sábado, 10 de agosto de 2013

Casi capitulo 19

Capítulo 19
::Gaston::
ey, N. Estoy a 2 cuadras de distancia. Advertencia:
vuelo solo. Compañero nos dejó.
Me detengo a una calle del vecindario de Rochi y envió
mi mensaje de texto según lo prometido justo antes de las 9 a.m. Estoy un
poco preocupado de que ella vaya a cancelar cuando vea que estoy solo en
el auto.
Doy un suspiro de alivio cuando ella contesta de inmediato:
K. Rojo D. ¡Advertencia! ¡MPEH PPEH!
No tengo ni idea de lo que significa MPEH PPEH. ¿Tal vez sea
español?
Las habilidades de Rochi para los mensajes de texto se han vuelto un
punto de discusión entre nosotros. Su hermana menor le dio una lista de
siglas para los mensajes de texto. Se lo llevó al trabajo el viernes, pero me
negué a ―estudiarlo‖. Era el primer ―no‖ que le había dado a ella por algo.
Hombre, había estado molesta. Ayer, le había pedido una traducción de
H
uno de sus mensajes crípticos que me había respondido con mayúsculas:
VATQPPEOV?!
Al parecer, eso significaba en grito: ¡¿Vamos a tener que pasar por
esto otra vez?!
Me detengo en frente de su casa. Antes de que tenga la oportunidad
de estacionarme o tocar la bocina, la chica está golpeando en el asiento del
pasajero.
—Vamos. —Ella está sin aliento.
Estoy tan desorientado por sus oscuros shorts marrones que mi pie
se desliza del embrague y detengo el auto.
Piernas. Lisas y bronceadas, piernas largas y hermosas.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta. Sus ojos se mueven a medida
que gesticula violentamente hacia su casa.
Canela, sol, las piernas y... el auto murió.
Mi mente se despeja un poco. Sigo la dirección de su dedo
apuntando a dos personas que se habían arrastrados detrás de Rochi y ahora
están dirigiéndose directamente hacia nosotros.
¡Padres! ¡Padres!
Ella comienza a saludar y a sonreír, pero me está hablando a través
de su sonrisa.
—Conduce lejos. Como AHORA o prepárate para fingir que tu
nombre es Peter ..
Mi corazón nunca ha latido tan rápido.
La madre de Rochi dice en voz alta: —¡Cariño, espera! Nos encantaría
conocer a tu amigo.
Recuerdo la voz de esta mujer hace años y entro en pánico.
Explicando que como me veo es la menor de mis preocupaciones en
cuanto a estas personas se refiere. Si me reconocen, voy a ser fusilados en
el acto.
Golpeo con el pie el embrague, coloco el auto en neutro y giro la
llave, acelerando a Bessie, mi Honda Accord 84, de vuelta a la vida en la
forma que sé que podría perder potencia de nuevo.
El auto se queja y dispara una triple explosión a destiempo, pero se
queda con vida. El ruido de la explosión parece asustar a los padres de
Rochi, y se congelan momentáneamente en el camino.
—¡Cariño! ¿Jovencito? Yu-jú. ¿Peter? Sólo un minuto, por favor. —
La madre de Rochi se sacude hacia adelante como si hubiese sido expulsada
por una catapulta. Su padre está frunciendo el ceño y mirándome a mí y al
auto de una forma que compite con la mirada de Rochi.
Me pongo mi gorra de béisbol hacia abajo y encorvo mis hombros,
fingiendo no escuchar. En dos segundos me retiro del camino de entrada,
alejándome de la acera con una sacudida.
Rochi se asoma a la ventana del auto y grita: —¡Adiós! Vamos tarde.
Tenemos que recoger a la pandilla. ¡Nos vemos esta tarde! —Ella se
despide salvajemente y sonríe ampliamente.
No puedo respirar en absoluto.
No hablamos durante tres cuadras completas.
Por mi parte, el silencio se debe a dos razones:
1. Creo que me he tragado mi lengua.
2. Rochi se estiró y cruzó los tobillos, lo que me hace notar sus
piernas de nuevo. Cometo el error de mirar por encima de
ella en ese momento.
¡Mierda!
Tres razones ahora:
3. Sus lindas trenzas de chica de la pradera son
exageradamente adorables y, ¡están contribuyendo en mi
completo apagón mental!
Esta chica es perfecta... mi enamoramiento será para siempre.
—¡Santa mierda! —Se siente bien decirlo en voz alta—. ¡Y mierda!
—Traté de advertirte. Te escribí MPEH PPEH —dice Rochi,
suponiendo erróneamente que estoy hablando de lo que acaba de pasar—.
Eso debería haberte avisado…
—¡¿MPEH PPEH significa padres?! Chica, ¿estás deliberadamente
tratando de matarme o simplemente que me maten? ¡Si hubieras escrito
MAMÁ y PAPÁ hubieras usado la misma cantidad de letras y hubiese
tenido sentido!
—Yo no había pensado en eso. —Ella se ve tan sorprendida y
disgustada y entonces me siento mal por haberle gritado—. Pero... todo el
mundo sabe que en los mensajes de texto MPEH significa Mamá Por
Encima del Hombro. Y PPEH significa...
—Lo entiendo. Te repruebo oficialmente en los mensajes de texto.
Elimina todas las abreviaturas de texto de tu mente. Y no aceptes más
consejo para mensajes de tu hermana de octavo grado. Ella es una amenaza
y lo sabes. —Le disparo una sonrisa y, finalmente río—. Casi me da un
ataque al corazón allí. ¿MPEH PPEH? ¿En serio?
—Oh, dios mío. —Rochi se ríe conmigo—. Lo siento. —Ella estalla en
un ataque de risa. El sonido es alegre y trae el aire en mis pulmones—.
Deberías haber visto tu cara —añade.
—Tendrías que haber visto la tuya. No puedo creer que les dijiste
que iríamos por la pandilla . Esto no es 1995. Y, dios caramba, yo no quiero
vagabundear pero, hoy, no hay pandilla. —Le lanzo una mirada—. Sólo
yo. Lali fue raptada por su madre para un viaje de compras y Peter
está castigado por replicar insolentemente a las tareas domésticas. ¿Estás
bien con eso?
—Oh. Sí, estoy bien. —Se encoge de hombros como si no le
importara, pero he pasado suficiente tiempo con ella hasta el punto que
puedo decir lo contrario. Está nerviosa. Me doy cuenta de los círculos
oscuros que tiene bajo sus ojos. También luce cansada.
—¿Cómo estuvo tu noche?
—Bien, en realidad. —Ella está asintiendo demasiado, así que estoy
seguro de que miente.
—Quiero saber qué significa una buena noche para ti. —Yo la miro
directo a los ojos, como dardos, preguntándome si se va a abrir. Su
expresión se ha vuelto cautelosa, por lo que mantengo mi atención en la
carretera—. ¿Dormiste?
—No mucho, y es por eso que fue una buena noche. —Ella mira por
la ventana. Siento de nuevo que está mintiendo—. ¿Qué has traído para el
almuerzo? ¿Podemos comer primero? Si no como comida de verdad con
estos bebés, me duele el estómago. —Ella saca dos Red Bulls que están
situados dentro de la mochila, obviamente, burlándose de mí.
—Odio que siempre tomes esas cosas —le digo, dejando que gane el
cambio de tema. Hoy es mi intento de ―cambiar todo y volver al negocio‖.
Yo puedo hacer esto. A pesar de sus malditas piernas, puedo hacer esto.
—Los Red Bull son sabrosos —añade—. Deberías probarlos. Tal vez
puedan deshacerse de esa mirada vidriosa que has tenido desde el jueves.
Si me preguntas, yo diría que eres tú el que no duerme —se burla.
Me encojo de hombros, deseando poder decirle que esa ―mirada
vidriosa‖ soy yo, tratando de mantener encubiertos mis ojos para evitar
ver su hermoso rostro con claridad.
—Sabroso o no, no es exactamente la bebida más recomendada,
especialmente en una pre-caminata. ¿Serás capaz de caminar después de
no dormir toda la noche?
—¿La verdad? No tengo idea. Pero no puedo intentarlo sin mi dosis
diaria de cafeína, así que volviendo a lo anterior, es mi alimento básico… lo
necesito y lo amo. —Ella cierra la bolsa.
—Negociemos. ¿Vas a decirme más sobre las pesadillas? ¿Por qué las
tienes? —pregunto suavemente, poniendo en riesgo un vistazo al ver su
expresión cerrada y a la defensiva.
—Pfff. Dime, ¿por qué no te gusta el entrenador Williams? O, ¿por
qué ya no juegas al hockey sobre hielo para nuestra escuela? Peter y
Lali me dijeron que eres muy bueno. Así como que tienes una buena
oportunidad de beca. Vi al entrenador Williams en la pista la otra noche y
le pregunté acerca de ti. Él dijo que estaba manteniendo un lugar para ti
en el equipo. En cualquier momento.
—¿Lo dijo, entonces? —Me resguardo, sin sorprenderme de que el
entrenador haya cumplido su amenaza de comprobar a Rochi. Esta es mi
oportunidad de callar y dejarlo, pero en vez de eso decido contarle algo
mío. Si me abro a ella, tal vez ella se abra conmigo—. El entrenador
William y yo tuvimos una pelea. Es estúpido. Simple y privado. Pero lo
suficiente grande como para ponerme fuera del hielo para siempre. ¿De
acuerdo?
—Woah, ¿una pelea? ¿Sobre qué?
—Nop, tu turno.
—No me gusta hablar de mis pesadillas. Son estúpidas, complicadas
y privadas. Como lo tuyo. No lo entenderías. Digamos que me quitó las
ganas de dormir de por vida —bromea, usando mis palabras de vuelta.
Me estremezco cuando atrapo la verdad y el significado detrás de lo
que dijo.
—Cuéntame un poco. ¿Eres una especie de persona que sufre de
insomnio? —Trato de nuevo.
Ella cruza los brazos.
—No. Bueno… sí. Pero no quiero serlo. Anhelo mi cama como
algunas personas anhelan el chocolate, pero si me quedo dormida cuando
está oscuro afuera las pesadillas son terriblemente peores, sin fin. Así que
trato de no animarlas. —Ella me mira a través de sus pestañas, como si no
quisiera que note que está observando mis reacciones ante lo que está
diciendo.
—Después de tres años de tratamiento y nunca ser capaz de
entenderlas, estar despierta toda la noche es mucho más fácil que analizar
mis pesadillas aleatorias. Y funciona. No las tengo si tomo siestas durante
el día. —Ella deja escapar un largo suspiro—. Vas a creer que estoy loca
ahora. Las personas sanas no hacen terapia año tras año. Ah, y la noticia de
última hora, la terapia resultó en mí.
Me siento un poco enfermo. Desamparado.
—Lo siento. Realmente lo siento.
Se encoge de hombros y mira por la ventana.
—No lo hagas. No quiero dar lástima. No me la merezco. Las
pesadillas son en parte culpa mía, porque no puedo superarlas. No
directamente, por supuesto, pero después de que mis padres gastaron
miles de dólares, después de haber probado todas las píldoras disponibles,
todos hemos descubierto que soy simplemente incurable. En el ámbito
general de las cosas, no es tan importante.
—¿Qué? —Casi grito, enojado porque ella parece creer totalmente
eso—. Tú, no siendo capaz de dormir es importante. Por Dios, Rochi.
Se encoge de hombros.
—Otras personas tienen cosas mucho peor con las que lidiar que
pesadillas y no dormir. Como pobreza, cáncer, la guerra. Hay gente que
vive sin piernas, o un miembro de la familia muriendo. Mi horario de
sueño aleatorio es mínimo en comparación. Además, lo uso. Soy como un
médico de sala de emergencia. Siempre en el turno de noche. No es gran
cosa. Honestamente. —Ella aprieta sus brazos sobre su pecho.
—Sí, pero estás en el turno de día conmigo —le digo suavemente.
—Sí. —Ella se ríe, con una risita irónica.
—Así que… ¿estás exhausta, todo el tiempo?
—Como una modelo que siempre está hambrienta. —Ella bromea,
pero no estoy riendo—. Trato de ocultar la falta de sueño a mis padres. En
la escuela yo puedo llevarlo a cabo, pero este verano… ha sido más difícil.
Con las prácticas, más mi nuevo novio pegajoso al que no puedo llevarle el
ritmo. Me he visto obligada a dormir de noche… sólo que eso no va tan
bien.
—A causa de las pesadillas. ¿Has estado teniendo muchas de ellas?

—¿Qué es esto… un juzgado? —Ella pone los ojos en blanco hacia mí
y su expresión es tan graciosa que casi rio. Casi, porque sé que está
haciendo eso para enfrentar la gravedad de lo que me está diciendo.
La muchacha se está desmoronando y es mi culpa.
Mi corazón se retuerce mientras termina.
—Tengo que resolver algunos problemas. No voy a holgazanear de
nuevo, te lo juro. Dormir mientras trabajas por ambos fue una cosa de una
vez, si eso es lo que te preocupa.
—¡Demonios! ¿Es eso lo que piensas? —Me agarro del volante y giro
en la carretera de dos canales marcados con un cartel que dice: Área de
Red Rocks Senderismo cuatro millas—. ¿Me dirás de qué se tratan los
sueños? —Me aventuro nuevamente. Si dice que sí, entonces voy a
estacionar el auto y decirle la verdad. Aquí y ahora.
—Nunca…
—¿Nunca? —Tomo una media respiración y la contengo. Deseo que
no acabara de cerrar la puerta con tanta fuerza sobre mí. No estoy
sorprendido. La chica es tan fuerte, tan terca… tan solitaria.
—No es nada personal. —Ella se encuentra con mi mirada—. He
aprendido por las malas que ―compartir‖ cualquier cosa específica detiene
mi progreso. —Ella golpea su cabeza con el dedo índice—. Después de
años de jugar con este bebé, es mejor mantener la tapa de la caja de
pandora bloqueada fuertemente. Ni siquiera intentes romperme. Gente
fuerte lo ha intentado y ha fracasado. Además, te voy a odiar si lo intentas.
—La mirada que me da es muy abierta y mortal—. Lo digo en serio. Te
dicho suficiente, ¿de acuerdo?
Trato de tentarla.
—Claro. Por supuesto, pero eso significa que no puedo contarte mis
secretos.
—No quiero conocer los tuyos, los míos son suficientemente
difíciles de tratar. —Ella sonríe, pero no alcanza sus ojos.
Asiento con la cabeza, manteniendo mi propia sonrisa falsa en su
lugar.
—Tema cerrado. No me gustaría que me odies. Quiero decir que…
Bueno… —Yo sigo adelante… solo por si acaso—. Si alguna vez quieres
hablar de eso, sobre cualquier cosa, por favor no te detengas. Voy a
escuchar. Lo haré.
—Gracias. —Su expresión se pondera. Ella está más allá de la
tristeza. Está atormentada.
¿Recuerda? ¿Ella se acuerda de mí?
Sigo conduciendo, llegando al final de la carretera asfaltada. Mi
mente se eleva en nubes como el polvo que se levanta por mis neumáticos.
Estoy de nuevo, recordando aquella noche, ella, su aspecto, como había
llorado. Lo que podría haber hecho mejor. Sudor frío, tristeza y culpa
debería empujarme través del piso de este auto y la carretera tragarme.
Soy un idiota. Un cobarde. Debo decirle. Debería… pero no puedo
arriesgarme a causarle más dolor.
—Aunque, ¿puedo decir algo más? —dice después de que la
tranquilidad y el polvo ya no amenazan con ahogarnos a los dos.
—Lo que sea.
Toma el pequeño paquete de su regazo y juguetea con las correas.
—Me gusta que tú sepas. Acerca de mí… como si fuéramos amigos.
Nosotros lo somos. ¿verdad?
—¡Demonios, sí! Somos amigos. El dinero va aparte, Rochi… sí. No
podemos ir juntos a Geekstuff.com en el campamento de entrenamiento
de plástico y no terminar como amigos. —Entro al área de
estacionamientos y apago el motor, luego me giro para enfrentarla—. Sólo
dime si necesitas dormir. Te ayudaré a encontrar un camino. Lo digo en
serio. Yo te cubro. Odio pensar que estás cansada todo el tiempo. Me vas a
matar si no me dejas ayudarte.
Ella vacila. Sus ojos me sostienen.
—Yo no sé por qué, pero contigo las cosas siempre parecen tan
fáciles. Las últimas dos semanas, nuestro contrato y esto. —Señala el
sendero—. Si me hace mal, voy a decírtelo, pero te pongas todo paterno y
preocupado. Eso me mataría. No tienes ni idea del divertido verano que he
tenido ya.
—¿En serio?
Ella suspira y se lleva la mano a la frente. Sus mejillas tienen una
sombra rosada, pero sigue.
—Sí. Estoy siendo idiota. Sólo… gracias por todo. Tú no tenías que
participar, pero lo hiciste. Puedo estar cansada todo el tiempo, y yo sé que
ese tipo de cosa te enloquece, pero estoy bien. Feliz. Y es gracias a ti, ¿de
acuerdo? Yo… realmente confío en ti ahora y… gracias por permitirme
tener este verano.
—Yo… uh… guau. —Mi mente da vueltas ¿Qué puedo decir?
No la verdad. Eso está decidido.
—Rochi… —empiezo, buscando las palabras correctas, pero no puedo
pensar gracias al brutal dolor de corazón. Estoy atrapado en el medio de
todo. Ella nunca me dará la oportunidad de estar con ella si sabe lo que yo
sé, lo que he hecho. Y si alguna vez lo descubre, será evidente que ni
siquiera me merezco la oportunidad de estar en la misma habitación que
ella.
Así que… ¿qué soy? ¿Qué me hace todo esto, hoy? Me pregunto. ¿Soy
su amigo? O yo soy la peor persona en el mundo, pasado y presente. Por no
ir directo a la verdad. Debería. Lo haré. Puedo hacer esto.
Pero, ¿qué verdad debo decir primero? ¿Qué me estoy mordiendo la
lengua hasta hacerla sangrar para no decirle que amo como huele? O, ¿qué
hay de que tengo las manos pegadas a este volante para no inclinarme y
agarrar su rostro, dándole total acceso a mis pulgares a los rizos que me
he estado muriendo por tocar desde el día uno? ¿Debo mencionar que he
pasado montones de tiempo preguntándome cómo sería besar el labio
inferior perfectamente sexi que ha estado masticando desde que estacioné
el auto?
Oh, Dios. ¿Qué es lo correcto para hacer?
Si decirle que sé que esto es lo correcto, salir con ella y así poder
hacerla sonreír —siendo el amigo de esta chica— se ha convertido
personalmente en mi todo.
¿Qué la ayudaría más? Verdad y más dolor, o ¿tener un amigo? Lo
admito, yo también estoy siendo egoísta. Malo. Débil. Bien. Puedo
confesar que no decirle parece mucho más fácil, para ambos.
Además, si confieso aquí y ahora, no conseguiré hacer esta caminata
con ella.
Nunca voy a verla patinando. Dudo que alguna vez me deje poner mi
brazo alrededor de sus hombros de nuevo, tampoco. Tenerla al lado,
sonriéndome a los ojos o mejor, frunciéndome el ceño habrá terminado
también.
—Rochi… —empiezo de nuevo y me doy cuenta que he estado
mirando sus labios todo el tiempo—. Yo… yo no sé… estoy feliz de que me
consideres como un amigo, eso es todo. —Le toma un segundo
encontrarse con mi mirada. Espera. ¡Juraría que estaba viendo mis labios
también!
Imposible.
—Está bien… bueno. —Ella se ruboriza y me arroja mi favorita
mirada de ―aléjate‖. Una a la que le doy la bienvenida. La chica es tan
buena, y tan directa.
Si sólo me golpeara en el ojo en este momento, me sentiría un poco
menos como el diablo.
En lugar de eso, ella dice: —Vamos a hacer esta caminata-cita antes
que empiece a dormitar en ti. Me alegro de haber tenido este charla pero
eeeeh… ¿se puede decir momento incómodo?
—Sí. Y, momento incómodo.
Ella pone los ojos en blanco y reímos.
Sin mirar atrás, ella se aleja rápidamente del auto, dirigiéndose a
gran mapa de los senderos hecho de madera. Ella habla por encima del
hombro hacia la ventana abierta.
—¿Cuál de senderos vamos a recorrer?
—Tú escoge. —Pretendo estar ocupado girando la manivela pasada
de moda en mi ventana mientras desenredo mis pensamientos y lidio con
el hecho de que mis piernas se han convertido en gelatina. Podría ser un
efecto secundario de mi nuevo nivel de puro odio hacia mí mismo. Pero es
también un efecto secundario de toda la sangre corriendo fuera de mi
cabeza y entrando en otros lugares embarazosos.
Es mi culpa por mirar sus labios. ¿O tal vez es su culpa por mirarme
fijamente?
—D-P-E-H —grita—. Eso significa: Date Prisa Estoy Hambrienta.
¡Acabo de inventar eso! Bueno, ¿eh? Me pregunto si puedo conseguir un
aprobado en la junta nacional de mensajes de texto.
—No renuncies a tu trabajo diario —bromeo, mirando mientras
alcanzo el asiento del pasajero por la otra ventana. Ella está lanzando un
Red Bull vacío en una papelera de reciclaje mientras abre un segundo. Me
transmite con una extra linda sonrisa ―Te reto a regañarme por beber
esto‖.
Agarro la manivela, casi rompiéndola con un ataque de pánico de
nudillos blancos mientras ella cruza delante del auto en dirección a un
área de picnic.
Piernas. Piernas. Largas, suaves y bronceadas piernas.
—¿Qué estás haciendo?
—Estaré allí en un momento. —Sostengo mi celular—.
Comprobando mensajes. Tengo que dejarle uno a la abuela para que no se
preocupe. —Miento y cierro la ventana por completo.
Se encoge de hombros y vuelve a meterse con su paquete. Dejo que
mis ojos viajen arriba y abajo de la longitud de esta chica súper sexi que
está esperando para ir a caminar conmigo. Ella es mi novia después de
todo. ¿No debería mirar? ¿No debería llenarla de atenciones… cumplidos…
y todo lo que quiera?
—Amigo. Después de hoy, estás tan metido en lado oscuro que
nunca volverás —murmuro, admirando abiertamente su perfil delicado.
Mi cabeza comienza a palpitar. Con ambas ventanas cerradas y el
sol calentando mi tablero de instrumentos, el aroma de canela
proviniendo de su asiento se estrella a mí alrededor.
Piernas. Piernas increíbles.
Pierdo el control de nuevo y gimo, descansando mi cabeza contra el
volante. Cierro los ojos, de modo que no la veo más, pero eso lo hace peor.
Ahora todo lo que puedo ver son sus labios en mi mente.
—¡Mierda!

Nunca seré capaz de salir de este auto.

1 comentario:

  1. esta nove es genial!!
    es original o adaptacion ??
    como sea me encanta
    sigue subiendo por favor
    majo**

    ResponderEliminar