Capítulo 9
::Rochi::
el martilleo en mi
cabeza se ha incrementado. Una señal de que
estoy corriendo al
vacío, y a punto de tocar fondo.
Afortunadamente, Gaston
había comprado mi excusa de ―mal
almuerzo‖ porque
parezco una mierda ahora mismo.
Como si eso importara.
¿Tienes que lucir bien para un chico al que le
estás pagando por
salir contigo? Cierro los ojos porque han empezado a
doler.
—Estoy esperando
—pregunta con una voz ultra suave. Como si de
alguna manera supiera
que estoy a punto de tocar fondo sobre él.
—De acuerdo… bueno…
pido oficialmente tu entrada. Dame un
repaso rápido de los
detalles. —Mantengo los ojos cerrados—. No tengo
ni idea de cómo
proceder con la elaboración de un contrato como este.
Sólo… que sea justo.
Honesto.
—Está bien. —Gaston
intenta sonar como si estuviera aclarando su
garganta, pero puedo
decir que acaba de tragarse una carcajada. Tengo
miedo de abrir los
ojos porque probablemente está haciendo una de esas
enormes sonrisas. No
puedo tomar una oleada de mariposas en este
momento, así que
aprieto los ojos cerrados con más fuerza.
—Vamos a hablar de las
llamadas telefónicas primero —
comienza—. ¿Cuántas
veces a la semana esperas que tu novio falso te
llame?
—Por favor. Yo ni
siquiera tengo amigas que me llamen. ¿Cómo voy
a saberlo? ¿Cuál es lo
normal?
—¿Podríamos empezar
con una vez por día? —Su voz se suavizó y la
risa se fue.
Abro mis ojos y me
encuentro con su mirada muerta, tratando de
renfocar. Odio cuando
las personas sienten pena por mí. Y creo que él está
haciendo eso.
—Siete llamadas por
semana, entonces. Sí. Siete suena bien. Ah, y
mensajes de texto. No
vamos a empezar realmente a fingir que salimos
hasta después de que
comience la pasantía. ¿Es eso lo que quieres?
—Pensé que estábamos
saliendo ahora. Estoy a favor de iniciar esto
hoy. Hemos tenido una
exposición exitosa en el almuerzo, así que vamos
mantenerlo en marcha.
Voy a mandar un mensaje de texto esta noche. —
Él escribe algo en el
papel. Inclino mi cabeza hacia un lado para ver su
escritura en garabatos
llenar las líneas en la página. Me mira, esperando
por más. Sólo puedo
parpadear y mirar a los rizos justo por encima de su
frente—. ¿Qué sigue…?
—¿Normalmente cómo
inicias la rutina de novia? ¿Hoy es un buen
ejemplo? ¿Cazas a tus
presas mientras se dirigen a sus autos, y luego, eres
tan lindo y encantador
que es un ―vamos‖ automático?
Se ríe.
—Es un ―vamos‖ siempre
que se trate de un ―vamos‖. No hay
marcha de tiempo sobre
eso. Hay un montón de hablar, coquetear,
esperar, mirar,
tropezar, ya sabes, lo de siempre.
Me encojó de hombros. No
lo sé, pero no voy a decirle eso.
—¿Cuándo, además de la
larga caminata hasta el estacionamiento
son sus los mejores
puntos para tener una conversación? Sólo por
curiosidad.
—Lo he hecho bien
susurrándole a las chicas en la biblioteca. La
cafetería también
funciona bien porque es fácil bromear alrededor de allí.
Nunca lo he analizado.
—Se encoge de hombros.
—Hmm. Sin embargo,
datos curiosos. ¿Cómo sabes que está
resultando, que ella
está siguiéndote, o lo que sea?
—Ella me da su número
de teléfono, o le doy el mío. Entonces…
coqueteamos por
mensajes de texto. Cuando tú, um, quieres que las cosas
sean públicas, van a
Facebook. El en una de relación nos llevará a nuestra
mejor exposición.
—Sí… uh, sobre
Facebook… todas esas redes sociales. No tengo. Mis
padres consultan el
correo, Facebook y mensajes de texto de mi hermana
como acosadores. Para
conseguir nuestros teléfonos celulares, Kika y yo
hemos tenido que estar
de acuerdo con la Ley de no privacidad de la
familia Igarzabal. Sí
tengo una cuenta de correo electrónico la escuela. Sin
embargo, Facebook y
Twitter… si eres yo… no tiene sentido. Tú serías mi
único ―amigo‖, además
de mi familia.
—Ahh… de acuerdo. —Él
asiente con la cabeza y mira hacia otro
lado.
Quiero darle un
puñetazo porque no necesito que nadie sienta
lástima por mí, y eso
es exactamente lo que se lee en su expresión en este
momento. Si no me
sintiera como si mi cabeza se hubiera convertido en un
ladrillo, lo
golpearía. Todo lo que puedo hacer en su lugar es tragar la masa
de cartón que ha establecido
su resistencia en la parte trasera de mi
garganta, y lo odio a
él, o a mí misma.
—Supongo que es algo
bueno que no estés conectada —dice
finalmente, pasándose
una mano por el pelo—. Ellos, tus padres, verían mi
perfil. Eso lo
volvería incómodo. Además ellos esperarían que seas amiga
de tu novio, así que
sí… me gusta eso en realidad. No Facebook…
Mientras él está
escribiendo, soy incapaz de no mirar la forma en
que se ve tal juvenil
con sus cabellos desordenados.
Él encuentra mi mirada
con un encogimiento de hombros.
—¿Qué tal si nosotros
optamos por una cantidad importante de
mensajes de texto
obvios y hablando sobre el otro? Eso debería ser
suficiente. Entonces,
podemos continuar desde allí.
—¿Qué significa
cantidad importante?
—Los suficientes como
que para cuando la semana termine haya
algún tipo de alerta
en nuestra… audiencia.
—Oh. Dios. Correcto.
Como las señales de precaución. ¿Una señal
definitiva de que has
perdido la cabeza?
—¡No! Bueno, sí. Un
poco. Sin ninguna alerta, mis amigos,
especialmente Peter,
no lo van a comprar. Es importante que ellos lo
crean. Tenemos unos
pocos días antes de que termine la escuela. Si lo
hacemos bien, debería
ser suficiente.
—Qué molesto, pero
estoy de acuerdo. Mi familia también
alucinaría sin un
aviso de alerta de novios. —Gimo y muevo la cabeza—.
¿Cuál sería la
cantidad adecuada de tiempo para que tú… coquetees por
mensajes de texto y
luego te enamores de mí? Ya pasamos el rato frente la
escuela. Tenemos que
estar a mitad de camino, ¿no?
—Por lo menos eso. —Él
se ríe—. Soy muy bueno en coquetear por
mensaje de texto…
irresistible, incluso.
Sé que está bromeando,
pero cuando sonríe las mariposas que había
estado reteniendo
inundan mi dolorida cabeza a pesar de mis intentos
para detenerlos.
—No puedo esperar —le
digo, atacándolo con mi menos
impresionante giro de
ojos.
Se ríe de nuevo, pero
al menos esta vez no suena tan confiado.
—Una vez que la
familia y amigos lo crean, podemos exponer los
detalles de nuestras
citas los fines de semana durante la primera semana
de la pasantía. —Él
escribe rápidamente, luego sus ojos permanecen fijos
en la página—. Creo
que lo tengo todo.
—Por favor añade que
puedo llegar a hacer cualquier ajuste
necesario a este
contrato en cualquier momento.
—Dios. Qué novia tan
demandante estás resultando ser. Siempre y
cuando me pagues,
puedes cambiar lo que quieras. —Él garabatea eso—.
¿Algo más? —pregunta.
—Amigos. Necesito
algunos, así que voy a tomar prestados los
tuyos. De alguna
manera, vas a tener que incluirme en su círculo dorado
de popularidad.
—¿Qué? No tengo ningún
círculo dorado. ¿Alguien te ha
mencionado como de
sesgada está tu mente?
—Mira, vas a tener que
superar esa parte de mí. Lo que realmente
soy, no ser normal, te
ha conseguido el mejor trabajo de verano
remunerado de tu vida.
—Realmente necesitas
dejar de decir eso acerca de ti. Si estás loca,
yo estoy loco. Todo el
mundo está loco, Rochi. Pareces lo suficiente buena
para mí.
—Entonces, esperemos
que nunca tengas que ver mi verdadero yo.
—Como sea. Tráela.
Estoy seguro de que no notaré ninguna
diferencia. O me
importará.
Mi corazón se acelera
y miro hacia otro lado.
—Bueno, me importa.
Por lo tanto, escríbelo. Por nueve fines de
semana y ocho mil
dólares, lo que es tuyo es mío, incluyendo a tus amigos.
—Dirigí un sarcástico
aleteo de ojos—. Vamos a estar tan profundamente
enamorados. ¡No puedo
esperar para ver cuán romántico eres!
—Oh, no. Me niego a
ser tu tipo de calcomanías románticas de
parachoques. No me
confundas con el Señor Darcy.
Jadeo.
—No conoces Los Juegos
del Hambre o Forks, Washington, ¿pero
sabes quién es el
Señor Darcy? Empieza a hablar.
—¡Mierda! Mi abuela es
una fan. Me ha torturado desde que nací
con el el Señor Darcy.
Gracias a su colección de DVD, puedo citar a Jane
Austen más rápido que
una canción de Elmo.
Me rio, sorprendida de
nuevo.
—Demuéstralo.
—Elizabeth,
¡cariiiiño! —Se lanza a un acento inglés sin aliento—.
Te amo, amo, amo y no
quiero volver a separarme de ti de ahora en
adelante. Perdóname,
mientras yo vomitaba…
—¡De ninguna manera!
—Sonrió abiertamente—. ¡Que en el
contrato se estipule
que quiero el acento del Señor Darcy una vez a la
semana! —No puedo
evitarlo y me río de nuevo porque está sacudiendo su
cabeza y riendo
también.
—No sucederá. Nadie
puede saber mis secretos. —Podría jurar que
finalmente se ve
incómodo.
—Vas a conseguir un
montón de venganza cuando me dejes —le
digo.
—Oh. Sobre eso, no te
voy a dejar. —Él raya algo y escribe sobre
ello—. Insisto en que
al final del contrato, tú, Rochi Igarzabal, tienes que
dejarme, en público.
Estás obligada a crear una escena total. Voy a hacerlo
más fácil para ti
haciendo… algo.
—¿Algo?
—Sí, algo tan
obviamente ofensivo que todo el mundo sabrá que es
mi culpa que tú
termines las cosas.
—Eso parece como un
montón de trabajo. ¿No es más fácil y más
trágico estar en el
lado del dejado? —pregunto—. Ser la trágica me
consigue puntos con
mis padres.
—No es justo. —Él
empuja su labio inferior en su versión de un
puchero y hace girar
sus ojos como un cachorro—. Cuando
se acabe, yo quiero
ser como el pobre viejo Humpty Dumpty. Destrozado
en pedazos. Imagínate
las señoritas que sentirán lástima por mí. Voy a
necesitar mucha ayuda
para pegar nuevamente mis tristes y confundidas
piezas rotas.
Niego con la cabeza.
—Dios. Eso es
realmente desagradable, pero es lo menos que puedo
hacer si es lo que
quieres. Considérame la que te deja. Supongo que se
ajusta a mi
reputación. —Frunce el ceño cuando digo eso, pero yo estoy
radiante. Corriendo
con la idea—. De cualquier manera, mientras tú estas
lamiéndote las heridas,
voy a tener una excusa perfecta para retirarme de
nuevo a mi habitación
con mi propio corazón roto. Eso es todo lo que
necesito.
—¿Por qué eso es
bueno? —Me sostiene la mirada—. Suena…
—Perfecto —termino—.
Nuestro triste final me libera de lo que mis
padres llaman
actividades sociales normales de la educación superior
durante todo un
semestre. Puedo evitar el baile de bienvenida, e ir a
comprar vestidos y
encuentros de motivación. En el momento en que
termine mi encierro,
mis solicitudes para la universidad habrán sido
enviadas y con suerte,
¡aceptadas! Justo a tiempo para que yo comience a
charlar con mi mamá
acerca de cómo las relaciones universitarias serán
mejores que… mi tiempo
gastado saliendo con el inmaduro y terrible, ¡TÚ!
Estoy radiante y llena
de dichoso alivio en este momento, pero el
chico sigue
frunciéndome el ceño como una nube negra.
—¿Qué?
Él vacila y mira el
papel.
—Vas a tener que
conocer a mi abuela. ¿Está bien?
—¿Por qué?
—Ella tiene ochenta.
Yo no voy a tenerla preocupada. Ella es muy
anticuada, y le diré
algo acerca de ti.
—Oh. Bien. Claro. —La
idea de conocer a su abuela hace que mi
estómago haga un giro
divertido.
—Estoy añadiendo una
línea al lado de Cero Contacto con los
Padres que también
incluye no nombres reales a tu lado —dice, apretando
en lapicero
nerviosamente—. Ese es el plan, ¿verdad?
—Sip, ese es el plan.
El teléfono guerrillero de espionaje de red de
mi mamá obtendrá la
información que necesita sobre cualquier nombre
que le dé. En menos de
tres llamadas telefónicas, ella estaría tocando a tu
puerta. Además de que
ella y mi hermana Kika sabrían que todo era falso
si se dan cuenta de
que estaba con un súper-atleta perfectamente
cincelado. Yo soy más
el tipo de chica que se enamora del nerd.
—Voy a tratar de no
estar demasiado insultado. —Él sacude la
cabeza—. Pero debes
saber: niñas susceptibles, lindas, implacables con
grandes ojos, ropa
geeky y buenas notas son totalmente mi tipo. Si
esto fuera real,
quiero decir.
—Está bien. Touché.
Gracias por mentir, pero apestas en ello.
Tienes un montón de
trabajo haciendo que eso suene convincente. —Me
río, pero cuando me
encuentro con su mirada parece extraño. Nervioso.
Él rompe el contacto
visual conmigo y golpea su lapicero contra el
contrato.
—Mira, Rochi... no
seré capaz de dormir esta noche si por lo menos no
trato de convencerte
de que no hagas esto. Tú lo has dicho. Yo soy la
última persona con la
que deberías salir este verano. Y es totalmente
cierto.
—Perdóname. Ya hemos
pasado por la extorción. Sólo sigue
escribiendo y dejar de
tratar de escabullirse de esto. No voy a echarme
para atrás. Tú,
nosotros, ya conseguimos el trabajo. Ninguno de los dos
quiere alejarse de
Geekstuff.com. No puedo esperar a trabajar allí, y lo
mismo contigo.
Él me mira entonces, y
no puedo apartar la mirada.
—Quiero añadir un
requisito adicional a esto.
—Lo que sea. Por
favor, sólo no te retractes. —Escaneo profundo en
su mirada verde-oro
deseando poder leer su mente.
—Si vas a pasar el
rato con mis amigos y yo, tienes que ser
agradable.
—¿Agradable? —Trago.
—Agradable como lo
estás haciendo ahora. Como estabas siendo
ayer, a todo el mundo
en la entrevista.
Pongo una cara y me
preparo para explotar por llamarme agradable,
pero él sostiene un
dedo para evitar que hable mientras continúa: —Si no
lo eres, nadie va a
creer un segundo en esto. No salgo con chicas
maliciosas. Y ahí está
mi abuela a considerar. Así como te he escuchado
decir que tengo una
reputación como jugador, se rumorea que tú eres una
enorme perra molesta.
Prefiero que esas palabras no sea parte de cómo te
presente a mi abue…
—Dios. Para. —Trago.
No queriendo admitir lo mucho que sus
palabras lastiman—.
Voy a ser agradable, pero tú tiene que ser agradable
también. Y… yo, yo no
permitiré que digas nada sobre este contrato…
—Honestamente. Detente
tú esta vez. —Sostiene su mano hacia
arriba—. Soy famoso
por no hablar de las cosas. No tienes de que
preocuparte. No voy a
decirle a ninguno de mis amigos acerca de esto,
acerca de ti, ni sobre
nuestro contrato. —Él parece evaluarme—. Si se
filtra por mi culpa,
puedes quedarte con el dinero. ¿Qué tal?
—¿Crees que voy a ser
yo el que revele nuestra cubierta?
Él se encoge de
hombros.
—Confía en mí, y yo
confiaré en ti. Es tan fácil como eso.
Tengo que trabajar
para conseguir que algunas palabras suenen
firmes cuando salen.
En lugar de un comentario sarcástico en capas, lo
miro a los ojos y lo
golpeó con la verdad absoluta.
—Voy a confiar en ti.
Pero sabes que odio profundamente tener que
hacer eso. Odio
confiar en alguien más que en mí misma.
Miro hacia otro lado,
pero puedo sentirlo mirando.
—Rochi. —Su voz es un
susurro bajo—. Tienes mi palabra. No dejaré
que nadie, nada te
haga daño. Esto va a funcionar. Lo hará.
Me arriesgo a echar un
vistazo hacia él, sintiéndome casi consumida
por la preocupación
que oí en su voz. Por una vez, estoy segura de que lo
he leído bien. Él se
preocupa. Quiere decir lo que dijo. Yo sólo puedo
asentir con la cabeza
y frotar los pliegues de mis pantalones vaqueros
sobre mis rodillas. Mi
garganta está seca, y mis ojos están cargados de
agotamiento y de
lágrimas no derramadas. Estoy de repente caliente, y
después demasiado
fría.
Miro de nuevo para
encontrarlo todavía mirando.
—¿Qué estás esperando?
Escribe todo ahí para que lo podamos
firmar. —Me las
arreglo para decir, parpadeando.
Él garabatea su nombre
en la parte inferior del papel y me lo pasa
por encima con una
media sonrisa.
—Tu turno.
Firmo mi nombre al
lado suyo y se lo devuelvo. Es todo lo que puedo
hacer para no gritar:
RARO. Si tan sólo pudiera, pero mi voz parece ya no
existir.
Gaston se dirige desde
detrás de la cortina, y yo me quedo donde
estoy, tratando de
recomponerme.
Cuando lo sigo, él
está encendiendo a la vieja impresora/copiadora
de la escuela del
Señor Williams.
—Estoy seguro de que
al viejo entrenador no le importará
prestarnos su
escondite personal de papel. No por esto —murmura.
Después de un par de
falsos comienzos y paradas, encuentra la manera de
hacerlo funcionar, y
me entrega una copia.
—Bueno. Eso es todo,
novia. —Él sonríe, doblando su copia del
contrato y metiéndola
en su bolsillo trasero.
—Mmmh. —Yo asiento.
Todavía soy completamente incapaz de
formar una frase. Me
dirijo a agarrar mi bolso de mensajero y coloco
cuidadosamente mi
contrato en el interior de él. No quiero que se arrugue
en caso de que decida
enmarcarlo y colgarlo al lado de mi diploma de la
universidad en el
futuro.
Cuando me volteo, Gaston
tiene su teléfono fuera. Se ilumina como si
estuviera comprobando
textos. Sus ojos son brillantes.
—Vamos a intercambiar
números. Voy a escribirte un mensaje a las
7:00 p.m. en punto.
—Él me lanza otro de esos perfectos y vertiginosos
guiños, y levanta las
cejas en alto—. No me gustaría que tus padres se
pierdan mi encantador
mensaje.
Mi cara está tan
rígida por mantener la misma expresión en su lugar
que mis mejillas
realmente duelen. Me pregunto si me he roto un molar.
Dios. ¿En serio? Gaston
Dalmau, mi novio contratado quiere mi número
de teléfono para
mandarme un mensaje de texto esta noche. JA.
Me encojo de hombros,
como si esto no es una gran cosa y saco mi
iPhone.
—Tú primero, novio.
—Le dirijo un guiño de los míos, duplicándola
con una enorme mirada
penetrante.
Voy a llamar a esta
nueva mirada ―guiño-desprecio-mirada‖.
El resultado: Gaston
se ríe como si yo fuera graciosa.
Obviamente, tengo que
practicar esta mirada en el espejo.
O despedirlo
inmediatamente.

hey soy nadia me encanta sube mas
ResponderEliminar