martes, 29 de octubre de 2013

Casi capitulo 33

Capítulo 33
::Gaston::
--quiero besarte más que nada.
Mi corazón está latiendo al mismo tiempo
que las hojas revolotean entre los arbustos a lo
largo del camino a la entrada del jardín.
¿La chica realmente acaba de decir que necesita darme un beso?
¿Pronto? ¡Ahora!
—Santo Dios. Guau. ¡Hermoso! —Rochi suspira. Entramos en la parte
principal del Jardín de Hadas donde el camino se abre más. Esto nos lleva
a una gigantesca fuente goteando a través de un estanque con iluminación
de fondo que está llena de flores de cristal sopladas a mano en varios
colores, formas y texturas. Una estatua de un metro de bronce de un hada
con alas de cristal finas como el papel sostiene la corte en una pequeña
isla.
—Esto es increíble. —Los ojos de Rochi están brillando—. ¡Mira el
suelo! Sus alas, todo brillante. ¿Cómo hacen esto? —Ella suelta mi mano y
baila a través de los adoquines, girando en todas las direcciones, con los
brazos extendidos. Ella se ve como si en cada centímetro ella perteneciera
aquí, a este jardín con todas las otras criaturas mágicas.
—Está incrustado con mica y oro falso. Lo pregunté el año pasado.
Ella frunce el ceño y se voltea a mí solemnemente. —¿Cuántas
chicas has traído aquí con el único propósito de besarlas?
—No he venido aquí contigo con el único propósito de besarte —la
evadí, preguntándome si ella puede escuchar mi corazón.
Ella arruga su nariz, arquea una ceja y se encuentra completamente
con mi mirada en su lindo desafío de deslumbrar. —Bueno, eso es por lo
que te he traído aquí.
Me río. —Que me pellizquen si esto es un sueño, solo todavía no. Si
van a haber besos, yo quiero despertar después de que haya terminado.
Sus mejillas se vuelven color rosa mientras camina en torno al otro
lado de la fuente y de regreso. —¿Dónde… dónde… normalmente hacemos
esto? ¿Hay un mejor lugar para besarse en este lugar? Esta es mi primera
vez, así que realmente quiero que sea perfecto.
Mi corazón se acelera aún más rápido. —Honestamente. ¿Tú nunca?
—¿Es eso un problema? —Ella mira hacia otro lado como si
estuviera avergonzada.
—No. Pero esto añade presión sobre mí. —Sacudo la cabeza y bajo
la voz—. ¿Qué pasa si me lo lío? Esto me está dando un enorme ataque de
ansiedad.
—Yo soy la idiota que tiene diecisiete años con cero besos. Yo soy la
que está preguntando si voy a ser capaz de manejar esto… o… o… si voy a
estar incluso a la altura de todas las millones y millones de otras chicas
que has besado en este mismo lugar. No estás autorizado a tener un
ataque de ansiedad. ¡Eres el mejor besador en nuestra escuela entera! Todo
el mundo lo sabe.
—¿Qué? —Estoy completamente tirado por la sorpresa—. ¿Dónde
en el mundo sacaste esa retorcida información? —Me río.
Se encoge de hombros. —Chismes sobre tus hazañas, por no hablar
de que tus habilidades en besos son un tema constante en los pasillos. ¡Y
en el vestuario! Ahora anímate y sacúdeme sobre mis pies antes de que
esté totalmente nerviosa.
Para distraerme de lo grandes y luminosos que parecen sus ojos
ahora mismo, la tomo de la mano para tirar de ella hasta el otro lado del
jardín.
—¿Sauce llorón, o al otro lado?
—Me encantan los sauces llorones. —Su voz es casi un chillido
cuando nos agachamos debajo de las ramas largas y puedo sentir su mano
temblorosa en la mía.
Por suerte, la otra pareja que había estado ocupando el nicho de
sauce llorón lo deja cuando nos acercamos. La llevo a un banco de madera
tallado hecho de hojas y ramas entrelazadas.
—Um. Así que. Este es un banco muy bonito. Sí. Muy cool. Hecho a
mano, apuesto. —Sus ojos revolotean en cada dirección que no me incluye
a mí. Saca su mano de la mía y cruza los brazos sobre el pecho. Luego los
descruza. Entonces las cruza de nuevo.
Trato de no darme cuenta, o reír.
Sus siguientes palabras salen susurradas de prisa. —Creo que
debería decirte que hay una gran posibilidad de que podría actuar toda
extraña o enloquecer. Puede ocurrir después de besarnos o incluso
durante el acto. ¿De acuerdo? Por lo tanto, sólo quiero que lo sepas. Acerca
de mí. ¿De acuerdo?
—Lo sé —digo, exhalo un suspiro de alivio porque finalmente había
dicho esas palabras para ella. Se siente tan bien que las digo de nuevo—.
Rochi. Lo sé.
—¿Sabes? ¿Qué sabes? ¿Estoy actuando demasiado nerviosa? Dios.
Qué vergüenza. ¿Por qué nunca te pones nervioso?
Llego hacia adelante y agarro ambas manos. Su mirada se fija en mis
labios. Sus ojos son relucientes como si ella estuviera conteniendo
las lágrimas y reflejan las pequeñas luces del techo. Bajo mi voz, temeroso
de que ella huya de mí. —Lo sé todo. Vamos a hablar. Estoy nervioso
también. Mucho.
—No quiero hablar. Simplemente, bésame. Dame un beso, ahora
mismo. Entonces podemos hablar. Por favor. No puedo concentrarme. Mi
estómago está haciendo estas horribles volteretas, tirones y... tus ojos son
tan verdes que no puedo enfocarme...
Antes de que pueda moverme un milímetro, Rochi se mueve y pone
sus labios contra los míos. Registro la suavidad, el calor y los sonidos de
nuestros latidos entrelazados. Suavemente, llego a su espalda.
Suelto sus manos para que la pueda tirar más cerca. Sus brazos
rodean mi cuello y ella ha enrollado sus manos en la parte de atrás de mi
cabello. La sensación del suave temblor de sus labios envía un rayo por mi
espina dorsal.
Y me dispara, vuelo y muero de felicidad todo en el mismo segundo.
Tiro hacia atrás y miro hacia abajo a sus somnolientos, ojos medio
cerrados.
—¿Qué tal estuvo? —Mi voz saliendo ronca.
—Guau —susurra—. ¿Podemos intentarlo una vez más?
Perdido en la confianza que veo en su expresión, llevo mis manos a
sus mejillas y las dibujo de nuevo. Ella aprieta sus labios profundamente, y
me arriesgo a correr mi lengua por sus labios y boca.
Ella jadea con el contacto, y aprovecho la oportunidad para
profundizar el beso y mover mis dedos en sus rubios rizos. Ella se funde
en mí, no ofrece resistencia, confiando. Ella me besa de nuevo como si
supiera exactamente qué hacer. La parte de atrás de mi mente registra mi
olor favorito: el sol, más canela, y la idea de que ella sabe tan bien como
huele. Medio segundo más tarde ella tímidamente pasa su lengua por mi
labio inferior.
Este movimiento me sacude y desaparezco en la sensación.
El tiempo se detiene y nos besamos y besamos y besamos, hasta que
siento las lágrimas en sus mejillas.
¡Ella está llorando! Mierda.
Sorprendido, me alejo. Trato de descifrar su expresión mientras
trabajo para recuperar un fragmento de mis sentidos, por no hablar de una
cierta apariencia de control sobre mi cuerpo.
—Lo siento —le susurro, horrorizado de que pude haberla
lastimado o asustado de alguna manera. Trato de darle espacio, pero los
brazos de Rochi se sujetan a mí alrededor como un vicio. Su cara llena de
lágrimas está rompiendo mi corazón.
—¿Estás bien? Lo siento mucho. Yo no
podía detenerme. Por favor, deja de llorar.
Su respiración es tan desigual como la mía. —No. Estoy feliz. Ahora
sé que te amo, ¡lo hago! Me has hecho sentir como si yo no le tuviera
miedo a nada. ¡No es nada! —Me sonríe—. Todo es por tu culpa y ese
beso. ¡OH POR DIOS! Besos. Besarte... es increíble.
Ella deja escapar un largo suspiro de aire. Lucho contra la sensación
de que me estoy rompiendo también. ¿Realmente ha dicho que me ama?
¿Finalmente he resquebrajado a través de su máscara para siempre? Pongo
sus piernas hacia arriba sobre las mías, así que estamos más cerca y limpio
algunas de sus lágrimas.
—Te equivocas el crédito no es para mí. Eres la persona más valiente
que he conocido. No hay nada que temer nunca más. No entre nosotros.
Déjame decirte lo que he querido decir los últimos días. Esto no va a ser
fácil de decir, pero tienes que saber algunas cosas acerca de mí. Acerca de
nosotros.
—Está bien, pero primero, bésame, otra vez —manda. Sus ojos están
llenos de broma pícara.
—No. Tendrás que esperar. Rochi, estoy tratando de ser serio.
—No. Vas a tener que esperar —suplica, apretando sus brazos
alrededor de mi cuello y arrastrándome más cerca.
—Vamos, ¿una más? —Cierra los ojos y realmente frunce su ceño al
estilo de una película antigua.
Gimo. —Me estás matando. Deja de distraerme y escucha. Me
prometiste esto.
—Bien. —Ella parpadea en mi cara, frunciendo el ceño.
Desengancho mis brazos alrededor de su cintura desde atrás y
observo lo más lejos esos labios como pueda. Lo cual es difícil porque no
parece querer desprenderse de mí. Tomo una respiración larga, buscando
valor. —¿Cómo puedo empezar? Tengo mucho que decir.
—Eres tan lindo cuando estás nervioso. Me encanta cuando me
dejas leer tus expresiones. —Me mira a la cara—. ¿Qué? Santo. De verdad
te estás volviendo nervioso ahora mismo. ¿Qué tan malo puede ser?
—Eso tú lo decides. Supongo que necesito empezar, cuando te
conocí. ¿Te acuerdas de conocerme, en primer año?
Ella niega con la cabeza. —Creo que me acordaría de conocerte,
reparando en esos ojos de todos modos. O tu voz. Por lo menos.
—Nos conocimos. De hecho, me presente formalmente a ti una vez.
Como un idiota completo. Fue algo así como: Eh... hola... eres... uh... uh....
Rochi Igarzabal, ¿verdad? ¿Duh... duh... soy el más grande perdedor en el
mundo? Algo así de todos modos. —Sonrío—. Mi voz no había cambiado
todavía. Me temo que todavía sonaba como un coro soprano ese año.
Mi pecho golpea con miedo, viendo su rostro alguna señal de
reconocimiento.
Frunce el ceño. —No hay manera. Eso nunca sucedió.
—Oh sucedió. Tú me destruiste. Respondiste con un ―Sí, encantada
de conocerte‖ y nunca miraste hacia atrás. Tuve un flechazo doloroso por
ti en ese entonces. Uno que realmente nunca he superado. Obviamente.
Rochi inclina la cabeza, con el rostro todavía cubierto con
incredulidad. —Si eso es cierto, entonces, ¿por qué nunca te vi en la
escuela? ¿No pareces el tipo que abandona después de sólo una ignorada
(o intento)? ¿O yo era eso? ¿Por qué no intentarlo de nuevo? Ni siquiera te
vi en los pasillos. ¿Sabía si tenemos una clase juntos?
—No. No tenemos clases. Yo quería tratar de acercarme de nuevo,
pero... yo... yo... ¡Mierda! Esto es tan difícil.
—¡Qué! ¿Qué es?
Puse mis brazos alrededor de su cintura. Mi corazón late tan mal
que apenas puedo hablar, pero sé que no puedo huir. —Déjame empezar
de nuevo... olvídate de cuando nos conocimos. Permíteme comenzar ahora
con este verano. El periodo de prácticas. El contrato de novio y por eso
accedí a hacerlo. —Retiro el cabello de mis ojos.
—¿Estás bien? —Ella me lanza una mirada que dice que piensa que
estoy loco, lo cual está bien porque en realidad me siento así, en este
momento. Loco de amor y loco por miedo de perder a esta chica.
Empiezo de nuevo, esperando que ella pueda sentir que le estoy
dando mi corazón y cada centímetro de mi honestidad. —Nunca pensé
que iba a llegar a tener este momento contigo. Menos besarte. Por último.
¿Sabes cuántas veces he querido besarte, durante todo el verano?
—Bueno, eso va para nosotros dos, entonces.
Ella se sonroja y aparta la mirada mientras continúo: —Así que tú
puedes ver cómo esto me está abrumando. Esta noche, con admitir que me
amas, estoy a punto de morir de felicidad. No quiero perderte al azar,
todavía no. Te quiero tanto. Y tengo miedo. Si te digo esto mal, entonces
hay una posibilidad de que tú nunca podrás incluso…
Una tos fuerte y falsa delatora de Peter, sobrecargada. —
EJEM. —explota como una bomba en el otro lado de las ramas de sauce.
—Dalmau. Tienes que parar allí. No puedo tener a Lali
escuchando toda esta charla romántica sobre tus sentimientos de mierda.
Estás seriamente convertido en un monstruo. Así que, sí. Para Tú
Información. Estamos de pie aquí y apuesto a que no quiere escuchar esto
de todos modos. Así que... esta es tu oficial de solo… cállate… la… maldita…
boca, hemos arruinado tu momento de intervención.
Peter viene a través del nicho con una sonriente Lali en
remolque.
—Aww, mírense los dos —dice Lali, sonriéndome—. Perdón
por la interrupción.
—Tu tiempo apesta —le digo, odiando a los dos en ese momento.
—Hemos estado buscándolos por todas partes. —Lali está
sonriendo de oreja a oreja y envía un silencio con algún tipo de código de
chicas súper, secreto a Rochi. Rochi desenrolla sus brazos de mi cuello y tira
sus piernas de encima. Ella está sonriendo y asintiendo con la cabeza,
expresando un lenguaje secreto de vuelta a Lali. Si no estuviera
enredado hasta dentro en mi cabeza y volteara ahora mismo, juraría que
Rochi le había dado realmente a Lali, ¡el pulgar hacia arriba!
—Chicos. Sólo necesito unos minutos para hablar con Rochi.
¿Podemos encontrarnos en el coche? Por favor —dije, usando mi propio
súper secreto y silencioso idioma a Lali. Mi boca: Piérdete.
Lali se encoge de hombros, con una expresión de disculpa. —
No podemos hacerlo. Hay una posible emergencia con la abuela. Lo siento.
Es serio.
—¿Abuela? ¿Qué tiene de malo? —Me lanzo a mis pies.
—Ella llamó por teléfono a Peter. Ella seguía diciendo que te
encuentre y que necesitas regresar a casa de inmediato. Si ella no hubiera
sonado tan asustada los dejaría a los dos más tiempo en el Jardín del
Amor. Pero Gaston, me habrías matado si no te hubiera encontrado.
—Sí. Tienes razón. —Lali me conoce tan bien—. Gracias —le
digo mientras saco mi teléfono. El monitor esta negro—. Estúpida batería.
¿Y si ella ha tenido una recaída? Debería haberme quedado en casa con
ella.
—Gaston, el doctor dijo que estaría bien. Y la abuela sonaba bien. Sólo
una especie de pánico —añade Lali.
—Espero que sí. —Me dirijo a Rochi—. Podemos tratar de hablar en
el auto, pero... no sé si lo que tengo que decir hay que decirlo delante de
estos dos. Es privado. ¿Puedes esperar?
Rochi se relaja en mi hombro. —¿Puedo esperar la parte de hablar,
pero podríamos intentar lo de besar una vez más antes de irnos? —
Sonríe—. Ustedes prometen no mirar, ¿no?
—Oh. No. Ustedes. Háganlo. No. Solo. Digo. Eso —Peter gime—.
Me niego a presenciar su cursi mierda pública con mi mejor amigo. —Él
sonríe, antes de continuar—. Pero si Rochi quiere besar a Lali delante
de mí eso sí que es diferente.
Lali le pega en el brazo. —Eres un fenómeno. Yo no beso chicas,
nunca. Nuestra vida NO es como lo que ves en la televisión. SUPERA ese
programa estúpido que viste, o múdate a Nueva York y ve si puedes
encontrar a las chicas besándose frente de ti. Y buena suerte con eso. Haz
algo, Gaston. Está tan fuera de lugar.
Me paro y le doy a Peter un puñetazo en el otro brazo tan fuerte
como puedo. Peter se estremece. —Matones. Destructores de sueños.
Ignoro su mirada y pongo mi brazo alrededor de los hombros de Rochi
cuando se pone de pie y me dispara una sonrisa. Sus mejillas son de color
rosa brillante y sus ojos me dicen que está recordando el beso. La tiro más
cerca.
—¿He mencionado a ustedes dos cuán enamorado estoy de esta
chica? —digo.
—Lo sabemos, idiota. —Lali ríe—. Ahora vámonos.
—¿Qué has hecho con mi mejor amigo, Rochi Igarzabal? ¿Y cuándo
puedo tenerlo de vuelta? —Peter rueda los ojos.
—Nunca —dijo Rochi—. Ahora es mío.
Me encanta el sonido de eso. Pero sin terminar nuestra
conversación, sólo puedo esperar que signifique para ella.


1 comentario:

  1. vhufivhfiv poor favor, cuanta ternuraa junta!!! amor por este capitulo, quiero mas mas mucho mas!!!!

    ResponderEliminar