Capítulo
9
—Entonces, ¿vienen o no chicos? —pregunté, porque todavía estaban sentados en
el sofá.
—Sí, está bien —suspiró Nicolas.
Obviamente no quería venir, tal vez Gaston estaba
obligándolo.
Agarró sus llaves y se dirigió a la puerta—. Voy a buscar el auto al
porche.
Los veo ahí.
—Oh, mierda, me olvidé mi cartera —dijo Mery, volviendo a mi habitación.
Inmediatamente
Gaston me agarró y me besó, empujándome gentilmente contra la
pared.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello, apretando los dedos en su
cabello.
—Mmm, te he extrañado —murmuró contra
mis labios.
—¿En serio? No tenía idea. ¿Podrías hacerlo más obvio? —bromeé, haciéndolo reír.
Me besó de
nuevo, chupando ligeramente mi labio inferior, pidiendo entrar.
Ansiosamente
abrí mi boca para él; metió su lengua, explorando cada parte de mi
boca,
provocando que sienta mariposas en el estómago. Alguien se aclaró la
garganta y
nosotros saltamos alejándonos, pensando que era Nicolas.
Afortunadamente
no lo era, era Mery.
Tenía la
sonrisa más grande que alguna vez había visto en su cara.
—Ustedes dos se ven sexy juntos —declaró, sonriéndome.
Gaston se
rió y pasó su brazo alrededor de mis hombros.
—Ángel se ve sexy con quien quiera que esté. —Sonrió y besó mi mejilla
suavemente.
—Aww, ¡eso es tan dulce! —arrulló Mery,
poniendo una mano sobre su corazón, y
mirándolo
con adoración.
Puse los
ojos en blanco.
—Oh, ¡vamos! Vamos a llegar tarde si no nos vamos ahora. —Agarré su mano y la
empujé
hacia la puerta. Me di la vuelta y le tiré mis llaves a Gaston, quien cerró la
puerta
delantera detrás de él. Mientras me entregaba las llaves, sus dedos rozaron
los míos a
propósito, haciéndome gemir un poco en la parte posterior de mi
garganta.
—Oye, Gaston, no te importaría ir atrás con Rocio, ¿verdad?
Realmente me quiero
sentar en
el frente —dijo Mery desde el auto, guiñándome un ojo.
Vi a
Nicolas negar con la cabeza a Gaston, obviamente pidiendo ayuda. Gaston sonrió
en
su
dirección.
—No. Está bien, si quieres ir en el frente. —Me miró por la esquina de su ojo y le
sonreí
sutilmente a Mery. Amaba a mi mejor amiga; bendita sea, me estaba dando
algo de
tiempo con él.
Me subí a
la parte de atrás y Gaston se deslizó a mi lado, presionando su rodilla
contra la
mía. Puse las manos en mi regazo y sonreí. Se estiró y tomó mi mano,
sujetándola
con fuerza y poniéndola en el asiento del medio y movió su pierna
para
taparla de la vista en el caso de que Nicolas se diera la vuelta. Aunque no
había
muchas
posibilidades, teniendo en cuenta que estaba manejando, pero supongo
que es
mejor prevenir que lamentar. El toque casual de Gaston me estaba enviando
chispas de
electricidad a través de mi brazo. Me mordí el labio y miré por la
ventana,
luchando con el deseo de sujetarlo y besarlo hasta que no pudiera
respirar.
Después del más largo e insoportable viaje en auto, llegamos a la bolera.
Está bien,
eso fue un poco exagerado, sólo duró diez minutos, pero todo el tiempo
estuve
luchando conmigo misma para no saltar sobre él y sujetarlo con fuerza.
Éramos
ocho jugando a los bolos: Gaston, Nicolas, Mery, Candela, Agus, su novia Daky,
que
había
traído a su hermano Mark, que había venido desde la universidad, y yo.
Parecía
que a Gaston le había desagradado Mark instantáneamente por alguna razón.
Estaba
siendo lo suficientemente educado, pero su sonrisa no llegaba a sus ojos. En
realidad
me estaba divirtiendo a pesar de estar perdiendo completamente. Era
terrible
en los bolos y la única razón por la que había venido era para estar con mis
amigos. Lo
más destacado de toda la experiencia fue ver a Gaston jugar. Cuando él se
inclinaba
para lanzar la bola, obtenía una perfecta visión de su trasero, y apenas
podía
contener mi disfrute.
—No eres demasiado buena en eso de los bolos, ¿huh? —preguntó Mark,
sentándose
junto a mí y sonriendo.
Reí.
—No. Nunca le encontré el truco —admití, sacudiendo la cabeza con fingido
horror.
—Podría enseñarte si quieres. Todo se trata de la posición —ronroneó
sugestivamente.
Tragué
saliva nerviosamente, pero traté de que no se notara.
—Posición, ¿de verdad? ¿Eso es por qué lo he estado haciendo mal
todos estos
años? —Sonreí, un poco incómoda, pero honestamente me gustaba coquetear,
siempre y
cuando no obtengan la idea equivocada y comiencen a tratar de
tocarme.
—Soy una especie de experto con las posiciones. Sería más que feliz
de darte
algunas
lecciones —ronroneó, inclinándose más cerca de mí y haciendo que me
inclinara
hacia atrás para mantener algo de espacio personal.
—Bueno, es mi turno ahora, así que ¿qué sugieres? —pregunté, parándome y
eligiendo
mi bola.
Se paró y
caminó cerca detrás de mí.
—Definitivamente te sugeriría mover tus caderas con la bola. Tal
vez deberías
separar
más las piernas, te dará más balance —dijo, moviendo
las cejas.
Me reí de
su propuesta; Dios, ¡éste chico es tan obvio!
—Bueno, gracias por los consejos, veré cómo me va —reí y caminé para tomar mi
turno. Mi
bola fue directo, hasta el borde y solo golpeó un pino. Mi segunda bola
se fue
directamente a la canaleta—. Mmm, Mark. Creo
que tal vez deberías trabajar
con tus
consejos. Como que elevaste mis esperanzas aquí, y me siento un poco
decepcionada
—bromeé, haciendo un mohín.
Se rió.
—Wow, nunca había decepcionado a una chica antes —dijo, sonriendo
orgullosamente.
—¿Demasiado engreído? —pregunté, riendo.
—¿Quieres descubrirlo? —me provocó.
—Mmm, déjame pensarlo. —Estreché los ojos
y los pasé por su cuerpo,
lentamente,
desde la cabeza hasta los dedos del pie y hacia arriba nuevamente,
asegurándome
de morderme mi labio de manera coqueta. Él estaba sonriendo
ampliamente—. ¿Puedes voltearte? —pregunté,
tratando de ocultar mi risa.
—¿Quieres que me de vuelta? —preguntó, sonriendo.
Asentí.
—Voy a necesitar ver la parte de atrás, no estoy segura si quiero
aceptar tu oferta
—dije con desdén. Me guiñó un ojo y se dio vuelta, obviamente
pensando que
estaba de
suerte. Me mordí el labio para evitar reírme y modulé ¡Qué idiota! a Mery
y Candela
que se estaban riendo como locas drogadas—. Está bien, puedes voltearte
de nuevo —dije después de unos segundos.
Se volvió
a mí.
—Bueno, ¿te gusta lo que ves? —preguntó, sonriéndome confiado.
Me incliné
hacia él.
—No, en realidad no. Simplemente no lo haces para mí, pero gracias
por la oferta
—declaré, sonriendo y guiñando un ojo mientras volvía a los
asientos. Podía oír a
mis amigas
estallar en carcajadas, Candela y Mery chocaron los cinco. Mark sólo me
estaba
mirando con la boca abierta, obviamente no acostumbrado al rechazo. Le
eché un
vistazo a Gaston, se veía herido y enojado.
¡Oh,
mierda! ¿Qué hice? Simplemente estaba coqueteando, ¡no debería haber
hecho
nada! Traté de llamar su atención pero él apartó la mirada al tablero de
puntuaciones,
ignorándome. Mi corazón se hundió.
Nicolas
fue a buscar bebidas entre los juegos así que tomé la oportunidad para hablar
con
Gaston; ni siquiera había mirado en mi dirección desde todo el incidente de
Mark.
—Hola —dije, moviéndome para sentarme junto
a él.
—Hola —murmuró, mirando a las personas a
nuestro lado jugar.
—¿No me vas a hablar? —pregunté,
asustada de que dijera no.
Suspiró.
—¿Por qué hiciste eso? —preguntó
tristemente, sacudiendo la cabeza, aún sin
mirarme.
Tomé su
mano y lo arrastré hasta los baños. Cuando entramos al baño de mujeres
cerré la
puerta detrás de nosotros y la trabé con llave.
—Lo siento. No me di cuenta que eso te molestaría. No quise decir
nada con eso.
Estaba
coqueteando conmigo, sólo estaba bromeando, eso es todo —expliqué,
tratando
de que me mirara, pero sólo cerró los ojos por un segundo antes de
mirarme
otra vez.
—Ángel, eso fue difícil de ver. —Me empujó a su pecho, mirándome a los ojos;
podía ver
que lo había herido mucho.
—Lo siento, Gaston. Honestamente, no quise decir nada con eso, sólo
me estaba
divirtiendo.
La gente no sabe que estamos juntos así que difícilmente podía decir:
“Mark, deja de coquetear conmigo, mi novio está sentado
justo allí” ¿o si? —
pregunté,
poniendo los brazos alrededor de su cuello.
Suspiró.
—Supongo que no. —Todavía se veía
molesto, y me sentía mal por haberlo
lastimado.
—Aunque necesitas confiar en mí, nunca haría nada para lastimarte a
propósito. Lo
siento. —Tiré su cara hacia la mía y lo besé tiernamente.
Respondió
de inmediato, besándome de vuelta y tirándome más cerca de él.
Deslizó
una mano y sujetó mi trasero, ni siquiera me afectó en lo absoluto, bueno,
lo hizo
pero no en una mala manera, me gustó, quería más. Tomé su otra mano y
la puse
encima de mi cuerpo, haciéndola apretar mi pecho. Se apartó, mirándome
un poco
sorprendido; le sonreí y lo volví a empujar hacia mí. Me besó con avidez,
masajeando
mis pechos. Su boca viajó por mi cuello, haciéndome temblar con
deseo.
Deslicé mi mano debajo de su camiseta, dibujando los músculos en su
pecho,
haciéndolo gemir. Lentamente movió su mano a la parte inferior de mi
camiseta y
la deslizó por debajo, pasando los dedos a través de mi piel,
moviéndola
lentamente hasta que llegó a mis pechos donde los masajeó a través
de mi
sujetador haciéndome gemir entrecortadamente.
Después de
unos minutos se apartó, sonriéndome, sus ojos bailando con
entusiasmo.
Puso su frente contra la mía, ambos estábamos respirando con
dificultad.
—Lo siento. No quise ser posesivo —dijo, besando la punta de mi nariz.
—No tienes nada por lo que disculparte, tonto. Ninguno de los dos
ha hecho esto
antes, así
que tenemos que encontrar la manera de que funcione para ambos. —Lo
besé
tiernamente otra vez, saboreando la sensación de sus labios suaves contra los
míos.
Suspiró.
—Creo que tenemos que salir ahora, antes de que la gente se dé
cuenta que
faltamos.
—Otro minuto no hará daño —susurré,
sonriendo coqueta. Se rió y se inclinó para
besarme de
nuevo.
Esa noche
estábamos todos apretados en mi sala de estar. Agus había traído Avatar
y ninguno
la había visto antes, así que los siete estábamos sentados, comiendo
McDonalds.
Íbamos a poner la película después. Yo estaba apoyada contra las
piernas de
Gaston; Nicolas no pareció pestañear, lo que ambos tomamos como una
buena
señal.
Mark se
movió del sofá.
—Aquí, Candela, siéntate aquí, me sentaré en el suelo —sugirió, mientras se dejaba
caer a mi
lado con una sonrisa coqueta. Me moví incómoda para tener un poco
más de
espacio. Sentí a Gaston tensarse, así que puse mi mano sobre su pie, frotando
mi pulgar sobre
la parte superior tranquilizadoramente—. Así que, Rocio,
¿qué te
gusta
hacer en tu tiempo libre? —preguntó.
—Un montón de cosas. Me gusta bailar e ir al cine. Ya sabes, cosas
normales de
secundaria —contesté,
añadiendo énfasis a la palabra secundaria.
Se rió.
—Wow, realmente eres una luchadora, ¿verdad? —dijo, sacudiendo la cabeza.
—No tienes idea —murmuré, dándome
vuelta fingiendo ver la televisión.
—¿No quieres hablar conmigo? —preguntó, fingiendo estar herido.
Dejé
escapar un suspiro exagerado.
—Sólo estoy tratando de ver esto.
Miró a la
televisión y rió.
—¿Este anuncio de sofás nuevos?
Miré a la
televisión que estaba pretendiendo ver, y era de hecho, un anuncio.
¡Maldita
sea!
—Sip, soy una chica sofá, nunca puedes tener suficientes sofás —bromeé.
—Eres graciosa —se rió,
acercándose a mí.
—Gracias, y tú eres muy mayor para mí —declaré, sonriendo con dulzura.
—Sólo tengo diecinueve —me miró
desafiante.
Asentí.
—Sí, pero dieciocho es mi límite, así que estás fuera de combate,
amigo —dije. Oí a
Gaston reír
detrás de mí.
—Podría hacerte cambiar de opinión —declaró Mark con confianza.
Reí sin
humor.
—¿Sabes qué? Te apuesto veinte dólares que no tienes nada que me
interese —
contesté
con la misma confianza.
Se rió
sombríamente.
—Tomaré esa apuesta, pero tienes que esperar hasta que tu hermano
no esté
mirando. —Miró a Nicolas un poco nerviosamente.
Suspiré.
—¿Qué es exactamente lo que crees que me interese? ¿Tienes un
gatito en el
bolsillo?
¿O tal vez algo de dulce? ¿O las respuestas al examen que tengo mañana
en
cálculo? —bromeé, haciéndolo reír de nuevo.
—No. Voy a besarte, y lo vas a amar. —Se encogió de hombros, sonriéndome de
nuevo.
Las
piernas de Gaston se sacudieron detrás de mí mientras que se movía para
levantarse.
Me empujé contra sus piernas y comencé a frotar su pie otra vez.
—¿En serio? Si tú me besas voy a patearte en las bolas. —Sonreí a Mark,
inocentemente.
—¿Crees que eso me va a alejar de un bombón como tú? —preguntó, mirándome
poco a
poco, haciendo que mi piel de gallina un poco.
—Es sólo una advertencia amistosa. —Me encogí de hombros, volviéndome a la
televisión
que, afortunadamente, ahora había una película y no un anuncio sobre
sofás.
—Estoy bastante seguro que mi dinero está a salvo. No he tenido
quejas antes —
susurró en
mi oído, haciéndome que me diera frío de lo cerca que estaba.
—Mmm, bueno, hay una primera vez para todo —dije entre dientes, todavía
frotando
el pie de Gaston.
Cuando la
película terminó Gaston fue a su casa, a decirles a sus padres que se iba a
quedar
aquí y a agarrar un cambio de ropa. En realidad tenía ropa de repuesto en
mi
habitación, pero no podíamos decirle exactamente eso a nadie. Nicolas y Mery
estaban
haciendo más palomitas de maíz. Ahora íbamos a ver Terminator Salvation,
porque la
mayoría no la había visto. Fui al baño. Cuando salí alguien me agarró y
me empujó
contra la pared. Al principio pensé que era Gaston, pero luego me di
cuenta que
este chico no era lo suficientemente alto. Mi corazón comenzó a correr,
el miedo
formándose en mi estómago. Mark se rió y estrelló sus labios contra los
míos,
bruscamente, sujetando los lados de mi cara para que no pudiera moverme a
ningún
lado. Traté de apartarlo, pero no se movía. Me mordisqueo el labio,
pidiendo
entrar, así que apreté mi boca, cerrada, y subí mi rodilla tan fuerte como
pude
contra su ingle. Me soltó inmediatamente, inclinándose y gimiendo.
—Te lo dije. Esos son veinte dólares que me debes —dije con dulzura mientras
pasaba
junto a él y me dirigía a la sala con una sonrisa triunfante pegada a la cara.
Gaston
estaba sentado de nuevo en el sofá así que rápidamente tomé el lugar junto a
él antes
que alguien más lo hiciera.
—¿Estás bien? —preguntó,
mirándome y sonriendo.
—Sip —contesté, haciendo estallar la “p”.
Sonrió.
—¿Qué es tan gracioso?
Me reí.
—Mark —contesté, sonriendo. Justo en ese
momento, Mark entró a la sala,
cojeando
ligeramente con su mano sobre su ingle, luciendo como si estuviera
ligeramente
adolorido. Tiró un billete de veinte dólares en mi regazo y se sentó en
el otro
lado de la habitación.
Gaston
estalló en carcajadas.
—Esa es mi chica —susurró,
haciéndome sonreír.
Después de
que todos se habían ido era casi medianoche. Mery y yo fuimos a la
cama,
dejando a Nicolas y Gaston en la sala. Le guiñé un ojo a Gaston, mientras me
iba a la
cama y decidí
ponerme el más pequeño de mis pijamas esta noche así podía sentir
su piel
contra la mía. Me puse mis rosados shorts cortos que tenían encaje púrpura
contra la
costura. Los combiné con una camiseta apretada del mismo rosado con
un poco de
encaje púrpura sobre los pechos. Me miré en el espejo y de repente me
puse
nerviosa. Tal vez me debería cambiar, ¿estaba dando la impresión
equivocada?
Me mordí el labio. No, está bien, me ha visto con esto antes así que lo
usaré.
Volví a mi
habitación y Mery me silbó.
—Wow, Rocio, deberías hacer un pequeño viaje a la cocina para tomar
un poco
de agua o
algo. Dale a Gaston algo con lo que soñar —sugirió, mirándome de arriba
a abajo.
En
realidad esa no era mala idea, de otra forma no lo vería hasta la mañana.
—¿Eso crees? —pregunté
nerviosamente. Asintió con entusiasmo así que decidí
hacerlo
antes de arrepentirme—. Está bien —dije riendo mientras abría la puerta.
—¡Adelante! Dale una emoción —hizo señas con entusiasmo cuando dudé en la
puerta.
Tomé una
respiración profunda y caminé por el corredor con confianza. Por la
forma en
la que está construida nuestra casa tienes que pasar por la sala para ir a
la cocina.
Me pavoneé en la sala con mi pequeño pijama.
—¿Alguien quiere algo para tomar? —pregunté inocentemente, caminando junto a
Nicolas y
Gaston, que estaban sentados viendo el canal de deportes.
—No, gracias —contestó Nicolas,
sin siquiera mirarme.
Los ojos
de Gaston se pegaron en mí, su mirada literalmente siguió cada uno de mis
movimientos,
con la boca ligeramente abierta y los ojos amplios. Me mordí el labio
para no
reírme. Oh sí, ¡totalmente valió la pena!
Tomé dos
vasos con agua y volví a pasar por la sala, con Gaston quitándome la poca
ropa que
tenía con los ojos. Nicolas lo vio mirando y lo golpeó en la nuca.
—Amigo, ¡deja de pervertir a mi hermana pequeña! De todos modos,
tienes novia
—gruñó, claramente molesto.
Gaston se
frotó la nuca.
—Claro, sí, novia —murmuró
sonriendo.
Volví a mi
habitación, riéndome con fuerza.
—Eso fue tan gracioso —le dije a Mery,
que estaba sentada en la cama
esperándome.
Ella
también se comenzó a reír.
—¿Le gustó? —preguntó,
moviendo las cejas.
—Sip —confirmé, haciendo estallar la “p”. Me subí a la cama con una sonrisa en el
rostro.
Un poco
más tarde escuché a Nicolas irse a la cama así que sabía que Gaston estaba en
la suya.
—Mery, voy a ir a ver a Gaston un rato —dije, una vez que supe que Nicolas estaría
dormido.
—Oh, ¿enserio? ¿Vas a darle otra vista de ese sexy pijama? —bromeó sonriendo.
Me reí.
—Algo por el estilo. No me esperes despierta, puedo tardar un poco —le guiñé un
ojo
mientras me paraba de la cama, tomando un celular para poder usar la alarma.
—Diviértete, y no hagas nada que yo no haría —bromeó. En realidad no había
mucho que Mery
no haría, había tenido unos pocos novios y definitivamente no era
virgen. Me
reí y dejé la habitación, yendo por el corredor hasta la sala de estar,
donde
Gaston ya estaba acostado en el sofá bajo el edredón de repuesto. Puse la
alarma a
las seis; la hora “sacar a Gaston por
la ventana” usual, y lo puse en
el suelo.
—Hola, Ángel —susurró
sonriéndome y quitando el edredón para que pudiera
acostarme
a su lado. Me subí con entusiasmo y fundí mi cuerpo contra el suyo.
Suspiró
con satisfacción y me envolvió con sus brazos con fuerza—. Por cierto, eso
no fue
justo —me regañó, mientras me besaba la frente.
Sonreí
burlonamente.
—¿En serio? ¿No te gustó mi pijama? —pregunté inocentemente.
—Amé el pijama, pero no cómo paseaste tu
sexy trasero en frente mío con tu
hermano sentado
allí —se quejó.
—¿Piensas que tengo un trasero sexy? —lo provoqué.
—Mmm, no lo puedo recordar, déjame ver de nuevo —dijo con voz ronca. Me reí y
giré sobre
mi estómago, poniendo las manos bajo mi cabeza.
Volvió a
gruñir y lentamente pasó su mano por mi espalda, a través de mi trasero y
por uno de
mis muslos antes de volver a subir por el otro. Su mano se detuvo en
mi
trasero, trazando la línea del encaje, haciéndome temblar. Vaya, ¿qué me estaba
sucediendo?
En realidad quería que me tocara. Si hiciera un movimiento para
tocarme,
no lo iba a detener esta vez. Inclinó su cabeza y besó mi hombro antes de
descender
y desparramar besos a través de mi espalda y caderas. Besó la parte
inferior
de los shorts y pasó su lengua a través del final de mi trasero, justo donde
se
encuentra con la pierna. Di un grito ahogado y él se tensó.
Se apartó
rápidamente.
—Lo siento, lo siento. Me dejé llevar —dijo en tono de disculpa.
Me sonrojé
como loca.
—Me gusto, Gaston —dije con voz
ronca, y temblando un poco por el deseo que
estaba
corriendo por mis venas.
—¿En serio? —preguntó, sonando
sorprendido.
—Oh, diablos, sí —admití con voz
entrecortada, sonrojándome otra vez. Wow,
¿acababa
de decir eso? ¡Es tan vergonzoso!
Gimió
ligeramente y bajó la cabeza, pasando su lengua por el borde del encaje de
nuevo.
Esta vez no pude evitar el pequeño gemido que se escapó de mis labios. El
sonido
pareció alentarlo porque lo hizo de nuevo, y deslizó su mano por mi muslo
masajeando
mi trasero y espalda. Me besó en la espalda, levantando la tela de mi
camiseta
para poder besar mi piel. Me di vuelta para que estuviéramos cara a cara
y lo besé,
tirando de él hacia mí para que todo su cuerpo estuviera presionando el
mío. Podía
sentir su piel contra la mía y me alegré por haberme decidido por la
escasa
ropa de dormir. Se estaba excitando escaleras abajo otra vez, podía sentirlo
presionando
contra mi muslo, pero no estaba asustada esta vez, me alentó.
Levantó
las manos y tomó mis pechos; dejé salir un suspiro cuando sentí su mano
caliente a
través de la tela de mi camiseta porque no estaba usando sujetador.
Gimió
mientras que frotaba su pulgar por mis pezones haciéndolos endurecerse. Él
sólo
estaba usando shorts así que froté mis manos por su pecho y estómago,
simplemente
asombrada de cuán perfecto y tonificado era.
Me besó en
el cuello y a través de mis pechos sobre la camiseta. Mis manos se
enredaron
en su cabello castaño y sedoso mientras besaba su camino hasta mi
estómago,
apoderándose de mi camiseta con los dientes mientras subía y tirándola
hacia
arriba, lentamente, exponiendo mi estómago. Gemí y bajó su boca a mi piel
desnuda,
lamiendo suavemente y soplando sobre ella, haciendo que mi cuerpo casi
vibrara
con la emoción. Deslizó la mano bajo mi camiseta y lentamente la
arrastraba
hacia mis pechos, pasando sus dedos sobre ellos mientras continuaba
besando mi
estómago. Pero estaba besando más alto ahora y mi respiración estaba
empezando
a acelerarse en la anticipación de él besando mis pechos.
Oh, Dios,
sí. ¡Esto es demasiado rápido!
—Lo siento... Gaston... para —murmuré.
Retiró su
cabeza inmediatamente, y sonrió, con su hermosa sonrisa.
—No tienes que disculparte, Ángel —inclinó su cabeza y me besó de nuevo,
gentilmente.
Le sonreí agradecida mientras que giraba para salir de encima de mí,
poniéndome
cerca de su pecho, pasando sus dedos a través de mi cabello y me
miraba con
amor—. Eres tan hermosa —murmuró, besando
mi nariz gentilmente
mientras
bajaba mi camiseta por mí. Reí y sacudí mi cabeza. ¡Realmente estaba
lleno de
líneas cursis! Tal vez eso le funcionaba para conseguir que las chicas se
acuesten
con él. Sonrió, luciendo un poco herido—. No me crees —afirmó.
—¿A cuántas chicas le has dicho eso, Gaston? —susurré, no muy segura de que mi
voz sonara
bien si hablaba normalmente.
Suspiró
luciendo un poco derrotado.
—No puedo cambiar mi pasado, Ángel, créeme que lo haría si pudiera.
Nunca he
sentido
nada por nadie más, lo juro. Nunca le he dicho a nadie que era hermosa,
sólo a ti.
Nada más se compara a ti —dijo, mirándome
intensamente, deseando
que
entendiera. Mi respiración se atoró en la garganta ante sus dulces palabras. Me
apreté más
cerca de él y enterré la cara en su pecho, respirando en él. Suspiró con
alegría y
envolvió sus brazos con fuerza a mí alrededor, besando mi frente—.
Buenas
noches, Ángel —susurró.
—Buenas noches, Gaston —murmuré contra su
piel.
Tenía la
sensación de que el plan de no darle mi corazón, había desaparecido
completamente.
Todo lo que podía hacer ahora era rogar para que no lo rompiera.
Me
acurruqué más cerca de él, descansando mi cabeza en su pecho y quedándome
dormida en
minutos. Justo cuando comenzaba a perderme creí que lo escuche
susurrar algo que sonaba como “te
amo”, pero Gaston no diría eso,
así debió haber
sido algo
más.

kgbghbghbh esta novela me puede! ♥
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