sábado, 19 de enero de 2013

El Hijo del Magnate Capítulo 59 último

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 El Hijo del Magnate Capítulo 59
 
Rocío se echó a reír. Después, respiró a fondo y lo acompañó al exterior. La noche era fresca, así que él se quitó la chaqueta y se la puso sobre los hombros.
—Gastón, no me he marchado únicamente por lo que ha pasado con mi hermana —le confesó.
Gastón la ayudó a entrar en el todoterreno que los estaba esperando y dijo:
—Ni yo me habría casado contigo si hubieras resultado ser la mujer de los informes. De hecho, estaba a punto de olvidar lo del contrato de matrimonio cuando apareciste... pero me quedé fascinado contigo.
—¿Lo dices en serio?
Él asintió.
—Entonces, también hablabas en serio cuando has dicho que mi hermana y yo somos muy diferentes...
Gastón le pasó un brazo por encima de los hombros y la atrajo hacia sí.
—Por supuesto. Tú eres irresistible, solnyshko moyo... Además, si te marchas, me quedaré con Mattie —dijo con suavidad—. La nota que me has dejado no tenía precio; me has dedicado una simple línea para decirme que te marchabas, pero a él le has dedicado un párrafo entero.
—No permitiré que te lo quedes —bromeó.
—Bueno, podrías visitarlo de cuando en cuando...
Cuando llegaron al puerto y subieron al yate, el perro los recibió con ladridos de alegría. Rocío esperó a que el animal se tranquilizara para decir:
—Tengo que contarte algo.
—Pues cuéntamelo...
—Estoy embarazada, Gastón. En parte, me marchaba por eso. No sé cómo podemos solucionar el problema —le confesó.
Gastón la tomó entre sus brazos y sonrió, feliz.
—¿Embarazada? ¡Es la mejor noticia que me han dado en mi vida! ¡Y ni siquiera hemos tenido que esforzarnos!
—Pero Gastón, el contrato que tenemos...
—¿El contrato? ¿Aún no te has dado cuenta de que ese acuerdo saltó por los aires el día que te conocí?—preguntó, encantado.
—¡El nuestro no es un matrimonio de verdad!
—Es un matrimonio absolutamente real —dijo él mientras le ponía una mano en el vientre—. Me parece increíble que lleves un niño adentro...
Rocío no salía de su asombro.
—¿Te alegras de que me haya quedado embarazada?
—¿Es que no parece obvio? —preguntó, sin dejar de sonreír.
—Pero el contrato dice que tengo que renunciar a mi hijo,
—Un contrato que tú rompiste —le recordó.
—No entiendo nada, Gastón. Hace unas semanas, me amenazaste con denunciarnos a Eugenia y a mí.
—Hace un par de semanas no había recibido los informes que pedí sobre vosotras. En cuanto los leí a fondo, supe que tu querida hermana te había engañado; así que decidí olvidarme de la denuncia y regalarte una luna de miel de verdad —le contestó—. ¿O es que estos días no han servido para me conozcas mejor?
—Sólo han servido para que sepa lo imprevisible que puedes llegar a ser...
Gastón tomó su cara entre las manos.
—Nunca haría nada que os dañara a ti o mi hijo, Rocío. Os quiero a los dos. Conmigo. Para siempre.
—¿Para siempre? —dijo, atónita.
—Para siempre —repitió—. Porque te amo, Rocío.
Ella no podía creer lo que oía.
—¿Lo dices en serio?
—Lo digo muy en serio —contestó, fingiendo solemnidad.
Rocío llevó las manos a la corbata de su esposo y se la soltó.
—Estoy loca por ti...
Gastón la llevó inmediatamente al camarote.
—Dime una cosa, Gastón... ¿porqué me amas?
—Por muchos motivos.
—¿Como por ejemplo...?
—Te amo por haberme criticado cuando traté mal a la recepcionista del club. Te amo por mirarme como un ángel durante la ceremonia de nuestra boda. Te amo por insistir en que le enviara unas postales a Yelena desde las islas griegas. E incluso te amo por haberte negado a tener un hijo y abandonarlo.
—¿Cómo puedes amarme por llevarte la contraria?
—Porque soy un hombre perverso —bromeó—. Y cuando te empeñaste en salvar a Mattie, me dejaste totalmente impresionado... tienes un corazón de oro, angil moy. Aunque debo admitir que esta noche, cuando he visto que te habías marchado, me has dado un gran disgusto.
Gastón la tumbó en la cama y empezó a quitarle la ropa.
—No pude soportar que Eugenia coqueteara contigo —se excusó.
—Ni yo soportaba que tu hermana te hiciera eso.
—Además, tenía miedo de decirte lo del bebé. Pensé que sería un problema y que nos veríamos envueltos en un juicio por su custodia.
Gastón le quitó el sostén y llevó las manos a sus pechos.
—Nunca te abandonaré, Rocío. Eres la mujer de mis sueños. Cuando mis abogados me aconsejaron que te denunciara y me divorciara de ti, los mandé al infierno. Me siento enormemente feliz de haberte encontrado, de no haberme casado con la gemela mala...
—Pero tendrás que perdonarme tantas cosas... —dijo ella, aferrándose a Gastón—. Te amo. Te amo con toda mi alma.
Aquella noche hicieron el amor apasionadamente, hasta las primeras horas de la mañana. Y entonces, Gastón decidió prolongar su luna de miel una semana más.
Al día siguiente, Rocío llamó a su madre por teléfono y le dijo que era muy feliz y que se había quedado embarazada. Su madre, que se había llevado un buen disgusto cuando Eugenia le dijo que había perdido a su hijo, recobró la felicidad. Al final iba a ser abuela de todas formas.


Un año más tarde. Rocío estaba terminando de decorar el árbol de Navidad que habían puesto en el salón. Mattie descansaba junto al hogar y su hija, Evelina, en la cuna.
Evelina había heredado el precioso cabello negro de su padre y los ojos de su madre. Era una niña muy guapa, y había llevado muy bien el embarazo: después de las náuseas de la primera etapa, el resto había sido coser y cantar.
Cuando volvieron a Londres, celebraron otra boda en la capital inglesa porque los abogados no estaban completamente seguros de que las ceremonias anteriores fueran válidas, teniendo en cuenta que Eugenia había falsificado la firma de Rocío en varios documentos. Por supuesto, Jenny asistió a la ceremonia; al igual que Jasim, Elinor y una vieja amiga de Rocío, Lindy, a la que no veía desde hacía tiempo.
De momento, Gastón y Rocío estaban viviendo en San Petersburgo: pero tenían intención de mudarse a Gran Bretaña y quedarse allí de forma permanente cuando Evelina tuviera edad suficiente para ir al colegio. Todo estaba saliendo maravillosamente bien; hasta los padres de Rocío se habían reconciliado, después de que él se separara de Maggie.
El único problema que tenía era su hermana, Eugenia, que estaba en trámites de divorciarse de Peter, y éste le reclamaba parte del dinero que no había devuelto a Gastón.
A pesar de todo lo que le había hecho, Rocío intentó recuperar la relación con Eugenia porque no quería entristecer a sus padres. Hasta su hermana hizo un esfuerzo en el mismo sentido y asistió al bautizo de Evelina, aunque se mantuvo bien lejos de Gastón para ahorrarse sus comentarios irónicos. Rocío sabía que algún día la perdonaría; además, aún tenía la esperanza de que su hermana hubiera aprendido la lección.
En cuanto a Yelena, los visitaba con mucha frecuencia: de hecho, estaban esperando que llegara al día siguiente, para pasar sus segundas Navidades con ellos. Rocío ya había aprendido ruso para entonces, de modo que podían comunicarse perfectamente.
Todavía estaba decorando el árbol de Navidad cuando oyó que la puerta se abría. Mattie salió corriendo a recibir a Gastón, y Rocío miró a su esposo con verdadero amor. Nunca habría imaginado que un hombre pudiera darle tanta felicidad.
Gastón dejó unas bolsas en la mesa, acarició al perro, se puso a Evelina en un brazo y abrazó a su esposa con el otro.
—Una semana sin ti es demasiado —dijo él, mientras se inclinaba para besarla—. Tendremos que estar un mes en la cama para que me olvide de todos estos días de separación...
Rocío gimió de placer; pero en ese momento, Evelina protestó porque la estaban aplastando entre los dos y Gastón la devolvió a la cuna.
—Hasta he echado de menos al perro —murmuró él—. ¿Qué has hecho conmigo, angil moy?
Rocío pasó los brazos alrededor de su cuello y sonrió.
—Yo también te he extrañado —dijo.
Gastón la besó de nuevo.
—Ah, casi lo olvidaba...
Gastón la soltó, abrió la primera de las bolsas y sacó un juguete para Evelina y un anillo de diamantes para su esposa. Cuando Rocío lo miró, vio las palabras que había grabado en su interior: Para siempre.
Ella se lo puso de inmediato.
—Es maravilloso, Gastón... pensaré en ti cada vez que lo vea.
En la segunda bolsa había una cajita que contenía una figurilla notablemente parecida a Mattie, aunque de cuatro patas y no tres. Rocío puso el adorno en el árbol de Navidad.
Un momento después, la niñera apareció y se llevó a Evelina para bañarla. Gastón y Rocío disfrutaron de una cena tranquila mientras veían las noticias en la televisión. Jasim y Elinor los habían invitado a visitar Quaram en primavera y estaban deseando verlos. A la vuelta, pasarían la Semana Santa con Yelena, como siempre.
Cuando terminaron de cenar, Gastón la tomó de la mano y murmuró:
—Odio tener que dejarte de vez en cuando, pero me encanta volver a casa contigo, moyo zolotse.
—¿Qué me has llamado?
—¿Literalmente? Te he llamado «oro mío» —contestó él, tomándola entre sus brazos—. Porque cuando te conocí, encontré una mina de oro.
Rocío sonrió, emocionada y profundamente agradecida por el amor que compartía y por la felicidad que Evelina les había dado a ellos y a sus familias.
—Yo también soy muy feliz contigo —le dijo.
—Te amo, moyo zolotse.

Fin

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7 comentarios:

  1. Hay ame el cap y nove todavia no puedo crer que alla terminado sos una grosa

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  2. ahhh k lindos los rubios me encanto la novela entera supere linda

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  3. Woooooooow, lei todo lo que me perdi en este tiempo y llegue para el final, me encanto todo en si, sin palabras!!!!!!! gran adaptación

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  4. me encanto!!! mas tiernos los rubios!!!!!

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  5. que hermoso final, me gusto mucho fue una de las mejores adaptaciones

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  6. morí de amor completamente! Estuvo buenisimo (:

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  7. Ame el finaaaaaaaaaal ♥ Una hermosa adaptación!

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