Capítulo 19
::Gaston::
ey, N. Estoy
a 2 cuadras de distancia. Advertencia:
vuelo solo.
Compañero nos dejó.
Me detengo a una calle
del vecindario de Rochi y envió
mi mensaje de texto
según lo prometido justo antes de las 9 a.m. Estoy un
poco preocupado de que
ella vaya a cancelar cuando vea que estoy solo en
el auto.
Doy un suspiro de
alivio cuando ella contesta de inmediato:
K. Rojo D.
¡Advertencia! ¡MPEH PPEH!
No tengo ni idea de lo
que significa MPEH PPEH. ¿Tal vez sea
español?
Las habilidades de
Rochi para los mensajes de texto se han vuelto un
punto de discusión
entre nosotros. Su hermana menor le dio una lista de
siglas para los
mensajes de texto. Se lo llevó al trabajo el viernes, pero me
negué a ―estudiarlo‖.
Era el primer ―no‖ que le había dado a ella por algo.
Hombre, había estado
molesta. Ayer, le había pedido una traducción de
H
uno de sus mensajes
crípticos que me había respondido con mayúsculas:
VATQPPEOV?!
Al parecer, eso
significaba en grito: ¡¿Vamos a tener que pasar por
esto otra vez?!
Me detengo en frente
de su casa. Antes de que tenga la oportunidad
de estacionarme o
tocar la bocina, la chica está golpeando en el asiento del
pasajero.
—Vamos. —Ella está sin
aliento.
Estoy tan desorientado
por sus oscuros shorts marrones que mi pie
se desliza del
embrague y detengo el auto.
Piernas. Lisas y
bronceadas, piernas largas y hermosas.
—¿Qué estás haciendo?
—pregunta. Sus ojos se mueven a medida
que gesticula
violentamente hacia su casa.
Canela, sol, las
piernas y... el auto murió.
Mi mente se despeja un
poco. Sigo la dirección de su dedo
apuntando a dos
personas que se habían arrastrados detrás de Rochi y ahora
están dirigiéndose
directamente hacia nosotros.
¡Padres! ¡Padres!
Ella comienza a
saludar y a sonreír, pero me está hablando a través
de su sonrisa.
—Conduce lejos. Como
AHORA o prepárate para fingir que tu
nombre es Peter ..
Mi corazón nunca ha
latido tan rápido.
La madre de Rochi dice
en voz alta: —¡Cariño, espera! Nos encantaría
conocer a tu amigo.
Recuerdo la voz de
esta mujer hace años y entro en pánico.
Explicando que como me
veo es la menor de mis preocupaciones en
cuanto a estas
personas se refiere. Si me reconocen, voy a ser fusilados en
el acto.
Golpeo con el pie el
embrague, coloco el auto en neutro y giro la
llave, acelerando a
Bessie, mi Honda Accord 84, de vuelta a la vida en la
forma que sé que
podría perder potencia de nuevo.
El auto se queja y
dispara una triple explosión a destiempo, pero se
queda con vida. El
ruido de la explosión parece asustar a los padres de
Rochi, y se congelan
momentáneamente en el camino.
—¡Cariño! ¿Jovencito?
Yu-jú. ¿Peter? Sólo un minuto, por favor. —
La madre de Rochi se
sacude hacia adelante como si hubiese sido expulsada
por una catapulta. Su
padre está frunciendo el ceño y mirándome a mí y al
auto de una forma que
compite con la mirada de Rochi.
Me pongo mi gorra de
béisbol hacia abajo y encorvo mis hombros,
fingiendo no escuchar.
En dos segundos me retiro del camino de entrada,
alejándome de la acera
con una sacudida.
Rochi se asoma a la
ventana del auto y grita: —¡Adiós! Vamos tarde.
Tenemos que recoger a
la pandilla. ¡Nos vemos esta tarde! —Ella se
despide salvajemente y
sonríe ampliamente.
No puedo respirar en
absoluto.
No hablamos durante
tres cuadras completas.
Por mi parte, el
silencio se debe a dos razones:
1. Creo que me he
tragado mi lengua.
2. Rochi se estiró y
cruzó los tobillos, lo que me hace notar sus
piernas de nuevo.
Cometo el error de mirar por encima de
ella en ese momento.
¡Mierda!
Tres razones ahora:
3. Sus lindas trenzas
de chica de la pradera son
exageradamente
adorables y, ¡están contribuyendo en mi
completo apagón
mental!
Esta chica es
perfecta... mi enamoramiento será para siempre.
—¡Santa mierda! —Se
siente bien decirlo en voz alta—. ¡Y mierda!
—Traté de advertirte.
Te escribí MPEH PPEH —dice Rochi,
suponiendo
erróneamente que estoy hablando de lo que acaba de pasar—.
Eso debería haberte
avisado…
—¡¿MPEH PPEH significa
padres?! Chica, ¿estás deliberadamente
tratando de matarme o
simplemente que me maten? ¡Si hubieras escrito
MAMÁ y PAPÁ hubieras
usado la misma cantidad de letras y hubiese
tenido sentido!
—Yo no había pensado
en eso. —Ella se ve tan sorprendida y
disgustada y entonces
me siento mal por haberle gritado—. Pero... todo el
mundo sabe que en los
mensajes de texto MPEH significa Mamá Por
Encima del Hombro. Y
PPEH significa...
—Lo entiendo. Te
repruebo oficialmente en los mensajes de texto.
Elimina todas las
abreviaturas de texto de tu mente. Y no aceptes más
consejo para mensajes
de tu hermana de octavo grado. Ella es una amenaza
y lo sabes. —Le
disparo una sonrisa y, finalmente río—. Casi me da un
ataque al corazón
allí. ¿MPEH PPEH? ¿En serio?
—Oh, dios mío. —Rochi
se ríe conmigo—. Lo siento. —Ella estalla en
un ataque de risa. El
sonido es alegre y trae el aire en mis pulmones—.
Deberías haber visto
tu cara —añade.
—Tendrías que haber
visto la tuya. No puedo creer que les dijiste
que iríamos por la
pandilla . Esto no es 1995. Y, dios caramba, yo no quiero
vagabundear pero, hoy,
no hay pandilla. —Le lanzo una mirada—. Sólo
yo. Lali fue raptada
por su madre para un viaje de compras y Peter
está castigado por
replicar insolentemente a las tareas domésticas. ¿Estás
bien con eso?
—Oh. Sí, estoy bien.
—Se encoge de hombros como si no le
importara, pero he
pasado suficiente tiempo con ella hasta el punto que
puedo decir lo
contrario. Está nerviosa. Me doy cuenta de los círculos
oscuros que tiene bajo
sus ojos. También luce cansada.
—¿Cómo estuvo tu
noche?
—Bien, en realidad.
—Ella está asintiendo demasiado, así que estoy
seguro de que miente.
—Quiero saber qué
significa una buena noche para ti. —Yo la miro
directo a los ojos,
como dardos, preguntándome si se va a abrir. Su
expresión se ha vuelto
cautelosa, por lo que mantengo mi atención en la
carretera—. ¿Dormiste?
—No mucho, y es por
eso que fue una buena noche. —Ella mira por
la ventana. Siento de
nuevo que está mintiendo—. ¿Qué has traído para el
almuerzo? ¿Podemos
comer primero? Si no como comida de verdad con
estos bebés, me duele
el estómago. —Ella saca dos Red Bulls que están
situados dentro de la
mochila, obviamente, burlándose de mí.
—Odio que siempre
tomes esas cosas —le digo, dejando que gane el
cambio de tema. Hoy es
mi intento de ―cambiar todo y volver al negocio‖.
Yo puedo hacer esto. A
pesar de sus malditas piernas, puedo hacer esto.
—Los Red Bull son
sabrosos —añade—. Deberías probarlos. Tal vez
puedan deshacerse de
esa mirada vidriosa que has tenido desde el jueves.
Si me preguntas, yo
diría que eres tú el que no duerme —se burla.
Me encojo de hombros,
deseando poder decirle que esa ―mirada
vidriosa‖ soy yo,
tratando de mantener encubiertos mis ojos para evitar
ver su hermoso rostro
con claridad.
—Sabroso o no, no es
exactamente la bebida más recomendada,
especialmente en una
pre-caminata. ¿Serás capaz de caminar después de
no dormir toda la
noche?
—¿La verdad? No tengo
idea. Pero no puedo intentarlo sin mi dosis
diaria de cafeína, así
que volviendo a lo anterior, es mi alimento básico… lo
necesito y lo amo.
—Ella cierra la bolsa.
—Negociemos. ¿Vas a
decirme más sobre las pesadillas? ¿Por qué las
tienes? —pregunto
suavemente, poniendo en riesgo un vistazo al ver su
expresión cerrada y a
la defensiva.
—Pfff. Dime, ¿por qué
no te gusta el entrenador Williams? O, ¿por
qué ya no juegas al
hockey sobre hielo para nuestra escuela? Peter y
Lali me dijeron que
eres muy bueno. Así como que tienes una buena
oportunidad de beca.
Vi al entrenador Williams en la pista la otra noche y
le pregunté acerca de
ti. Él dijo que estaba manteniendo un lugar para ti
en el equipo. En
cualquier momento.
—¿Lo dijo, entonces?
—Me resguardo, sin sorprenderme de que el
entrenador haya
cumplido su amenaza de comprobar a Rochi. Esta es mi
oportunidad de callar
y dejarlo, pero en vez de eso decido contarle algo
mío. Si me abro a
ella, tal vez ella se abra conmigo—. El entrenador
William y yo tuvimos
una pelea. Es estúpido. Simple y privado. Pero lo
suficiente grande como
para ponerme fuera del hielo para siempre. ¿De
acuerdo?
—Woah, ¿una pelea?
¿Sobre qué?
—Nop, tu turno.
—No me gusta hablar de
mis pesadillas. Son estúpidas, complicadas
y privadas. Como lo
tuyo. No lo entenderías. Digamos que me quitó las
ganas de dormir de por
vida —bromea, usando mis palabras de vuelta.
Me estremezco cuando
atrapo la verdad y el significado detrás de lo
que dijo.
—Cuéntame un poco.
¿Eres una especie de persona que sufre de
insomnio? —Trato de
nuevo.
Ella cruza los brazos.
—No. Bueno… sí. Pero
no quiero serlo. Anhelo mi cama como
algunas personas
anhelan el chocolate, pero si me quedo dormida cuando
está oscuro afuera las
pesadillas son terriblemente peores, sin fin. Así que
trato de no animarlas.
—Ella me mira a través de sus pestañas, como si no
quisiera que note que
está observando mis reacciones ante lo que está
diciendo.
—Después de tres años
de tratamiento y nunca ser capaz de
entenderlas, estar
despierta toda la noche es mucho más fácil que analizar
mis pesadillas
aleatorias. Y funciona. No las tengo si tomo siestas durante
el día. —Ella deja
escapar un largo suspiro—. Vas a creer que estoy loca
ahora. Las personas
sanas no hacen terapia año tras año. Ah, y la noticia de
última hora, la
terapia resultó en mí.
Me siento un poco
enfermo. Desamparado.
—Lo siento. Realmente
lo siento.
Se encoge de hombros y
mira por la ventana.
—No lo hagas. No
quiero dar lástima. No me la merezco. Las
pesadillas son en
parte culpa mía, porque no puedo superarlas. No
directamente, por
supuesto, pero después de que mis padres gastaron
miles de dólares,
después de haber probado todas las píldoras disponibles,
todos hemos
descubierto que soy simplemente incurable. En el ámbito
general de las cosas,
no es tan importante.
—¿Qué? —Casi grito,
enojado porque ella parece creer totalmente
eso—. Tú, no siendo
capaz de dormir es importante. Por Dios, Rochi.
Se encoge de hombros.
—Otras personas tienen
cosas mucho peor con las que lidiar que
pesadillas y no
dormir. Como pobreza, cáncer, la guerra. Hay gente que
vive sin piernas, o un
miembro de la familia muriendo. Mi horario de
sueño aleatorio es
mínimo en comparación. Además, lo uso. Soy como un
médico de sala de
emergencia. Siempre en el turno de noche. No es gran
cosa. Honestamente.
—Ella aprieta sus brazos sobre su pecho.
—Sí, pero estás en el
turno de día conmigo —le digo suavemente.
—Sí. —Ella se ríe, con
una risita irónica.
—Así que… ¿estás
exhausta, todo el tiempo?
—Como una modelo que
siempre está hambrienta. —Ella bromea,
pero no estoy riendo—.
Trato de ocultar la falta de sueño a mis padres. En
la escuela yo puedo
llevarlo a cabo, pero este verano… ha sido más difícil.
Con las prácticas, más
mi nuevo novio pegajoso al que no puedo llevarle el
ritmo. Me he visto
obligada a dormir de noche… sólo que eso no va tan
bien.
—A causa de las
pesadillas. ¿Has estado teniendo muchas de ellas?
—¿Qué es esto… un
juzgado? —Ella pone los ojos en blanco hacia mí
y su expresión es tan
graciosa que casi rio. Casi, porque sé que está
haciendo eso para
enfrentar la gravedad de lo que me está diciendo.
La muchacha se está
desmoronando y es mi culpa.
Mi corazón se retuerce
mientras termina.
—Tengo que resolver
algunos problemas. No voy a holgazanear de
nuevo, te lo juro.
Dormir mientras trabajas por ambos fue una cosa de una
vez, si eso es lo que
te preocupa.
—¡Demonios! ¿Es eso lo
que piensas? —Me agarro del volante y giro
en la carretera de dos
canales marcados con un cartel que dice: Área de
Red Rocks Senderismo
cuatro millas—. ¿Me dirás de qué se tratan los
sueños? —Me aventuro
nuevamente. Si dice que sí, entonces voy a
estacionar el auto y decirle
la verdad. Aquí y ahora.
—Nunca…
—¿Nunca? —Tomo una
media respiración y la contengo. Deseo que
no acabara de cerrar
la puerta con tanta fuerza sobre mí. No estoy
sorprendido. La chica
es tan fuerte, tan terca… tan solitaria.
—No es nada personal.
—Ella se encuentra con mi mirada—. He
aprendido por las
malas que ―compartir‖ cualquier cosa específica detiene
mi progreso. —Ella
golpea su cabeza con el dedo índice—. Después de
años de jugar con este
bebé, es mejor mantener la tapa de la caja de
pandora bloqueada
fuertemente. Ni siquiera intentes romperme. Gente
fuerte lo ha intentado
y ha fracasado. Además, te voy a odiar si lo intentas.
—La mirada que me da
es muy abierta y mortal—. Lo digo en serio. Te
dicho suficiente, ¿de
acuerdo?
Trato de tentarla.
—Claro. Por supuesto,
pero eso significa que no puedo contarte mis
secretos.
—No quiero conocer los
tuyos, los míos son suficientemente
difíciles de tratar.
—Ella sonríe, pero no alcanza sus ojos.
Asiento con la cabeza,
manteniendo mi propia sonrisa falsa en su
lugar.
—Tema cerrado. No me
gustaría que me odies. Quiero decir que…
Bueno… —Yo sigo
adelante… solo por si acaso—. Si alguna vez quieres
hablar de eso, sobre
cualquier cosa, por favor no te detengas. Voy a
escuchar. Lo haré.
—Gracias. —Su
expresión se pondera. Ella está más allá de la
tristeza. Está
atormentada.
¿Recuerda? ¿Ella se
acuerda de mí?
Sigo conduciendo,
llegando al final de la carretera asfaltada. Mi
mente se eleva en
nubes como el polvo que se levanta por mis neumáticos.
Estoy de nuevo, recordando
aquella noche, ella, su aspecto, como había
llorado. Lo que podría
haber hecho mejor. Sudor frío, tristeza y culpa
debería empujarme
través del piso de este auto y la carretera tragarme.
Soy un idiota. Un
cobarde. Debo decirle. Debería… pero no puedo
arriesgarme a causarle
más dolor.
—Aunque, ¿puedo decir
algo más? —dice después de que la
tranquilidad y el
polvo ya no amenazan con ahogarnos a los dos.
—Lo que sea.
Toma el pequeño
paquete de su regazo y juguetea con las correas.
—Me gusta que tú sepas.
Acerca de mí… como si fuéramos amigos.
Nosotros lo somos.
¿verdad?
—¡Demonios, sí! Somos
amigos. El dinero va aparte, Rochi… sí. No
podemos ir juntos a
Geekstuff.com en el campamento de entrenamiento
de plástico y no
terminar como amigos. —Entro al área de
estacionamientos y
apago el motor, luego me giro para enfrentarla—. Sólo
dime si necesitas
dormir. Te ayudaré a encontrar un camino. Lo digo en
serio. Yo te cubro.
Odio pensar que estás cansada todo el tiempo. Me vas a
matar si no me dejas
ayudarte.
Ella vacila. Sus ojos
me sostienen.
—Yo no sé por qué,
pero contigo las cosas siempre parecen tan
fáciles. Las últimas
dos semanas, nuestro contrato y esto. —Señala el
sendero—. Si me hace
mal, voy a decírtelo, pero te pongas todo paterno y
preocupado. Eso me
mataría. No tienes ni idea del divertido verano que he
tenido ya.
—¿En serio?
Ella suspira y se
lleva la mano a la frente. Sus mejillas tienen una
sombra rosada, pero
sigue.
—Sí. Estoy siendo
idiota. Sólo… gracias por todo. Tú no tenías que
participar, pero lo
hiciste. Puedo estar cansada todo el tiempo, y yo sé que
ese tipo de cosa te
enloquece, pero estoy bien. Feliz. Y es gracias a ti, ¿de
acuerdo? Yo… realmente
confío en ti ahora y… gracias por permitirme
tener este verano.
—Yo… uh… guau. —Mi mente
da vueltas ¿Qué puedo decir?
No la verdad. Eso está
decidido.
—Rochi… —empiezo,
buscando las palabras correctas, pero no puedo
pensar gracias al
brutal dolor de corazón. Estoy atrapado en el medio de
todo. Ella nunca me
dará la oportunidad de estar con ella si sabe lo que yo
sé, lo que he hecho. Y
si alguna vez lo descubre, será evidente que ni
siquiera me merezco la
oportunidad de estar en la misma habitación que
ella.
Así que… ¿qué soy?
¿Qué me hace todo esto, hoy? Me pregunto. ¿Soy
su amigo? O yo soy la
peor persona en el mundo, pasado y presente. Por no
ir directo a la
verdad. Debería. Lo haré. Puedo hacer esto.
Pero, ¿qué verdad debo
decir primero? ¿Qué me estoy mordiendo la
lengua hasta hacerla
sangrar para no decirle que amo como huele? O, ¿qué
hay de que tengo las
manos pegadas a este volante para no inclinarme y
agarrar su rostro,
dándole total acceso a mis pulgares a los rizos que me
he estado muriendo por
tocar desde el día uno? ¿Debo mencionar que he
pasado montones de
tiempo preguntándome cómo sería besar el labio
inferior perfectamente
sexi que ha estado masticando desde que estacioné
el auto?
Oh, Dios. ¿Qué es lo
correcto para hacer?
Si decirle que sé que
esto es lo correcto, salir con ella y así poder
hacerla sonreír
—siendo el amigo de esta chica— se ha convertido
personalmente en mi
todo.
¿Qué la ayudaría más?
Verdad y más dolor, o ¿tener un amigo? Lo
admito, yo también
estoy siendo egoísta. Malo. Débil. Bien. Puedo
confesar que no
decirle parece mucho más fácil, para ambos.
Además, si confieso
aquí y ahora, no conseguiré hacer esta caminata
con ella.
Nunca voy a verla
patinando. Dudo que alguna vez me deje poner mi
brazo alrededor de sus
hombros de nuevo, tampoco. Tenerla al lado,
sonriéndome a los ojos
o mejor, frunciéndome el ceño habrá terminado
también.
—Rochi… —empiezo de
nuevo y me doy cuenta que he estado
mirando sus labios
todo el tiempo—. Yo… yo no sé… estoy feliz de que me
consideres como un
amigo, eso es todo. —Le toma un segundo
encontrarse con mi
mirada. Espera. ¡Juraría que estaba viendo mis labios
también!
Imposible.
—Está bien… bueno.
—Ella se ruboriza y me arroja mi favorita
mirada de ―aléjate‖.
Una a la que le doy la bienvenida. La chica es tan
buena, y tan directa.
Si sólo me golpeara en
el ojo en este momento, me sentiría un poco
menos como el diablo.
En lugar de eso, ella
dice: —Vamos a hacer esta caminata-cita antes
que empiece a dormitar
en ti. Me alegro de haber tenido este charla pero
eeeeh… ¿se puede decir
momento incómodo?
—Sí. Y, momento
incómodo.
Ella pone los ojos en
blanco y reímos.
Sin mirar atrás, ella
se aleja rápidamente del auto, dirigiéndose a
gran mapa de los
senderos hecho de madera. Ella habla por encima del
hombro hacia la
ventana abierta.
—¿Cuál de senderos
vamos a recorrer?
—Tú escoge. —Pretendo
estar ocupado girando la manivela pasada
de moda en mi ventana
mientras desenredo mis pensamientos y lidio con
el hecho de que mis
piernas se han convertido en gelatina. Podría ser un
efecto secundario de
mi nuevo nivel de puro odio hacia mí mismo. Pero es
también un efecto
secundario de toda la sangre corriendo fuera de mi
cabeza y entrando en
otros lugares embarazosos.
Es mi culpa por mirar
sus labios. ¿O tal vez es su culpa por mirarme
fijamente?
—D-P-E-H —grita—. Eso
significa: Date Prisa Estoy Hambrienta.
¡Acabo de inventar
eso! Bueno, ¿eh? Me pregunto si puedo conseguir un
aprobado en la junta
nacional de mensajes de texto.
—No renuncies a tu
trabajo diario —bromeo, mirando mientras
alcanzo el asiento del
pasajero por la otra ventana. Ella está lanzando un
Red Bull vacío en una
papelera de reciclaje mientras abre un segundo. Me
transmite con una
extra linda sonrisa ―Te reto a regañarme por beber
esto‖.
Agarro la manivela,
casi rompiéndola con un ataque de pánico de
nudillos blancos
mientras ella cruza delante del auto en dirección a un
área de picnic.
Piernas. Piernas.
Largas, suaves y bronceadas piernas.
—¿Qué estás haciendo?
—Estaré allí en un
momento. —Sostengo mi celular—.
Comprobando mensajes.
Tengo que dejarle uno a la abuela para que no se
preocupe. —Miento y
cierro la ventana por completo.
Se encoge de hombros y
vuelve a meterse con su paquete. Dejo que
mis ojos viajen arriba
y abajo de la longitud de esta chica súper sexi que
está esperando para ir
a caminar conmigo. Ella es mi novia después de
todo. ¿No debería
mirar? ¿No debería llenarla de atenciones… cumplidos…
y todo lo que quiera?
—Amigo. Después de
hoy, estás tan metido en lado oscuro que
nunca volverás
—murmuro, admirando abiertamente su perfil delicado.
Mi cabeza comienza a
palpitar. Con ambas ventanas cerradas y el
sol calentando mi
tablero de instrumentos, el aroma de canela
proviniendo de su
asiento se estrella a mí alrededor.
Piernas. Piernas
increíbles.
Pierdo el control de
nuevo y gimo, descansando mi cabeza contra el
volante. Cierro los
ojos, de modo que no la veo más, pero eso lo hace peor.
Ahora todo lo que
puedo ver son sus labios en mi mente.
—¡Mierda!
Nunca seré capaz de
salir de este auto.

esta nove es genial!!
ResponderEliminares original o adaptacion ??
como sea me encanta
sigue subiendo por favor
majo**