Capitulo 15
— ¿Si fuera mayor, sentirías química conmigo?
Gaston evitaba mirarme.
— Valeria — masculló—, no me hagas esto.
— Sólo estoy preguntando, eso es todo.
— No lo hagas. Algunas preguntas lo cambian todo. —
Gaston soltó un suspiro vacilante—. Practica con Simon Archavaleta. Yo soy demasiado mayor para ti en
más de un aspecto. Y tú no eres el tipo de chica que yo quiero
.
Sin duda, no se refería al hecho de que fuera
mexicana. Por lo que yo sabía de Gaston, no tenía ningún
tipo de prejuicios. Nunca utilizaba términos racistas ni despreciaba a los
demás por algo que no podían evitar.
— ¿Y qué tipo de chica quieres? — pregunté con
esfuerzo.
— Una a la que pueda dejar sin mirar atrás.
Así era Gaston, declarando sin reparos la pura y
dura verdad, pero yo percibí en su afirmación que yo no era el tipo de chica
que podría dejar con facilidad, y no pude evitar tomármelo como algo alentador,
aunque ésa no era su intención.
Entonces Gaston me miró.
— Nada ni nadie me retendrá aquí, ¿lo comprendes?
— Lo comprendo.
Gaston inhaló de una forma entrecortada.
— Esta vida, este lugar... Últimamente, he
comprendido qué volvió a mi padre tan loco y miserable como para que terminara
en prisión. Y a mí también me sucedería.
— No — protesté yo con suavidad.
— Sí que me ocurriría. Tú no me conoces, Valeria.
Yo no podía impedir que él quisiera irse, de la
misma forma que tampoco podía evitar quererlo.
Crucé la barrera invisible que nos separaba.
Sus manos se levantaron en un gesto defensivo, el
cual resultaba cómico dada nuestra diferencia de tamaño. Yo toqué las palmas de
sus manos y la tersa piel de sus muñecas, donde su pulso galopaba y pensé: «Si
lo único que voy a tener de él es este momento, lo tomaré. Tómalo o
arrepiéntete para siempre.»
De repente, Gaston me sujetó las muñecas y sus
dedos formaron como unas esposas que me impidieron acercarme más a él. Yo
contemplé su boca, aquellos labios que prometían ser tan suaves.
— Suéltame — le pedí con voz pastosa—. Suéltame.
Su respiración se había acelerado y Gaston sacudió
ligeramente la cabeza. Los nervios chispeaban en todo mi cuerpo y los dos
sabíamos lo que haría si él me soltaba.
De repente, sus manos se abrieron. Yo me acerqué y
apreté mi cuerpo contra el de él. De un extremo a otro. Lo agarré por la nuca
y, mientras percibía la firmeza de la musculatura de su cuello, bajé su cabeza
hasta que sus labios se unieron a los míos. Sus manos seguían suspendidas en el
aire. Su resistencia duró sólo unos segundos. Entonces se rindió y me rodeó con
los brazos mientras exhalaba un suspiro ronco.
Lo que sentí fue tan distinto a lo que había
experimentado con Simon ... Gaston era infinitamente más fuerte y, aun así,
mucho más suave. Una de sus manos se deslizó entre mi cabello y me sujetó la
cabeza. Sus hombros se encorvaron sobre mí y a mí alrededor, y su brazo libre
me cogió por la espalda y tiró de mí, como si quisiera meterme en su cuerpo. Gaston
me besó una y otra vez, intentando descubrir todas las maneras en que nuestras
bocas podían encajar. Una ráfaga de viento me heló la espalda, pero el calor
brotaba en todas las zonas en las que nuestros cuerpos se tocaban.
Gaston saboreó el interior de mi boca, y yo sentí
las oleadas de su ardiente aliento en mi mejilla. Su íntimo sabor me aturdió
llenándome de deseo. Temblorosa, excitada y deseando que aquel momento no
terminara nunca, me agarré a él con fuerza y me concentré con desesperación en
todas las sensaciones que experimentaba para retenerlas tanto tiempo como me
fuera posible.
Gaston separó mis brazos, que rodeaban su cuello, y
me apartó de él con firmeza.
— ¡Maldición! — susurró tembloroso. Gaston se
apartó más de mí, se agarró al poste de la canasta de baloncesto y apoyó la
frente en él, como si agradeciera el contacto del frío metal—. ¡Maldición! — masculló
de nuevo.
Yo me sentía aturdida y me tambaleé ante la
repentina ausencia del apoyo del cuerpo de Gaston. Me froté los ojos con las
bases de las manos.
— Esto no volverá a suceder — declaró él con
brusquedad todavía sin mirarme—. Lo digo en serio, Valeria.
— Lo sé. Y lo siento.
En realidad no lo sentía y no debí de sonar muy
arrepentida, porque Gaston me lanzó una mirada sarcástica por encima del
hombro.
— No volveremos a practicar más — afirmó él.
— Te refieres al baloncesto o a lo que acabamos de
hacer.
— A ambos — soltó él.
— ¿Estás enfadado conmigo?
— No, estoy furioso conmigo mismo.
— No deberías estarlo. Tú no has hecho nada malo.
Yo quería que me besaras. He sido yo quien...
— Valeria — me interrumpió él mientras se volvía
hacia mí. De repente, parecía cansado y frustrado y se frotó los ojos de la
misma manera en que yo me había frotado los
míos—. Cállate, cariño. Cuanto más hablas, peor me siento. Vete a casa.
Yo absorbí sus palabras y la inexorable resolución
de su expresión.
— ¿Quieres...? ¿Quieres acompañarme a casa?
Yo odié la timidez que reflejaba mi voz.
Gaston me lanzó una mirada infeliz.
— No, no me fío de mí cuando estoy contigo.
La pesadumbre se apoderó de mí y asfixió las
chispas de deseo y euforia que sentía. No sabía cómo explicar todo aquello: la
atracción que Gaston sentía por mí, el hecho de que no quisiera hacerla
realidad, la intensidad de mi respuesta..., y el convencimiento de que nunca
más volvería a besar a Simon Archavaleta.
Continuara...
*Mafe*

Se besarooonnnn... Entiendo que gas no quiere atarse al pueblo ... Pero no tiene porque rechazarla así si le gusta,si los dos se gustan
ResponderEliminark lindos
ResponderEliminarpeo xf puedes subir la nove un hombre para mi xf la dejjaste abandonada y una vida nueva xf
Un Hombre para mi es de Alezz y Una nueva vida es de Aguzz, pero déjame y las acoso un poco ;)
EliminarMe alegra que te guste la nove
Por fin hay acercamientooooooooooo! :))
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