sábado, 8 de junio de 2013

Casi.... capitulo 9


Capítulo 9
::Rochi::
el martilleo en mi cabeza se ha incrementado. Una señal de que
estoy corriendo al vacío, y a punto de tocar fondo.
Afortunadamente, Gaston había comprado mi excusa de ―mal
almuerzo‖ porque parezco una mierda ahora mismo.
Como si eso importara. ¿Tienes que lucir bien para un chico al que le
estás pagando por salir contigo? Cierro los ojos porque han empezado a
doler.
—Estoy esperando —pregunta con una voz ultra suave. Como si de
alguna manera supiera que estoy a punto de tocar fondo sobre él.
—De acuerdo… bueno… pido oficialmente tu entrada. Dame un
repaso rápido de los detalles. —Mantengo los ojos cerrados—. No tengo
ni idea de cómo proceder con la elaboración de un contrato como este.
Sólo… que sea justo. Honesto.
—Está bien. —Gaston intenta sonar como si estuviera aclarando su
garganta, pero puedo decir que acaba de tragarse una carcajada. Tengo
miedo de abrir los ojos porque probablemente está haciendo una de esas
enormes sonrisas. No puedo tomar una oleada de mariposas en este
momento, así que aprieto los ojos cerrados con más fuerza.
—Vamos a hablar de las llamadas telefónicas primero —
comienza—. ¿Cuántas veces a la semana esperas que tu novio falso te
llame?
—Por favor. Yo ni siquiera tengo amigas que me llamen. ¿Cómo voy
a saberlo? ¿Cuál es lo normal?
—¿Podríamos empezar con una vez por día? —Su voz se suavizó y la
risa se fue.
Abro mis ojos y me encuentro con su mirada muerta, tratando de
renfocar. Odio cuando las personas sienten pena por mí. Y creo que él está
haciendo eso.
—Siete llamadas por semana, entonces. Sí. Siete suena bien. Ah, y
mensajes de texto. No vamos a empezar realmente a fingir que salimos
hasta después de que comience la pasantía. ¿Es eso lo que quieres?
—Pensé que estábamos saliendo ahora. Estoy a favor de iniciar esto
hoy. Hemos tenido una exposición exitosa en el almuerzo, así que vamos
mantenerlo en marcha. Voy a mandar un mensaje de texto esta noche. —
Él escribe algo en el papel. Inclino mi cabeza hacia un lado para ver su
escritura en garabatos llenar las líneas en la página. Me mira, esperando
por más. Sólo puedo parpadear y mirar a los rizos justo por encima de su
frente—. ¿Qué sigue…?
—¿Normalmente cómo inicias la rutina de novia? ¿Hoy es un buen
ejemplo? ¿Cazas a tus presas mientras se dirigen a sus autos, y luego, eres
tan lindo y encantador que es un ―vamos‖ automático?
Se ríe.
—Es un ―vamos‖ siempre que se trate de un ―vamos‖. No hay
marcha de tiempo sobre eso. Hay un montón de hablar, coquetear,
esperar, mirar, tropezar, ya sabes, lo de siempre.
Me encojó de hombros. No lo sé, pero no voy a decirle eso.
—¿Cuándo, además de la larga caminata hasta el estacionamiento
son sus los mejores puntos para tener una conversación? Sólo por
curiosidad.
—Lo he hecho bien susurrándole a las chicas en la biblioteca. La
cafetería también funciona bien porque es fácil bromear alrededor de allí.
Nunca lo he analizado. —Se encoge de hombros.
—Hmm. Sin embargo, datos curiosos. ¿Cómo sabes que está
resultando, que ella está siguiéndote, o lo que sea?
—Ella me da su número de teléfono, o le doy el mío. Entonces…
coqueteamos por mensajes de texto. Cuando tú, um, quieres que las cosas
sean públicas, van a Facebook. El en una de relación nos llevará a nuestra
mejor exposición.
—Sí… uh, sobre Facebook… todas esas redes sociales. No tengo. Mis
padres consultan el correo, Facebook y mensajes de texto de mi hermana
como acosadores. Para conseguir nuestros teléfonos celulares, Kika y yo
hemos tenido que estar de acuerdo con la Ley de no privacidad de la
familia Igarzabal. Sí tengo una cuenta de correo electrónico la escuela. Sin
embargo, Facebook y Twitter… si eres yo… no tiene sentido. Tú serías mi
único ―amigo‖, además de mi familia.
—Ahh… de acuerdo. —Él asiente con la cabeza y mira hacia otro
lado.
Quiero darle un puñetazo porque no necesito que nadie sienta
lástima por mí, y eso es exactamente lo que se lee en su expresión en este
momento. Si no me sintiera como si mi cabeza se hubiera convertido en un
ladrillo, lo golpearía. Todo lo que puedo hacer en su lugar es tragar la masa
de cartón que ha establecido su resistencia en la parte trasera de mi
garganta, y lo odio a él, o a mí misma.
—Supongo que es algo bueno que no estés conectada —dice
finalmente, pasándose una mano por el pelo—. Ellos, tus padres, verían mi
perfil. Eso lo volvería incómodo. Además ellos esperarían que seas amiga
de tu novio, así que sí… me gusta eso en realidad. No Facebook…
Mientras él está escribiendo, soy incapaz de no mirar la forma en
que se ve tal juvenil con sus cabellos desordenados.
Él encuentra mi mirada con un encogimiento de hombros.
—¿Qué tal si nosotros optamos por una cantidad importante de
mensajes de texto obvios y hablando sobre el otro? Eso debería ser
suficiente. Entonces, podemos continuar desde allí.
—¿Qué significa cantidad importante?
—Los suficientes como que para cuando la semana termine haya
algún tipo de alerta en nuestra… audiencia.
—Oh. Dios. Correcto. Como las señales de precaución. ¿Una señal
definitiva de que has perdido la cabeza?
—¡No! Bueno, sí. Un poco. Sin ninguna alerta, mis amigos,
especialmente Peter, no lo van a comprar. Es importante que ellos lo
crean. Tenemos unos pocos días antes de que termine la escuela. Si lo
hacemos bien, debería ser suficiente.
—Qué molesto, pero estoy de acuerdo. Mi familia también
alucinaría sin un aviso de alerta de novios. —Gimo y muevo la cabeza—.
¿Cuál sería la cantidad adecuada de tiempo para que tú… coquetees por
mensajes de texto y luego te enamores de mí? Ya pasamos el rato frente la
escuela. Tenemos que estar a mitad de camino, ¿no?
—Por lo menos eso. —Él se ríe—. Soy muy bueno en coquetear por
mensaje de texto… irresistible, incluso.
Sé que está bromeando, pero cuando sonríe las mariposas que había
estado reteniendo inundan mi dolorida cabeza a pesar de mis intentos
para detenerlos.
—No puedo esperar —le digo, atacándolo con mi menos
impresionante giro de ojos.
Se ríe de nuevo, pero al menos esta vez no suena tan confiado.
—Una vez que la familia y amigos lo crean, podemos exponer los
detalles de nuestras citas los fines de semana durante la primera semana
de la pasantía. —Él escribe rápidamente, luego sus ojos permanecen fijos
en la página—. Creo que lo tengo todo.
—Por favor añade que puedo llegar a hacer cualquier ajuste
necesario a este contrato en cualquier momento.
—Dios. Qué novia tan demandante estás resultando ser. Siempre y
cuando me pagues, puedes cambiar lo que quieras. —Él garabatea eso—.
¿Algo más? —pregunta.
—Amigos. Necesito algunos, así que voy a tomar prestados los
tuyos. De alguna manera, vas a tener que incluirme en su círculo dorado
de popularidad.
—¿Qué? No tengo ningún círculo dorado. ¿Alguien te ha
mencionado como de sesgada está tu mente?
—Mira, vas a tener que superar esa parte de mí. Lo que realmente
soy, no ser normal, te ha conseguido el mejor trabajo de verano
remunerado de tu vida.
—Realmente necesitas dejar de decir eso acerca de ti. Si estás loca,
yo estoy loco. Todo el mundo está loco, Rochi. Pareces lo suficiente buena
para mí.
—Entonces, esperemos que nunca tengas que ver mi verdadero yo.
—Como sea. Tráela. Estoy seguro de que no notaré ninguna
diferencia. O me importará.
Mi corazón se acelera y miro hacia otro lado.
—Bueno, me importa. Por lo tanto, escríbelo. Por nueve fines de
semana y ocho mil dólares, lo que es tuyo es mío, incluyendo a tus amigos.
—Dirigí un sarcástico aleteo de ojos—. Vamos a estar tan profundamente
enamorados. ¡No puedo esperar para ver cuán romántico eres!
—Oh, no. Me niego a ser tu tipo de calcomanías románticas de
parachoques. No me confundas con el Señor Darcy.
Jadeo.
—No conoces Los Juegos del Hambre o Forks, Washington, ¿pero
sabes quién es el Señor Darcy? Empieza a hablar.
—¡Mierda! Mi abuela es una fan. Me ha torturado desde que nací
con el el Señor Darcy. Gracias a su colección de DVD, puedo citar a Jane
Austen más rápido que una canción de Elmo.
Me rio, sorprendida de nuevo.
—Demuéstralo.
—Elizabeth, ¡cariiiiño! —Se lanza a un acento inglés sin aliento—.
Te amo, amo, amo y no quiero volver a separarme de ti de ahora en
adelante. Perdóname, mientras yo vomitaba…
—¡De ninguna manera! —Sonrió abiertamente—. ¡Que en el
contrato se estipule que quiero el acento del Señor Darcy una vez a la
semana! —No puedo evitarlo y me río de nuevo porque está sacudiendo su
cabeza y riendo también.
—No sucederá. Nadie puede saber mis secretos. —Podría jurar que
finalmente se ve incómodo.
—Vas a conseguir un montón de venganza cuando me dejes —le
digo.
—Oh. Sobre eso, no te voy a dejar. —Él raya algo y escribe sobre
ello—. Insisto en que al final del contrato, tú, Rochi Igarzabal, tienes que
dejarme, en público. Estás obligada a crear una escena total. Voy a hacerlo
más fácil para ti haciendo… algo.
—¿Algo?
—Sí, algo tan obviamente ofensivo que todo el mundo sabrá que es
mi culpa que tú termines las cosas.
—Eso parece como un montón de trabajo. ¿No es más fácil y más
trágico estar en el lado del dejado? —pregunto—. Ser la trágica me
consigue puntos con mis padres.
—No es justo. —Él empuja su labio inferior en su versión de un
puchero y hace girar sus ojos como un cachorro—. Cuando
se acabe, yo quiero ser como el pobre viejo Humpty Dumpty. Destrozado
en pedazos. Imagínate las señoritas que sentirán lástima por mí. Voy a
necesitar mucha ayuda para pegar nuevamente mis tristes y confundidas
piezas rotas.
Niego con la cabeza.
—Dios. Eso es realmente desagradable, pero es lo menos que puedo
hacer si es lo que quieres. Considérame la que te deja. Supongo que se
ajusta a mi reputación. —Frunce el ceño cuando digo eso, pero yo estoy
radiante. Corriendo con la idea—. De cualquier manera, mientras tú estas
lamiéndote las heridas, voy a tener una excusa perfecta para retirarme de
nuevo a mi habitación con mi propio corazón roto. Eso es todo lo que
necesito.
—¿Por qué eso es bueno? —Me sostiene la mirada—. Suena…
—Perfecto —termino—. Nuestro triste final me libera de lo que mis
padres llaman actividades sociales normales de la educación superior
durante todo un semestre. Puedo evitar el baile de bienvenida, e ir a
comprar vestidos y encuentros de motivación. En el momento en que
termine mi encierro, mis solicitudes para la universidad habrán sido
enviadas y con suerte, ¡aceptadas! Justo a tiempo para que yo comience a
charlar con mi mamá acerca de cómo las relaciones universitarias serán
mejores que… mi tiempo gastado saliendo con el inmaduro y terrible, ¡TÚ!
Estoy radiante y llena de dichoso alivio en este momento, pero el
chico sigue frunciéndome el ceño como una nube negra.
—¿Qué?
Él vacila y mira el papel.
—Vas a tener que conocer a mi abuela. ¿Está bien?
—¿Por qué?
—Ella tiene ochenta. Yo no voy a tenerla preocupada. Ella es muy
anticuada, y le diré algo acerca de ti.
—Oh. Bien. Claro. —La idea de conocer a su abuela hace que mi
estómago haga un giro divertido.
—Estoy añadiendo una línea al lado de Cero Contacto con los
Padres que también incluye no nombres reales a tu lado —dice, apretando
en lapicero nerviosamente—. Ese es el plan, ¿verdad?
—Sip, ese es el plan. El teléfono guerrillero de espionaje de red de
mi mamá obtendrá la información que necesita sobre cualquier nombre
que le dé. En menos de tres llamadas telefónicas, ella estaría tocando a tu
puerta. Además de que ella y mi hermana Kika sabrían que todo era falso
si se dan cuenta de que estaba con un súper-atleta perfectamente
cincelado. Yo soy más el tipo de chica que se enamora del nerd.
—Voy a tratar de no estar demasiado insultado. —Él sacude la
cabeza—. Pero debes saber: niñas susceptibles, lindas, implacables con
grandes ojos, ropa geeky y buenas notas son totalmente mi tipo. Si
esto fuera real, quiero decir.
—Está bien. Touché. Gracias por mentir, pero apestas en ello.
Tienes un montón de trabajo haciendo que eso suene convincente. —Me
río, pero cuando me encuentro con su mirada parece extraño. Nervioso.
Él rompe el contacto visual conmigo y golpea su lapicero contra el
contrato.
—Mira, Rochi... no seré capaz de dormir esta noche si por lo menos no
trato de convencerte de que no hagas esto. Tú lo has dicho. Yo soy la
última persona con la que deberías salir este verano. Y es totalmente
cierto.
—Perdóname. Ya hemos pasado por la extorción. Sólo sigue
escribiendo y dejar de tratar de escabullirse de esto. No voy a echarme
para atrás. Tú, nosotros, ya conseguimos el trabajo. Ninguno de los dos
quiere alejarse de Geekstuff.com. No puedo esperar a trabajar allí, y lo
mismo contigo.
Él me mira entonces, y no puedo apartar la mirada.
—Quiero añadir un requisito adicional a esto.
—Lo que sea. Por favor, sólo no te retractes. —Escaneo profundo en
su mirada verde-oro deseando poder leer su mente.
—Si vas a pasar el rato con mis amigos y yo, tienes que ser
agradable.
—¿Agradable? —Trago.
—Agradable como lo estás haciendo ahora. Como estabas siendo
ayer, a todo el mundo en la entrevista.
Pongo una cara y me preparo para explotar por llamarme agradable,
pero él sostiene un dedo para evitar que hable mientras continúa: —Si no
lo eres, nadie va a creer un segundo en esto. No salgo con chicas
maliciosas. Y ahí está mi abuela a considerar. Así como te he escuchado
decir que tengo una reputación como jugador, se rumorea que tú eres una
enorme perra molesta. Prefiero que esas palabras no sea parte de cómo te
presente a mi abue…
—Dios. Para. —Trago. No queriendo admitir lo mucho que sus
palabras lastiman—. Voy a ser agradable, pero tú tiene que ser agradable
también. Y… yo, yo no permitiré que digas nada sobre este contrato…
—Honestamente. Detente tú esta vez. —Sostiene su mano hacia
arriba—. Soy famoso por no hablar de las cosas. No tienes de que
preocuparte. No voy a decirle a ninguno de mis amigos acerca de esto,
acerca de ti, ni sobre nuestro contrato. —Él parece evaluarme—. Si se
filtra por mi culpa, puedes quedarte con el dinero. ¿Qué tal?
—¿Crees que voy a ser yo el que revele nuestra cubierta?
Él se encoge de hombros.
—Confía en mí, y yo confiaré en ti. Es tan fácil como eso.
Tengo que trabajar para conseguir que algunas palabras suenen
firmes cuando salen. En lugar de un comentario sarcástico en capas, lo
miro a los ojos y lo golpeó con la verdad absoluta.
—Voy a confiar en ti. Pero sabes que odio profundamente tener que
hacer eso. Odio confiar en alguien más que en mí misma.
Miro hacia otro lado, pero puedo sentirlo mirando.
—Rochi. —Su voz es un susurro bajo—. Tienes mi palabra. No dejaré
que nadie, nada te haga daño. Esto va a funcionar. Lo hará.
Me arriesgo a echar un vistazo hacia él, sintiéndome casi consumida
por la preocupación que oí en su voz. Por una vez, estoy segura de que lo
he leído bien. Él se preocupa. Quiere decir lo que dijo. Yo sólo puedo
asentir con la cabeza y frotar los pliegues de mis pantalones vaqueros
sobre mis rodillas. Mi garganta está seca, y mis ojos están cargados de
agotamiento y de lágrimas no derramadas. Estoy de repente caliente, y
después demasiado fría.
Miro de nuevo para encontrarlo todavía mirando.
—¿Qué estás esperando? Escribe todo ahí para que lo podamos
firmar. —Me las arreglo para decir, parpadeando.
Él garabatea su nombre en la parte inferior del papel y me lo pasa
por encima con una media sonrisa.
—Tu turno.
Firmo mi nombre al lado suyo y se lo devuelvo. Es todo lo que puedo
hacer para no gritar: RARO. Si tan sólo pudiera, pero mi voz parece ya no
existir.
Gaston se dirige desde detrás de la cortina, y yo me quedo donde
estoy, tratando de recomponerme.
Cuando lo sigo, él está encendiendo a la vieja impresora/copiadora
de la escuela del Señor Williams.
—Estoy seguro de que al viejo entrenador no le importará
prestarnos su escondite personal de papel. No por esto —murmura.
Después de un par de falsos comienzos y paradas, encuentra la manera de
hacerlo funcionar, y me entrega una copia.
—Bueno. Eso es todo, novia. —Él sonríe, doblando su copia del
contrato y metiéndola en su bolsillo trasero.
—Mmmh. —Yo asiento. Todavía soy completamente incapaz de
formar una frase. Me dirijo a agarrar mi bolso de mensajero y coloco
cuidadosamente mi contrato en el interior de él. No quiero que se arrugue
en caso de que decida enmarcarlo y colgarlo al lado de mi diploma de la
universidad en el futuro.
Cuando me volteo, Gaston tiene su teléfono fuera. Se ilumina como si
estuviera comprobando textos. Sus ojos son brillantes.
—Vamos a intercambiar números. Voy a escribirte un mensaje a las
7:00 p.m. en punto. —Él me lanza otro de esos perfectos y vertiginosos
guiños, y levanta las cejas en alto—. No me gustaría que tus padres se
pierdan mi encantador mensaje.
Mi cara está tan rígida por mantener la misma expresión en su lugar
que mis mejillas realmente duelen. Me pregunto si me he roto un molar.
Dios. ¿En serio? Gaston Dalmau, mi novio contratado quiere mi número
de teléfono para mandarme un mensaje de texto esta noche. JA.
Me encojo de hombros, como si esto no es una gran cosa y saco mi
iPhone.
—Tú primero, novio. —Le dirijo un guiño de los míos, duplicándola
con una enorme mirada penetrante.
Voy a llamar a esta nueva mirada ―guiño-desprecio-mirada‖.
El resultado: Gaston se ríe como si yo fuera graciosa.
Obviamente, tengo que practicar esta mirada en el espejo.
O despedirlo inmediatamente.

1 comentario: