Capitulo 63
Las limusinas estaban
aparcadas en tres hileras delante de la mansión de los Legrand. La
casa era impresionante, tanto por el tamaño como por el estilo
arquitectónico.Sascha Legrand, una mujer
esbelta con un elegante corte oblicuo de pelo, insistió en
enseñarnos parte de la casa. De vez en cuando, se detenía para que
entabláramos conversación con algún que otro grupo de personas,
pero antes de que ésta se alargara, reanudaba el recorrido. Ramiro estaba muy
habituado a aquel tipo de reuniones. Conocía el nombre de los
asistentes, les preguntaba cómo les iba en el golf, cómo estaban
sus perros de caza, cómo había ido la temporada de tiro al pichón
o si todavía tenían aquella casa en Andorra o Mazatlán. Incluso en
aquel ambiente de la alta sociedad, la gente se sentía halagada y
emocionada por el interés que Ramiro mostraba. Con su sereno
carisma, su sonrisa elusiva y su halo de buena cuna y buena
educación, Ramiro encandilaba a los demás. Y él lo sabía. Yo
podría haberme sentido intimidada, pero todavía conservaba en mi
mente las imágenes de un Ramiro muy diferente, no tan seguro de sí
mismo, temblando bajo el roce de mi mano. El contraste entre aquel
entorno tan formal y el recuerdo de Ramiro en la cama me produjo una
ligera excitación. Nada que los demás pudieran percibir, pero lo
sentía cada vez que el brazo de Ramiro rozaba el mío o notaba el
calor de su aliento cuando me susurraba algo al oído.
Me resultó bastante
fácil charlar con las personas que me presentaron, más que nada
porque mis conocimientos no me permitían hacer otra cosa más
que formular preguntas, lo cual hacía que la
conversación fluyera. Avanzamos entre el animado océano de
invitados hasta el jardín posterior de varios niveles.Nos sentamos a una mesa
con Jack, su novia y algunos miembros de la mafia de Tejas, quienes
nos entretuvieron con relatos de la filmación de una película de
cine independiente y comentaron que pensaban presentarla en el
festival de Sundance, el cual se celebraba al cabo de sólo dos
semanas.Aquella noche era mágica. Los cantantes de ópera
actuarían pronto y después habría un baile y yo estaría entre los
brazos de Ramiro hasta el amanecer.
—Dios mío, eres
preciosa —comentó una componente de la mafia de Tejas, una mujer
morena que se llamaba Sydney. Era directora de cine y lo dijo como
una observación más que como un cumplido, mientras me lanzaba una
sincera mirada apreciativa—. Quedarías estupenda en una película,
¿no creéis, chicos? Tienes uno de esos rostros transparentes...
—¿Transparente?
Yo me llevé las manos a
la cara de una forma instintiva.
—Se te nota todo
lo que piensas —aclaró Sydney.
Yo me ruboricé.
—¡Cielos, yo no
quiero ser transparente!
Ramiro reía en voz baja y
apoyó el brazo en el respaldo de mi silla.
—No pasa nada—me
dijo—. Eres perfecta tal como eres. —A continuación miró a
Sydney con los ojos entornados—. Si alguna vez te pesco intentando
colocarla delante de una cámara...
—De acuerdo, de
acuerdo —se defendió Sydney—. No es necesario que te pongas
violento, Ramiro. —Sydney me sonrió—. Supongo que lo vuestro va
en serio, ¿no? Conozco a Ramiro desde que teníamos diecisiete años
y nunca lo había visto tan...
—Syd... —la
interrumpió Ramiro con una mirada asesina.
Ella sonrió todavía más.
—Ven, cariño —me
dijo—, vayamos a ver qué hay.
Nos disculpamos ante el
resto de los comensales y seguimos a Jack y a Heidi al interior de la
casa. Uno de los salones principales había sido acondicionado para
la subasta silenciosa. Varias hileras de mesas estaban atiborradas de
prospectos, cajas y descripciones de los artículos. Fascinada,
examiné el contenido de la primera mesa. Junto a cada uno de los
artículos, había una carpeta de piel con una lista de puja en el
interior. En ella escribías tu nombre y tu oferta y, si alguien
quería superarla, escribía su nombre y su puja debajo de la tuya. A
medianoche, se cerraba la subasta.
Entre los artículos
subastados había una clase privada con un famoso cocinero de la
televisión, una lección de golf de un profesional que había ganado
el Máster en una ocasión, una colección de vinos singulares, una
canción compuesta y grabada especialmente para ti por una estrella
del rock británico...
—¿Qué te gusta
más? —preguntó Ramiro a mi espalda.
Yo tuve que esforzarme
para no apoyarme en él y colocar sus manos sobre mis pechos. Allí
mismo, en aquella habitación llena de gente
.
—¡Mierda!
Apoyé los dedos sobre la
mesa y cerré los ojos durante un instante.
—¿Qué ocurre?
—Me alegraré
cuando hayamos superado esta etapa y pueda volver a pensar con
claridad otra vez.
Él permaneció detrás de
mí y preguntó con voz animada:
—¿Qué etapa?
Ramiro apoyó la mano en
mi costado y mis nervios se estremecieron.
—Cuando sales con
alguien se pasa por tres etapas —le expliqué—. La primera es la
de la atracción. Ya sabes, cuando hay química y se produce una
especie de subida hormonal al estar junto a esa persona. La etapa
siguiente es la de la exclusividad. Y después, vuelves a la
realidad, que es cuando la atracción física decae...
Ramiro deslizó la mano
hasta mi cadera.
—¿Y crees que
esto... —me acarició sutilmente y los nervios se me pusieron de
punta— decaerá?
—Bueno, se supone
que sí —contesté con voz débil.
—Cuando lleguemos
a la etapa de volver a la realidad, házmelo saber. —Su voz era
como el terciopelo—. Haré lo que pueda para que tus hormonas
vuelvan a subir. —Ramiro terminó su caricia con una palmadita en
mi cadera—. Mientras tanto, ¿te importa si te dejo sola unos
minutos?
Yo me volví para mirarlo.
—Claro que no,
¿por qué?
Ramiro me miró con una
expresión de disculpa.
—Tengo que saludar
a un amigo de la familia. Está en la otra habitación. Yo fui al
colegio con su hijo, quien ha fallecido hace poco en un accidente
náutico.
—¡Oh, qué
triste! Sí, ve. Te esperaré aquí.
—Mientras tanto,
elige algo.
—¿Qué quieres
que elija?
—Lo que quieras,
un viaje, un cuadro, lo que te parezca bien. Mañana la prensa pondrá
verde a quien no haya participado en la subasta por considerar que no
le importan nada las artes. En tus manos está salvarme.
—Ramiro, no pienso
asumir la responsabilidad de gastar todo ese dinero en... Ramiro, ¿me
escuchas?
—¡No!
Ramiro sonrió y se alejó
de allí.
Yo examiné el prospecto
que tenía más cerca.
—Nos vamos a
Nigeria —lo amenacé—. Espero que te guste jugar al polo a lomos
de un elefante.
Él soltó una carcajada y
me dejó entre las hileras de mesas de la subasta. Yo no tenía ni idea de
qué podía interesarle a Ramiro. Una motocicleta europea de
fabricación limitada..., de ningún modo pensaba permitirle que se
arriesgara a perder una extremidad; la posibilidad de conducir un
coche de seiscientos caballos en un circuito de carreras..., lo
mismo; viajes en yate...; joyas con nombre...; una comida privada con
una guapa actriz de comedia... «¡Sí, ahora!», pensé con
sarcasmo.
Después de unos minutos
de búsqueda concienzuda mientras se oía un aria animada de fondo,
encontré algo. Se trataba de un sillón de masaje con un intrincado
panel de control que prometía ofrecer al menos quince tipos
distintos de masaje, y pensé que Ramiro podía regalárselo a su
padre por Navidad.
Cogí un bolígrafo y me
dispuse a escribir el nombre de Ramiro en la hoja de pujas, pero el
bolígrafo no funcionaba. Era un desastre de bolígrafo. Lo sacudí y
volví a intentarlo, pero sin éxito.
—Toma —declaró
un hombre mientras dejaba un bolígrafo encima de la mesa. A
continuación, me lo acercó haciéndolo rodar con la palma de la
mano—. Prueba con éste.
¡Aquella mano!
Yo la contemplé
estupefacta mientras se me erizaba el vello de la nuca.
Se trataba de una mano
grande, con las uñas blanqueadas por el sol y unas cicatrices
diminutas en forma de estrella en los dedos. Yo sabía a quién
pertenecía aquella mano. Lo sabía desde un lugar más profundo que
la memoria, pero no podía creerlo. «¡No aquí! ¡No ahora!»
Levanté la vista y me
encontré con unos ojos verdes que me habían perseguido durante
años. Unos ojos que recordaría hasta el último día de mi vida.
—Gastón —susurré.
Continuara...
PD: Al fin apareció, ahora si a tomar bando ¿Gasleria ó Rameria?
*Mafe*
@gastochi_a_mil

Ay por fin, me muerooooo!!!! GASLERIA por siempre ♥
ResponderEliminarMuy a mi pesar y por todo lo que paso... Me quedo con rameria... Pero quiero ver que pasa con gasleria... Jajaja
ResponderEliminarPor cierto... Necesito YA! El próximo cappppp... Jajajajaja
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