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¿Bailamos?
En los dos días después en el colegio había sido un poco más
tranquilo, no había tantas
miradas aunque la mayoría de las clases Rocio y Gastón habían
estado separados.
Al medio día Rocio garabateaba aburrida sobre su cuaderno, el
salón había quedado vacío
ya que todos se encontraban en la clase de educación física
pero ella había conseguido librarse
gracias a un permiso que Gastón se había encargado de enviar
a la profesora de deportes en donde
solicitaba que ella pudiera faltar a esa clase por una lesión
en sus pies.
Rocio consideró que había llevado demasiado lejos las
pequeñas ampollas que se le habían
hecho en los pies al estar con las zapatillas de tacón
durante dos tardes seguidas pero también le
agradecía al muchacho que la librara de esa clase. No porque
no le gustara el deporte si no
porque hacía demasiado calor como para correr 5 vueltas
debajo de ese abrazador sol.
—Rocio —escuchó un susurró cerca de la ventana que daba al
pasillo pero cuando volteó
no vio a nadie, decidió ignorar eso y siguió haciendo líneas
en la hoja que probablemente había
dejado de ser blanca gracias a todos los garabatos—. Rocio
—volvió a escuchar y esta vez sí
logró divisar una cabeza morocha.
—¿Lali? —preguntó con su vista en la ventana. La chica
morocha se asomó lentamente
como si temiera que la vieran.
—¿Estás sola? —preguntó la chica dejando ver solamente sus
ojos pardos.
—Sí, anda ven, no tienes porque esconderte —le presionó Rocio
contenta de tener a
alguien para poder hablar o mínimo escucharla hablar.
Lali se levantó lentamente para después entrar al salón
sigilosamente.
—Me voy a ser vieja contigo —dijo Rocio observándola caminar
e imaginando como un
caracol la rebasaba.
—¿Y si viene Gastón? —preguntó tímida.
—¿Qué importa? —dijo con tono indiferente logrando que el
rostro de Lali fuera
marcado por la impresión.
—Que es tu novio. Debería importarte.
—Es mi novio —la última palabra le secó la garganta y tuvo
que tragar saliva antes de
continuar—, pero tener un novio no significa que deba estar
con él las 24 horas del día o que esté
presa.
—Pero tu novio no es cualquier chico, es Gastón Dalmau, el
modelo que todas las chicas y
algunos chicos aman —«yo no», pensó Rocio—. Aun no me creo
que sean novios. Es decir,
eres hermosa pero siempre creí que Gastón preferiría a esas
modelos flacuchas de 1.80 de estatura
con las que siempre posa. Aun así es maravilloso que estén
juntos, lo único es que te extraño y
eso que solo han pasado 3 días desde que se te declaró.
Rocio vio el rostro de su amiga y vio la pequeña gota de
tristeza que había en su rostro,
ellas siempre salían a caminar o a perder el tiempo en
cualquier lugar después del colegio pero
esos últimos tres días ella y Gastón se marchaban juntos para
convertirla en la novia “normal” en
idioma Gastón, que sus padres esperaban.
—Aun podemos hablar aquí y sin razón para que te escondas. No
olvides que yo sigo
siendo la misma Rocio que conociste en la secundaria —le
recordó y Lali sonrió.
—Pero quien no sigue siendo igual es Gastón —soltó una
carcajada y Rocio la acompañó
con una ligera risa recordando lo mismo que su amiga—. Aun
recuerdo cuando le vaciaste ese
tazón de fideos dentro de su camisa. Era claro que lo
odiabas. Pero siempre dicen que del odio al
amor solo hay un paso.
—En primera —empezó Rocio—. Le vacíe el plato de sopa en la
camisa, los fideos los
vacíe en su mochila. Segundo, no lo odiaba solo era una
venganza por haber salpicado de jugo el
manual que habíamos hecho para nuestro proyecto y sin
siquiera pedir permiso. Y tercera, eso
fue el primer año de secundaria y ahora estamos en último
semestre de preparatoria, además que
no lo amo —remarcó esa palabra—. Solo me agrada.
—¡Espera! —dijo Lali clavando la mirada en los castaños ojos
de su amiga—. ¿No te
gusta?
Rocio se mordió el labio inferior por dentro. Lo tenía muy
claro, a ella realmente no le
gustaba Gastón, solo le agradaba, como cualquier compañero
cercano a ella, pero supuestamente
todo el mundo pensaba que ellos estaban perdidamente
enamorados y aunque no le gustara debía
mentir.
—Me gusta —dijo—. Pero no lo amo.
Lali soltó un grito de felicidad y embistió a su amiga con un
abrazo.
—No puedo creer que he vivido para esté momento —habló
ilusionada—. Mi amiga está
enamorada —Rocio rodó los ojos pero su amiga ni pareció darse
cuenta—. Cuéntame —dijo
arrastrando la silla del pupitre de al lado para sentarse
cerca de Rocio—. ¿Desde cuándo te
enamoraste de Gastón?
Bien eso era algo que no había pensado pero rápidamente se
inventó algo que al menos a
ella le pareció creíble.
—Desde que se me confesó —dijo más bien como en tono de
pregunta.
Lali sacudió su cabeza y luego parpadeó un par de veces.
—¿Es decir que antes no te atraía para nada? —Rocio se
encogió de hombros—. Pensé
que sería algo más interesante. Solo espero que no te fuerces
a sentir nada por Gastón si en verdad
no lo vez de esa manera.
—¿Sabes? Salir con Gastón no significa que estoy comprometida
ni nada con él, solo soy su
novia y cualquier chica pudo haber estado en mi lugar
—suspiró—. No hay que hablar sobre él
cuando estoy contigo... —volteó alrededor recordando que
hacía falta alguien más ahí—.
¿Dónde está Candela?
—Dijo que tenía que entregar un proyecto a la profesora
Elena, uno que debió de haber
entregado hace una semana —dijo un poco molesta.
Candela era una chica hermosa con un increíble talento en
cualquier deporte que le pusieran
pero también era muy irresponsable con sus estudios y eso
definitivamente le molestaba a sus
amigas.
—Bueno, tanto tú como Candela pueden acercarse a mí sin
necesidad de esconderse detrás
de las ventanas —dijo Rocio poniéndose de pie de su asiento—.
Sigo siendo la misma Rocio y
Gastón es solo un chico.
—Gastón no es un chico normal, él es un modelo...
—Pues estoy segura que él quisiera que lo trataran como un
chico normal —le interrumpió
la rubia encaminándose hacia la puerta—, necesito algo de
agua. ¿Vienes? —le preguntó a
Lali que aun seguía sentada.
—No. Estoy agotada —dijo pero su voz había cambiado, se
escuchaba ligeramente tímida.
Rocio que estaba de espaldas a la puerta giró lentamente
sobre sus talones para
encontrarse a Gastón que la observaba con una pronunciada
sonrisa sobre su rostro, él lucía
extrañamente feliz.
—¿Te pasó algo en los labios? —le preguntó a Gastón sin dejar
de observar su sonrisa.
El chico dejó de sonreír y pasó su lengua por sus labios
remojándolos y dejándolos
brillosos, Rocio desvió su mirada del rostro de Gastón y
tragó. El ver sus labios le había traído el
recuerdo de su beso frente a todo el colegio y le había
provocado escalofríos. Nunca en su vida
se imaginó que su primer beso sería como el beso de Gastón,
tan fuerte y caliente...
—Estoy bien —le contestó Gastón y saludó a Lali con un
movimiento de su mano.
Lali prácticamente se derretía en su lugar y era por eso
mismo que había decidido
permanecer sentada.
—¿Ya nos vamos? —preguntó Rocio y el modelo asintió—. Nos
vemos —le dijo a su
amiga y salió del salón de clases junto a su “chico”.
—Gracias —le dijo Gastón.
—¿Por qué? —preguntó ella confundida.
—Porque tienes razón —le contestó—. Con respecto a lo que le
dijiste a tu amiga Lali.
Nunca he dejado de pensar en cómo sería mi vida si no fuera
modelo, en la escuela no podía
estar jugando con los demás niños porque tenía que ser
cuidadoso de no tener ningún rasguño, en
la secundaría las chicas ya comenzaban a notarme como modelo
y empezaba a sentirme
atosigado, ahora que estoy en la preparatoria no puedo salir
a ningún lugar sin ser fotografiado.
Así que cuando personas como tú aparecen y me tratan como
cualquier chico normal de
preparatoria me siento normal —Gastón soltó un suspiro.
—Probablemente si no fueras modelo tú y yo jamás abríamos
hablado o probablemente
abríamos hablado mucho antes —dijo Rocio sonriendo.
Rocio caminaba siguiendo una línea invisible que ella misma
se había trazado sobre el
piso de madera. Llevaba un par libros sobre su cabeza y le
molestaba. Los libros se habían hecho
para leer no para llevarlos como un accesorio. Suspiró
mientras seguía caminando correctamente.
Alguien tocó la puerta y Gastón se disculpó con ella antes de
atender, mientras el muchacho
atendía Rocio se quitó ambos libros de la cabeza para revisar
los títulos, no era una amante de la
lectura pero si conocía un poco de libros y creyó reconocer
uno de los libros que llevaba en la
cabeza.
Cuando Gastón volvió su atención a Rocio la observó hojeando
uno de los libros que le
había entregado para ponérselos en la cabeza y solo pudo
sonreír, estar con ella era agradable, no
había momento en que no pensara eso. Caminó hacia ella con 4
cajas de discos compactos en sus
manos.
—Tenemos que hacer otra cosa hoy —le dijo cuando estuvo
frente a ella.
Rocio observó los CD’s y levantó ambas cejas temiéndose lo
que debían hacer.
—Sí —contestó Gastón como si le leyera el pensamiento—. Te
enseñaré un poco de baile de
salón, sé que suena aburrido pero no lo es.
—Tengo dos pies izquierdos, apenas si puedo caminar recto y
ahora debo bailar en pareja
—bufó—, espero que tus pies traigan protectores o algo así.
Gastón rió aunque a Rocio le pareció que no había dicho nada
gracioso.
—Por eso te enseñaré a bailar, aprenderás tan rápido y verás
que no es difícil —le animó el
muchacho encaminándose al final del salón para llegar al
reproductor de CD’s que había sobre
una elegante mesa. Gastón prendió el aparato y empezó a leer
la parte trasera de las cajas de los
discos, cuando por fin se decidió insertó el disco en el
reproductor y tomó el control remoto para
poder iniciar la música cuando ambos estuvieran listos.
Rocio dejó los libros sobre la silla en la que Gastón se
sentaba a observarla caminar o
simplemente a observarla...
—Bailar es sencillo, no estamos diciendo que habrá alguna
coreografía, solo tienes que
tomar un poco de confianza y dejar que tu pareja te guie
—Rocio asintió y ambos caminaron al
centro del salón—. Permíteme —dijo Gastón acercándose a ella
para colocar un brazo por la
cintura de ella y tomar la mano derecha de ella con su mano izquierda—,
primero empezaremos
sin música.
Rocio asintió y bajó su vista hacia sus pies. Agradeció que
no se sintiera nerviosa, siempre
pensó que cuando bailara en pareja con alguien su cuerpo
temblaría y sus manos sudarían pero
estando con Gastón no se sentía de esa manera, es más, era
muy tranquilizador tener que aprender a
bailar con él.
Como Gastón había dicho, ella se dejó llevar por él, dio un
corto paso hacia el frente y ella
dio uno hacia atrás para que sus pies no chocaran, él volvió
a su lugar y ella lo siguió. Sus pechos
estaban casi juntos y eso le había obstruido la vista a Rocio
para ver sus pies.
—No tienes que estar viendo hacia abajo —susurró Gastón y
ella lentamente subió su mirada
para encontrarse rápidamente con los ojos de Gastón, casi
como si ellos todo el tiempo hubiesen
estado esperando encontrarse y fue ahí donde empezó a
sentirse nerviosa. Él también empezaba a
sentirse de la misma manera—. Puedes mantener tu vista sobre
mi hombro si es que te incomoda
verme a los ojos, o puedes mantener tu cabeza en... creo que
es tiempo de poner la música.
Ella asintió y se sintió como tonta, parecía que lo único que
podía hacer era asentir.
Gastón la soltó y sacó el control remoto del bolsillo de su
pantalón escolar y la música
empezó a sonar por el salón, era una canción lenta que a
Rocio se le hizo familiar. El control
regresó al bolsillo y el chico nuevamente se acercó a ella.
—¿Bailamos? —le pidió de un modo caballeroso que hizo sonreír
a la chica.
—Claro.
Nuevamente se acomodaron como la primera vez y ahora ella
mantenía su vista por encima
del hombro de Gastón. Por suerte ella era alta y los tacones
le ayudaban aun más, sin los tacones
ella llegaba a la altura de la boca del chico pero con los
tacones llegaba casi a la altura de sus
ojos por lo que ver sobre su hombro era algo fácil de hacer.
Gastón inició el baile y ella lo siguió con naturalidad, como
si no fuera la primera vez que
bailaba. Se movieron primero en el mismo lugar con sencillos
pasos y luego aprovecharon el
enorme espacio del salón para moverse por todo el lugar. En
algún momento ambos conectaron
sus miradas y sin ninguna incomodidad siguieron bailando.
Mientras la música seguía Gastón soltó
a Rocio y la tomó de una sola mano para poder darle una
vuelta, él terminó detrás de ella y la
sujetó de esa manera por la cintura, sus manos se envolvieron
en la tela del delgado suéter del
uniforme de Rocio y reposó su barbilla sobre el hombro de
ella.
Se sentía tan normal con ella que todo su cuerpo se relajaba.
Rocio sonrió mientras él la dejaba libre de la cintura y
caminaba para volver a estar frente
a ella, la rodeó una vez más con sus brazos, pero está vez
sus dos manos quedaron en su cintura y
las manos de ella subieron hasta entrelazarse detrás de su
cuello y ambos se vieron a los ojos,
felices, sonriendo...

Que guacha como lo dejas ahí...espero el próximo
ResponderEliminares obvio que ambos se estan enamorado.... Está buenísima la nove :-)
ResponderEliminarAhaaaa más dulces bailando <3
ResponderEliminarFelices sonriendo... se besaron decime q siii Jaja espero el próximo
ResponderEliminarY mala lo dejas ahí! Jajajajna espero mas
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