CAPITULO
VEINTICINCO
Posesión
Ella va a
estar allí.
Aparecerme
será un error.
Sería
incómodo.
Ella va a
estar allí.
¿Y si
alguien la invita a bailar?
¿Y si
ella conoce a su futuro esposo y yo estoy ahí para presenciarlo?
Ella no
quiere verme.
Yo podría
ponerme ebrio y hacer algo que la moleste.
Ella
podría ponerse ebria y hacer algo que me moleste.
No
debería ir.
Tengo que
ir. Ella iba a estar allí.
Mentalmente enumeré los pros y los
contras de ir a la fiesta de San Valentín, pero seguía
volviendo a la misma conclusión:
necesitaba ver a Rochi, y ahí es donde estaría.
Peter se preparaba en su habitación,
apenas me hablaba desde que él y Lali
finalmente habían vuelto juntos. En
parte porque se quedaban encerrado en su habitación
recuperando el tiempo perdido, y
porque todavía me culpaba por las cinco semanas que
habían pasado separados.
Lali nunca perdió un momento para
hacerme saber que odiaba mis entrañas,
especialmente después del más
reciente tiempo que yo había roto el corazón de Rochi. Yo
había hablado con Rochi para que
abandonara su cita con Pablo y fuera a verme en una
pelea. Por supuesto que yo la quería
allí, pero cometer el error de admitirlo era también
como si le preguntará a ella primero
así yo podía ganar un concurso de meadas. Quería que
Pablo supiera que no tenía influencia
en ella. Rochi sintió que había tomado ventaja por sus
sentimientos hacia mí, y ella tenia
razón.
Todas esas cosas fueron suficientes
para sentirme culpable, pero el hecho de que Rochi había
sido atacada en un lugar donde yo la
había llevado hacía casi imposible mirar a alguien a los
ojos. Agregando a todo a eso nuestros
encuentros cercanos con la ley resultaron ser para mí
una gigante cagada.
A pesar de mis disculpas constantes,
Lali pasó sus días en el apartamento disparándome
miradas asesinas en mi dirección, y
bufando injustificados comentarios de mierda. Incluso
después de todo eso, yo estaba
contento de que Peter y Lali se hubieran reconciliado.
Si ella no lo habría aceptado de
vuelta, Peter podría nunca haberme perdonado.
— Me voy—dijo Peter. Entró en mi
habitación, donde me sentaba en mis boxers, todavía
en conflicto sobre lo que debía
hacer. —Recogeré a Lali por su dormitorio
Asentí con la cabeza una vez.
— ¿Rochi todavía ira?
— Si. Con Vico
Logré una media sonrisa.
— ¿Debería eso hacerme sentir mejor?
Peter se encogió de hombros.
— Lo haría para mi—Él miró al
alrededor mis paredes y asintió. —Volviste a poner las fotos
Miré alrededor, asintiendo con la
cabeza una vez.
— No lo sé. No se sentía bien
simplemente dejarlas en el fondo de un cajón
— Supongo que te veré más tarde
— Hey,¿ Pit?
— Sí—dijo, sin darse la vuelta.
— Realmente lo siento, primo
Peter suspiró.
— Lo sé
Al segundo que se fue, entré en la
cocina para servirme lo último del whisky. El líquido ámbar
se quedó quieto en el vaso, a la
espera de ofrecer comodidad.
Lo tomé de un trago y cerré los ojos,
considerando hacer un viaje a la tienda de licores. Pero
no había suficiente whisky en el
universo que me ayudara a tomar mi decisión.
— A la mierda—dije, agarrando las
llaves de mi moto.
Después de una parada en Ugly Fixer
Liquor’s, conduje la Harley sobre la acera y aparqué en
el patio delantero de la casa de la
fraternidad, abriendo la media pinta que acababa de
comprar.
Buscando valor en el fondo de la botella,
entré en Sig Tau. Toda la casa estaba cubierta de
rosa y rojo, decoraciones baratas
colgaban del techo, y brillos cubrían el suelo. El bajo de los
altavoces abajo zumbaban por toda la
casa, ahogando las risas y constante murmullo de las
conversaciones.
Todos parados colmando la habitación,
tuve que girar y maniobrar a mi camino a través de la
multitud de parejas, manteniendo un
ojo por Peter, Lali, Vico, o Rochi. Mayormente
Rochi. Ella no estaba en la cocina, o
en cualquiera de las otras habitaciones. Ella no estaba en
el balcón, tampoco, por lo que me
dirigí escaleras abajo. Se me cortó la respiración cuando la
vi.
El ritmo de la música disminuyó, y su
sonrisa angelical se notaba incluso en el oscuro sótano.
Sus brazos alrededor del cuello de
Vico, y él torpemente se movía con ella con la música.
Mis pies me impulsaron hacia
adelante, y antes de que supiera lo que estaba haciendo, o me
detuviera a pensar en las
consecuencias, me encontré de pie a centímetros de distancia de
ellos.
— ¿Te importa si me meto, Vico?
Rochi se congeló, sus los ojos
brillantes con el reconocimiento.
Los ojos de Vico rebotaban entre mí y
Rochi.
— Por supuesto
— Vico—dijo entre dientes mientras se
alejaba.
La puse contra mí y di un paso.
Rochi seguía bailando, pero mantuvo
el mayor espacio entre nosotros como le fue posible.
— Pensé que no ibas a venir
— No iba a hacerlo, pero sabía que
estabas aquí. Tenía que venir
Con cada minuto que pasaba, yo
esperaba que ella huyera, y cada minuto se quedaba en mis
brazos se sintieron como un milagro.
—Te ves hermosa, Pajarita
— No lo hagas
— ¿No haga qué? ¿Decirte que eres
hermosa?
— Solo. . . no lo hagas
— No era lo que pretendía
— Gracias—espetó.
— No… te ves hermosa. Quise decir
eso. Hablaba de lo que dije en mi habitación. Yo no voy a
mentir. Me gustó sacarte de tu cita
con Pablo…
— No fue una cita, Gaston. Estábamos
comiendo. Pero ahora él ya no me habla, gracias a ti
— Eso escuché. Lo siento
— No, no lo haces
— Y t-tienes razón—le dije,
tartamudeando cuando me di cuenta de que se estaba enojando.
—Pero yo. . . esa no era la única
razón por la que te llevé a la pelea. Te quería allí conmigo,
Pajarita. Eres mi amuleto de la buena
suerte
— Yo no soy tu nada—me miró
amenazadoramente.
— Eres mi todo
Los labios de Rochi formaron una línea
dura, pero sus ojos se suavizaron.
— En realidad no me odias. . .
¿verdad? —le pregunté.
Rochi se dio la vuelta, poniendo más
distancia entre nosotros.
— A veces me gustaría hacerlo. Haría
todo esto un infierno entero más fácil
Una cautelosa, pequeña sonrisa se
dibujó en mis labios.
— Así que ¿Qué te molesta más? ¿Lo
que yo hice para que quisieras odiarme? O ¿saber que
no puedes?
En un instante, la ira de Rochi
regresó. Ella empujó más allá de mí, corriendo por las escaleras
hasta la cocina. Me quedé solo en el
centro de la pista, tanto atónito como disgustado de que
me las había arreglado de alguna
manera para volver a encender su odio hacia mí de nuevo.
Tratar de hablar con ella parecía
inútil, ahora. Cada interacción se agregaba a la creciente
bola de nieve de cagadas que era
nuestra relación.
Subí las escaleras y me dirigí
derecho al barril, maldiciendo mi codicia y la botella vacía de
whisky tirada en algún lugar del
césped delantero de Sig Tau.
Después de una hora de cerveza y
monotonía, ebrias conversaciones con mis hermanos de la
fraternidad y sus citas, le eché un
ojo a Rochi, con la esperanza de llamar su atención. Ya me
estaba mirando, pero desvió la
mirada. Lali parecía estar en el medio de un intento de
animarla, y Vico le tocaba el brazo.
Ella estaba obviamente lista para irse.
Ella bebió el resto de su cerveza en
un trago rápido, y luego tomó la mano de Vico. Ella
caminó dos pasos, y luego se congeló
cuando la misma canción que habíamos bailado en su
fiesta de cumpleaños flotaba por las
escaleras. Ella extendió la mano y agarró la botella de
Vico, tomando otro trago.
No estaba seguro de si era el whisky
hablando, pero algo en la mirada de sus ojos me dijo
que el recuerdo que la canción
desencadenó eran tan doloroso para ella como lo fue para mí.
Ella todavía se preocupaba por mí.
Tenía que hacerlo.
Uno de mis hermanos de fraternidad se
apoyó en el mostrador junto a Rochi y sonrió.
— ¿Quieres bailar?
Era Brad, y aunque yo sabía que
probablemente notó la mirada triste en su rostro y fue
tratando de levantarle el ánimo, los
pelos de la nuca se me erizaron. Justo cuando ella negó
con la cabeza para decir que no, yo
estaba a su lado, y mi estúpida boca de mierda estaba
moviéndose antes de que mi cerebro
pudiera decirle que se detenga.
— Baila conmigo
Lali, Peter y Vico estaban mirando a
Rochi, esperando su respuesta tan ansiosos
como yo.
—Déjame en paz, Gaston—dijo ella,
cruzando los brazos.
— Esta es nuestra canción, Pajarita
— No tenemos una canción
— Pajarita…
— No
Ella miró a Brad y forzó una sonrisa.
—Me encantaría bailar, Brad
Las pecas de Brad se extendían por
sus mejillas mientras sonreía, haciendo un gesto con la
mano para que Rochi liderara el
camino a las escaleras.
Me tambaleé hacia atrás, sintiendo
como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago.
Una combinación de ira, celos, y
tristeza ardieron en mi sangre.
— ¡Un brindis! —grité, subiendo a una
silla. En mi camino a la cima, le robaré la cerveza a
alguien y la sostuve delante de mí. —
¡Por imbéciles!— dije, señalando a Brad.—¡Y por las
chicas que rompen tu corazón!— Me
incliné hacia Rochi. Un nudo en mi garganta. —Y por el
absoluto maldito horror de perder a
tu mejor amiga porque fuiste lo bastante estúpido como
para enamorarte de ella.
Trague la cerveza, terminando lo que
quedaba, y luego lo tiré al suelo. La habitación estaba
en silencio, excepto para la música
en el sótano, y todos me miraron con confusión masiva.
Un movimiento rápido de Rochi me
llamó la atención cuando ella agarró la mano de Brad,
llevándolo escaleras abajo para la
pista de baile.
Salté de la silla y me dirigió hacia
el sótano, pero Peter puso el lado de su puño contra mi
pecho, inclinándose hacia mí.
— Tienes que parar—dijo en voz baja.
—Esto sólo va a terminar mal
— Si se termina, ¿qué importa?—pasé a
Peter con un empujón y bajé las escaleras hasta
donde Rochi estaba bailando con Brad.
La bola de nieve era demasiado grande como para
detenerme, así que sólo decidí rodar
con ella. No había vergüenza en ir con las bolas por el
piso. No podríamos volver a ser amigos,
así que hacer uno de nosotros odie al otro parecía
una buena idea.
Me abrí paso entre las parejas en la
pista de baile, deteniéndome junto a Rochi y Brad.
—Estoy cortando esto
— No, no lo estas. ¡Jesús!—dijo
Rochi, agachando la cabeza con vergüenza.
Mis ojos se clavaron en los de Brad.
— Si no te alejas de mi chica, voy a
arrancarte la maldita garganta. Justo aquí en la pista de
baile
Brad parecía en conflicto, con los
ojos como dardos nerviosamente entre mi y su pareja de
baile.
—Lo siento, Rochi— dijo, sacando
lentamente sus brazos. Se retiró a las escaleras.
— Cómo me siento acerca de ti en este
momento, Gaston… se parece mucho al odio
—Baila conmigo—le supliqué, cambiando
para mantener el equilibrio.
La canción terminó y Rochi suspiró.
—Ve a beber otra botella de whisky, Gas.—Se
volvió a bailar con el único hombre solo en la
pista de baile.
El ritmo era más rápido, y con cada
latido, Rochi se acercaba más y más a su nueva pareja de
baile. David, mi menos favorito
hermano Sig Tau bailaba detrás de ella, agarrando sus
caderas. Se sonrieron, mientras la
media, poniendo sus manos por todo su cuerpo. David
agarró sus caderas y sacó su pelvis
hacia su culo. Todo el mundo miraba. En lugar de sentir
celos, la culpa se apoderó de mí. A
era a lo que la había reducido.
En dos pasos, me agaché y envolví mis
brazos alrededor de las piernas de Rochi, lanzándola
por encima de mi hombro, empujando a
David a la tierra por ser un imbécil oportunista.
— ¡Suéltame!—dijo Rochi, golpeando
sus puños en mi espalda.
— Yo no voy a dejar que te pongas en
ridículo por mi—gruñí, subir las escaleras de dos en
dos.
Cada par de ojos que pasábamos vio
gritar y patalear a Rochi mientras la llevaba a través del
cuarto.
— ¿Tu no crees—dijo mientras luchaba—
que esto es vergonzoso? ¡Gaston!
— ¡Peter! ¿Esta Donnie afuera?
—grité, esquivando sus extremidades agitándose.
— Uh. . . ¿si? —dijo.
— ¡Bájala!—dijo Lali, dando un paso
hacia nosotros.
— Lali— dijo Rochi, retorciéndose—
¡no te quedes ahí! ¡Ayúdame!
La boca de Lali se curvó y se rió una
vez.
— Ustedes dos se ven ridículos
— ¡Muchas gracias, amiga!—dijo,
incrédula. Una vez que estuvimos fuera, Rochi sólo luchó
mas duro. — ¡Ponme abajo, maldita
sea!
Me acerqué al coche que esperaba de
Donnie, abrí la puerta de atrás, y arrojé a Rochi al
interior.
— ¿Donnie, eres el CD esta noche?
Donnie se dio la vuelta, mirando
nerviosamente el caos desde el asiento del conductor.
— Sí
— Necesito que nos lleves a mi
casa—le dije cuando llegué a su lado.
— Gaston. . . No creo. . .
— Hazlo, Donnie, o voy a meter mi
puño a través de la parte posterior de su cabeza, lo juro
por Dios.
Donnie inmediatamente puso el coche
en marcha y se alejó de la acera. Rochi se abalanzó
sobre la manija puerta.
— ¡No voy a ir a tu apartamento!
Cogí una de sus muñecas, y luego la
otro. Ella se inclinó hacia abajo, hundiendo sus dientes
en mi antebrazo. Dolió como el
infierno, pero yo sólo cerré los ojos. Cuando estuve seguro de
que había roto la piel y se sintió
como fuego disparando por mi brazo, gruñí para compensar
el dolor.
— Haz lo que quieras, Pajarita. Estoy
cansado de tu mierda
Me soltó y luego retorció, tratando
de golpearme, más por sentirse insultada que por tratar
de escapar.
— ¿Mi mierda? ¡Déjame salir de este
maldito coche!
Tiré de sus muñecas cerca de mi cara.
— ¡Te amo, maldita sea! ¡Tú no vas a
ninguna parte hasta que se te pase la borrachera y
resolvamos esto!
— ¡Tú eres el único que no lo ha
resuelto, Gaston!
Me soltó las muñecas, y se cruzó de
brazos, haciendo un mohín el resto del camino hasta el
apartamento.
Cuando el coche desaceleró en nuestra
parada, Rochi se inclinó hacia delante.
— ¿Me puedes llevar a casa, Donnie?
Abrí la puerta, y luego saqué a Rochi
por el brazo, balanceándola sobre mi hombro de nuevo.
—Buenas noches, Donnie — le dije, llevándola
por las escaleras.
— ¡Voy a llamar a tu padre!—exclamó
Rochi.
Yo no podía dejar de reír.
— ¡Y él probablemente me de
palmaditas en el hombro y me diga que ya era el maldito
tiempo!
El cuerpo de Rochi se retorcía
mientras sacaba las llaves del bolsillo.
— ¡Ya basta, Pajarita, o vamos a
caernos por las escaleras!
Finalmente se abrió la puerta y fui
directamente a la habitación de Peter.
— ¡BA.JA.ME! —gritó Rochi.
— Está bien— le dije, dejándola caer
sobre la cama de Peter. —Duérmete. Hablaremos por
la mañana
Me imaginé lo molesta que debe haber
estado, pero a pesar de que mi espalda estaba
palpitante por ser apaleada por los
puños de Rochi durante los últimos veinte minutos, era un
alivio tenerla en el apartamento de
nuevo.
— ¡Tú ya no puedes decirme qué hacer,
Gaston! ¡Yo no pertenezco!
Sus palabras encendieron una profunda
ira dentro de mí. Caminé hacia la cama, planté mis
manos sobre el colchón cada lado de
sus muslos y me incliné sobre su rostro.
— Bueno, ¡Yo pertenezco a ti!—grité.
Puse tanta fuerza detrás de mis palabras, podía sentir
toda mi sangre correr a mi cara.
Rochi se encontró con mi mirada, negándose a siquiera
inmutarse. Miré sus labios, jadeante.
—Yo te pertenezco—susurré, mi ira desapareciendo
mientras el deseo aparecía.
Rochi se acercó, pero en vez de
golpear mi cara, agarró una de mis mejillas y cerró su boca en
la mía. Sin dudarlo, la levanté en
mis brazos y la llevé a mi habitación, dejándonos a ambos
caer en mi colchón.
Rochi agarró mi ropa, desesperada por
quitarla. Desabroché su vestido con un movimiento
uniforme, y luego observé mientras
rápidamente lo quitaba por su cabeza, tirándolo al
suelo. Nuestros ojos se encontraron,
y luego la besé, gimiendo en su boca cuando ella me
devolvió el beso.
Antes de que, incluso, tuviera la
oportunidad de pensar, estábamos los dos desnudos. Rochi
agarró mi culo, ansiosa por tirar de
mí dentro de ella, pero me resistí, la adrenalina quemaba
a través del whisky y la cerveza. Mis
sentidos volvieron, y pensamientos de consecuencias
permanentes comenzaron a parpadear en
mi mente. Yo había sido una mierda, la había
cabreado, pero nunca quisiera que
Rochi se preguntara si había tomado ventaja de este
momento.
— Los dos estamos borrachos— le dije,
respirando con dificultad.
— Por favor
Sus muslos se apretaron en mis
caderas, y podía sentir los músculos bajo su piel suave
estremeciéndose de anticipación.
—Esto no está bien—luché contra la
neblina de alcohol que me decían que las próximas
horas con ella valdrían la pena por
todo lo que estaba en el otro lado de ese momento.
Apoyé mi frente contra la suya. Por
mucho que la quería, el doloroso pensamiento de Rochi
haciendo la caminata de la vergüenza
en la mañana era más fuerte que lo que mis hormonas
me pedían que hacer. Si ella de
verdad quería seguir adelante con esto, necesitaba una
prueba sólida.
— Te deseo— susurró contra mi boca.
— Necesito que lo digas
— Voy a decir lo que quieras
— Entonces di que me perteneces. Di
que volverás conmigo. No voy a hacer esto a menos
que estemos juntos
— Nunca hemos estado separados,
¿verdad?
Sacudí mi cabeza, barriendo mis
labios con los suyos. No es suficiente.
— Necesito escucharte decirlo.
Necesito sabes que eres mía
— He sido tuya desde el momento en
que conocimos—dijo ella, suplicando.
Lo miré a los ojos durante unos
segundos, y luego sentí en mi boca aparecer una media
sonrisa, esperando que su palabras
fueran ciertas y no sólo dichas en el momento. Me incliné
y la besé con ternura y, luego se
poco a poco ella me empujo en su interior. Mi cuerpo entero
pareció estar derritiéndose dentro de
ella.
— Dilo de nuevo—una parte de mí no
podía creer que todo realmente estaba sucediendo.
— Soy tuya— ella respiraba. —No
quiero volver a estar lejos de ti otra vez
— Prométeme—le dije, gimiendo con
otro empuje.
— Te amo. Te amaré por siempre—ella
me miró fijamente a los ojos al hablar, y finalmente
creí que sus palabras no eran solo
una promesa vacía.
Cerré mi boca sobre la de ella, el
ritmo de nuestros movimientos cobró impulso. Nada más se
necesita decir, y por primera vez en
meses, mi mundo no estaba al revés. La espalda de Rochi
se arqueó, y sus piernas se
envolvieron alrededor de mi espalda, enganchadas por los
tobillos. Probé todas las partes de
su piel a las que podía llegar como si hubiera estado
muriendo de hambre por ellas. Una
parte de mí lo estaba. Pasó una hora, y luego otra.
Incluso cuando yo estaba agotado,
seguí adelante, asustado de que si paramos me
despertaría, y todo hubiera sido solo
un sueño.
Entrecerré los ojos contra la luz
vertiéndose en el ambiente. No pude dormir en toda la
noche, sabiendo que cuando el
surgiera, todo habría terminado. Rochi se movió, y mis
dientes se apretaron. Las pocas horas
que pasamos juntos no eran suficientes. Yo no estaba
listo.
Rochi acarició su mejilla en mi
pecho. Besé su cabello, y luego la frente, y luego sus mejillas,
cuello, hombros, y luego me llevé su
mano a la boca y la besé tiernamente en la muñeca, la
palma y los dedos. Quería apretarla,
pero me contuve. Mis ojos se llenaron de lágrimas
ardientes por tercera vez desde que
la había traído a mi apartamento. Cuando se despertara,
ella iba a estar mortificado,
enojada, y luego me dejaría para siempre.
Nunca había tenido tanto miedo de ver
las diferentes tonalidades de gris en sus iris.
Con sus ojos todavía cerrados, Rochi sonrió,
y llevé mi boca de nuevo a ella, aterrado por
cuando tome conciencia.
— Buenos días—dijo contra mi boca.
Me moví medio camino por encima de
ella y luego continué tocando mis labios en varios
puntos de su piel. Mis brazos se
enterraron debajo de ella, entre su espalda y el colchón, y
hundí mi rostro en su cuello,
disfrutando de su olor antes de que ella saliera corriendo por la
puerta.
— Estás muy callado esta mañana—dijo
ella, pasando sus manos sobre la piel desnuda de mi
espalda. Deslizó sus palmas sobre mi
culo, y luego enganchó su pierna sobre mi cadera.
Negué con la cabeza.
— Sólo quiero estar así
— ¿Me he perdido algo?
— No quise despertarte. ¿Por qué no
te vuelves a dormir?
Rochi se apoyó en la almohada,
levantando mi barbilla para mirarla.
— ¿Qué demonios te pasa?—preguntó
ella, su cuerpo de repente tenso.
— Sólo tienes que volver a dormir,
Pajarita. ¿Por favor?
— ¿Pasó algo? ¿Es Lali? —con la
última pregunta se incorporó.
Me senté con ella, secándome los
ojos.
— No… Lali está bien. Llegaron a casa
alrededor de las cuatro de la mañana. Todavía
están en la cama. Es temprano, vamos
a sólo volvamos a dormir
Sus ojos saltaban en torno a
diferentes puntos de mi habitación al recordar la noche anterior.
Sabiendo que en cualquier momento
ella recordaría el hecho de que la había arrastrado de la
fiesta y hecho un espectáculo, puse
ambas manos en cada lado de su rostro y la bese por
última vez.
— ¿Has dormido?—preguntó ella,
envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.
— Yo… no podía. Yo no quería…
Ella me besó en la frente.
— Sea lo que sea, vamos a
solucionarlo, ¿de acuerdo? ¿Por qué no duermes un poco? Lo
vamos a resolver cuando despiertes
Eso no era lo que esperaba. Mi cabeza
se elevó y escaneé su cara.
— ¿Qué quieres decir? ¿Ese vamos a
resolverlo?
Sus cejas se fruncieron.
— No sé lo que está pasando, pero yo
estoy aquí
— ¿Tú estás aquí? ¿Cómo si te fueras
a quedar? ¿Conmigo?
Su expresión se dispersaba en
diferentes direcciones.
— Sí. Pensé que lo habíamos discutido
¿anoche?
— Lo hicimos— Probablemente parecía
un tonto total, pero asentí enfáticamente.
Los ojos de Rochi se estrecharon.
— Pensaste que iba a despertar
enojada contigo, ¿no es así? ¿Pensaste que te iba a dejar?
— Eso es por lo que eres famosa
— ¿Es por eso que estás tan molesto?
¿Te quedaste despierto toda la noche preocupándote
por lo que pasaría cuando despertara?
Me moví.
—No pretendía que lo de anoche
sucediera así. Yo estaba un poco ebrio, y te seguí alrededor
la fiesta como un maldito acosador y,
luego, te arrastré de allí, en contra de tu voluntad. . . y
entonces…— Sacudí la cabeza,
disgustado conmigo mismo.
— ¿Tuvimos el mejor sexo de mi
vida?—dijo Rochi, sonriendo y apretando mi mano.
Me reí una vez, asombrado de lo bien
que iba la conversación.
— ¿Así que estamos de acuerdo?
Rochi me tomó la cara y me besó
tiernamente.
— Sí, tonto. Lo prometí, ¿no? Te dije
todo lo que querías escuchar, estamos de nuevo juntos,
¿y todavía no estas feliz?
Mi respiración se tambaleó, y contuve
las lágrimas. Todavía no parece real.
— Gaston, detente. Te amo—dijo ella,
usando sus dedos delgados para suavizar las líneas
alrededor de mis ojos. —Este absurdo
enfrentamiento podría haber terminado en Acción de
Gracias, pero…
— Espera. . . ¿qué? —le interrumpí,
recostándome.
— Estaba totalmente dispuesta a ceder
en Acción de Gracias, pero dijiste que habías acabado
de tratar de hacerme feliz, y yo era
muy orgullosa para decirte que te quería de vuelta
— ¿Me estás jodiendo? ¡Yo sólo estaba
tratando de hacerlo fácil para ti! ¿Sabes lo mal que
he estado?
Rochi frunció el ceño.
— Te veías muy bien después de las
vacaciones
— ¡Eso fue por ti! Tenía miedo de
perderte si no pretendía estar bien con solo ser amigos.
¿Pude haber estado contigo todo este
tiempo? ¿Qué mierda, Pajarita?
—Yo… Lo siento
— ¿Lo sientes? Estuve a punto de
beberme hasta la muerte, apenas podía levantarme de la
cama, rompí mi teléfono en un millón
de pedazos en la víspera de Año Nuevo para no
llamarte. . . ¿y tu lo sientes?
Rochi se mordió el labio inferior y
asintió con la cabeza, avergonzada.
—Estoy tan. . . tan apenada
— Estás perdonada— le dije sin
dudarlo. —No vuelvas a hacerlo de nuevo
— No lo haré. Lo prometo
Negué con la cabeza, sonriendo como
un idiota.
— Yo te amo jodidamente

yyy ahhhhhhhhhhhhhhhhhh!!! porfinnnnnnn!!!! son tan jodidamente lindos juntos!!!!
ResponderEliminar