—
¿Ramiro?
Él
sonrió y las arrugas aparecieron en uno y otro lado de sus magníficos ojos verdes.
—
Sorpresa.
Para no decir menos.
—
Qué... ¿qué estás haciendo aquí?
Al
instante, me imaginé escenarios que hicieron que mi corazón se acelerara. El
hecho de que estuviera enamorado de mí, también. Que nos reíamos y
coqueteábamos durante la cena, que luego nos besuqueábamos, nos casábamos,
teníamos hijos, envejecíamos juntos, y...
—
...Te estoy salvando del dentista.
—
¿El dentista?— Entonces, me acordé de nuestra
conversación en el trabajo.
—
Oh.
Él
sólo estaba siendo amable. Cualquier esperanza se escapó de mí.
Sin
darse cuenta, se deslizó en su asiento.
—
Parecías menos emocionada por conocer a alguien
nuevo, así que pensé que no estarías muy decepcionada si me presentaba en su
lugar.
Es
cierto.
—
Pero, ¿cómo...
—
Buenas noches. Soy Marcia—. Una mujer alta, de
cabello oscuro apareció— ¿Les gustaría ordenar un cóctel? Nuestra bebida
especial de esta noche es la poción de amor—. Su voz y la expresión facial,
carecían de chispa de entusiasmo. - Viene en una copa de Martini.
—
Suena cursi—, solté.
—
Así es—. Ramiro levantó sus dedos medio e
índice. —Tráiganos dos.
—
Dos pociones para el amor, vienen enseguida—.
Ella asintió con la cabeza y desapareció.
Solté una carcajada con la elección de bebidas festivas de Ramiro.
—
Ni siquiera sabes lo que hay en ella.
—
Si vamos a celebrar la falsa festividad, juntos,
realmente deberíamos ir con todo. ¿Qué tan malo puede ser?— Me guiñó el ojo y
se sintió como plumas agitándose en mi estómago haciéndome cosquillas.
En realidad, con el giro que la noche había
tomado, incluso tomar enjuague bucal sabría bien. Por lo menos me gustaría
llegar a pasar la velada con Ramiro, aunque fuera sólo como amigos.
—
La camarera no se ve tan feliz de estar aquí.
—
Su estado de ánimo parecía un poco triste, ¿eh?
Tal vez ella tiene una cita con el dentista más tarde y le preocupa—. Sus
labios se torcieron en una sonrisa.
—
No puedo creer que hayas hecho esto—. El adorno
del centro de la mesa, unas rosas rojas, me hizo sonreír. Levanté una rosa y
aspiré el aroma. Tendría muchas explicaciones que darle a Jazmín. —¿Qué pasó
con tus grandes planes?
Él
sonrió.
—
¿Te refieres ver Duke contra North Carolina con
Bubbles? Pensé que sería más divertido salir contigo.
—
¿Bubbles?— Con ese tipo de nombre, no podía
decidir si estar o no celosa.
—
Mi perro golden retriever. La nombraron así en
la perrera antes de que la rescatara. En el caso de que me lo preguntes—. Él se
inclinó hacia delante en su silla. —Duke vs. North Carolina es una gran cosa.
Con March Madness justo a la vuelta de la esquina, este juego podría llegar a
ser una vista previa de los cuatro finalistas.
Charla de deportes. No tenía idea de cómo traducir esto. Si sus grandes planes
eran ver baloncesto con su perro, entonces eso sugería que...
—
¿Significa eso que estás soltero?
Él
asintió con la cabeza y luego tomó su agua.
—
¿Estaría aquí si no lo estuviera?
—
Pero tú eres guapo—. Oh, buen trabajo, Valeria.
Impresiónalo con tu inteligencia, ¿por qué no?
Se
atragantó con su sorbo, tosió en su mano, y luego puso su vaso en la mesa.
—
Lo tomaré como un cumplido, pero parece que
siempre estamos comparándonos... ¿estás segura de que estás sola?
Una chispa salió a través de mí. Caramba, era encantador. Muy
encantador.
—
Sí, lo estoy—. Sonreí. —Sola. Al igual que tú.
Se
echó a reír y pude sentir el calor encendiéndose.
—
Bien. Me alegro de que eso quede arreglado.
La
camarera regresó con nuestras bebidas misteriosas, tomó nuestras órdenes, luego
se retiró sin el menor asomo de una sonrisa.
Ramiro miró su copa de martini.
—
Es hora de saber si es tóxico.
—
¿Te parece si nos turnamos en caso de que uno de
nosotros tenga que llamar al 911?—, le pregunté, en broma.
Se
inclinó hacia mí, con su sobrio rostro.
—
Yo digo que lo hagamos juntos.
Mi
piel se estremecía y yo quería hacer eso “literalmente”. Levanté mi copa de
color rosa.
—
Brindo por tomar riesgos.
Levantó su copa.
—
En más de un sentido.
Bebí un sorbo y el dulce líquido viscoso se deslizó hacia abajo con
facilidad. Me encantó. Me encantaba Jazmín. Amaba la vida. Vaya, ¿quién lo
hubiera pensado?
Bajando mi copa, redondeé con mi dedo el borde de ella.
—
Sabes, no soy buena hablando cosas sin sentido.
Juré que esta sería mi última cita a ciegas.
—
Te lo prometo, no habrá una charla sin sentido.
Y en cuanto a tu voto, haré mi mejor esfuerzo para que lo sostengas.
¿Qué lo sostenga? Yo tenía la esperanza de que
él me sostuviera. Me sonrojé ante el pensamiento y seguí la conversación.
—
¿Cómo es posible que no tengas novia?— Solté,
todavía sorprendida de que yo estuviera ahí. Con Ramiro. El Ramiro. Con el que
había estado soñando durante meses. —Ya que eres tan guapo, quiero decir—.
Agregué la última parte bromeando, burlándome de mí misma.
Me
podía dar cuenta que él pensaba que yo era linda.
Tal
vez esta poción de amor había sido una buena idea, después de todo.
Tomé otro sorbo fortificante.
Él dejó la copa sobre la mesa.
—
Bueno, estuve en una relación por varios años
antes de trasladarme a esta oportunidad de trabajo. Mar es una gran persona,
pero no nos veíamos pasando el resto de nuestra vida juntos. Nuestra ruptura
fue mutua y amistosa.
Estaba claro que Mar, estaba loca.
Tomó
un pedazo de pan le puso mantequilla y luego lo puso en mi plato.
—
¿Y tú?
—
Nada tan civilizado—. Tomé el pequeño trozo de
pan y suspiré. —Simon y yo nunca estuvimos en la misma página. Se sintió como
dos años tratando de ponerle un smoking a un cerdo.
—
Suena como mucho trabajo—, dijo muy serio.
—
Lo fue, pero puedo agradecerle a mi estilista el
que tomara esa carga por mí. Le había estado dando más que sólo cortes de pelo
a mis espaldas, si sabes a lo que me refiero.
Hizo una mueca.
—
Lo siento mucho.
Me
incliné hacia él, mordí el labio inferior, y me encogí un poco de hombros.
—
Ya lo olvidé.
—
Me alegro—.
Olvídate de: calor. Habíamos avanzado hasta:
ardiendo.
El calor ardía a través de mí. Esto estaba más
allá de la zona de amigos. Si pudiera hablar, hubiese pedido la cuenta. En
cambio, mis ojos estaban clavados en los suyos, y no había manera en la que yo
pudiera dejar de verlo en primer lugar.
La
camarera puso los platos delante de nosotros, distrayéndome y rompiendo el
momento.
Ramiro enderezó su cuello, y luego tomó su tenedor.
—
¿De qué estábamos hablando?
—
De relaciones—. Sonreí, amando el que yo
pareciera afectarlo tanto como él lo hacía en mí.
—
Correcto—. Se aclaró la garganta. —Me dijiste
antes, que ya habías tenido suficiente de conversaciones sin sentido. ¿Por qué?
Tomé un poco de puré de papa con el tenedor.
—
Jazmín, siendo una extasiada nueva esposa, le
encanta conseguirme citas a través de Tacho. Por alguna razón, cada vez que la
pequeña conversación sin sentido comienza, sueño despierta. No puedo evitarlo.
Él
parpadeó.
—
¿Quién es Tacho?
—
El esposo de Jazmín—. Levanté otro bocado de
papas, y se derretía en mi boca. Incluso la comida sabía mejor cuando estaba
con Ramiro. —Lo que me recuerda. Ella dijo que me encontraría con un amigo de
softbol de Tacho. Un 10 perfecto.
Él
puso una mano sobre su pecho.
—
¿Estás diciendo que no soy un 10?
Más bien como un 25. Me humedecí mis labios,
tratando de ser sutil.
—
Todavía estoy decidiendo.
El
hecho de que estuviera babeando por él, no significaba a que jugaría a ser
fácil.
—
Bien, entonces. Déjame ver si puedo ganar
algunos puntos por creatividad—. Se secó el lado de la boca con la servilleta
de lino y puso el tenedor diagonalmente sobre el plato vacío. —Ya que parecías
estar temiendo tanto a la cita a ciegas, pensé que podría tener una
oportunidad.
Mi
corazón latía con fuerza en mi pecho.
—
Puesto que tú no sabías que tu cita era real,
pensé que no haría ninguna diferencia si hacía que Jazmín lo sustituyera por
mí.
Oh, hacía una diferencia, en el buen sentido. Saboreé mi último bocado
de salmón, casi incapaz de creer la confesión de Ramiro.
—
A decir verdad, Valeria—, miró hacia abajo, casi
tímidamente, antes de llegar a mis ojos de nuevo: —He intentado mis mejores
tácticas para coquetear contigo durante más de dos meses, pero no estaba muy
seguro si estabas interesada. Tú, eh, parecías tener muchas citas.
Puse una mano en mi frente. Había sufrido a través de dos meses sin
Ramiro, porque había dejado que Jazmín me arreglara citas.
—
¿Cómo puedes pensar que no estaría interesada?
Tú eres... bueno, eres tan guapo.
Él
sonrió con suavidad.
—
Me alegro que lo creas, pero nunca pensaste
decírmelo.
Mi
cuerpo se calentaba tan rápido, que tuve que apoyarme a la mesa para sostenerme.
—
Date por entendido.
Fijó sus ojos en mí, y luego deslizó su mano sobre la mía y entrelazó nuestros
dedos. —Lo mismo digo.
Tragué saliva, teniendo problemas para expresar mis sentimientos.
—
¿Sabes lo que pienso, Ramiro.
Él apretó los dedos y sacudió la cabeza, todavía
mirándome.
—
¿Qué?
Habiendo decidido llamar y cancelar al taxista a
las nueve, apunté hacía mi copa vacía.
—
Creo que esta poción de amor, realmente
funciona.

me encanto el capitulo!! Espero mas!!
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