sábado, 19 de octubre de 2013

Amor en Desencuentro... Capitulo 57 (Penultimo capitulo)



LLega el final.





Rocío abrió los ojos lentamente y sintió como su cabeza retumbaba, el dolor era punzante y opresivo. Sus músculos se sentían cansados y agarrotados. Todo daba vueltas a su alrededor.
Por un momento le costó mantenerse despierta, luego sus sentidos fueron poco a poco despertando y todo volvió lentamente a su mente.

Rocío se levantó aterrada solo para descubrir que sus manos estaban atadas y un miedo aplastante la llenó.

“Pablo”  Rocío susurró su nombre en voz baja mientras recordaba que había entrado en la casa buscándolo y la había encontrado vacía, había caminado hasta su despacho y una mano se había cernido sobre ella envolviéndola en un olor amargo, luego todo se había vuelto oscuro.

Ahora estaba atada a la cama por las muñecas y todo estaba oscuro a su alrededor, se obligó a si misma a calmarse y respirar.
Como había llegado allí??
Reconoció la cama donde se encontraba, había dormido en ella noches infinitas y se sentía igual de prisionera que en esas ocasiones.

Tiró con todas sus fuerzas de sus ataduras hasta que las muñecas le ardieron.   
Una risa baja la hizo detenerse, Rocío miro en la oscuridad y esperó a que sus ojos se acomodaran. La silueta de Pablo estaba recostada de la puerta y sus ojos la recorrieron.
El miedo se intensificó 

-          Te das cuenta que estábamos destinados a vivir este momento, cierto??
Ella lo miro sin comprender.
-          De que rayos estás hablando??
El fulminó con la mirada.
-          Sabes perfectamente de lo que hablo, siempre lo has sabido; cada rechazo, cada ida y vuelta, siempre impulsándome al borde, ahora lo sé, es por mí.  
-          Pablo de que mierd*  fumaste?? No!! Que rayos pasa por tu mente?? Me quiero ir, Diablos!! Suéltame!! 
-          No – él llegó junto a la cama en tres zancadas – ahora eres mía como nunca lo fuiste. 
-          Cierto, muy cierto, no fui tuya, no soy tuya y no lo seré nunca, Maldita sea déjame en paz – Gritó desesperada.

Pablo tiró de ella hasta que sus ataduras se incrustaron dolorosamente en su piel.
-          Tú lo sabes Rocío, tú y Mariana siempre lo supieron.
-          Yo sabía que eres un monstruo – rugió ella – solo sé que mataste a mi hermana y luego te encargaste de hacer mi vida miserable. Tú, bastardo inútil, no has hecho más que daño.
-          Yo te hubiera cuidado – respondió el con una voz suave que a Rocío le crespo los nervios – yo te hubiera dado todo si me hubiera elegido, si me hubieras abierto tu corazón.   
-          Jamás le habría abierto mi corazón a un asesino.      
La risa de Pablo resonó en la habitación.
-          Eso es hipocresía querida Rocío, sobre todo viniendo de ti.
-          Yo me defendía – susurró ella con los dientes apretados – el intentó matarme y yo me defendí – lo miró con odio – era matar o morir.

Pablo se encogió de hombros.
-          Es una linda historia y si te permite dormir de noche, bien por ti, pero yo no hablo de él, yo hablo de ella.
Rocío lo miró sin tender.
-          Ella??            
Él rió.

-          Si Rocío, ella… Mariana.

Rocío se encogió en la cama.
-          De que hablas – susurró – yo no maté a Mariana, ese fuiste tú bastardo engreído.
-          Oh cariño, eras su mejor amiga, y no pudiste verlo??
-          No te atrevas a mancar mi amistad con tus malditas demencias. Y no vuelvas a llamarme cariño.
Pablo tomó su mano y ella inmediatamente se soltó de su agarre.
-          Solo estoy intentando que veas la verdad.
Rocío no respondió
-          Sabes de que murió?? – insistió él.
-          Tú la mataste.
Pablo sonrió.
-          Sabes cómo murió.
-          Cayó por las escaleras.

El rió más fuerte.
-          Como puedes estar tan ciega??
-          Como puedes estar tan demente??
-          No es demencia querida Rocío, es amor.
-          Tu no reconocerías el amor ni aunque te pegara un tiro.    

La carcajada de Pablo irritó a Rocío.
-          Oh cariño yo diría          que el amor hizo más que dispararme, es por eso que estamos aquí.
-          Estamos aquí porque eres un maldito psicópata demente – habló ella con voz serena, serenidad que no sentía.
-          Estamos aquí porque Mariana así lo quería. Que no lo ves?? Por eso es que ella está muerta!
“- Mariana estaba enferma cuando murió, pero lo que realmente la mató fue el saber que yo jamás la amaría. – Pablo acarició el cabello de Rocío con manos temblorosas y una mirada desequilibrada – sabes porque nunca pude amarla??”

Ella lo miro sintiendo que no podía seguir oyendo, sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas.

“ – Jamás la ame porque te amaba a ti – Rocío soltó un sollozo – te amaba a ti y ella lo sabía, lo supo siempre, y eso la mató. Ella murió porque no quiso seguir luchando por su vida, no quiso luchar por el amor que su mejor amiga, le había arrebatado. Simplemente no quiso seguir viviendo al darse cuenta que yo te amaba a ti – Pablo se acercó a su oído y susurró – Tú la mataste, tú le quitaste lo que más quería, y ella murió odiándote.”

Las palabras se cerraron sobre ella como látigos, hirientes que hicieron llorar hasta el fondo de su alma.
Eso no era verdad, no podía ser verdad, Pablo mentía. Mariana, su Mariana no podía haberse rendido, no así. Ella era una luchadora, era una valiente.

-          Lloras porque sabes que digo la verdad.
-          Lloro porque veo como su amor por ti la dejó sin vida.
-          No fui yo la última persona en quien pensó antes de morir. No fue mi nombre el que susurró antes de dejar este mundo.     
-          Para!! – el grito de ella sonó desgarrador.
-          Ahora lo ves.
-          Lo único que veo – respondió ella con sollozos descontrolados -  es que tú la mataste y yo no estuve para detenerlo.   No estuve para salvarla.

Pablo negó lentamente como si ella fuera una niña pequeña a la que había que explicarle todo lentamente.

-          Justamente ese es mi punto. Ella no quería ser salvada. Ella sabía que esa era la única manera, si ella moría tú y yo podríamos estar juntos. Maldita sea ella se sacrificó por ti, por nuestro amor y tú lo desperdicias. Ella murió para hacerse a un lado y tú no lo valoras – su voz había subido.

Rocío lo miro como si le hubieran metido un puñetazo.
“Hasta donde llegaban los delirios de Pablo?? Debía salir de allí!!
Respirando lentamente se obligó a si misma a respirar profundo y buscar una salida. Pablo estaba psicóticamente enfermo, y lo mejor era seguirle la corriente hasta descubrir una manera de escapar.

-          Lo valoro – suspiró – ahora lo veo, ella murió porque quería que estuviéramos juntos. – su voz lenta.
-          Si!! – Pablo la miro eufórico – exacto.
-          Porque no lo vi antes – dijo ella más para sí misma que para él. 
-          No te sientas mal – Pablo se sentó junto a ella y acarició su rostro – estaba cegada por la pérdida de tu amiga y luego el imbécil de Gastón se interpuso y te confundió.

Rocío sintió como el estómago le daba un vuelco con la mención de su nombre y evito con todas sus fuerzas demostrar alguna reacción.

-          Pablo – lo llamó dulcemente – por favor suéltame.
Él la miro desconfiando.
-          No creo que sea lo más seguro cariño.
-          Basta Pablo, termina con este juego, las ataduras me duelen, no tengo a donde ir y de todas formas crees que me negaría a aceptar lo que mi hermana me dejó con su sacrificio?? 

Pablo la miro completamente desconfiado y lentamente sacó de su bolsillo trasero las llaves de las esposas que soltó una a una.

Rocío se masaje las muñecas doloridas y miro a su alrededor buscando la forma y el momento perfecto para escapar. 
Lentamente se puso en pie y se sostuvo de la pared al sentirse mareada. Un par de brazos la sostuvieron por la cintura y Rocío luchó con todas sus fuerzas para no salir corriendo lejos del contacto de Pablo.
-          Te sientes bien?? – preguntó el con la voz melosa.
Ella asintió con la cabeza.
-          Solo algo mareada y me está comenzando un dolor de cabeza.  
Él la ayudó a sentarse en el borde de la cama y la miro a los ojos.
-          Eres tan linda, no sabes lo que he soñado este momento, que me veas y te das cuenta que estamos destinados a estar juntos, que veas lo mucho que te amo y sientas que también me amas. Mariana lo sabía y por eso decidió hacerse a un lado.
Antes de que ella pudiera hacer algo él la beso haciendo que sus ojos se llenaran de lágrimas y repugnancia.  

Rocío hizo una mueca de dolor y se apartó.

-          Qué ocurre?? – preguntó él confundido.
-          El dolor de cabeza viene en aumento – se disculpó ella.

 Él la dejó un momento y caminó hacia el otro lado de la habitación.
Ella lo miro tomar su bolso y rebuscar en él.

-          Yo no tengo pastillas para el dolor de cabeza. – dijo masajeando su cien cuando lo vio tensarse, todos los músculos de su espalda se contrajeron su cara era una máscara. – qué ocurre?? – preguntó ella.  

Pablo tardó en mirarla, y cuando lo hizo una oleada de terror la recorrió.
En dos zancadas estuvo junto a ella y tomándola del pelo la lanzó al suelo. 

Rocío sintió un dolor desgarrador cuando su cabeza impactó el piso.

-          Tú!! Maldita Zorra!! – Rocío sintió un bofetón en la cara – cómo pudiste??

Él lanzó otro golpe y ella se cubrió con los brazos.

-          De que estas hablando?? – intentó levantarse pero el de un empujón la lanzó al suelo de nuevo.
-          De esto – Pablo sostuvo la prueba de embarazo que había encontrado en el bolso de ella, la prueba que Peter le había recomendado y ella había comprado antes de dirigirse a la casa de Pablo. – Estas embarazada. – la tomó del brazo y la hizo ponerse de pie – Mentirosa, dices amarme y llevas el hijo de otro en el vientre.
“Jamás he dicho que te amo”  Gritó ella en su cabeza y se limitó a decir:
-          No lo sé todavía, no me he hecho la prueba.

Los ojos de él relampaguearon.

-          Bien pues vas a hacértela ahora.

Apretando su agarre tiró de ella y la arrastro hasta el baño.

Rocío cayó contra las baldosas del piso y sollozo en silencio. Así no quería que pasara, quería descubrirlo junto a Gastón con ilusión.   
Como pudo se levantó y lo miro apoyado en la puerta.

-          Vamos, hazlo. –

Ella se mordió el interior de la mejilla.

-          No puedo hacerlo contigo aquí, dame un minuto.

El pareció pensarlo y luego la tomó por el mentón. Le dejaría marcas ella podía sentirlo.   

-          Si haces algo estúpido te lo haré pagar – la beso haciéndole daño y la soltó de un empujón antes de salir y cerrar la puerta tras él.

Rocío se derrumbó en silencio, buscó desesperada algún modo de escapar. No lo había, debía obedecer a Pablo e intentar sobrevivir.  

Siguiendo las instrucciones de la caja hizo todo y esperó.
La puerta se abrió de repente y Pablo entró por ella como una furia.
Antes de que ella se diera cuenta él le tapó la boca y la arrastró fuera.
Todos sus músculos se tensaron cuando escuchó la voz de Gastón llamando a Pablo en la parte de abajo.  
Él estaba allí, la había encontrado, había llegado allí para rescatarla.     
Debía ayudarlo, debía hacerle notar que estaba allí.
Pero qué??

-          Si dices algo él muere y lo que sea que llevas en vientre también, me aseguraré de ello.    – Dijo Pablo con voz mordaz.
Ella asintió.



Gastón esperó con la respiración atorada en la garganta. El carro de Rocío estaba afuera. Ella estaba allí, lo sabía, solo debía encontrarla.

Recorrió el piso inferior y se pasó las manos por el pelo frustrado al no encontrar ni a Rocío ni a Pablo.  Diablos!! A donde había ido?? Rocío dónde estás??

 Cada vez más frenético subió las escaleras de dos en dos y abrió la puerta del dormitorio principal de una patada. Nada. Maldición!!
Su pulso se aceleró al encontrar el bolso de Rocío en el piso.
Rocío que hiciste??
Abrió la puerta del baño y ahogó una exclamación había gotas de sangre en el piso. De ella?? De él??   

Salió corriendo del cuarto y estudió su alrededor.
Debían estar allí pero dónde??

Un golpe sordo sonó sobre su cabeza. El ático. Un grito, una voz de mujer.
Rocío resiste.

Donde mierdas estaba la entrada del ático??
Buscó desesperado mientras su corazón rebotaba en su pecho cada vez que escuchaba un golpe o un gemido de dolor.
La encontró en el momento en que los golpes cesaban.

Subió corriendo las escaleras y se detuvo al ver la escena.

Pablo se dio la vuelta lentamente con lágrimas en los ojos.

-          Ella es igual a Mariana, ella se rindió como Mariana – Gastón lo miro sin entender y luego su corazón dejó de latir al ver el cuerpo inmóvil tras él.
-          Que hiciste?? – susurró y corrió empujándolo para llegar a ella.


Inmóvil y fría. No se movía, no respiraba, se había rendido.          


6 comentarios:

  1. Noooooooooooooo!!!.. por favor que no mueraaa!!:. Pablo hdp!!

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  2. por favor que nop mueraaaaaaaaaa nooooo no puedeee serrr diosss nose si podre esperar queda mucho para el proximo dia q subas? OJALA ESPERO Q NOOO me encanta esta novelaaa no quiero q acabeeee

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  3. No no puede morir NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

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  4. nonononoonononono que noo la mate porfavor!!!

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