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El Hijo del Magnate Capítulo 59
Rocío se echó a reír. Después,
respiró a fondo y lo acompañó al exterior. La noche era fresca, así que él se
quitó la chaqueta y se la puso sobre los hombros.
—Gastón, no me he marchado
únicamente por lo que ha pasado con mi hermana —le confesó.
Gastón la ayudó a entrar en el
todoterreno que los estaba esperando y dijo:
—Ni yo me habría casado contigo si
hubieras resultado ser la mujer de los informes. De hecho, estaba a punto de
olvidar lo del contrato de matrimonio cuando apareciste... pero me quedé
fascinado contigo.
—¿Lo dices en serio?
Él asintió.
—Entonces, también hablabas en serio
cuando has dicho que mi hermana y yo somos muy diferentes...
Gastón le pasó un brazo por encima
de los hombros y la atrajo hacia sí.
—Por supuesto. Tú eres irresistible,
solnyshko moyo... Además, si te
marchas, me quedaré con Mattie —dijo con suavidad—. La nota que me has dejado
no tenía precio; me has dedicado una simple línea para decirme que te
marchabas, pero a él le has dedicado un párrafo entero.
—No permitiré que te lo quedes
—bromeó.
—Bueno, podrías visitarlo de cuando
en cuando...
Cuando llegaron al puerto y subieron
al yate, el perro los recibió con ladridos de alegría. Rocío esperó a que el
animal se tranquilizara para decir:
—Tengo que contarte algo.
—Pues cuéntamelo...
—Estoy embarazada, Gastón. En parte,
me marchaba por eso. No sé cómo podemos solucionar el problema —le confesó.
Gastón la tomó entre sus brazos y
sonrió, feliz.
—¿Embarazada? ¡Es la mejor noticia
que me han dado en mi vida! ¡Y ni siquiera hemos tenido que esforzarnos!
—Pero Gastón, el contrato que
tenemos...
—¿El contrato? ¿Aún no te has dado
cuenta de que ese acuerdo saltó por los aires el día que te conocí?—preguntó,
encantado.
—¡El nuestro no es un matrimonio de
verdad!
—Es un matrimonio absolutamente real
—dijo él mientras le ponía una mano en el vientre—. Me parece increíble que
lleves un niño adentro...
Rocío no salía de su asombro.
—¿Te alegras de que me haya quedado
embarazada?
—¿Es que no parece obvio? —preguntó,
sin dejar de sonreír.
—Pero el contrato dice que tengo que
renunciar a mi hijo,
—Un contrato que tú rompiste —le
recordó.
—No entiendo nada, Gastón. Hace unas
semanas, me amenazaste con denunciarnos a Eugenia y a mí.
—Hace un par de semanas no había
recibido los informes que pedí sobre vosotras. En cuanto los leí a fondo, supe
que tu querida hermana te había engañado; así que decidí olvidarme de la
denuncia y regalarte una luna de miel de verdad —le contestó—. ¿O es que estos
días no han servido para me conozcas mejor?
—Sólo han servido para que sepa lo
imprevisible que puedes llegar a ser...
Gastón tomó su cara entre las manos.
—Nunca haría nada que os dañara a ti
o mi hijo, Rocío. Os quiero a los dos. Conmigo. Para siempre.
—¿Para siempre? —dijo, atónita.
—Para siempre —repitió—. Porque te
amo, Rocío.
Ella no podía creer lo que oía.
—¿Lo dices en serio?
—Lo digo muy en serio —contestó,
fingiendo solemnidad.
Rocío llevó las manos a la corbata
de su esposo y se la soltó.
—Estoy loca por ti...
Gastón la llevó inmediatamente al
camarote.
—Dime una cosa, Gastón... ¿porqué me
amas?
—Por muchos motivos.
—¿Como por ejemplo...?
—Te amo por haberme criticado cuando
traté mal a la recepcionista del club. Te amo por mirarme como un ángel durante
la ceremonia de nuestra boda. Te amo por insistir en que le enviara unas
postales a Yelena desde las islas griegas. E incluso te amo por haberte negado
a tener un hijo y abandonarlo.
—¿Cómo puedes amarme por llevarte la
contraria?
—Porque soy un hombre perverso
—bromeó—. Y cuando te empeñaste en salvar a Mattie, me dejaste totalmente
impresionado... tienes un corazón de oro, angil
moy. Aunque debo admitir que esta noche, cuando he visto que te habías
marchado, me has dado un gran disgusto.
Gastón la tumbó en la cama y empezó
a quitarle la ropa.
—No pude soportar que Eugenia
coqueteara contigo —se excusó.
—Ni yo soportaba que tu hermana te
hiciera eso.
—Además, tenía miedo de decirte lo
del bebé. Pensé que sería un problema y que nos veríamos envueltos en un juicio
por su custodia.
Gastón le quitó el sostén y llevó
las manos a sus pechos.
—Nunca te abandonaré, Rocío. Eres la
mujer de mis sueños. Cuando mis abogados me aconsejaron que te denunciara y me
divorciara de ti, los mandé al infierno. Me siento enormemente feliz de haberte
encontrado, de no haberme casado con la gemela mala...
—Pero tendrás que perdonarme tantas
cosas... —dijo ella, aferrándose a Gastón—. Te amo. Te amo con toda mi alma.
Aquella noche hicieron el amor
apasionadamente, hasta las primeras horas de la mañana. Y entonces, Gastón
decidió prolongar su luna de miel una semana más.
Al día siguiente, Rocío llamó a su
madre por teléfono y le dijo que era muy feliz y que se había quedado
embarazada. Su madre, que se había llevado un buen disgusto cuando Eugenia le dijo
que había perdido a su hijo, recobró la felicidad. Al final iba a ser abuela de
todas formas.
Un año más tarde. Rocío estaba
terminando de decorar el árbol de Navidad que habían puesto en el salón. Mattie
descansaba junto al hogar y su hija, Evelina, en la cuna.
Evelina había heredado el precioso
cabello negro de su padre y los ojos de su madre. Era una niña muy guapa, y
había llevado muy bien el embarazo: después de las náuseas de la primera etapa,
el resto había sido coser y cantar.
Cuando volvieron a Londres,
celebraron otra boda en la capital inglesa porque los abogados no estaban
completamente seguros de que las ceremonias anteriores fueran válidas, teniendo
en cuenta que Eugenia había falsificado la firma de Rocío en varios documentos.
Por supuesto, Jenny asistió a la ceremonia; al igual que Jasim, Elinor y una
vieja amiga de Rocío, Lindy, a la que no veía desde hacía tiempo.
De momento, Gastón y Rocío estaban
viviendo en San Petersburgo: pero tenían intención de mudarse a Gran Bretaña y
quedarse allí de forma permanente cuando Evelina tuviera edad suficiente para
ir al colegio. Todo estaba saliendo maravillosamente bien; hasta los padres de Rocío
se habían reconciliado, después de que él se separara de Maggie.
El único problema que tenía era su
hermana, Eugenia, que estaba en trámites de divorciarse de Peter, y éste le
reclamaba parte del dinero que no había devuelto a Gastón.
A pesar de todo lo que le había
hecho, Rocío intentó recuperar la relación con Eugenia porque no quería
entristecer a sus padres. Hasta su hermana hizo un esfuerzo en el mismo sentido
y asistió al bautizo de Evelina, aunque se mantuvo bien lejos de Gastón para
ahorrarse sus comentarios irónicos. Rocío sabía que algún día la perdonaría;
además, aún tenía la esperanza de que su hermana hubiera aprendido la lección.
En cuanto a Yelena, los visitaba con
mucha frecuencia: de hecho, estaban esperando que llegara al día siguiente,
para pasar sus segundas Navidades con ellos. Rocío ya había aprendido ruso para
entonces, de modo que podían comunicarse perfectamente.
Todavía estaba decorando el árbol de
Navidad cuando oyó que la puerta se abría. Mattie salió corriendo a recibir a Gastón,
y Rocío miró a su esposo con verdadero amor. Nunca habría imaginado que un
hombre pudiera darle tanta felicidad.
Gastón dejó unas bolsas en la mesa,
acarició al perro, se puso a Evelina en un brazo y abrazó a su esposa con el
otro.
—Una semana sin ti es demasiado
—dijo él, mientras se inclinaba para besarla—. Tendremos que estar un mes en la
cama para que me olvide de todos estos días de separación...
Rocío gimió de placer; pero en ese
momento, Evelina protestó porque la estaban aplastando entre los dos y Gastón
la devolvió a la cuna.
—Hasta he echado de menos al perro
—murmuró él—. ¿Qué has hecho conmigo, angil
moy?
Rocío pasó los brazos alrededor de
su cuello y sonrió.
—Yo también te he extrañado —dijo.
Gastón la besó de nuevo.
—Ah, casi lo olvidaba...
Gastón la soltó, abrió la primera de
las bolsas y sacó un juguete para Evelina y un anillo de diamantes para su
esposa. Cuando Rocío lo miró, vio las palabras que había grabado en su
interior: Para siempre.
Ella se lo puso de inmediato.
—Es maravilloso, Gastón... pensaré
en ti cada vez que lo vea.
En la segunda bolsa había una cajita
que contenía una figurilla notablemente parecida a Mattie, aunque de cuatro
patas y no tres. Rocío puso el adorno en el árbol de Navidad.
Un momento después, la niñera
apareció y se llevó a Evelina para bañarla. Gastón y Rocío disfrutaron de una
cena tranquila mientras veían las noticias en la televisión. Jasim y Elinor los
habían invitado a visitar Quaram en primavera y estaban deseando verlos. A la
vuelta, pasarían la Semana Santa con Yelena, como siempre.
Cuando terminaron de cenar, Gastón
la tomó de la mano y murmuró:
—Odio tener que dejarte de vez en
cuando, pero me encanta volver a casa contigo, moyo zolotse.
—¿Qué me has llamado?
—¿Literalmente? Te he llamado «oro
mío» —contestó él, tomándola entre sus brazos—. Porque cuando te conocí,
encontré una mina de oro.
Rocío sonrió, emocionada y
profundamente agradecida por el amor que compartía y por la felicidad que
Evelina les había dado a ellos y a sus familias.
—Yo también soy muy feliz contigo
—le dijo.
—Te amo, moyo zolotse.
Fin
Qué les pareció la nove?? Haganmelo saber en un comentario

Hay ame el cap y nove todavia no puedo crer que alla terminado sos una grosa
ResponderEliminarahhh k lindos los rubios me encanto la novela entera supere linda
ResponderEliminarWoooooooow, lei todo lo que me perdi en este tiempo y llegue para el final, me encanto todo en si, sin palabras!!!!!!! gran adaptación
ResponderEliminarme encanto!!! mas tiernos los rubios!!!!!
ResponderEliminarque hermoso final, me gusto mucho fue una de las mejores adaptaciones
ResponderEliminarmorí de amor completamente! Estuvo buenisimo (:
ResponderEliminarAme el finaaaaaaaaaal ♥ Una hermosa adaptación!
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