Capítulo 16
tras finalmente separarme de Gaston el
sábado por la mañana, literalmente no
podía mantener alejada la sonrisa de
mi cara. Fue tan increíble la noche
anterior y fue mejor de lo que alguna
vez pensé que podría ser. Fue tan dulce,
paciente y tierno conmigo,
tomándoselo todo lenta y tranquilamente. No pude
haber pedido un novio más cariñoso.
—Vamos, chico amoroso, vámonos —ordené, deslizándome en un pantalón
de
chándal y una camiseta sin mangas
lista para la práctica de baile.
Agarró mi cintura y besó la parte
trasera de mi cuello.
—Está bien. Pero por favor trata de no
sacudir demasiado ese lindo trasero en mi
rostro, o quizás tenga que rasgar
esos sexis pantalones y tomarte justo en frente de
tu equipo —gruñó, mordisqueando suavemente mi
cuello.
No pude evitar reírme ante el
comentario. Nunca me había dicho nada como eso
antes y me sonrojé como loca mientras
golpeaba su hombro.
—Sal de mi cuarto, hombrezuelo —bromeé, empujándolo, riendo. Sujetó
mi mano,
tirando de mí, sonriendo felizmente.
No pude evitar más que mirar a su trasero
mientras caminaba enfrente de mí
hacia el pasillo. ¡Wow, me ha convertido en una
pervertida también!
La práctica de baile fue genial.
Parecía que finalmente me estaba saliendo el
levantamiento con el que había estado
teniendo problemas la semana pasada, así
que por lo menos no me caí sobre mi
trasero demasiado. Para el momento en que
terminamos estaba cansada y sudorosa.
Gaston se sentó ahí pacientemente
observando como de costumbre,
bromeando con Justin. Parecía que estaba
sonriendo más de lo normal. Supongo
que fue difícil para él, esperar una semana
entera para tener sexo, apuesto que
nunca había hecho eso en su vida.
Probablemente estaba satisfecho de
finalmente tener algo la noche anterior
después de todo el flirteo que había
hecho recientemente.
Espera, ¿sólo habíamos estado
saliendo una semana? Me reí para mí misma, vaya,
era una zorra. Me acosté con un chico
con el que he estado saliendo por una
semana; ¡Nunca pensé que podría decir
eso! Parecía como si hubiéramos estado
juntos desde siempre porque todo era
sólo demasiado fácil y lo había conocido
durante tanto tiempo.
Cuando terminamos de practicar,
fuimos a un pequeño café y compramos
sándwiches, llevándolos a un parque
para comerlos. Gaston se sentó bajo la sombra
de un árbol, abriendo sus piernas
para que me sentara entre ellas. Cuando estaba a
punto de sentarme, me detuvo.
—Espera, Ángel. —Se quitó su sweater con capucha y lo
tendió en el suelo para
que me sentara sobre él.
—Gracias. —Sonreí agradecidamente, dentándome y
recargándome en su pecho,
comiendo mi comida. Como de
costumbre, Gaston inhaló su comida y envolvió sus
brazos a mí alrededor, meciéndose
suavemente mientras yo terminaba de comer.
Nunca pensé que alguna vez podría
tener algo como esto con un chico. Cada vez
que pensaba en salir, me había
asustado como el infierno porque nunca quise que
un hombre me tocara de esa manera.
Después de lo que mi padre había hecho con
todo el toqueteo, supongo que estaba
un poco asustada. Todo el tiempo había
pensado que nunca quise un novio,
jamás me di cuenta que ya tenía al chico
perfecto que era dulce, amable y que
me mantenía a salvo todas las noches.
—Podría quedarme aquí para siempre —mascullé, cerrando mis ojos,
suspirando
con alegría.
Besó el lado de mi cabeza.
—¿No te arrepientes de dormir conmigo
entonces? —preguntó.
Me giré para mirarlo de frente,
pretendiendo pensar acerca de ello.
—Eso depende. ¿Vas a dejarme ahora que
me rendí? —bromeé.
Me sonrió maliciosamente.
—Hmm, quizás debería —contestó, besándome suavemente.
Sonreí contra sus labios.
—Bueno quizás debería llegar ahí yo
primero y botar tu candente trasero.
Ahorrarme la humillación —sugerí, elevando mis cejas,
sonriéndole.
Se rió y se recostó en su espalda,
tirando de mí encima de él, sosteniéndome cerca.
—Si me botas voy a estar rogándote
hasta el día que muera para que me aceptes
de nuevo —declaró, acariciando mi espalda.
—¿Rogando de rodillas? —pregunté, riendo.
Asintió, mirándome seriamente.
—Sí, lo que sea que se necesite. Donde
sea que vayas, estaré siguiéndote detrás de
ti, rogando por otra oportunidad.
Seré como un acosador obsesionado —bromeó,
rodando entonces yo estaba debajo de
él.
—Suena como si eso fuera a ser un
dolor en mi trasero. Tal vez sólo debería
quedarme contigo entonces. —Sonreí, encogiéndome de hombros.
Asintió.
—Buen plan —coincidió, besándome apasionadamente,
terminando la
conversación.
Después de una hora en el parque nos
fuimos a casa para ordenarla. Como de
costumbre el lugar era un desastre.
Nicolas ya había empezado. Teníamos que hacer
un muy buen trabajo esta vez porque
mamá tenía programado volver mañana. No
tenía idea de que se llevaba a cabo
una gran fiesta en su casa todas las semanas.
Que incluso llamé Mery para ayudar
con la limpieza, pero para ser honesta tan
pronto como apareció ninguno de
nosotros habíamos hecho mucho. Me siguió a
todas partes esperando para saber
cada pequeño detalle de anoche, cómo era él,
cómo fue, y cualquier otro detalle
que pudieras pensar. Me negué a contestar más
preguntas personales, como cuánto
había durado, y qué tan grande era.
Finalmente, terminamos de limpiar y
nos acomodamos con pizza y un DVD.
—Así que ahora que esos dos están
emparejados, Nicolas, eso sólo nos deja a ti y a mí
—le dijo Mery a mi hermano,
sonriéndole coquetamente.
Él le hizo una mueca.
—Eres una chica demasiado buena para
mí, Mery —le dijo, sonriendo
perversamente.
Ella se rió.
—¿Y quién te dijo que era una chica
buena? Como sea, incluso si lo fuera, quizás tú
podrías corromperme. —Alzó las cejas, mirándolo por encima
lentamente.
Me aclaré la garganta teatralmente,
obteniendo su atención.
—Paren. La película empezó. No
coqueteo durante las películas de terror, ésa es la
regla, ambos lo saben —los reprendí, tratando de sonar
severa. Nicolas me dio una
sonrisa de agradecimiento. Rodé los
ojos. Él realmente no se ayudaba; había
caminado derecho dentro de eso. ¿Si
no la quería encima de él entonces por qué
se metía el solo en eso?
Me acurruqué más cerca de Gaston,
viendo el resto de la película. Cuando finalmente
terminó, Gaston fue a su casa como de
costumbre para mantener las apariencias con
sus padres. Con mi madre llegando a
casa mañana, necesitábamos hacerlo parecer
como si se quedara en su casa. No
creo que a mi madre le gustaría escuchar que el
chico de al lado duerme con su hija
todas las noches. Lo besé hambrientamente en
la puerta, antes de entrar a mi
habitación, antes de decidir tomar un largo y
agradable baño en la bañera. Estaba
un poco adolorida por tener sexo, y además
bailar por horas esta mañana había
puesto mis músculos un poco tensos. Me
deslicé en la bañera, cerrando mis
ojos, completamente feliz.
—Hey, tú —dijo Gaston desde la entrada un poco
más tarde.
—Hey —saludé, sin abrir los ojos.
—¿Otro baño frío? —preguntó, riendo. Sacudí mi cabeza y
le eché un vistazo.
Estaba inclinado contra el marco de
la puerta, una pierna colgando casualmente
sobre la otra, sus brazos cruzados
sobre su pecho, una sonrisa en su rostro. Se veía
tan candente como el infierno.
—En realidad, está tibio esta vez.
¿Quieres entrar? —ofrecí.
Se veía un poco sorprendido.
—¿En serio? —preguntó, parándose derecho, viéndose
ridículamente anhelante.
Me reí y asentí en confirmación.
—En serio.
Más rápido de lo que creí posible,
estaba desnudo y en la bañera detrás de mí,
envolviendo sus brazos a mí
alrededor.
El domingo se fue increíblemente
rápido. Estaba realmente emocionaba de ver a
mi madre; no la había visto por más
de dos semanas. Ella no tenía pensado volver
hasta el próximo fin de semana pero
en su lugar quiso volver esta semana. Era
ahora justo después de las seis en
punto, y llegaría en cualquier minuto. Estaba
sentada en el regazo de Gaston en la
sala, prácticamente vibrando de emoción.
Cuando escuché su auto detenerse
afuera, corrí hacia la puerta, chillando
alegremente.
Nicolas saltó al mismo tiempo que yo
y me sujetó alrededor de la cintura, riendo
mientras me tiraba al sofá.
—Yo primero, renacuajo —declaró, corriendo a la puerta
delante de mí,
haciéndome reír.
Lo seguí fuera de la puerta y
atacamos a mamá en un abrazo.
—¡Hola, Nicolas. Hola, Rocio! —gorjeó, abrazándonos fuertemente.
Gaston fue directo
a la camioneta y sacó su equipaje.
Cuando se empujó fuera del abrazo estaba
sonriendo con lágrimas en los ojos—. Los extrañé chicos —dijo, besándonos a
ambos felizmente—. Hey, Gaston. ¿Tienes un abrazo para
mí? —preguntó, sonriendo.
Él se rió y asintió.
—Siempre, Adriana —dijo, abrazándola fuertemente.
—Te has vuelto más guapo —declaró, palmeando su mejilla
afectuosamente.
Se rió.
—No sé acerca de eso —contestó, sacudiendo su cabeza,
sonriendo. Mordí mi
labio; definitivamente se había
vuelto más guapo en mi opinión. Mi mamá adoraba
a Gaston, siempre lo ha hecho. Él
pasa mucho tiempo en nuestra casa, y desde que
mi padre la dejó ella se hizo
realmente cercana a Silvia y Pedro ahora que tenía
“permitido” socializar.
—Entonces, ¿qué me he perdido? —preguntó, enganchando su brazo con el
mío,
caminando hacia la puerta, dejando que
los chicos cargaran sus maletas.
Sonreí sabiendo que iba a enloquecer
cuando le contara acerca de Gaston.
—Um, no demasiado. Me enamoré —dije alegremente.
Jadeó y me obligó a detenerme,
mirándome tan sorprendida que no pude evitar
reírme.
—¿Tú… Tú
qué? —tartamudeó, mirándome con una
expresión perpleja.
Sonreí y la hice caminar dentro de la
casa, tirando de ella dentro de la cocina.
—Tengo un novio —confirmé, sonriendo como loca.
—Oh, Rocio, ¡nunca pensé que serías
capaz de hacerlo! Estoy tan orgullosa de ti,
cariño. Sé que tan difícil te es
dejar que las personas estén cerca de ti —susurró,
abrazándome apretadamente, lágrimas
brillando en sus ojos de nuevo. Gaston y Nicolas
entraron; ambos recargándose contra
el mostrador de la cocina. Gaston me dio un
pequeño guiño y sonreí en respuesta—. Bueno, ¿cuál es su nombre? ¿Lo
conoceré
mientras esté aquí? Oh espera,
¿Nicolas lo sabe? —preguntó, susurrando la última
parte, probablemente pensando que
estaba arrojándome a algo con mi hermano
mayor sobreprotector.
Me reí y miré a Nicolas que estaba en
proceso de mirar a Gaston otra vez.
—Sí, mamá. Nicolas lo sabe —confirmé, riendo entre dientes.
—¿Bueno? ¿Quién es? ¿Cómo es? —preguntó, sonriéndome
emocionadamente.
—Bueno, mayormente es un dolor en el
trasero. Es arrogante y demasiado seguro
de sí mismo. Pero por el lado
positivo, es extremadamente ardiente —declaré,
viendo la cara de Gaston mientras él
trataba de no reír.
—¡Las apariencias no duran, Rocio! ¡No
deberías basar una relación en cómo se ve
alguien! —me regañó, sus cejas juntas en señal
de desaprobación.
No pude evitar reírme.
—No te preocupes, mamá, no lo voy
dejar cuando deje de lucir guapo —bromeé.
—¡Más te vale que no! —advirtió Gaston, moviéndose a mi
lado, envolviendo su
brazo alrededor de mi cintura.
Mi mamá miró entre los dos varias
veces, una expresión sorprendida en su rostro.
Sus ojos se movieron a Nicolas, su
expresión desconcertada y confundida. Nicolas asintió
un poco a regañadientes. De repente,
ella empezó a reír y a menear la cabeza.
—¡Debí haberlo sabido! Todas las
provocaciones y por el estilo, no me di cuenta
que era tensión sexual —dijo, riéndose más fuerte cuando
Nicolas bufó enojado.
—¡No quiero saber! —gruñó Nicolas, cubriendo rápidamente
sus oídos, sacudiendo su
cabeza mientras todos nos reíamos.
Mi madre me tiró en un abrazo.
—Estoy tan feliz por ti, Rocio. Él es
un chico tan bueno —susurró.
—Sé que lo es —coincidí mientras me soltaba. Tomé la
mano de Gaston, presionando
mi costado contra el suyo. No pude
evitar desear llevarlo a mi cuarto y tenerlo
frotando sus manos sobre todo mi
cuerpo de nuevo, no había estado con él desde
esta mañana y se sentía como una
eternidad.
—Felicidades, chicos —chilló, sonriendo. Gaston apretó mi
mano, sonriéndome
felizmente, haciendo derretirse a mi
corazón. Mi mamá sonrió un poco triste,
mirando primero a Nicolas, luego a mí—. Chicos, necesito hablar con ustedes
acerca
de algo. Hay una razón por la que
volví una semana antes —admitió, su voz tensa y
seria.
Nicolas se puso rígido, su rostro
endureciéndose.
—No queremos verlo si eso es lo que
vas a decir —dijo severamente, moviéndose
para pararse a mi lado
protectoramente.
Mamá meneó la cabeza.
—No es así de simple. No quiero tener
que decir esto, él me ha puesto en una
posición tan difícil y lo lamento —dijo en voz baja. Gaston y Nicolas
ambos se movieron
más cerca de mí inconscientemente,
así que estaba completamente apretujada
entre los dos. Por Dios, ¿por qué
demonios se ponen tan preocupados acerca de
eso? ¡Él no está aquí ahora!
—Mamá, ¿de qué estás hablando? No
dejaré que ese imbécil se acerque a Rocio
—gruñó Nicolas enojado.
Ella empezó a llorar así que empujé a
los chicos y envolví mis brazos alrededor
suyo. Mierda, esto era malo. Lo sea
que fuera, ella estaba realmente alterada sobre
ello.
—¿Qué está mal? —susurré, obligándome a no llorar
también. Odiaba ver a mi
mamá alterada, siempre era la fuerte.
—Necesitó sentarme —dijo en voz baja, limpiando su cara
con fuerza, secando las
lágrimas mientras tomaba un profundo
respiro. La seguí a la sala, sentándome en
el sofá, apenas capaz de respirar.
Pensamientos de ellos dos volviendo a estar
juntos, él queriéndose mudar con
nosotros, demandando para vernos, incluso él
queriendo la custodia de nosotros,
todos estos pensamientos pasaban zumbando a
través de mi cerebro tan rápido que
me hizo sentir enferma. Gaston se sentó a mi
lado, envolviendo fuertemente sus
brazos a mí alrededor. Me presioné a él por
apoyo, esperando que ella lo dijera.
—Tú padre se ha mudado a esta ciudad —dijo suavemente.
Nicolas saltó de su asiento.
—¡Hijo de puta! ¡Le dije que se
mantuviera lejos! —gritó furioso, viéndose como si
quisiera golpear algo.
Mi madre asintió.
—Nicolas, él quiere estar en contacto
con ustedes dos de nuevo. Dice que lo lamenta
y que ha cambiado. Quiere que le den otra
oportunidad.
—¿Quieres decir que quiere otra
oportunidad para tratar y violar a Rocio? —gritó
Nicolas. Me estremecí mientras los
recuerdos volvían. Los brazos de Gaston se tensaron
a mí alrededor, sus manos apretándose
en puños.
Mi madre sacudió su cabeza, mirándolo
suplicante.
—¡Nicolas, no me gusta esto más que a
ti, así que por favor deja de gritarme! Odio
que sea yo quien tenga que decirles
eso, pero no es mi culpa —dijo, llorando de
nuevo.
Nicolas suspiró y meneó la cabeza,
arrodillándose enfrente de ella y tirándola en un
abrazo.
—Lo siento. No debí desquitarme
contigo —dijo, aun sonando enojado. Presioné
mi cara en el hombro de Gaston,
inhalándolo. Lo sentí poner sus labios en mi cuello y
me concentré en la sensación de su
respiración soplando tranquilizadoramente por
mi espalda, tratando desesperadamente
de no enloquecer. Luego de un minuto de
silencio, Nicolas habló—: ¿Por qué vuelve? ¿Por qué no sólo
le dijiste que no
queríamos verlo? —preguntó.
Ella cerró sus ojos y sonrió
tristemente.
—Se volvió a casar. Tiene un hijo de
un año, es su medio hermano. Aparentemente,
la mujer con la que se casó ya tenía
un hijo. Él tiene diecisiete. Su padre quiere que
conozcan a su nueva familia —dijo, burlándose ligeramente en “nueva familia” un
poco al final.
Mierda, ¿tengo un hermano pequeño, y
un hermanastro?
Nicolas saltó.
—¡Ese hijo de puta debió haber sido
castrado! ¡No debió haber tenido permitido
tener más hijos! —gritó, pasando sus manos por su
cabello apretadamente.
—Necesitaba volver hoy y hablar con ustedes
porque el chico más grande, Johnny
ese es su nombre; él va a empezar en
su escuela mañana. Sabe acerca de ustedes
dos —dijo, mirándome excusándose.
Nicolas pateó la mesa de café,
fuerte, mandándola volando. Gaston saltó y se paró
enfrente de mí protectoramente
mientras Nicolas gritaba blasfemias y silviaeaba la
mesa una y otra vez, probablemente
lastimándose el pie. Me paré y empujé a Gaston,
apartando sus manos mientras trataba
de impedirme acercarme a mi hermano.
Agarré el brazo de Nicolas, haciendo
que se detuviera y me mirara. Su cara era pura
ira y pienso que si mi padre
estuviera aquí justo ahora, estaría muerto. El hombre
necesitaba mantenerse malditamente
lejos de Nicolas. Envolví mis brazos a su
alrededor apretadamente, sabiendo que
necesitaba tranquilizarlo antes de que se
hiriera a sí mismo. La única manera
de calmar a Nicolas cuando enloquecía así era
hacerle creer que estaba alterada,
eso usualmente lo sacaba de su ira bastante
rápido.
—Nicolas, detente. Me estás asustando.
¿Por favor? —susurré, aferrándome a él para
calmarlo.
Estaba temblando por la rabia
mientras envolvía sus brazos alrededor de mí.
—Está BIEN. Shh, todo está BIEN. Lo
siento —murmuró, acariciando mi espalda, su
naturaleza sobreprotectora
revelándose.
—Lo siento —murmuró mi madre, sollozando detrás
de nosotros.
Salí de los brazos de Nicolas y me
senté junto a ella.
—Está BIEN, mamá. Nada de esto es tu
culpa. Ya veremos qué hacer. Ni Nicolas ni yo
queremos verlo, así que simplemente
no lo veremos —declaré, pretendiendo que
sería así de fácil.
—¿Qué sobre este chico, Johnny, tu
hermanastro? Él va estar en tu escuela mañana.
Él sabe quién eres pero no sabe sobre
qué paso en aquel entonces. Tu padre me
dijo que su nueva familia piensa que
no quieres verlo debido al rompimiento de
nuestro matrimonio, nada más —dijo ella sacudiendo la cabeza.
Nicolas se rio sin humor.
—Sí, ¿por qué el invertebrado bastardo
le diría a su nueva esposa que golpeó por
años a su vieja familia antes de
finalmente tratar de violar a su propia hija? ¿No es
algo que puedas sacar en una
conversación normal cierto? —escupió de manera
repugnante. Me estremecí otra vez.
Odiaba la palabra violar, era horrible.
—¡Nicolas, maldita sea! ¿Dejarás de
decir eso? —chilló Gaston, mirando hacia él con
enojo mientras se sentaba enfrente de
mí, tomando mi mano.
—Lo siento, Rochi, no pensé —Nicolas murmuró en tono de disculpa.
Sacudí mi cabeza y fingí una sonrisa.
—Está bien, Nicolas, no te preocupes. —Agité la mano con desdén,
pretendiendo que
no estaba afectada por toda esta
situación—. ¿Cuál es el nombre del bebé? —le
pregunté a mamá, queriendo saber
sobre el hermano pequeño que ahora tenía.
Ella sonrío tristemente.
—Matt.
Sonreí. Matt. Era lindo, me gustaba.
Podía sentir la histeria creciendo dentro de mí
aunque sabía que necesitaba estar
sola.
—Bueno, no hay nada que podamos hacer
al respecto ahora, supongo. Tendremos
que ver como es este Johnny mañana.
Pero no quiero tener nada con ese hombre
jamás —declaré segura de eso mientras me
ponía de pie—. Voy a recostarme.
Tengo dolor de cabeza —dije mientras empecé a alejarme.
Necesitaba salir de aquí
antes de tener una crisis enfrente de
Nicolas, eso sólo lo haría volverse loco otra vez.
Gaston tomó mi mano.
—¿Quieres algo de compañía? —preguntó en voz baja, mirándome con
una cara
de perrito. El condenado chico sabía
que no podría decirle no a esa cara.
—Sí, de acuerdo. —Asentí ligeramente y empecé a caminar
hacia mi habitación.
—Estaré ahí en un minuto. Sólo voy a
ayudar a Nicolas a limpiar la mesa —dijo Gaston,
asintiendo hacia el desastre de
madera rota que solía ser nuestra mesa de café.
Asentí y me alejé rápido. Podía
escucharlos susurrando detrás de mí, sabía que
ellos estaban hablando sobre mí, pero
simplemente no me importaba. Me enrollé
en una bola en mi cama y sollocé mientras
pensaba al respecto. Mi padre estaba en
el pueblo y quería tener contacto con
nosotros otra vez. Tenía una nueva familia.
No podía evitar preguntarme si los
trataba bien o si los amaba, y si los trataba bien
y los amaba, ¿Por qué demonios no
pudo haber sido así con nosotros? ¿Por qué no
nos amó?
Uno minutos después Gaston entró,
envolviendo su cuerpo alrededor del mío,
dejándome sollozar en su pecho hasta
que me dormí. La última cosa que pasó por
mi cabeza fue que sabía que todo en
mi vida era demasiado perfecto. Sabía que no
debía poner mis esperanzas por un
final feliz. Yo nunca tenía un final feliz.
—¿Cuál es el nombre del bebé? —preguntó Rocio curiosamente a su
mamá. Ella
había estado tan calmada. Sabía que
esto probablemente la estaba matando por
dentro pero ella estaba montando un
acto, probablemente para el beneficio de
Nicolas. Sus ojos estaban apretados;
su mano estaba sosteniendo la mía un poco
fuerte como para que estuviera bien.
—Matt —respondió Adriana , luciendo triste.
Rocio sonrío.
—Bueno, no hay nada que podamos hacer
al respecto ahora, supongo. Tendremos
que ver como es este Johnny mañana.
Pero no quiero tener nada con ese hombre
jamás —declaró, como si no importara que el
hombre que la golpeó, abusara
sexualmente de ella por años, y finalmente
intentando violarla, estuviera de regreso
y quisiera verla otra vez. Se puso de
pie y soltó mi mano. Instintivamente salté y me
puse de pie también. Nicolas estaba
todavía realmente molesto, sabía que él jamás
lastimaría a Rocio a propósito pero
si se salía de control ella podría ser lastimada
por accidente, así que necesitaba
estar allí, sólo por si acaso—. Voy a recostarme.
Tengo un dolor de cabeza —murmuró Rocio, alejándose sin una
sola lágrima. Esto
era malo; ella de verdad lo perdería
en cualquier momento, podía decirlo por la
manera en que sus hombros se
encorvaron ligeramente.
Agarré su mano.
—¿Quieres algo de compañía? —pregunté, rezando para que no me
alejara.
—Sí. De acuerdo. —Asintió ligeramente y se alejó sin
esperar por mí.
Necesitaba hablar con Nicolas
primero, asegurarme que él no fuera a salir por ahí sin
mí o algo.
—Estaré ahí en un minuto. Sólo voy a
ayudar a Nicolas a limpiar la mesa —mentí,
asintiendo hacia las astillas de
madera esparcidas por el suelo. Ella asintió y se alejó
rápidamente. La miré caminar por el
pasillo antes de girarme hacia Nicolas—. No te
atrevas a ir ahí por tu cuenta. Estoy
hablando en serio, Nicolas. Si quieres ir, entonces
iré contigo —susurré en tono de advertencia.
Él frunció el ceño pero asintió de
mala gana.
—No voy a ir al menos que haga falta.
Si él no se acerca a nosotros no quiero tener
nada que ver con él. Si se acerca a
ella, lo mataré —gruñó.
Asentí, sabía que lo haría, podía
verlo por su rostro. Igarzabal estaría con la
mierda hasta el cuello, porque si
Nicolas no lo mataba, entonces yo lo haría si se
acercaba sólo un poco a mi Ángel.
—Escucha, necesito ir allá y
asegurarme que ella está bien. Hablaremos más tarde
sobre esto. No hagas nada imprudente,
Nicolas —dije severamente. Él asintió y yo
prácticamente corrí por el pasillo
hacia ella. Entré en su habitación; ella estaba
enrollada en una bola en su cama,
sollozando su dolor. Odiaba verla así; me trajo
aquellos recuerdos de cuando solía
verla así cada noche desde que tenía ocho. La
vista de eso ahora estaba rompiendo
mi corazón.
Me acosté enfrente de ella y envolví
mis brazos a su alrededor apretadamente,
lanzando mi pierna alrededor de las
de ella, empujándola cerca de mí mientras
descansaba mi barbilla en la cima de
su cabeza. Si él la llegaba a tocar otra vez iba
a matarlo. No la dejaré vivir su vida
asustada por un hombre. No me importaba si
terminaba gastando todo mi tiempo en
ello, mientras ella estuviera segura, eso era
todo lo que necesitaba.
Después de media hora sollozando
histéricamente, su respiración se volvió más
profunda. Me retiré lentamente y miré
hacia ella. Se había quedado dormida. Su
cara estaba roja e hinchada, estaba
manchada con lágrimas, pero aun así lograba
verse como la chica más hermosa en el
mundo. Besé su frente gentilmente y limpié
sus lágrimas, desenredándome lo más
cuidadosamente que podía.
Salí a hurtadillas de su habitación y
encontré a Nicolas sentado en el sofá; su madre
estaba en la cocina haciendo la cena.
Me senté cerca de Nicolas dejando mis ojos
vagar por su cara. Lucía tan
estresado; no lo había visto así desde un par de años.
La última vez que lo vi así fue
cuando su papá se puso en contacto hace dos años,
cuando teníamos dieciséis. Eso fue
cerca de un año después de que lo hubiésemos
golpeado fuerte y sacado a patadas.
Aparentemente, Stephen había querido
verlos otra vez para redimirse, o eso dijo él
de cualquier manera Nicolas se había
vuelto loco, justo como antes, y en términos no
vacilantes le dijo a su papá que si
se acercaba otra vez a Rocio, lo cortaría en
pedazos. Fue sólo suerte que esa
conversación pasara por teléfono; de otro modo
ese imbécil se estaría descomponiendo
en su tumba en estos momentos.
—¿Todo bien Nicolas? —pregunté, agarrando su hombro,
apretándolo suavemente.
Él suspiro y asintió.
—¿Está bien ella? —preguntó en voz baja.
Sacudí mi cabeza.
—No —admití tristemente. Miré mientras su
cara se enfurecía; odiaba ver a Nicolas
tan furioso—. Pero, está dormida ahora.
—Necesitas ayudarme Gaston —murmuró cerrando sus ojos.
—Por supuesto —coincidí, asintiendo rápidamente.
Haría lo que sea para mantener
a salvo a mi Ángel, cualquier cosa en
el mundo.
—No la quiero sola por su cuenta. Uno
de nosotros necesita estar con ella a toda
hora. ¿Puedes quedarte mientras yo
voy a trabajar durante la semana? —preguntó,
mirándome esperanzado.
Sonreí con un poco de culpa.
—Siempre lo hago Nicolas. No te
preocupes. Todo estará bien. Ella estará bien. —
Sonreí de modo tranquilizador. Nunca
dejaría que nada la lastimara otra vez. Lo
permití cuando ellos eran niños y
nunca me perdonaré por eso. Quiero decir, si le
hubiera dicho algo a mi mamá o mi
papá, quizás hubiera parado antes de que
fuera demasiado lejos.
Él asintió.
—Sí, lo sé. Escucha, sobre mañana, no
sé cómo va a reaccionar con este chico
Johnny. Ya sé que él no sabe nada,
pero ¿Qué si el empieza a preguntarle por qué
no lo vemos? Podía molestarla en la
escuela. Ella odia eso. Ella tiene años en esto
ahora —dijo tristemente.
—Nicolas, sólo tenemos que ver como
juega. —Tomé un profundo respiro y decidí
decirle acerca de lo que había estado
pensando desde que su madre dijo que ese
imbécil estaba de regreso en el
pueblo. No estaba seguro como Nicolas reaccionaria a
mi sugerencia, sin embargo; tenía la
esperanza que lo viera de forma que estaba
pensando sobre ella—. Sabes me iré a la universidad en un
par de meses. Bueno,
iba a rechazar mi beca e ir a una
universidad más cercana aquí así todavía
podría quedarme con ella, pero si
pasa lo peor, la llevaré conmigo. Puede
transferirse de escuela —sugerí, encogiéndome de hombros,
esperando por su
reacción.
He estado pensando bastante sobre
esto los últimos meses, desde que recibí la
carta de aceptación. Esa universidad
era una oportunidad increíble para mi carrera,
pero no quería irme. No quería dejar
a Rocio ni siquiera antes de estar juntos,
pero pienso que no sobreviviría ahora
que finalmente la tengo. Estaba pensando
sobre o ir a una universidad local, o
preguntarle para que viniera conmigo a
Boston. El problema era que Rocio
sólo tenía dieciséis, así que estaba seguro de
que tendría que tomar la primera
opción y quedarme aquí con ella. Ahora que esta
situación se había presentado,
regresaba a la idea de preguntarle para que viniera
conmigo. Podría alejarla de todo;
podríamos tener un nuevo comienzo donde ella
no pensaría sobre él cada día, donde
no tendría que preocuparse sobre
encontrarse con él cada vez que
saliera de la casa.
Esperaba que Nicolas se volviera loco
conmigo por siquiera sugerir alejarla de él, pero
me sorprendió cuando no lo hizo. Él
sólo asintió.
—Gracias, amigo —dijo tristemente.
—Voy a preguntarle a tu mamá si puedo
pasar la noche —dije, poniéndome de pie
y dirigiéndome a la cocina. Adriana todavía estaba molesta; sus ojos todavía
estaban rojos por las lágrimas.
Ella se acercó a mí y me abrazó apretadamente.
—Eres un buen chico, Gaston, siempre
lo has sido —dijo con una lágrima en su ojo.
—¿Es eso un, “sí, puedes
compartir la cama con mi hija, Gaston”? —bromeé, tratando
de aligerar el ambiente. Funcionó,
ella se rió.
—Sí, de acuerdo. —Asintió, poniendo los ojos en blanco
y suspirando
audiblemente.
La besé en la mejilla.
—Todo va a estar bien. Nicolas y yo
cuidaremos por las dos —le prometí mientras la
abrazaba fuertemente.
Ella asintió.
—Sé que lo harán. Sólo cuida también
de Nicolas por mí. Tengo el sentimiento que va
a hacer algo imprudente y meterse en
problemas —dijo ella frunciendo el ceño.
—Lo cuidaré. No te preocupes por nada.
—Sonreí y la solté gentilmente—. Voy a
buscar algo de ropa en mi casa. No
tardaré mucho. —Me giré y prácticamente corrí
a mi casa, tratando de ser lo más
rápido posible.
Mi mamá estaba planchando en la sala.
—Oye, mamá. Me quedaré con Ángel esta
noche —le informé mientras la pasaba
sin siquiera esperar por una
respuesta. Empujé ropa limpia y mis libros de la
escuela dentro de mi bolso, antes de
dirigirme de regreso a ver a mi mamá. No la
había visto desde el viernes por la
mañana cuando salí de mi habitación,
pretendiendo que había pasado la
noche aquí como es usual.
—¿Cómo van Rocio y tú? —preguntó ella, sonriendo felizmente.
Sonreí, pensando sobre cuán bien nos
estábamos llevando antes de que todo esto
pasara hace unas horas.
—Increíble. Realmente increíble —admití.
Ella me dio una brillante y feliz
sonrisa.
—Ustedes dos están teniendo cuidando,
¿cierto? —preguntó, mirándome con
advertencia.
Sonreí y asentí.
—Sí, mamá, Ángel está tomando la
píldora —declaré poniendo los ojos en blanco.
Ella jamás me había preguntado sobre
mi vida sexual antes ¿y ahora de repente
estaba interesada?—. Escucha, tengo que irme. Adriana está de regreso así que
está haciendo la cena. Sólo vine para
tomar algo de ropa. —Moví el bolso en mi
hombro, mirando a la puerta con
ansiedad; sólo quería regresar allí rápido en caso
de que ella despertara.
Mamá me miró con curiosidad.
—¿Adriana está en casa y va a dejar que te quedes con
Rocio? —preguntó,
luciendo un poco sorprendida. Sonreí,
sabiendo que bajo circunstancias normales
Adriana hubiera pateado mi trasero sólo por preguntar
si podía quedarme, pero
con todo lo que había pasado a ella
parecía no importarle.
—Sí, dijo que estaba bien. —La besé en la mejilla—. Te veo mañana en la noche
cerca de las nueve cuando Nicolas
llegue a casa del trabajo, ¿de acuerdo? —dije sobre
mi hombro mientras caminaba hacia la
puerta.
Suspiró dramáticamente.
—Fue lindo verte, Gaston —dijo sarcásticamente.
Me reí.
—Te amo, Mamá.
—También te amo —dijo, justo mientras cerraba la
puerta.
Corrí tan rápido como pude a la casa
de Rocio, ella todavía estaba dormida en la
misma posición. Sólo eran la siete
treinta; quizás ella duerma toda la noche. Me
acosté cerca de ella otra vez,
mirando por encima de ella. Instantáneamente, se
apretó cerca de mí, de la misma
manera que lo hacia cada noche. La envolví
fuertemente en mis brazos y cerré mis
ojos, tratando de pensar en otra cosa que
no fuera el peor recuerdo de mi vida.
La imagen de caminar dentro mientras su
padre trataba de forzarla mientras
ella yacía en la alfombra del salón sangrando.
Después que él se fue, admitió que su
padre la había estado tocando desde que
ella tenía cinco. Después de esa
confesión, nunca más habló sobre eso. Creo que lo
enterró tan profundo dentro de ella y
pretendió como si no hubiera pasado o algo,
como en un estado de negación
supongo. La única vez que veías los efectos de
ello, era cuando las personas la
tocaban y entraba en pánico.
Un tiempo después, Nicolas trajo dos
platos la comida. Miró a Rocio con una
expresión de dolor en su cara.
—¿Crees que deberíamos despertarla y
hacer que coma algo? —susurró.
Sacudí mi cabeza.
—No, déjala dormir. Si despierta con
hambre entonces le haré algo —dije en voz
baja, mientras empezaba a comer mi
pasta ávidamente. Se sentó al pie de su cama
sólo viendo su sueño por un rato—. Estará bien, Nicolas —prometí.
Suspiró y asintió.
—Sí lo sé. Buenas noches, Gaston. —Sonrió tristemente mientras tomaba mi
plato
vacío y el plato sin tocar de Rocio y
se deslizó fuera de su habitación. Me envolví
alrededor de ella otra vez y la vi
dormir hasta que no pude quedarme despierto
más tiempo.

Amo mucho esta novela! Amo a Gaston y Rocio en ella. Es muy linda la historia! ♥
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