Capítulo
7
tomó un largo tiempo limpiar la casa.
Alguien se había enfermado en el
patio
trasero así que mandé a Jack a limpiar eso mientras yo trabajaba en la
cocina, recogiendo
todos los vasos y botellas vacías. Parecía que la fiesta se había
salido un
poco de control después de que Gaston y yo nos hubiéramos ido a la cama,
y mi
idiota hermano borracho no se había molestado en detenerlo.
—Ésta es la razón por la que me mantengo sobrio —declaró Gaston, arrugando su
cara con
desagrado al ver un jarrón lleno de orina en el alféizar de la ventana del
salón.
—¿Te mantienes sobrio para evitar que las personas orinen en los
ornamentos de
mi mamá? —pregunté, riendo histéricamente.
Él
asintió.
—Sorprendente pero cierto. Siempre hay alguien que no se molesta en
caminar
hasta el
baño —bromeó, haciéndome reír aún más fuerte.
Me sonrió,
haciendo que mi corazón se derrita, y Nicolas entró.
—Guau, ¿en serio los acabo de escuchar riéndose de algo juntos? Es
la primera vez—dijo mirando a lo que estaba sosteniendo Gaston y pestañando.
—Será mejor que vaya a resolver esto —murmuró Gaston, caminando rápidamente.
Podía
notar que estaba un poco incómodo al mentirle a Nicolas, pero yo estaba
realmente
segura que un par de semanas sería lo mejor, sólo para asegurarnos que
esto era
lo que ambos queríamos.
—Nicolas, ¿se puede quedar Mery este fin de semana? Sus padres
están fuera de la
ciudad y
no se quiere quedar en su casa sola —pregunté, dándole
mi cara de
perrito.
Hizo una
mueca.
—¡Ugh! Esa chica no hace nada más que coquetear conmigo, no me
importaría
tanto si
fuera mayor, pero quiero decir, por Dios, ¡tiene la edad de mi hermana
pequeña!
¡Ew! —dijo con falso estremecimiento.
—¿Así que piensas que alguien de dieciséis no debería salir con
alguien de
dieciocho?
—pregunté, tratando se ser casual.
No lo
creyó, me miró con escepticismo.
—No estás interesada en nadie de dieciocho, ¿verdad? —preguntó, entrecerrando
los ojos
hacia mí. Vi a Gaston volver por el pasillo desde la esquina de mi ojo.
—No, estaba hablando sobre Mery —mentí.
Asintió,
al parecer satisfecho.
—No, no creo que deberían. Quiero decir, ¿qué clase de persona de
dieciocho años
miraría a
alguien de dieciséis de esa forma? —preguntó, mirando
a Gaston mientras
pasaba,
viéndose un poco avergonzado.
—Sólo son dos años, Nicolas, no es la gran cosa. Sólo estás
enloqueciendo porque es
la misma
edad que tengo yo. Sólo porque tú no saldrías con alguien de mi edad,
no quiere
decir que otros chicos se sientan de la misma manera, ¿cierto, Gaston? —
respondí,
todavía tratando de sonar casual a pesar de que mi voz se quebró un
poco
cuando dije el nombre de Gaston.
—Cierto. Conozco a muchas chicas de dieciséis que están bien sexys —
respondió
Gaston, guiñándome un ojo detrás de la espalda de mi hermano.
—Sí, ¡pero tú no puedes salir con ninguna de ellas! —gruñó Nicolas, girándose para
mirarlo y
golpeándolo en la nuca mientras pasaba. Me encontré con la mirada de
Gaston y estaba
un poco sorprendido. Guau, Nicolas de verdad sabía que le gustaba, y al
parecer
estaba muy en contra a la idea de nosotros estando juntos. Esto podría ser
incluso
más complicado de lo que pensé.
Mery llegó
aproximadamente una hora más tarde.
—Hola Nicolas, hola Gaston —ronroneó mientras entraba, dándoles a ambos una
sonrisa
coqueta. Vi a Gaston reírse en voz baja mientras que sonreía de vuelta.
—Hola, Mery —sonrió Nicolas,
dándole un guiño coqueto. Realmente no se estaba
ayudando,
si quería que ella lo deje en paz, entonces, ¿por qué animarla?
—Vamos, dejemos a los gigolós solos —bromeé mientras agarraba su mano y la
arrastraba
a mi habitación. Vi a Gaston sonreírme por la esquina de mi ojo y me
ahogué con
una carcajada.
—No puedo creer que voy a pasar todo el fin de semana aquí contigo
y tu
hermano.
¿Piensas que Gaston se quedará también? —preguntó con sus ojos
brillando.
—No lo sé, tal vez deberías preguntarle. —Sonreí un poco incómoda. Podía
imaginarla
coqueteando con Gaston justo en frente de mí; no estaba segura acerca
de cómo me
voy a sentir al respecto.
Dejó caer
sus cosas en el piso y se tiró en mi cama. De repente se dio vuelta y
agarró mi
almohada frunciéndole el ceño, se veía confundida.
—Rocio, ¿por qué tu almohada huele a colonia?
Podía sentir
mis nervios burbujeando.
—Eh... bueno, yo...eh.... ¡Oh! Se la presté a Gaston cuando se
quedó aquí, así que
debe oler
a él —mentí, tropezando con las palabras.
Enterró su
cara en la almohada.
—Mmm, voy a dormir con ésta esta noche —declaró, apretando la almohada.
Me
atraganté con la risa.
—Como sea, Mery. Comamos, estoy muriéndome de hambre. —Me empujé fuera
de la cama
y caminé hacia la puerta así podíamos pedir la comida.
—¡Tengo esto! —gorjeó, agitando
un DVD frente a mi cara. Incluso la cubierta me
asustó
demasiado. Rodé los ojos y caminé a la sala, dejándome caer en el sofá
junto a
Gaston. Él puso su mano en el sofá junto a la mía y discretamente frotó su
meñique
contra el mío cuando nadie estaba mirando.
—¿Pediste la comida, Nicolas? —le pregunté, poniéndome de lado en el sofá para que
mi rodilla
toque el muslo de Gaston. Vi una sonrisa asomarse en la comisura de su
boca.
—Sip, hecho. Estará aquí en diez —dijo Nicolas, moviéndose en el otro sofá unos
centímetros
porque Mery prácticamente se había sentado sobre su regazo.
—Así que, Gaston, ¿tu lindo trasero se quedará esta noche aquí
también? Soy más
que feliz
de compartir mi cama si quieres. Capaz que esté asustada de la película,
tal vez
necesita a alguien que me haga sentir mejor en la noche —ronroneó Mery
seductoramente.
Lo sentí
cambiar su peso más cerca de mí por lo que mi pierna estaba sobre la de
él aún
más.
—Nop, no puedo. Estoy ocupado esta noche. Vas a tener que
arreglártelas sin mí.
—Se encogió de hombros y apartó la mirada hacia el televisor.
—Oh, bueno. Tendrás que ser sólo tu entonces, Nicolas, si estás
interesado —
ronroneó.
No escuché
su respuesta, mis oídos habían comenzado a sonar. En realidad
comencé a
sentir celos. Era la primera vez que había sentido algo como esto,
quería pararme
y gritarle a mi mejor amiga que deje a Gaston en paz. Estallé en risas
y mordí mi
labio para detenerme.
Todos me
miraron como si estuviera loca.
—¿Qué? —preguntó confundido Nicolas.
Sacudí la
cabeza, sonriendo.
—Nada, sólo pensé en un chiste gracioso eso es todo —mentí levantándome—.
¿Alguien
quiere algo para tomar? —ofrecí,
necesitando cambiar de tema. Todos
dijeron
que sí, así que me dirigí a la nevera y agarré cuatro latas de Pepsi.
Mientras
cerraba la puerta, Gaston me agarró desde atrás y me hizo girar para
mirarlo.
Estaba parado tan cerca que podía sentir su respiración golpeándome en la
cara.
—Ya te extraño —susurró,
besándome suavemente. Tiré mis brazos alrededor de
su cuello
y lo empujé hacia mí, profundizando el beso y enredando mis manos en
su
cabello. Dio un paso hacia adelante haciéndome ir hacia atrás, así que mi
espalda
estaba contra la nevera mientras que él empujaba su cuerpo contra el
mío—. Creo que simplemente deberíamos hablar con tu hermano ahora —
murmuró
mientras se alejaba un par de minutos más tarde.
Negué con
la cabeza, mirándolo suplicante.
—No, sólo un par de semanas, es todo lo que pido.
Esbozó una
pequeña sonrisa.
—Está bien, como quieras. ¿Pero puedes hacer que tu amiga deje de
coquetear
conmigo?
Dile que estoy tomado.
Mi
respiración se atoró en mi garganta con sus palabras.
—¿Estás tomado? —pregunté
tímidamente.
Me besó de
nuevo, dándole a mi cuerpo un hormigueo y haciendo que anhele por
más.
—Definitivamente estoy tomado, si tú me quieres tener —contestó, mirándome
fijamente
a los ojos. Por dentro estaba saltando de alegría, mi corazón latía tan
rápido que
casi lo podía escuchar en mis oídos, pero mi cabeza todavía me decía
que sea
cuidadosa.
—Te tengo si tú me tienes —negocié.
Me dio una
sonrisa maliciosa.
—Absolutamente. Cuando estés lista, te tendré todo el tiempo —dijo
sugestivamente,
meneando las cejas hacia mí. Jadeé y lo golpeé en el hombro,
haciéndolo
reír—. Oh, vamos, estoy autorizado a decirte comentarios cachondos
ahora,
¿verdad? Quiero decir, eres mi novia así que tengo que usar mis mejores
movimientos
contigo —dijo, fingiendo estar herido.
¿Me acababa de llamar su novia? Mi corazón
se derritió con el sonido de esa
palabra
saliendo de su boca.
—Dilo otra vez —susurré,
tirándolo más cerca de mí.
—¿Estoy autorizado a decirte comentarios cachondos? —preguntó, luciendo un
poco
confundido.
Negué con
la cabeza.
—No, eso no. La siguiente parte —murmuré, poniendo mi boca a pulgadas de la
suya.
—¿Eres mi novia? —preguntó. Asentí,
con la respiración entrecortada, su sonido
me hizo
sentir como si estuviera volando, honestamente no podía recordar la
última vez
que estuve así de feliz. Él sonrió—. Eres mi novia,
Ángel —ronroneó
seductoramente,
besando ligeramente mis labios—. Mi chica. —Me besó de
nuevo—. La única que quiero. —Me besó otra vez,
ésta vez no lo dejé retirarse,
sostuve su
cabeza contra la mía y lo besé apasionadamente, haciéndolo gemir
suavemente
y que me sostenga aún más cerca de él. De pronto, saltó lejos de mí y
se movió
hacia el costado. Lo miré confundida, ¿había hecho algo mal?
Justo
entonces, Nicolas dobló la esquina, dándome una expresión severa.
—Tienes que hablar con tu amiga, en serio, ¡me acaba de agarrar el
pene! —me
susurró
casi gritando. Gaston y yo estallamos en risas al mismo tiempo. El timbre
sonó y
corrí a atenderlo, necesitando salir de la habitación, realmente no me
gustaba
estar alrededor de los dos juntos, era un poco incómodo.
Después de
la comida, Mery puso la estúpida película de terror. Me senté junto a
Gaston, lo
que significó que Nicolas se tuvo que sentar junto a Mery en el otro sofá —
evidentemente
fastidiado. La película fue horrible; Gaston colgó su brazo
casualmente
sobre el respaldo del sofá y estuvo jugando con mi cabello
discretamente,
lo que la hizo un poco más soportable. Hacia la mitad
honestamente
estaba tan asustada que me deslicé justo al lado de Gaston y enterré
mi cabeza
en su pecho. Podía sentir a Nicolas lanzando dagas hacia nosotros, pero no
lo pude
evitar.
Para el
momento en el que terminó, casi estaba en su regazo, para su diversión.
Podía ver
el bulto formándose en sus jeans a pesar de que puso su brazo sobre él
para
cubrirlo rápidamente. Me sonrojé levemente, sabiendo que había provocado
eso,
porque se sentía atraído a mí y yo estaba saltando sobre él. Mi mente volvió a
todas las
veces que había estado excitado cerca de mí antes, en la cama o bailando,
y me
pregunté cuántas de ellas fueron causadas por atracción. Me mordí el labio,
tal vez le
preguntaría en otro momento.
Finalmente
la estúpida película de zombies había terminado y suspiré de alivio.
—Eso fue impresionante —gorjeó Mery,
sonriendo.
—Sip, la mejor película que he visto en años —estuvo de acuerdo Gaston con una
sonrisa,
sabía que lo decía porque estuve sentada sobre él.
—¡La odié! ¿Cómo pueden decir que estuvo buena? Quiero decir,
cielos, son
personas
muertas que comen personas vivas y también las convierten en zombies
comedores
de carne. Y ahora tengo que ir al baño, ¡y tengo miedo de ir sola! —me
quejé,
poniéndome de pie y haciendo pucheros. ¿Por qué había visto la estúpida
película
de todos modos? ¡Sabía que me asustaría!
Los tres
se rieron de mí, pero Gaston se paró.
—Iré contigo y revisaré el baño por aterradores no muertos antes de
que entres,
¿qué te
parece? —ofreció, inclinando la cabeza hacia el baño en el corredor,
sonriendo.
—¿Revisarías mi habitación también? ¿Y mi baño? —pregunté esperanzada. Se rió,
obviamente
pensó que estaba bromeando—. No estoy
bromeando, Gaston.
—Lo que tú quieras, Ángel —estuvo de
acuerdo, sonriendo y siguiéndome por el
pasillo.
Me detuve fuera de la puerta del baño y esperé que él entrara primero.
Salió un
minuto después, riéndose entre dientes—. Es una zona
libre de zombies —
dijo,
sacudiendo la cabeza y sonriéndome.
—Gracias —murmuré, sonrojándome
y sintiéndome como una niña pequeña. Me
dirigí al
baño, dejando la puerta sin cerrar en caso de que necesitara salir de allí
rápido.
Sabía que estaba siendo estúpida pero simplemente no podía evitarlo. Lavé
mis manos,
salí y lo vi inclinado contra la pared esperándome, lo que me hizo
sonreír.
—Pensé que sería mejor esperarte. Nunca sabes qué podría estar al
acecho en un
pasillo
oscuro —dijo, mirando alrededor lentamente con los ojos muy abiertos. Mi
corazón
saltó a mi garganta mientras me tiraba hacia él, envolviendo mis brazos
alrededor
de su cintura con fuerza y enterrando mi cara a un lado de su cuello. Él
río—. Sip, ¡la mejor película! —declaró, poniendo sus brazos alrededor de mí
caminando
por el pasillo hacia el salón. Antes de doblar la esquina se apartó y me
besó
suavemente en los labios.
—¿En serio? ¿Lo hiciste esperar afuera de la puerta? Eso es bajo, Rochi.
.
Asentí.
—. ¿Qué
les parece
jugar a la Wii? —sugerí, tratando de cambiar el tema
de mi fobia a los
zombies.
Todos asintieron así que Nicolas lo preparó. Se decidieron por deportes así
que Gaston
y Nicolas jugaron al de boxeo primero. Mery se movió para sentarse a mi
lado, los
dos chicos estaban parados y jugando en frente nuestro.
—Mmm, simplemente no puedo decidir cuál de los dos tiene el trasero
más lindo.
¿Qué
piensas? —dijo Mery en voz baja pero lo suficientemente alto para que los
chicos
escucharan.
—¡Ew! En serio, ¿qué está mal contigo? ¡Es mi hermano! —grité, temblando.
—Sólo uno de ellos es tu hermano, Rocio, el otro es en serio
malditamente
caliente.
Y creo que tiene una debilidad por ti —susurró demasiado
alto otra vez,
haciéndome
temblar.
Vi a
Nicolas lanzar una mirada de muerte a Gaston que se veía como si estuviera
pretendiendo
que no pudiera escuchar.
—Claro, sí, está bien —contesté
sarcásticamente, haciendo girar los ojos—. Vamos,
apúrense,
quiero jugar —me quejé, tratando de cambiar de tema. Mery realmente
no tenía
idea de qué tan cerca estaba.
—Aquí, Ángel, puedes tomar mi turno. Será mejor que me vaya de
todos modos, es
casi
medianoche, mis padres se deben estar preguntando dónde estoy —dijo Gaston
sosteniendo
el control hacia mí. Mery saltó y lo agarró, sonriendo y asintiendo hacia
mi
hermano, señalando que quería jugar con él.
—Gaston, ¿revisarías mi habitación antes de irte? —pregunté, sintiéndome patética y
como un
niño pequeño asustado.
Sonrió
pero no se rió de mí, lo que me pareció sorprendente.
—¡Oh, está bien! —forzó un suspiro,
con sus ojos divertidos. Por su mirada, en
realidad
le gustaba el hecho que le estuviera pidiendo que hiciera esto, quizás le
gustaba
ser todo protector o algo, quizás lo hacía sentir necesitado. Marchó a mi
habitación,
me paré y lo seguí después de unos segundos. Cerré mi puerta
silenciosamente,
y me incliné contra ella. Lo miré mientras que en realidad
caminaba
por mi habitación, mirando bajo la cama y en el armario, antes de
dirigirse
a mi baño. Mientras caminaba de vuelta a la habitación, sus ojos
aterrizaron
en mí, honestamente no sabía que estaba allí podía decir por su cara
sorprendida.
Bendito sea, mi novio en realidad había revisado mi habitación
completa
por zombies. Mi corazón se saltó un latido al pensar en él siendo mi
novio.
—Hola —ronroneé seductoramente mientras
caminaba hacia mi cama y me
sentaba.
—Hola —contestó con una pequeña sonrisa. No
hizo ningún movimiento para
acercarse;
creo que estaba tratando de no apurarme. Di unas palmaditas a la cama
junto a mí
y con entusiasmo trotó hasta mí y se sentó.
—Gracias por revisar mi habitación —susurré, jugando con el cuello de su remera,
pasando mi
dedo por su piel por allí.
—En cualquier momento. Siento que no voy a estar aquí para ti esta
noche. Trata
de no
tener demasiadas pesadillas, ¿está bien? —Me miró con ojos tristes, ambos
sabíamos
que tendría pesadillas sin él aquí.
Me arrodillé
y me moví hacia él, lanzando la pierna por encima de la suya así estoy
sentada en
su regazo, a horcajadas sobre él. Envuelvo mis brazos alrededor de su
cuello y
miró en esos hermosos ojos. Parecía un poco desconcertado, pero
sus ojos
bailaban con entusiasmo.
—Siento que Mery se vaya a quedar otra vez. Realmente voy a
extrañar estar medio
aplastada
a muerte en la noche —bromeé. Lo dije
como una broma, pero para ser
honestos,
realmente iba a extrañarlo esta noche.
—Bueno, realmente voy a extrañar medio aplastarte a muerte —bromeó, frotando
sus manos
en mi espalda.
—Trata de dormir un poco esta noche, ¿de acuerdo? —supliqué. Realmente odiaba
cuando se
quedaba sin dormir, me hacia sentir culpable porque él sólo empezó a
dormir
acá, en primer lugar para consolarme y ahora se quedó atrapado con eso.
—Lo voy a intentar.
De repente
tuve ganas de darle un beso y tal vez burlarme de él un poco, pero me
daba miedo
hacerlo. Bien, simplemente hazlo, Rocio, ¿qué es lo peor que podía
pasar? Es
Gaston; se detendrá si se lo pides.
—Tal vez te podría darle un poco de algo para soñar. ¿Te parece que
eso te
ayudaría? —le pregunté, mordiéndome los labios y levantando mis cejas. Me
miró
con una
expresión un poco insegura; obviamente no estaba esperando tanto
contacto
físico tan pronto.
—Puede ser que ayude —dijo con voz
ronca, haciendo que mi cuerpo cosquillee y
mi piel se
caliente.
Me incliné
hacia adelante y lo besé con pasión, hizo un pequeño gemido mientras
deslizaba
su lengua en mi boca. Le pasé las manos por el pelo, amando la
sensación
de suavidad de el en mis dedos. No hizo ningún otro movimiento, solo
me besó,
pero yo quería un poco más, así que empuje sus hombros, haciendo que
se
acostara así yo estuviera encima de él. Le pasé mis manos por el pecho y metí
la
mano bajo
su camiseta, siguiendo su escultural abdomen, haciéndolo temblar
ligeramente.
Me rodó
por lo que estaba debajo de él, rompió el beso y me miró, nuestras
miradas se
encontraron tratando de frenar nuestra respiración. Agarré su camiseta
y las subí
por sobre su cabeza, haciendo que parara de respirar por completo. Bajé
la vista
hacia su pecho. Realmente era hermoso; recorrí con mis dedos hacia abajo,
maravillándome
de que este chico quería estar conmigo. Todavía no se había
movido,
sólo se cernía sobre mí, mirando sin saber qué hacer, así que puse mis
manos en
su cuello de nuevo y tiré de él hacia abajo para que me bese. Me
devolvió
el beso con entusiasmo. El beso se estaba calentando; sólo lo dejo para
besarme en
la mejilla bajando por mi cuello. Sus manos se movieron lentamente
hacia mi
estómago y se deslizaron debajo de mi top, rozando con sus dedos la piel
de ahí.
Continuó besándome hacia abajo sobre el top hasta que llegó a mi
estómago
luego subió el top y comenzó a besar mi piel. Sentí su lengua
recorriendo
el camino justo debajo de mi ombligo haciéndome gemir. Estaba
teniendo
una sensación en mi interior que era como un dolor ardiente pero traté
de no
pensar en ello, la sensación asustaba la vida fuera de mí.
Me empujó
el top ligeramente más arriba y lo sentí besarme el material de la parte
de más
baja mi sujetador. Todavía estaba de acuerdo con esto; estaba
disfrutándolo
mucho más de lo que pensé que haría. Pensé que esto sólo le daría
algo para
soñar, pero tenía la sensación de que lo volvería revisar esta noche
también.
Mi top se levantó un poco más alto y lo escuché gemir suavemente
mientras
exponía completamente mi sujetador. Su mano se deslizó arriba de mi
estómago y
suavemente pasó la mano sobre uno de mis pechos, sólo una vez,
antes
moverse lejos como si estuviese esperando que lo detenga. Cuando no dije
nada, puso
su mano devuelta ahí y tomó mi pecho. Gemí de nuevo. Se sentía tan
bien
tenerlo tocándome; llevó su boca devuelta a la mía y me besó con ternura,
todavía
masajeando mis pechos gentilmente.
empecé a
ponerme un poco
nerviosa
porque esto se estaba poniendo demasiado caliente, demasiado rápido.
¡Oh Dios, necesito parar! Rompí el beso.
—Gaston —dije sin aliento.
Sus ojos
fueron a los míos de golpe y sacó sus manos de encima de mí,
empujándose
a sí mismo arriba por lo que estaba flotando por encima de mí, sin
tocarme
aparte de nuestras piernas entrelazadas.
—¿Paro? —preguntó, su voz sonaba ronca y llena
de lujuria. Tragué saliva y asentí.
Él
inmediatamente se apartó de mí por completo y se sentó en el borde de la
cama,
poniéndose su camiseta.
Me senté,
sonrojándome, sintiéndome estúpida y como una niña pequeña. ¡Vaya,
ni siquiera permití que me sacara el top!
—Lo siento —murmuré, sin
mirarlo.
—Ángel, no necesitas lamentarlo. Nosotros no teníamos que hacer
eso. Te lo dije,
lo que
quieras. No voy a decir que no me gusto esto, porque eso sería una mentira.
Esa fue la
cosa más malditamente caliente que me ha sucedido —dijo,
encogiéndose
de hombros.
Me reí de
esa declaración.
—¿La cosa más caliente que alguna vez te haya sucedido? Sí claro,
probablemente
has
dormido con más de un centenar de diferentes chicas y habrás hecho quien
sabe que con ellas y a ellas, y ni siquiera me sacaste mi
top antes de que me
asustará —dije sarcásticamente, sintiéndome como una idiota. Él no
necesitaba
mentirme
para hacerme sentir mejor.
—Ángel, confía en mí esta fue
la cosa más caliente que me haya sucedido. Solo vos,
me haces
sentir diferente. Incluso besarte es diferente, es mil veces mejor que
cualquier
cosa que haya sentido antes. Haces que mi cuerpo queme en todas las
partes en
donde me tocas. No puedo explicarlo. —Frunció el ceño y
sacudió la
cabeza
como si estuviera molesto consigo mismo por no tener las palabras
correctas.
—Sé lo que quieres decir. —Sonreí, besándolo
suavemente en los labios.
Me sonrió.
—Ahora es cuando se supone que me decís que esto fue la cosa más
caliente para
ti también
—bromeó, sabiendo que no había besado a nadie más que a él y a ese
idiota que
me beso en la fiesta.
Fingí
pensar en ello durante unos segundos.
—He tenido mejores.
Se echó a
reír.
—Sí, apuesto a que lo has tenido —respondió, moviendo la cabeza con diversión.
Le sonreí
y suspiró—. Creo que será mejor que me vaya. Gracias por hoy; tuve
realmente
un buen rato contigo. Duerme tranquila, bien. Oh y por cierto, esto que
acabamos
de hacer se suponía que me ayudara a dormir, bueno, no creo que vaya
a tener el
efecto deseado. Creo que en realidad va a mantenerme despierto toda la
noche
pensando en ello —dijo, trazando con su dedo mi pómulo.
Me reí.
—A mi también —admití,
haciéndolo reír también.
Se levantó
y me tendió su mano, la tomé y me ayudó a levantarme, caminamos por
el pasillo
agarrados de las manos. Se detuvo en la esquina y me besó en la frente
antes de
suspirar y soltar mi mano.
—Correcto, chicos, me voy. Los veré mañana —dijo Gaston, mientras caminaba hacia
la puerta
de entrada.
—Sí, te veo —respondieron
ambos, todavía concentrados en su juego de tenis en
la
televisión. Gaston me sonrió desde la puerta pero era obligado, sabía que casi
le
hacía daño
irse, le sonreí en respuesta y él cierra la puerta. En el momento en que
la puerta
se cerró mi corazón se hundió. La idea de tener que pasar dos noches en
mi cama
sin él me hace sentir un poco enferma; habría sido horrible aunque no
estuviéramos
juntos, pero ahora en realidad se sentía como una tortura. Suspiré y
volví al
sofá para mirar a Nicolas patear el trasero de Mery en la Wii.
Esa noche
fue terrible. Me fui a la cama aterrorizada de los zombies, e incluso
cuando me
dormí, me puse a soñar con mi padre. No había soñado con él desde
hace más
de cinco meses. Los últimos sueños que tuve fueron de cuando Mery y
Candela se
quedaron por el cumpleaños de Sara. Como las chicas estaban acá, Gaston
tuvo que
permanecer lejos, y había despertado a toda la casa con mis gritos.
Mi sueño
esta noche era malo. Nicolas tenía once años y yo nueve. Estábamos
jugando en
el patio para salir de la casa porque mi padre quería para ver algunos
partidos
de fútbol en el televisor. Había estado bebiendo toda la tarde lo que lo
hacía aún
más temperamental. Nicolas y yo estábamos jugando con su nueva pelota
de fútbol
que él había conseguido para su cumpleaños un par de semanas antes.
Se suponía
que no podíamos jugar con ella en el patio, sólo en el parque, pero Nicolas
quería
mostrarme un nuevo truco que había aprendido.
Le estaba
dando rodillazos a la pelota para mantenerla en el aire; yo me estaba
riendo y
contando las veces que él podía hacerlo, estando toda orgullosa de mi
hermano
mayor. Él perdió el control de la misma, y en lugar de dejarla caer en el
piso,
trató de salvarla a patadas. La pelota voló por el aire y golpeó la ventana.
Por
suerte, no
se rompió, pero sí hizo un gran estruendo. Los dos nos dimos vuelta y
miramos a
la puerta, esperando.
Unos diez
segundos después, se abrió la puerta y mi padre nos hizo señas para que
entremos.
—Trae la pelota —dijo entre
dientes. Su rostro estaba criminalmente enojado,
haciéndome
congelarme. Nicolas me agarró la mano y me obligó a ponerme atrás de
él
mientras entrábamos, agarrando la pelota con la otra mano.
Mi padre
cerró la puerta fuertemente, haciéndome saltar y llorar. Nicolas agarró mi
mano más
apretada.
—¿Quién pateó la pelota? —preguntó mi padre
desagradablemente.
—Yo lo hice. Lo siento, papá. Fue un accidente —susurró Nicolas, mirándolo en tono
de
disculpa.
Mi padre
tomó la pelota en sus manos y la puso sobre el mostrador, y luego
golpeó a
Nicolas con tanta fuerza en el estómago que él realmente se despegó del
piso ligeramente.
Puse mis manos sobre mi boca para ahogar el grito que
amenazaba
con salir de mí. Levantó el puño le golpeó de nuevo, así que le agarre
la mano
para detenerlo. Se dio vuelta hacia mí y me golpeó duro, enviándome
volando
hacia la pared, golpeando mi cabeza. Podía sentir que algo corría por el
costado de
mi cara; mi visión era un poco borrosa.
Se dio
vuelta de nuevo hacia Nicolas, golpeándolo de nuevo. No sólo lo hizo una vez,
él lo
golpeó una y otra vez, en el estómago y los muslos hasta que Nicolas estaba
llorando
en el piso. Le estaba rogando que se detuviera. Él me agarró del brazo y
me tiró
hacia arriba, agarrando un cuchillo de la encimera. No podía respirar. Nicolas
le gritó
que me dejara en paz y se levantó del suelo, el dolor por la paliza que
acababa de
recibir se extendía por su cara.
Mi padre
le dio un puñetazo en la mandíbula, enviándolo al piso otra vez.
—Está bien. Córtame, hazlo. ¡Solo por favor, no golpees más a
Nicolas, por favor! —
supliqué,
llorando y mirando a mi padre suplicante.
Sorprendentemente,
puso el cuchillo en mi mano. Tuve el impulso de apuñalarlo
con él,
pero me tenía agarrada mi muñeca, así que no podía. Agarró la pelota de
Nicolas
del mostrador y la sostuvo quieta.
—Explótala —ordenó. Negué con
la cabeza rápidamente. A Nicolas le encantaba esa
pelota,
era su regalo de cumpleaños de mí parte, había ahorrado mi asignación de
dos meses
para comprarlo para él—. Explótala
repetía con su voz fría. Podía oler el
alcohol en
su aliento, ya que soplaba a través de mi cara; el olor me revolvió el
estómago.
Él agarró
mi muñeca y me hizo meter el cuchillo profundamente en la pelota de
cuero.
Lloré. Él me soltó mi mano, tomando el cuchillo y tirándolo rudamente en el
fregadero
antes de marcharse a la sala de estar para ver el resto de su partido
como si
nada hubiera pasado. Miré a Nicolas; él estaba sentado en el piso casi sin
poder
respirar. Se veía horrible.
Corrí
hacia él y se sentó, tomando una toalla de cocina y presionándola en mi
cabeza
donde me había golpeado, mordiéndose los labios para detener su llanto.
—Rochi, lo siento mucho. ¿Estás bien? —graznó, su voz apenas un susurro. El
estúpido
chico estaba luchando por respirar ¿y me estaba preguntando si yo
estaba
bien? ¡Por Dios, realmente tenía el mejor hermano del mundo!
Me
desperté sobresaltada. Estaba llorando, llorando tan fuerte que apenas podía
respirar.
Me limpié la cara con las manos temblorosas, mientras miraba al reloj;
eran casi
las cuatro y media de la mañana. Me acerqué a abrazar a Gaston, pero él no
estaba
ahí, estaba en su propia casa. ¡Oh Dios, lo necesito! Agarré mi celular y me
escapé de
la habitación a la sala de estar.
Stas dspierto?
Le mande
un mensaje. Esperando que si estaba dormido, no lo escuchara, no
quería
despertarlo si realmente había logrado dormir esta noche.
Casi de
inmediato, mi teléfono sonó.
—Ángel, ¿estás bien? —me preguntó en
cuanto respondí. Seguía llorando, no pude
frenar mi
respiración, mis manos estaban temblando violentamente.
—No —gruñí.
—Voy para allá. ¿Puedo ir por el frente? —Lo escuché deslizar su ventana
abriéndola
y el viento que soplaba por el teléfono.
—Sí —lloré. Fui a la puerta principal y la
abrí, esperando parada ahí por él. Estuve
ahí sólo
por unos segundos antes de que él corriera dando vuelta en la esquina y
me agarrara
en un abrazo, levantándome cuando entró en la casa. Envolví mis
piernas
alrededor de su cintura y me agarré fuerte alrededor de su cuello. Él
inmediatamente
apretó los labios en mi cuello, respirando hacia abajo por mi
espalda y
hombros hasta que mi cuerpo se relajó. Nos trasladó a la sala de estar y
se sentó
en el borde del sofá, todavía abrazándome con su boca en mi cuello.
Cuando me
calme me retiré para poder mirar su cara de preocupación.
—¿Zombies? —preguntó,
viéndose un poco esperanzado. Negué con la cabeza y
su cara
cayó, se veía tan triste pero rápidamente se convirtió en enojo, estaba tan
enfadado
que parecía que una vena de su frente iba a estallar. Sólo lo abracé de
nuevo sin
hablar; él sabía que había soñado con mi padre, no tenía necesidad de
preguntar—. ¿Quieres hablar de ello? —preguntó un par de minutos más tarde,
acariciando
mi espalda, con dulzura.
—No. —Mi voz ronca de tanto llorar. Asintió
y siguió frotando mi espalda—. ¿Te
desperté,
Gaston? —pregunté, de repente sintiéndome culpable por haberlo hecho
venir todo
el camino hasta acá a las cuatro y media de la mañana.
—No, Ángel. No podía dormir —dijo en voz baja.
Me reí. —¿El beso no sirvió entonces? —bromeé, sintiéndome mejor ahora que
estaba
acá.
—No, sabía que tendría el efecto contrario —respondió, sonriendo.
Le sonreí
con tristeza.
—¿Quieres quedarte conmigo por un rato? Podría poner la alarma de
mi teléfono.
Podríamos
dormir en el sofá —sugerí. Él sonrió y nos acostó lado a
lado; agarré mi
celular y
fui a través de la pantalla del menú hasta que llegué a la función de
alarma—. ¿A qué hora la fijo? —le pregunté,
mordiéndome el labio,
preguntándome
a qué hora se levantaría Nicolas, probablemente no antes de las diez
en
domingo.
—¿Qué hay de la siete y media? —sugirió, tirando de mí hacia él. Programé la
alarma y
puse el teléfono en el piso al que podía llegar fácilmente. Él doblo su
pierna
sobre la mía y envolvió sus brazos fuertemente a mi alrededor, nuestras
narices
casi se tocaban.
Sonreí y
le dí un ligero beso.
—Buenas noches, Gaston. —Cerré los ojos y
suspiré con satisfacción, sintiéndome a
salvo y
segura en sus brazos.
—Buenas noches, mi hermosa novia —susurró, besando mi nariz. Le sonreí a lo
dulce que
era, y caí en un sueño sin sueños dentro de minutos.

me encantaaaa
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