miércoles, 4 de junio de 2014

Mi Nombre es Valery Cap 60

Creo que este Capitulo les va a gustar, como las dejo mucho tiempo sin nove, esta semana voy a subir todos los días y la otra semana seguimos con Lunes, Miercoles y Viernes, ahora si el capi


Capitulo 60


Rama se apiadó de mí y me preguntó cómo le iba a Aleli en el colegio. Yo, aliviada, le conté las dificultades que tenía mi hermana con las matemáticas, y la conversación derivó a nuestros recuerdos escolares. Rama enseguida me distrajo con el relato de todos los líos en los que él y sus hermanos se metieron cuando eran jóvenes.
Antes de que me diera cuenta, ya habíamos llegado al restaurante. Un portero uniformado me ayudó a bajar del coche y el aparcacoches cogió las llaves que Rama le tendió.
—Podemos ir a cualquier lugar —declaró Rama mientras me cogía por el codo—. Si no te gusta el aspecto de este restaurante sólo tienes que decírmelo.—Estoy convencida de que será maravilloso.
Se trataba de un restaurante francés, con las paredes pintadas de un color claro, las mesas cubiertas con manteles blancos de lino y un pianista. Rama encargó el vino y pedimos la cena, que consistió en sopa de alcachofas salpicada con trocitos de langosta caramelizada de Maine, orejas de mar de California y lenguado de Dover acompañado de una ensalada de berenjenas y pimientos de Nueva Zelanda.
—Mi cena ha viajado más que yo —comenté.Rama sonrió.—¿Si pudieras elegir sin limitaciones, adonde te gustaría ir?
Su pregunta me animó. Siempre había imaginado que viajaba a lugares que sólo había visto en las revistas o las películas.
—¡Oh, no lo sé...! Para empezar, quizás a París. O a Londres... o a Florencia... Cuando Aleli sea un poco mayor, ahorraré para realizar con ella uno de esos viajes en los que se recorre Europa en autocar.—¡No querrás ver Europa a través de la ventanilla de un autocar! —comentó él.—¿Ah, no?—No. Tienes que ir con alguien que te lleve a los mejores sitios. —Rama sacó el móvil y lo abrió con un golpe de la muñeca—. ¿Adónde?
Yo sonreí y sacudí la cabeza confundida.
—¿Qué quieres decir con «adónde»?—¿A París o a Londres? El avión puede estar listo en dos horas.Yo decidí seguirle la corriente.—¿Cogeremos la Gulfstream o la Citation?—Para ir a Europa, sin lugar a dudas, la Gulfstream.
Entonces me di cuenta de que hablaba en serio.
—Ni siquiera tengo una maleta —contesté atónita.—Te compraré todo lo que necesites cuando lleguemos a nuestro destino.—Dijiste que estabas cansado de tanto viajar.—Me refería a los viajes de negocios. Además, me gustaría visitar París con alguien que no ha estado nunca allí. —Rama suavizó la voz—. Sería como verla de nuevo por primera vez.—No, no, no... Las personas no viajan a Europa en su primera cita.—Sí que lo hacen.—Las personas como yo no. Además, Aleli se asustaría si hiciera algo espontáneo como eso...—Ya estás proyectando —murmuró Rama.—Está bien, me asustaría a mí. No te conozco lo suficiente para viajar contigo.—Esto va a cambiar.
Yo lo miré maravillada. Estaba más relajado de lo que lo había visto nunca y una sonrisa flotaba en sus ojos.
—¿Qué te ha sucedido? —le pregunté medio aturdida.
Él sonrió y sacudió la cabeza.
—No estoy seguro, pero creo que voy a seguir así.

Charlamos durante toda la cena. ¡Había tantas cosas que quería contarle!, y muchas más que quería preguntarle. Con tres horas de conversación no teníamos ni para empezar. Rama sabía escuchar y parecía sentir verdadero interés por lo que yo le contaba acerca de mi pasado, incluso por los detalles, los cuales deberían de haberle aburrido mortalmente. Le hablé de mi madre, de cuánto la echaba de menos y de las diferencias que habían surgido entre nosotras. Incluso le hablé del sentimiento de culpabilidad que había albergado durante años en el sentido de que, por mi culpa, mi madre no había estado muy unida a Aleli.
—En aquel momento, yo creía que estaba llenando un vacío —le expliqué—, pero cuando mi madre murió, me pregunté si no me había... Creo que quise tanto a Aleli desde el principio que, simplemente, me hice cargo de ella, y con frecuencia me he preguntado si, a mi madre, no la... No encuentro la palabra...
—¿Marginaste?—¿Qué quiere decir?—Dejarla de lado.—Sí, sí, eso es lo que hice.—Tonterías —comentó Rama con voz dulce—. Las cosas no funcionan así, cariño. Al querer a Aleli, tú no le arrebataste nada a tu madre. —Rama tomó mi mano y la rodeó con sus cálidos dedos—. Por lo que cuentas, yo diría que Adriana estaba absorta en sus propios problemas. Lo más probable es que se sintiera agradecida de que estuvieras allí para darle a Aleli el cariño que ella no podía darle.—Eso espero —contesté yo sin convencimiento—. Yo... ¿Cómo es que sabes su nombre?
Rama se encogió de hombros.
—Mi padre debió de mencionarlo.
Durante el cálido silencio que se produjo a continuación, recordó que Rama había perdido a su madre cuando tenía sólo tres años.
—¿Recuerdas algo de tu madre?Rama negó con la cabeza.—Ava me cuidaba cuando estaba enfermo, me contaba cuentos y me consolaba cuando me había peleado, aunque después me regañaba por haberlo hecho. —Rama exhaló un suspiro—. ¡Dios, cómo la echo de menos!—Tu padre también la añora. —Hice una pausa antes de atreverme a preguntar—: ¿Te molesta que tu padre tenga novias?—¡Cielos, no! —De repente, esbozó una sonrisa amplia—. Siempre que tú no seas una de ellas.

Cuando regresamos a River Oaks era cerca de medianoche. Yo estaba un poco achispada debido a las dos copas de vino que había bebido y al oporto que nos habían servido con el postre. Sentirme tan feliz casi me preocupó. Yo tenía mil maneras de conseguir que un hombre no se acercara a mí de verdad. El sexo no era, en realidad, tan difícil o peligroso como la intimidad.
Sin embargo, aquella vaga preocupación no enraizó en mi corazón, porque algo en Rama me empujaba a confiar en él por mucho que intentara lo contrario. Me pregunté cuántas veces en mi vida había hecho algo sólo porque deseaba hacerlo, sin sopesar las consecuencias.
Rama y yo guardamos silencio mientras él aparcaba el coche delante de la casa. El aire vibraba con preguntas no formuladas. Yo permanecí inmóvil en el asiento sin mirar a Rama. Después de unos segundos cortantes e intensos, busqué, con torpeza, el cierre del cinturón de seguridad. Rama salió del coche sin prisas y se acercó a mi portezuela.
—Es tarde —comenté con banalidad mientras él me ayudaba a bajar del coche.—¿Estás cansada?
Caminamos hasta la puerta principal. El aire nocturno era fresco y agradable y las nubes atravesaban, en capas inquietantes y transparentes, la superficie lunar.Yo respondí que sí, que estaba cansada, aunque no era cierto. Estaba nerviosa. De vuelta en territorio familiar, me resultaba difícil no adoptar de nuevo mis viejos recelos. Nos detuvimos frente a la puerta y yo me volví para mirar a Rama. A causa de los tacones de mis zapatos, que eran muy altos, mi equilibrio era inestable. Debí de tambalearme un poco, porque Rama me cogió por la cintura y sus dedos se apoyaron en el ángulo superior de mis caderas. Mis manos cerradas formaban una pequeña barricada entre nosotros. Las palabras brotaron de mi garganta: le agradecí la cena e intenté expresarle lo mucho que la había disfrutado.
Mi voz se apagó cuando Rama tiró de mí y apoyó sus labios en mi frente.
—No tengo prisa, Valeria, puedo ser paciente.
Rama me sostenía con dulzura, como si yo fuera frágil y necesitara cobijo. Yo me relajé, de una forma vacilante, contra su cuerpo, y mis manos subieron, poco a poco, hasta sus hombros. En todas las partes de mi cuerpo que rozaban el de él, sentí la promesa física de lo bueno que podía ser..., que iba a ser, y algo empezó a desencadenarse en todos los lugares vulnerables de mi cuerpo.
Su boca, ancha y firme, se deslizó hasta mi mejilla y la besó con dulzura.
—Nos vemos mañana.
Y se apartó de mí.Yo, aturdida, lo contemplé mientras empezaba a bajar las escaleras.—¿No me vas a dar un beso de buenas noches?
Su suave risa flotó en el aire. Rama regresó con lentitud a mi lado y apoyó una mano en la puerta.—Valeria, cariño... —Su voz era más grave de lo habitual—. Puedo ser paciente, pero no soy un santo. Un beso es todo lo que puedo soportar esta noche.—De acuerdo —susurré yo.
Rama inclinó su morena cabeza sobre la mía y los latidos de mi corazón se dispararon. Él sólo me tocó con la boca y rozó mis labios con ligereza hasta que los abrí. Percibí el mismo sabor elusivo que me había perseguido durante las dos noches anteriores. Estaba en su aliento, en su lengua... Un sabor dulce y embriagador. Intente absorberlo tanto como pude mientras rodeaba la nuca de Rama con mis brazos para que no se fuera. Un sonido bajo y grave surgió de su garganta. Sus pulmones seguían un ritmo irregular y Rama rodeó mis caderas con un brazo y me acercó a él.Rama me besó de una forma más prolongada y apasionada, hasta que terminamos apoyados en la puerta. Una de sus manos subió por mi cuerpo desde la cintura, se movió con indecisión alrededor de mi pecho y se apartó de golpe. Yo cogí su mano y la coloqué, con torpeza, donde yo quería. Sus dedos cubrieron la redondez de mi pecho y su pulgar realizó círculos y frotó mi pecho con lentitud, hasta que mi pezón, ansioso, se puso en tensión. Rama lo cogió entre los dedos y tiró con una suavidad exquisita. Yo quería sentir su boca y sus manos en mi cuerpo, toda su piel contra la mía. Necesitaba tanto..., demasiado..., y la forma en que me tocaba y me besaba me hizo desear cosas imposibles.
—Rama...
Él me rodeó con los brazos en un intento por calmar mis estremecimientos. Su boca estaba hundida en mi cabello.
—¿Sí?—Acompáñame a mi habitación. Por favor.
Él entendió lo que yo le estaba ofreciendo y se tomó un tiempo para contestar.
—Puedo esperar.—No... —Yo lo rodeé con los brazos como si me estuviera ahogando—. Yo no quiero esperar.


Continuara...

*Mafe*
@gastochi_a_mil

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