Capitulo 22
Gaston regresó con Aleli, quien estaba tranquila y
bostezaba. Yo corrí a cogerla.
— ¡Cariño! ¡Pequeña y dulce Aleli! — la arrullé.
Ella adoptó su postura habitual sobre mi hombro y
sentí el dulce peso de su cabeza junto al cuello.
— Se encuentra bien — declaró Gaston—.
Probablemente necesitaba descansar de ti tanto como tú de ella. Mi madre y Lali
la han bañado y le han dado un biberón y ahora está lista para dormir.
— ¡Estupendo! — exclamé de corazón.
— Tú también necesitas dormir. — Gaston me acarició
el rostro y deslizó el pulgar por el arco de mi ceja—. El examen te saldrá
bien, guapa. Sólo tienes que estar tranquila. Resuelve los problemas paso a
paso y lo conseguirás.
— Gracias — respondí yo—. No tenías por qué hacer
todo esto. No sé por qué lo has hecho. Yo...
Él apoyó con ligereza las yemas de los dedos en mis
labios.
— Valeria— susurró—, ya sabes que yo haría
cualquier cosa por ti.
Yo tragué saliva con dificultad.
— Pero... te mantienes alejado de mí.
Gaston sabía lo que yo quería decir.
— Eso también lo hago por ti.
Gaston bajó con lentitud la cabeza y su frente se
apoyó en la mía mientras Aleli permanecía entre ambos.
Yo cerré los ojos y pensé: «Permíteme quererte, Gaston,
sólo deja que te quiera.»
— Si alguna vez
necesitas ayuda, llámame— susurró Gaston—. Puedo estar para ti de esta forma, como
amigo.
Yo volví el rostro hasta que mis labios rozaron la
piel rasurada de su mejilla. Él contuvo el aliento y no se movió. Yo deslicé la
boca por su piel suave y por su firme mandíbula disfrutando de su textura.
Permanecimos de aquella manera durante unos segundos, sin llegar a besarnos,
envueltos cada uno en la cercanía del otro. Yo nunca había experimentado nada
parecido con Simon ni con ningún otro chico. Mis huesos se convirtieron en
gelatina y mi cuerpo se estremeció con unos anhelos que no tenían punto previo
de referencia. Querer a Gaston era distinto a querer a cualquier otra persona.
Perdida en el momento, reaccioné con lentitud
cuando oí que la puerta se abría. Mi madre había regresado. Gaston se separó de
mí con rostro inexpresivo, aunque el aire estaba cargado de emoción.
Mi madre entró en la casa con la chaqueta, las
llaves y una caja del restaurante en los brazos. Con una sola mirada, captó la
escena y sonrió.
— Hola, Gaston. ¿Qué haces aquí?
Yo intervine antes de que él pudiera responder.
— Me ha ayudado a estudiar para el examen de
matemáticas. ¿Cómo ha ido la cena, mamá?
— Bien. — Mi madre dejó las cosas en la encimera de
la cocina y se acercó para coger a Aleli, quien, cabeceando y con la cara
sonrosada, protestó por el cambio de brazos—. ¡Chsss! — siseó mi madre, y la
meció hasta que Aleli se calló.
Gaston susurró un adiós y se dirigió hacia la
puerta. Mi madre declaró con un tono de voz cuidadosamente estudiado:
— Gaston, te agradezco que hayas venido a ayudar a Valeria
con el examen, pero creo que no deberías estar a solas con mi hija.
Yo contuve el aliento. ¡Que mi madre obstaculizara,
de una forma deliberada, mi relación con Gaston cuando no habíamos hecho nada
malo me pareció un acto descomunal de hipocresía dado que provenía de una mujer
que acababa de tener a una hija sin padre! Yo quería decirle aquello y cosas
peores, pero Gaston se me adelantó mientras clavaba una mirada sombría en los
ojos de mi madre.
— Creo que tiene usted razón.
Y salió de la casa.
Yo quería gritarle a mi madre y lanzarle palabras
como dardos. Era una egoísta y quería que yo pagara la infancia de Aleli con la
mía propia. Ella tenía celos de que alguien cuidara de mí mientras en su vida
no había ningún hombre. Y no era justo que saliera tanto con sus amigas, cuando
debería desear quedarse en casa con su hija recién nacida. Yo tenía tantas
ganas de decirle todo aquello que casi me atraganté por todas aquellas palabras
no expresadas. Sin embargo, guardarme la rabia para mí siempre ha formado parte
de mi manera de ser, como una lagartija que se muerde su propia cola.
— Valeria... — empezó mi madre con dulzura.
— Me voy a la cama — la interrumpí yo. No quería
oír su opinión acerca de lo que era mejor para mí—. Mañana tengo un examen.
Me dirigí a mi habitación con pasos largos y cerré
la puerta con un cobarde medio portazo, aunque tendría que haber tenido
suficiente coraje para dar un portazo en toda regla. Pero al menos experimenté
una fugaz aunque maliciosa satisfacción al oír que Aleli lloraba.
Continuara...
*Mafe*

ahhhhhhhhhhh lindo
ResponderEliminarMaaasss!.. Ósea que le pasas la madre de rochi?.. Y a gas? si esta enamorado de ro que avance que este con ella. Espeo el próximo capp
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