el error de levantar la mirada entonces, preparada para
atacarlo por el comentario de ‗basura romántica‘ y me aturde hasta la
estupidez. Está en la mitad de una completa: con la cara entera
involucrada… ojos arrugados… sonrisa contenta. Sonriendo y feliz por mí,
¿supongo?
—Tatooine, ¿huh? Asombroso que sepas hechos de Star Wars —
agrega sonriendo—. ¿Alguna vez miras las cosas animadas?
Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa.
Estoy en serio riesgo de un desmayo a la antigua. Santo-¿QUÉ
DEMONIOS? Mi cuello y mis mejillas están calientes como volcán.
Mi pecho es un enjambre de un incontrolable ataque de mariposas.
Disturbio de mariposas.
Masacre de mariposas.
Persona masacrada: Yo.
Método utilizado: Hoyuelo.
El tipo tiene un hoyuelo. Claro que tiene uno. Para combinar con la
barbilla perfecta de Hollywood. Para hacer que el chichón en mi frente
lata con más fuerza.
Puntos de Gaston Dalmau: 300 trillones, multiplicado por un millón al
cubo.
Di algo Rochi. Algo.
Y justo cuando estaba pensando en qué iba a decir, mi boca moverse
por sí misma, como si estuviera poseída. —Los efectos especiales de la
Guerra de las Galaxias es mi favorito —dije—.Me encanta como dibujaron
a los personajes, como todo es tan lineal y…
Las palabras se me mezclan, y mi cerebro por fin logra que mi boca
se cierre.
¡Di algo, pero no eso loca!
—La Guerra de las Galaxias. Yo también la amo. ¿No? Siii —
¡Respondió con voz de Yoda!
Parpadeo.
Sus ojos muestran amabilidad, brillan con risa, y siguen siendo muy
verdes.
¡Verde del tipo Yoda!
¿Estoy perdiendo mi toque? ¿Por qué este chico no puede actuar
como todos los demás?
Quiero reír tontamente y sonreírle; y toma toda mi fuerza de
voluntad para no hacerlo y en vez dar una mirada penetrante. Para no
hacer otra cosa estúpida, me doy media vuelta, y comienzo a guardar
todas las muestras de productos en mi bolso, cuando un tipo que se parece
a un umpa-lumpa con pelo canoso sale por la puerta de atrás del
mostrador.
—Genial, están los dos aquí —dice el tipo, parando para
acomodarse los lentes—. Estaba preocupado pensando que se habían ido…
—No, Señor Foley. De ninguna forma. Es bueno verlo otra vez. —
Gaston da un paso hacia delante y le da un apretón de manos.
Siento como si me hubieran apuñalado en el corazón. Me doy cuenta
de mi gran desventaja. ¿Cómo puede ser que Gaston ya conozca al Señor
Foley?
Me aseguro de que mi rodete sigue en perfectas condiciones y
camino en su dirección mientras pongo una sonrisa que muestra
confianza.
El Señor Foley me salva al hablar primero. —Debes ser  rocio
Igarzabal. —Me da un apretón de manos—. Escuché que tuviste una
entrevista espectacular ayer. Mi gerente dice que eres fantástica. ¡No
estuvo tan emocionada desde que pusimos acrílico a las réplicas de
espadas de fuego de dragón! No puedo esperar a ver tus stickers de nerd.
Espero que los hayas traído…
Dándole a Gaston una sonrisa engreída, digo: —Obviamente. Es un
honor conocerlo Señor Foley.
—Sí. Genial —dice el Señor Foley dice, y parece estar dándome un
buen vistazo.
Espero que apruebe mi conjunto de muynerds.com, mi
condenadamente larga pollera de color morado que me costó $42.50. Mi
blusa de oficina color blanco que me costó $34.00. Una prenda que sigue
de moda por dos años consecutivos. Algo que no puedo esperar para decir
en la entrevista.
El Señor Foley sonríe y asiente, dándose cuenta de que no solo soy
una candidata, sino que también soy una compradora muy importante.
50 mil tropecientos puntos para mí. ¡JA, a ver qué haces ahora
Dalmau.
—¿Ustedes se conocen? —Nos señala el Señor Foley.
—Sí —dice Gaston, en un tono que parece sarcástico.
—No —le dí una mirada asesina a Gaston. Que pare con estos juegos,
ahora.
—¿Entonces es un sí o un no? —pregunta el Señor Foley
confundido, rascándose su cabeza medio calva.
—Algo así —digo.
—Sí… eso es lo que quería decir —dice Gaston. Mira hacia otro lado y
se ruboriza.
—Vamos a la misma escuela —agregó.
—Bien. Eso hace lo que voy a decir menos incómodo. —Sonríe el
Señor Foley.
Me tengo que obligar a no poner los ojos en blanco.
Si esta mañana se pone más incómoda, podría prenderme fuego.
El Señor Foley continúa. —Nuestro sistema de cumplimiento de
pedidos y estuve ayudando en control de calidad con su base de datos.
Por eso hoy llegué tan tarde. ¿Pueden esperar aquí hasta que termine?
—No hay problema. —Asiento, esperando que mi expresión esté
dividida entre preocupación y algo que diga: «contrátame a mí, NO A ÉL».
Miro de reojo a Gaston, y me doy cuenta de que parece completamente
incómodo con el nuevo plan. Nos quedamos sin temas extraños para
hablar. Me imagino que no está esperando con ansias el próximo
momento que tenga que estar solo conmigo.
Estar a solas con él tampoco es la cosa número uno en mi lista, pero
no voy a dejar que alguien se entere al tener una mala cara de póquer. Si el
Señor Foley se da cuenta de cómo se siente Gaston, va a ser otro punto para
mí. Le doy a Gaston una sonrisa de burla, y sigo hablando. —Tengo todo el
día Señor Foley, tómese su tiempo.
—Sí, todo lo que necesite —dice Gaston.
Gaston responde a mi desafío con una sacudida de cabeza y una
extraña media sonrisa. Lo golpearon muy fuerte en la cabeza, es la única
forma de que sea así.
—¿Somos los únicos para la entrevista final? —pregunta Gaston. Me
está dando la espalda. Creo que quiere bloquear mi vista del Señor Foley
con su enorme… enorme figura.
—Sí. Ustedes dos son los mejores del grupo. Ojalá tuviera el dinero
suficiente para contratar a ambos. Esta decisión va a ser muy difícil. —El
Señor Foley suspira y se saca los anteojos para limpiarlos con su camisa.
Me paro al lado de Gaston para estar en el campo de vista el Señor
Foley, pero Gaston empieza a hablar antes que yo otra vez.
—¿Podemos hacer algo? ¿Capaz que se necesitan un par de manos
más? —Suena condenadamente inteligente.
—Sí. ¿Puedo ayudar? —pregunto, pero sé que sueno nada original,
como si estuviera repitiendo para quedar bien.
¡Porque lo estoy haciendo! No puedo creer que subestimé tanto a
Gaston.
Casi no puedo aguantar mi sonrisa con los dientes apretados, pero el
Señor Foley no se da cuenta.
¿POR QUÉ?
Porque no me está mirando. Está ocupado sonriendo con Gaston como
si hubieran hecho alguna broma privada en la entrevista de ayer.
¡Como si Gaston Dalmau hubiera ido a su casa a cenar, hubiera conocido
a su esposa, y hubiera salvado a su perro de ahogarse! Como premio de
consolación, mi NO FUTURO asiente en mi dirección, pero responde la
pregunta de Gaston, no la mía. —Capaz que te deje, hijo mío. Perdón por
todo esto. Pero no voy a tardar mucho, sólo esperen hasta que vuelva… —
Nos da una última mirada triste y un pequeño saludo con la mano, y se va
por la puerta.
Quiero llorar.
Señor Foley acaba de llamar a mi única competencia hijo mío.
¿HIJO MÍO?
Aparentemente perdí el trabajo. Miro los músculos la espalda tensa
de Gaston y me pregunto qué le estará molestando.
¿No se puede dar cuenta? Es el favorito del Señor Foley.
Gaston va hacia la parte más alejada de mí posible. Lo escuché
murmurar la palabra ―mierda‖ más de seis veces. Como si él fuera el que se
tiene que preocupar ahora.
Pienso que estuvo fingiendo estar relajado cerca de mí pero no
puede esconder más el hecho de que yo lo hice retroceder y lo hice
temblar con miedo como debería.
Genial. Esperemos que eso sea verdad. No puedo irme de aquí sin
trabajo.
Capaz que lo puedo empujar más: convencerlo de irse. Sin es tan
estúpido como para no darse cuenta de que ya lo eligieron, no se lo voy a
decir. Voy a decirle lo contrario.
Doy un largo suspiro, para llamar la atención, y cruzo mis brazos
sobre mi pecho, para seguir pareciendo arrogante y que irradio confianza
cuando interiormente estoy tragando el nudo de mi garganta llena de
nervios.
—Entonces… ¿Te quieres confesar? ¿Quedar blanco? Tenemos
bastante tiempo —jadea, como si lo hubiera asustado.
—Yo… ¿q-qué q-q-quieres dec-cir?
¡Sí! ¡Tartamudeo! Vuelvo al ring, y estoy lista para el round 2. Esta
vez, se todos su trucos, hoyuelos, marcas, sonrisas, y adorables patas de
gallo. Empecemos. Cuando se da vuelta, está extremadamente pálido, y mi
confianza se recarga.
Doy otro suspiro, el aburrido, el que el psicólogo da antes de decir:
—Creo que con esto terminamos la sesión Jessica.
Y digo: —Sabes que no perteneces aquí. Ni siquiera eres un nerd.
Creo que deberías decirme porque creíste que era apropiado tirarte sobre
mi auto. ¿Querías asustarme?
—No, pensé… y yo… —Se ruboriza, todavía tartamudeando—. Yo…
No le dejo acabar.
—Sólo dilo; estabas tratando de hacerme fracasar en la entrevista.
No soy idiota. Ahuyentándome es la única manera en la que puedes
conseguir este trabajo, y creo que lo sabes. —Paseo hasta el sofá morado,
coloco el bolso sobre la mesa de café de cristal ovalada y tomo asiento
como si fuera dueña del lugar—. Decente, pero fallido intento. No vas a
obtener una segunda oportunidad.
—Tú fuiste la que hizo el truco de aparcar-y-esconderse, no yo —
dice, con todos los indicios de su anterior tartamudeo, ahora borrados—.
En caso de que no te dieras cuenta, el lugar donde elegiste aparcar está
oculto por contenedores de basura. Sincérate en eso, porque parecía que
estabas jugando tu propio juego ahí.
Estoy empezando a sospechar que este chico es tan bueno
escondiendo sus verdaderos sentimientos como lo soy yo. Sé que lo tenía
sudando apenas unos segundos antes, pero ahora lo ha vuelto contra mí.
No voy a admitir que llego temprano a todo para que pueda tomar una
siesta primero, por lo que digo una verdad a medias. —Aparco en la
sombra para pasar el rato. Detrás de los contenedores de basura es el
único lugar con sombra en todo el aparcamiento. Por lo que sé, aparcar en
la sombra no es un juego, o un crimen. Pero acechar y atacar a personas
inocentes son delitos graves.
—¡Dios! Me di cuenta de tu coche, y me di cuenta de ti en él…
roncando. También me di cuenta de que no te ibas a despertar. Tienes
suerte de que me tomé la molestia de darte una pequeña asistencia. Me
debes una. Podrías haberte perdido la entrevista entera.
Me cambio a modo pelea-completa. —Oh, te debo una, ¿verdad?
Para tu información. No estaba dormida, tu imbécil. Estaba descansando.
Escuchando mi iPod. Gracias a ti, tengo moratones en mis rodillas y un
bulto en mi frente. Si estás buscando algún tipo de
retribución por lo que hiciste… bueno, has causado más daño que una
manada de búfalos. ¡Me debes una… como cirugía plástica o algo así! —
Señalé el bulto.
—Lo siento, ¿vale? No pretendía asustarte. —Acecha hacia mí tan
rápido que no tengo tiempo de seguir o leer su expresión… como si
pudiera.
Se agacha abajo y mueve mi flequillo a un lado para examinar el
bulto. Estoy mirando la forma en que sus pantalones de entrevista beige se
han apretado sobre sus muslos… la forma en que su camiseta se extiende
sobre sus bíceps. Entonces, dejo de respirar por completo.
Cuando miro arriba, sólo leo preocupación sincera y disculpa en su
expresión. Sin estar segura de que hacer con un chico así de cerca de mí,
decido seguir aguantando la respiración hasta que cuente las motas de oro
en cada uno de sus iris… cinco por dos son diez en total. Poco a poco,
corro el riesgo de una respiración lenta por la nariz. Y luego otra.
—Está bastante mal… necesita hielo —dice, sacudiéndome de vuelta
al planeta pasando su pulgar suavemente sobre el bulto. Jadeo, tratando
de ocultar la piel de gallina que está subiendo por la parte trasera de mi
cuello—. Lo siento. ¿Es realmente doloroso?
—Sí… no. No lo sé. Un poco. —Parpadeo, molesta por mi elección
épica de palabras monosilábicas.
—Veo un montón de golpes en la cabeza con los chicos que entreno
en la pista. Este se ve bien, pero si te sientes con nauseas es posible que
tengas que ir a urgencias.
—Ni una oportunidad… pero una vez más… buen intento en
deshacerte de mí.
Él sonríe mientras sus ojos escudriñan toda mi cara. —Eres graciosa.
¿Alguien alguna vez te ha dicho eso?
Siento un extraño aleteo en la base de mi garganta y muy dentro en
mi pecho.
Dios. Esto tiene que ser más mariposas. Mariposas terribles. Mi
pecho se aprieta, retorciéndose como si fuera a explosionar. Trabajo para
tragar. De repente estoy asustada de que insectos con alas de arcoíris
estén a punto de salir de mi boca y le golpeen en la nariz.
—No pretendía asustarte en el aparcamiento. Lo juro. —Continua,
ajeno al hecho de que estoy perdiendo la cabeza. Sus ojos perforan más
profundamente en los míos—. Lo siento. De verdad, lo siento. He metido
la pata. Rochi… te juro que pensé que necesitabas que te despertara.
Creo que de alguna manera amo y odio la forma en la que acaba
de decir mi nombre. Como si me conociera. Como si fuéramos amigos
cuando somos todo lo contrario.
Trago saliva y miro a su barbilla chuleta porque estoy aterrada de
mirar a otro sitio. Mi terapeuta me dijo que si alguna vez me sorprendía
por alguien —un chico— acercándose a mí —tocándome— que cualquier
cosa podría suceder.
Cualquier cosa como: yo… volviéndome loca.
Pero no lo hice. ¡Y no lo voy a hacer!
Por extraño que este momento sea, estoy intrigada por las
posibilidades de lo que esto podría significar. ¡Gaston Dalmau sosteniendo mi
flequillo mientras yo memorizaba las filas de su barbilla chuleta en mi lista
de cosas-que-me-habían-sorprendido-demasiado! Realmente no tengo esa
lista. Pero cuando llegue a casa, voy a hacer una.
No tengo ningún deseo de arañar sus ojos, o llorar o —bueno— de
hacer algo que mi terapeuta dijo que podría hacer.
La única necesidad a la que me estoy resistiendo en este momento es
la de mirar fijamente a sus labios —y eso está más allá de extraño. Me
obligo a mirarlo a los ojos de nuevo, decidida a probar esta sensación —o
falta de sensación— un poco más.
Cuando nada pasa después de otro largo examen de sus preciosos
ojos —sin contar el aumento de mi ritmo cardiaco y la mirada de medio
pánico cruzando su cara (¿y quién puede culparlo por eso? Estoy actuando
como un bicho raro con todas esas miradas), tengo que sofocar una
sonrisa y torcer mi expresión en lo que espero que me traiga de vuelta a mi
máscara-molesta-sólida-como-una-roca.
Deja caer mi flequillo y se sienta de vuelta en sus talones. —
¿Disculpas aceptadas?
—Mmmh. —Y un pequeño asentimiento es todo lo que puedo
manejar porque no quiero dejar saber que estoy llena de emoción. Estoy
mucho más curada de lo que pensaba. Eso, o Gaston y yo éramos de alguna
manera las personificaciones humanas de las fuerzas positivas y negativas.
¡Como si somos Ying y Yang, o aceite y vinagre! Tal vez nos cancelamos el
uno al otro por defecto. Es bastante obvio que él no reacciona a mí como
debería. Y, sin contar la sensación de mariposas que parece bastante fácil
de ocultar, yo no reacciono a él de una forma loca en absoluto. ¡Cómete
eso, Doctor Brodie, y hola progreso!
Señalo a su mochila para quitar su atención de mí y volverla a la
entrevista. —Enséñame que productos has traído para impresionar al
Señor Foley. Tú has visto los míos. Es lo justo.
Él toma el bolso en su regazo y lo aferra firmemente mientras se
levanta y se dirige de nuevo al escritorio de la recepcionista. —No es mi
culpa que se te cayeran tus cosas. No puedo —no quiero— enseñarte lo
que hay en esta bolsa. Lo siento.
—Siempre lo sientes, ¿verdad? Lo siento. Lo siento. Lo siento —
bromeo, reuniéndome con su mirada.
Lo que sea que haya dicho ha hecho que la cara de Gaston se volviera
de color rojo brillante. Rápidamente se da la vuelta.
Esto es una cosa buena porque después de todo este proceso
concentrado, estoy siendo golpeada por una mayor ola de mareo. Entierro
mis manos en el sofá para mantenerme estable y tratar de evaluar si la
sensación sigue siendo la cosa mariposa —o si está viniendo directamente
de mí, yo misma y mi yo en mal estado.
Sólo me toma un segundo darme cuenta de que es lo último. Me he
vuelto tan mareada, que me siento como si me fuera a desmayar. Los Red
Bulls se han desvanecido y va a pasar un rato antes de que pueda tomar
una siesta. El agotamiento y la niebla que viene con él se instala,
añadiéndose a mi aturdimiento.
Gaston Dalmau como mi oponente es reemplazado por la necesidad de
ganar contra un villano mayor: el ansia infinita de mi cuerpo de dormir.
Un bajo golpeteo crece dentro de mi cabeza. Genial. Colapsar con una
audiencia nunca es bueno.
—Te ves un poco pálida. —Él suena muy lejos como si estuviera
hablando a través del agua.
—Un pequeño dolor de cabeza, gracias a ti y el bulto —bromeo,
frotándome las sienes y tratando de respirar profundamente. No quiero
que se dé cuenta de que estoy en un punto débil así que me esfuerzo para
que la conversación siga—. Tienes razón, sin embargo… no es culpa tuya
que se me cayeran mis cosas… es mía. Sólo culpa mía.
Le oigo caminando al otro lado de la habitación. Exploro el techo,
encontrar el ventilador de aire acondicionado y ponerme a toda prisa
debajo antes de que pueda regresar. El aire frío siempre ayuda. Después de
unos momentos me estoy congelando, pero puedo procesar de nuevo.
Pellizco mis costados tan duro como puedo, una táctica que funcionará
durante un rato. Por desgracia, incluso bajo una ráfaga helada, los sofás
tienen una manera de llegar a ser demasiado cómodos cuando me siento
así. El demonio del sueño quiere un depósito. No hay manera de que
pueda vencerlo por más tiempo. Cierro mis ojos y rezo porque pueda
pensar en un plan.
Rezo más fuerte para que el Señor Foley se dé prisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario